Narrador Omnisciente.
Zarya se levanta dejando anonadado al tipo por el que vino, ganó cada racha que jugó y su mirada la recorre al ver el monumento que lo deja escéptico. Es una mujer única, hermosa, buena para el juego y tan sensual que pone a todos a alucinar con tenerla. La sigue cuando nota a dónde se dirige, haciendo justo lo que Zarya quiere; yendo al lugar donde antes esperaba a que llegara, ahora segura de que sí está ahí. Al topo le espera la mejor de sus alianzas o la muerte. Aunque con el comandante ahí, deberá ser cuidadosa. Se para frente a la misma ventana de cristal, esperando a que abra la puerta. Cuando lo hace la chica que les sirve un trago se va, dándole privacidad. —¿Te conozco? —El leve coqueteo no pasa desapercibido para Zarya, pero ninguno le interesa. Nadie tiene lo que ella busca o casi nadie. Menos El topo. __ Deja las tonterías para el resto de mujeres y dime si aceptas la unión que se te propuso hace días. —bebe de su copa con la delicadeza que la define y el tipo sonríe sabiendo de qué se trata. —¿Así que eres parte de ellos? —deduce. —No soy parte de ellos ... —mueve su cabeza de lado a lado para aclarar. —Ellos están bajo mi mando. Los ojos del sujeto se abren con sorpresa. —Así que eres el... ¿O la? —dice con duda. —¿Tú respuesta? —no se nada con juegos. —¿Y si digo que no? Que me gusta trabajar solo. Que no necesito protección. —la desafía, creyendo ser más fuerte que ella. Mientras la rusa sólo observa al comandante acercarse a quien no debe en la parte inferior del lugar. No le importa si se muere, se dice ella misma. Es entrometido. Le haría un favor. —¿Esa es tu respuesta? —Trata de no ver como otros ya ubicaron al inglés. Definitivamente va a morir ahí, se convence. —Lo es. —dice El topo. —Ahora sabiendo quien eres, creo que mis posibilidades de vivir incrementan. Zarya sonríe con soltura. Con un rostro tan angelical que es su mejor máscara. —Tu error fue deducir algo que no puede salir del círculo en donde me muevo. —de un movimiento rápido saca una de sus dagas que ensarta en el cuello del tipo. No le gusta que contesten con preguntas. La sangre chorrea por la ropa del topo, el cuál intenta hacer presión y contraatacar, pero ella se aleja, logrando que el golpe con cuchillas solo rompa su vestido en el abdomen. Con un golpe que Zarya le propina a la cabeza, con la mano abierta, usando también su tacón en la pierna, cae al suelo terminando de desangrarse. —Todo mundo necesita protección si están en mi presencia, idiota. —dice en un tono más bajo. Limpiando la sangre de sus manos saca la daga, para meterla en la funda que carga en su pierna. Sale con calma, tratando de cubrir la parte rota del vestido, pues su marca queda a la vista y odia que no haya usado algo para cubrirla al salir de su casa. Visualiza a Damien, a la vez nota a los guardianes del sujeto que suben. Le indica que saldrá y esta entiende, dispuesta a hacer lo mismo. Ninguna cámara de seguridad sirve, así que por eso no se deben preocupar, lo dispusieron de esa manera para proteger la identidad de varios políticos. —¡El topo está muerto! —avisan alertando a todos, empezando a disparar al mismo tiempo que todos se ponen en alerta, pues se culpan unos a otros. El comandante se pone alerta en la sala contigua sacando su arma por si acaso. A la vez no entiende su necesidad de saber sobre la mujer con la que entró, ya que siente que es su responsabilidad en parte que esté en ese sitio. Trata de ubicarla, pero en el juego cruzado no puede hacerlo libremente. Damien se pasa llevando a dos tipos que intentan disparar antes que lo hagan. Golpea con una botella y luego suelta las balas que los dejan en un charco de sangre. Le lanzan un golpe y es su hermana quien le corta la yugular al tipo. —¡Vete! —le ordena y este asiente yendo por lados diferentes. No los pueden atrapar juntos. Mientras Damien corre a la salida, Zarya se va por la puerta de atrás pero la suerte no está de su lado al parecer, porque se topa de frente con el comandante, quién la descubre agitada y el primer pensamiento que salió lastimada viene a su cabeza. —¿Estás bien? —pregunta mientras se esconde, no se va a meter en un tiroteo con tantos jefes de clanes ahí. Además no podría justificar su presencia ante el concejo. —Esta gente está loca. —dice Zarya. —Conozco una salida, si quieres seguir la pelea anda, sino sígueme. —¿Qué es eso? —cuestiona el comandante al notar la rotura de su vestido. —Estamos a punto de morir ¿y a usted le interesa un accidente de mi vestido, comandante? —consulta ella sin alterarse. Bennett titubea pero sabe que no le conviene que lo vean ahí o identificarse como comandante, no es buena idea estando sólo con un arma, por lo que elige