DamienSiempre había creído que eso de la mala suerte solo era una creencia de los ancianos. Tonterías que metían como pretextos para justificar que no son capaces de evitar sucesos que prefieren solo dejar pasar. En la madrugada tuve que ver al comandante del comando alfa en el club, estaba investigando, por lo que pude ver. Nadie como él entra al club solo porque quiere licor. Sé que quiere algo de ese sitio y podría apostar por una sola cosa. Nuestras cabezas. Cuando iba de salida vi a la mujer pelirroja con la vista clavada en la puerta del lugar. La conozco y a cada uno de los que trabajan con él. No por nada nuestro interés de mantener vigilado a todo lo que podría representar una amenaza, escaló a un nivel mayor. Los enemigos se deben tener muy bien ubicados y cuando se me informó que venía hacia Londres desde América, me mantuve al tanto. Son buenos elementos, de eso nadie le puede quitar el mérito, pero nos estorba, y los estorbos se deben eliminar. No suficiente con
Damien.—El gatillero fue leal hasta el último segundo —exclama mi hermana haciendo de lado el tema. —Pero esa no es mi preocupación. Sino el hecho que estén fichados más integrantes de la organización. —exhalo. —Los de la 'Ndrangheta están siendo comprometidos cuando no debería ser así. De la mafia roja hay menos sujetos que se pueden rastrear, pero no podemos confiarnos aún así. —Tendremos que mover influencias para que ese tipo se vaya de una buena vez o la próxima vez no pienso pedir autorización de nada. —digo harto de mi día. —Tenemos suficientes problemas como para estar lidiando con un miserable que se mete en lo que no sabe. Zarya me mira y asiente. —Lo haremos. Mientras tanto debemos discutir lo que en verdad nos preocupa. —se calla por un segundo. —La corporación. Otra mierd@ que está sacándome de mis cabales y no porque les tema sino por su manera de operar. —¿Hay más datos? —inquiere y enlazo las comunicaciones en la computadora. El recaudador de información salta
Zarya .Salto y enredo mis extremidades en el cuerpo del tipo que me ataca, queriendo hacer que lo suelte pero no me cuesta nada noquearlo, teniendo como ventaja mi flexibilidad. Los tiros que impactan a mi lado me hacen moverme rápido, saltando por la ventana hasta la siguiente habitación donde sigue la pelea entre militares y el clan georgiano. Me levanto, el sonido ensordecedor de las balas y los escombros no dejan que vea del todo bien pero recuerdo las palabras de mi padre. No siempre se tiene que confiar en los ojos a la hora de luchar. Un militar sale de la nada disparando hacia mí, que suelto las balas que lo obligan a esconderse. Salgo escondiéndome entre algunos muebles, los del clan georgiano salen a la vista y dos de ellos caen al piso con las balas que alguien suelta. Veo de donde salieron sin sorprenderme al reconocer al hijo de puta. Podría reconocerlo en cualquier parte. Es el único que lleva una máscara como esa y es tan estupido para correr detrás de gente que
Damien .Me río viendo los documentos que salen en la pantalla. Me están investigando, lo supuse desde que vi a ese sujeto en el club. Salí a la vista y ahora también soy un blanco para él.—No van a encontrar nada más de lo que usted ordenó señor. —informa el voiny que me trajo todo. —Nos dijeron que debía ser en completo silencio porque solo era algo de rutina pero tenía que decirlo. No subestimo los alcances del comando alfa pero esto solo me causa gracia. No importa cuanto busque, no hay nada que indique quién soy en realidad. Estamos preparados para esto desde que somos adolescentes. —Déjalo, que la investigación siga su curso. No intervengas, pero mantente atento. Asiente frenéticamente. —El ministro dio la orden de que ninguno de los integrantes del comando alfa podrá salir del país, al menos no sin su autorización. Después de lo que pasó hace días en Plyos, ha estado muy nervioso con las imágenes que andan circulando por los medios. Desde que volvimos de Rusia de alguna
