Bennett Lanzo la carpeta con fuerza. Me hartan estas cosas. —Esta investigación está bajo mi mando. —establezco frente a la máxima autoridad. — Nadie debería tener acceso a la información sin que se hable conmigo primero, pero parece que se pasan mi autoridad por el culo. El ministro se remueve y el general Rinna se levanta molesto. —¡La información es del gabinete, comandante! ¡Y ni usted ni nadie tiene autorización para mantener información escondida! —Cuando haga mi trabajo, hable. Mientras tanto, siéntese. —se enoja más pero no me interesa en lo absoluto. —Usted y usted. —señalo al sargento Maddox y al teniente Ávila. —Salgan, que esto es información clasificada. Me miran, luego al ministro quien solo observa todo en silencio. —¡Dije que salgan! —me exaspera su lentitud y falta de entendimiento. Se levantan y espero que cierren la puerta para poder continuar. —No está autorizado para mandar sobre nuestras tropas, comandante. — me dice el general Rinna. —El que estén en
Bennett. .Duermo unas horas siendo ya de madrugada para activarme de nuevo en la mañana haciendo flexiones y lagartijas en el suelo. Levanto las pesas y golpeo el saco de arena durante 30 minutos. Tengo rabia retenida, y la imagen de cierta impertinente la empeora. Aumento el peso y sigo levantandolas hasta que siento la necesidad de hidratarme. Adam aparece por la un lado y bufo, recupero el aliento y me limpio la cara con la camisa que tengo puesta Las cadetes que pasan a un lado se me quedan viendo y me interesa poco, porque inocentes son las que menos me gustan. Cuando van lo suficientemente lejos se giran sonrojadas. Justo por eso prefiero a quienes no se intimidan con nada, y que sean experimentadas mucho mejor. —Yo era así de musculoso, pero me corté el pelo y ya no pude seguir haciendo ejercicio. —argumenta Adam. —Ajá. —digo tomando más agua. —Vas a dejar sin novia a todos en la central si sigues haciendo ejercicio aquí afuera. —Yo no las mando a ver. Si les van a ser
ZaryaEn mi papel como líder de la empresa de moda silenciosa, me encuentro inmersa en un torbellino de responsabilidades. No es fácil como se ve desde el exterior. Cada paso requiere un cambio y cada cambio un argumento..Los diseñadores, con sus miradas agudas y manos creativas, me rodean como si fueran las musas de mi destino. Sus nombres resuenan en mi mente ya que debo recordar todo. Linda Spolano, con su estilo vanguardista y predilección por los tejidos orgánicos; Bella, cuyas creaciones evocan la nostalgia de épocas pasadas; y Kenda, la enigmática genio detrás de los vestidos que parecen tejidos con hilos de luna.Paso de ellos al siguiente grupo dos horas después. Los distribuidores, en sus trajes impecables, me saludan con reverencia. Saben quien soy. No debo explicar nada. Me hablan de mercados internacionales, acuerdos exclusivos y cifras que giran como engranajes en una maquinaria perfectamente aceitada. Escucha atentamente a cada uno, en mi mente procesando cada detall
Zarya. .La presencia del comandante en el club me zumba en la cabeza desde que me avisaron que fue visto en ese sitio y pude verlo en las cámaras. Puedo reconocer a alguien que va solo por tragos y él no la tenía. Miraba a todos y a todos lados. Si se convierte en una molestia tendré que recurrir al acuerdo de "no atacamos a la ley sin motivos" porque este sujeto me está dando demasiados. Duermo unas horas para recuperar las que perdí en la noche pero el trabajo llama. Tengo que reunirme con el diseñador que espera en la empresa por lo que me dirijo allí con Markov y Damien. —No había planeado pasar el día entre telas. —se queja Mark con una sonrisa. —Pero mi madre siempre dice que tengo que llevar sus negocios, es un buen comienzo. Sonrío. —Ya te veo con una bufanda en el cuello color rosa, lentes en forma de estrella y el pelo de color. —le sigue Damien con el humor que con su amigo sí le nace. —Te faltó el cinturón con hebilla de brillantes. —continúa Mark siguiendo con