correr atrás de Zarya dejando el intercambio de balas que se desata. —¿Zarya que haces? —cuestiona Damien por el auricular, pero ella lo ignora. Ni ella lo sabe. —Ha sido una excelente velada, mi comandante. —se despide ella al ver la salida del callejón. —Diría lo mismo, pero estaría mintiendo. —declara Bennett guardando el arma. —Eso me dolió. —finge estar ofendida, deteniéndose para ver la calle, dejando que pase el grupo de policías antes de salir. Mientras Bennett no puede dejar de ver la marca que asoma en su piel. Su pesadilla erótica cobra vida. Repite la escena en su cabeza. La voz vuelve con esa frase. La marca que tiene líneas similares le detiene el pulso, pues también es la marca de la asesina que busca y si es ella... —¿Cómo te hiciste eso? —pregunta frenando el impulso de Zarya por continuar. La rusa es devuelta a la pared por su mano, aprisionando su cuerpo con una fuerza que resiste y no la intimida. —¿Cómo te hiciste esa marca? —vuelve a preguntar tan cerca de su boca, que el deseo de caer en el embrujo está a nada de dominarlo. Zarya desliza la mano por su pierna. Bennett no deja de mirar ese azul tan intenso y sin esperarlo, ya no es una lucha por descubrir el origen de nada, si no por detener el impulso de besarla que rasca como una fiera la coraza llamada voluntad, la cual está a nada de volverse polvo. Mientras en la mente de la rusa sólo se repiten dos preguntas, ¿También debe matarlo a él? ¿Por qué duda de hacerlo si tiene la oportunidad de hacerlo?Narrador Omnisciente. .—¿Qué tiene que ver una marca tonta a que nos puedan matar? —le cuestiona Zarya cerrando los dedos en el anillo de la hoja filosa que carga consigo. —No evadas. Contesta. —el pensamiento tiene falencias, pero no puede descartar nada cuando sabe lo sigiloso que puede ser el engaño. Lo ha visto tantas veces que una vez más no es de sorprender. Aunque…—¿Discutimos eso, mi comandante? —la rusa alza la mirada, sus pestañas se mueven como un hechizo creado para destruir mentalidades fuertes y para el comandante no es la excepción. —Deja de hacer eso. —presiona su cuello. —¿Hacer qué cosa? —se ríe sin dejar de verlo. —Lo único que quiero es que me deje respirar porque me está ahogando. Su pecho se mueve con tanta fuerza que el aroma que desprende su piel lo hace apretar la mandíbula. ¿Qué demonios tiene esa mujer para hacerlo trastabillar? —Puedo dispararle en la cabeza. —le avisa Damien a su hermana con el ojo puesto en el hombre que sostiene a su hermana.
Damien —¿Qué carajos fue eso, Zarya? —veo todo el desorden en el mueble al solo entrar a su habitación.—El topo...—Sabes que no me refiero a eso—, digo recostando mi espalda en el mueble. Tengo la corbata floja y la camisa desaliñada. Desde que llegamos, ella subió a su dormitorio y yo estacioné el auto, esperando casi cuatro horas en las que la escuché moviendo todo en lugar de dormir. Preferí darle su espacio antes de hacer la pregunta que tuve todo el camino de regreso, e iba a esperar, pero al verla tan ofuscada sé que algo la atormenta. En verdad necesito paciencia para interrogar a mi hermana por cada cosa que pasó en ese casino. Se suponía que estábamos para concretar una unión de ser posible. No me molesta en lo absoluto que lo haya matado. Nunca me cayó bien. Lo que me causa intriga es que le diera una ruta de salida a alguien que está buscando información nuestra. Estando en un sitio repleto de criminales y políticos era fácil que alguien lo liquidara de una buena vez
Damien. —Cómo varios de mis colegas, fui invitado y acepté, pero jamás creí que iba a presenciar algo así. —se endereza el ministro Jones con la respuesta que culmina. —Eso me impulsó aún más para tomar cartas en el asunto. La entrevista continúa y yo me canso de escuchar. El ministro pretende esconder sus relaciones con algunos de los que estaban en el casino, pero no entiende que no se puede ocultar algo a menos que se elimine a quien tiene hasta la última parte del rompecabezas. Cada pieza puede llevar a todos a darse cuenta de las cosas. —No sé que se ve más patético. —escucho a Zarya. —Si el viejo ese diciendo que nos va apresar o que haya acabado la entrevista porque dieron datos que lo comprometen. —apaga el televisor y se sienta frente a mi escritorio. —Es su forma de ganar popularidad. —digo siguiendo en lo que estaba antes de que llegara. —Y su comando Alfa es lo que usará como campaña para decir que lucha contra “el mal”. Debiste dejarme matarlo. —Bueno, yo me voy a