Damien..—¿Quien lo viera ministro? —manifiesto, sosteniendo su mano sin aflojar mi agarre ni disminuir la fuerza. —Frente a las cámaras un padre ejemplar, atrás de ellas un hijo de puta como el resto de sus invitados. Lo suelto y luego me limpio viéndolo con desagrado. —Esto no es lo que parece. —se excusa nervioso. —Solo fue un impulso que no...Hago un sonido con la lengua dejándole ver que está demás que se justifique. —No me venga con negativas cuando presencié todo. Veo de reojo a la hija que se recompone. —Un representante de la justicia siendo un maltratador ¿Que dirá la prensa? Caerá en picada su reputación. —exclamo sabiendo que este no es mi asunto, porque de serlo ni siquiera tuviera la mano para este momento. —Quedará en el piso su credibilidad, será imposible que vuelva a recuperarse de algo como esto. —está sudando. Pestañea más rápido y sus ojos se alternan entre su hija y yo.Mira a quienes vienen acercándose y me hace un gesto para que espere mientras él los s
ZaryaConseguir llegar hasta la pista fue un completo fastidio. El tráfico estaba horrible. Pero el avión aún no aparece. Me quedo junto a Cerbero, frente al vehículo esperando a que los minutos pasen. —Sino llegas te voy a cortar las pelotas —reniego viendo que van 10 minutos de retraso. Mi mellizo niega al escucharme.Un sonido de una aeronave nos pone a alerta cuando aparece a lo lejos y sonrío cuando empiezan el aterrizaje. —Ahí está. —dice Damien cruzado de brazos.El avión hace el recorrido por la larga pista hasta que se detiene a varios metros de donde nos estacionamos. La compuerta es abierta y espero unos segundos, antes de caminar hacia este cuando el tipo con rasgos parecidos a mi padre, traje a su medida y altura predominante asoma por la puerta.—¡Gavrel! Me vale mierda como me veo corriendo como niña pequeña hacia mi hermano menor, sus brazos me reciben y me levantan en el aire. No puedo describir la alegría que me causa el tenerlo frente a mí después de semanas. E
Zarya.Camino entre las parejas que se manosean olvidando a las chicas que siguen bailando a un lado yendo hacia la mesa donde está vez solo está Damien. Estos tontos parece que se turnan. Subo los tres escalones que me llevan a la mesa y me siento. Tengo el aroma del tipo ese encima, pero no me molesta. —No me preguntes por Gavrel, porque no sé —digo recostandome en el espaldar del mueble. —Se fue con una chiquilla por ahí. —comenta bebiendo su vaso con whisky. —¿Tú donde estabas? —interrogo achicando los ojos, tiene una risa que no tenía cuando llegamos. Lo conozco lo suficiente para saber que algo pasó. Niega con la misma sonrisa.—No es nada importante. Solo una fiera insoportable que me encontré por casualidad. —Sin embargo, estás riendo. —acuso.Le resta importancia y vemos por el pasillo que llega Gavrel arreglando su saco, la camisa blanca la tiene un tanto desarreglada y se limpia la boca confirmando mis sospechas. Se sienta en medio de ambos y lo miramos. Alterna su
Bennett Cada bala que suelto impacta en el centro del blanco al que apunto y no paro hasta que el cargador queda vacío. Saco mi segunda arma de la funda y doy unos pasos hacia atrás apuntando de nuevo. Cada cosa que pasa me tiene rabioso.Estos meses pretenden ser más largos que los años que he pasado con la intención de salir del mando del ministro. Detesto saber que tiene el poder de limitarme cosas, entre ellas salir del país. Remojar mis labios solo me lleva a recordar la mordida que aún no se me quita del todo, la marca sigue ahí y me enerva saber quien la hizo. Me enfada haber peleado con esa mujer que se escapó y causó que el jefe del clan se me fuera de las manos. Pero lo que más conflicto me provoca es que Adam aún sigue recuperándose de la caída. Ya puede caminar pero no puede hacer esfuerzos para trabajar. Se llevó con él a quien lo lanzó del tercer piso pero la ira me corroe al recordar que no fueron las únicas bajas. Es inaudito que haya pasado si se supone están en u