Bennett.Minutos antes…. Verla prendida del miserable que la sostiene de la cintura me pone a hervir la sangre. Odio sentir ganas abrumadoras. Me molesta mucho tener la vista que tengo por lo que me encamino hasta el piso inferior. Observo a George en la barra con una copa sin dejar de ver todo su entorno con disimulo. Se levanta y viene en mi dirección. —El jefe del clan escocés a tu derecha. —sigue caminando como si nada. Ya lo había visto, desde el balcón pude visualizar como casi se folla a la morena que tiene en las piernas. Tiene escoltas a su alrededor, además no veníamos a apresar a nadie de esa magnitud sino a ver el panorama y como lo pensé, no son solo empresarios los que vienen a este sitio. Ya vi a uno de los gatilleros de la 'Ndrangheta, los nombres y los rostros que veo se me quedan en la mente y lo conozco por los innumerables ataques que ha protagonizado contra políticos. Su eficacia es única porque no ha sido apresado, pero lo tengo en la mira y lo voy a ras
Bennett .—Intimide a sus oficiales, a mí no me provoca ni siquiera un gramo de miedo, comandante. Su altura no es impedimento para que denote lo que otros ni conocen. Valentía. —¿Miedo? ¿Quién dice que quiero que temas? —No me causa ni una sola emoción, así que pierde su tiempo. —su aliento dulzón me llega a la nariz.—¿Te crees sin emociones? ¿Un ser superior? Su mano se levanta para tocar mi mandíbula y la atrapo antes que lo haga. —Un ser superior, no. Soy la pesadilla que vas a desear no haber conocido nunca. —exclama con seguridad, se suelta y se aleja. No parece mentir cuando habla, pero si noto que disfruta dejar con la incógnita. He aprendido a leer las expresiones de individuos a los que capturo. Me dicen cuando temen, mienten, y cuando están a punto de quebrarse. Pero esta chiquilla retiene y hace cada gesto con sumo cuidado. Deja a la expectativa que es lo que hará después y parece ser que nunca se tendrá un acierto si se pone a hacer suposiciones. —Esa marca. —se
DamienSiempre había creído que eso de la mala suerte solo era una creencia de los ancianos. Tonterías que metían como pretextos para justificar que no son capaces de evitar sucesos que prefieren solo dejar pasar. En la madrugada tuve que ver al comandante del comando alfa en el club, estaba investigando, por lo que pude ver. Nadie como él entra al club solo porque quiere licor. Sé que quiere algo de ese sitio y podría apostar por una sola cosa. Nuestras cabezas. Cuando iba de salida vi a la mujer pelirroja con la vista clavada en la puerta del lugar. La conozco y a cada uno de los que trabajan con él. No por nada nuestro interés de mantener vigilado a todo lo que podría representar una amenaza, escaló a un nivel mayor. Los enemigos se deben tener muy bien ubicados y cuando se me informó que venía hacia Londres desde América, me mantuve al tanto. Son buenos elementos, de eso nadie le puede quitar el mérito, pero nos estorba, y los estorbos se deben eliminar. No suficiente con
Damien.—El gatillero fue leal hasta el último segundo —exclama mi hermana haciendo de lado el tema. —Pero esa no es mi preocupación. Sino el hecho que estén fichados más integrantes de la organización. —exhalo. —Los de la 'Ndrangheta están siendo comprometidos cuando no debería ser así. De la mafia roja hay menos sujetos que se pueden rastrear, pero no podemos confiarnos aún así. —Tendremos que mover influencias para que ese tipo se vaya de una buena vez o la próxima vez no pienso pedir autorización de nada. —digo harto de mi día. —Tenemos suficientes problemas como para estar lidiando con un miserable que se mete en lo que no sabe. Zarya me mira y asiente. —Lo haremos. Mientras tanto debemos discutir lo que en verdad nos preocupa. —se calla por un segundo. —La corporación. Otra mierd@ que está sacándome de mis cabales y no porque les tema sino por su manera de operar. —¿Hay más datos? —inquiere y enlazo las comunicaciones en la computadora. El recaudador de información salta