Bennett Lanzo la carpeta con fuerza. Me hartan estas cosas. —Esta investigación está bajo mi mando. —establezco frente a la máxima autoridad. — Nadie debería tener acceso a la información sin que se hable conmigo primero, pero parece que se pasan mi autoridad por el culo. El ministro se remueve y el general Rinna se levanta molesto. —¡La información es del gabinete, comandante! ¡Y ni usted ni nadie tiene autorización para mantener información escondida! —Cuando haga mi trabajo, hable. Mientras tanto, siéntese. —se enoja más pero no me interesa en lo absoluto. —Usted y usted. —señalo al sargento Maddox y al teniente Ávila. —Salgan, que esto es información clasificada. Me miran, luego al ministro quien solo observa todo en silencio. —¡Dije que salgan! —me exaspera su lentitud y falta de entendimiento. Se levantan y espero que cierren la puerta para poder continuar. —No está autorizado para mandar sobre nuestras tropas, comandante. — me dice el general Rinna. —El que estén en
Bennett. .Duermo unas horas siendo ya de madrugada para activarme de nuevo en la mañana haciendo flexiones y lagartijas en el suelo. Levanto las pesas y golpeo el saco de arena durante 30 minutos. Tengo rabia retenida, y la imagen de cierta impertinente la empeora. Aumento el peso y sigo levantandolas hasta que siento la necesidad de hidratarme. Adam aparece por la un lado y bufo, recupero el aliento y me limpio la cara con la camisa que tengo puesta Las cadetes que pasan a un lado se me quedan viendo y me interesa poco, porque inocentes son las que menos me gustan. Cuando van lo suficientemente lejos se giran sonrojadas. Justo por eso prefiero a quienes no se intimidan con nada, y que sean experimentadas mucho mejor. —Yo era así de musculoso, pero me corté el pelo y ya no pude seguir haciendo ejercicio. —argumenta Adam. —Ajá. —digo tomando más agua. —Vas a dejar sin novia a todos en la central si sigues haciendo ejercicio aquí afuera. —Yo no las mando a ver. Si les van a ser
ZaryaEn mi papel como líder de la empresa de moda silenciosa, me encuentro inmersa en un torbellino de responsabilidades. No es fácil como se ve desde el exterior. Cada paso requiere un cambio y cada cambio un argumento..Los diseñadores, con sus miradas agudas y manos creativas, me rodean como si fueran las musas de mi destino. Sus nombres resuenan en mi mente ya que debo recordar todo. Linda Spolano, con su estilo vanguardista y predilección por los tejidos orgánicos; Bella, cuyas creaciones evocan la nostalgia de épocas pasadas; y Kenda, la enigmática genio detrás de los vestidos que parecen tejidos con hilos de luna.Paso de ellos al siguiente grupo dos horas después. Los distribuidores, en sus trajes impecables, me saludan con reverencia. Saben quien soy. No debo explicar nada. Me hablan de mercados internacionales, acuerdos exclusivos y cifras que giran como engranajes en una maquinaria perfectamente aceitada. Escucha atentamente a cada uno, en mi mente procesando cada detall
Zarya. .La presencia del comandante en el club me zumba en la cabeza desde que me avisaron que fue visto en ese sitio y pude verlo en las cámaras. Puedo reconocer a alguien que va solo por tragos y él no la tenía. Miraba a todos y a todos lados. Si se convierte en una molestia tendré que recurrir al acuerdo de "no atacamos a la ley sin motivos" porque este sujeto me está dando demasiados. Duermo unas horas para recuperar las que perdí en la noche pero el trabajo llama. Tengo que reunirme con el diseñador que espera en la empresa por lo que me dirijo allí con Markov y Damien. —No había planeado pasar el día entre telas. —se queja Mark con una sonrisa. —Pero mi madre siempre dice que tengo que llevar sus negocios, es un buen comienzo. Sonrío. —Ya te veo con una bufanda en el cuello color rosa, lentes en forma de estrella y el pelo de color. —le sigue Damien con el humor que con su amigo sí le nace. —Te faltó el cinturón con hebilla de brillantes. —continúa Mark siguiendo con
Bennett.Minutos antes…. Verla prendida del miserable que la sostiene de la cintura me pone a hervir la sangre. Odio sentir ganas abrumadoras. Me molesta mucho tener la vista que tengo por lo que me encamino hasta el piso inferior. Observo a George en la barra con una copa sin dejar de ver todo su entorno con disimulo. Se levanta y viene en mi dirección. —El jefe del clan escocés a tu derecha. —sigue caminando como si nada. Ya lo había visto, desde el balcón pude visualizar como casi se folla a la morena que tiene en las piernas. Tiene escoltas a su alrededor, además no veníamos a apresar a nadie de esa magnitud sino a ver el panorama y como lo pensé, no son solo empresarios los que vienen a este sitio. Ya vi a uno de los gatilleros de la 'Ndrangheta, los nombres y los rostros que veo se me quedan en la mente y lo conozco por los innumerables ataques que ha protagonizado contra políticos. Su eficacia es única porque no ha sido apresado, pero lo tengo en la mira y lo voy a ras