Condenado por la astuta rusa (Sentence)
Condenado por la astuta rusa (Sentence)
Por: Nelsy Díaz
Capítulo 1

Narrador Omnisciente

En un mundo donde el peligro y la lealtad se entrelazan como hilos de acero, el comandante del comando Alfa desciende en un helicóptero con la autoridad de un dios vengador. Su presencia es una sentencia para aquellos que se atrevan a cruzar su camino.

Temen y admiran al mismo nivel al hombre por el cual fueron citados en esa pista.

La central está en caos, los pasillos llenos de oficiales que tiemblan ante su llegada. Algunos lo admiran en silencio, mientras que otros lo temen como al mismísimo diablo. Nadie se atreve a hablar, a preguntar cuándo llegará, porque el simple rumor de su nombre hace vibrar sus piernas.

Las aspas del helicóptero zumban en el aire, y todos se posicionan como piezas de ajedrez en un tablero mortal. El prisionero de la última misión se escapa, y los oficiales corren tras él. Pero la misión es atraparlo vivo, y el fugitivo salta por una rejilla, deslizándose hacia la parte trasera del edificio.

La alarma suena, y los oficiales dudan: ¿atender al helicóptero que aterriza o al criminal que se escabulle? El fugitivo escala un muro, cortándose con las cuchillas, pero sigue corriendo entre las avionetas.

La puerta del helicóptero se abre, y todos contienen la respiración. El comandante baja, seguido de la mujer pelirroja, con el tercero y cuarto del equipo. Pero el comandante no se detiene en los saludos. Sus ojos se clavan en el fugitivo, que se arrastra entre las aeronaves sin que nadie lo note.

El comandante regaña a todos, furioso por su descuido. Arrastra al fugitivo por el asfalto, dejando una línea de sangre tras ellos. El oficial al que se le escapó recibe un puñetazo en la nariz, y el comandante sigue su camino hacia la oficina.

—Bola de incompetentes. —manifiesta. Tiene un objetivo y solo lo están retrasando con sus fallas.

Las miradas se posan en él, mezcla de atracción y miedo. Es una leyenda entre las leyendas, un hombre que ha dejado su huella en cada rincón del ejército. Abre la puerta de su oficina, ignorando las canastas de bienvenida. No tiene tiempo para las formalidades. Su objetivo es claro: sacar a los criminales de la guarida, sin importar si conoce sus nombres o no. Es el comandante del comando Alfa, y su condena es la lealtad a su deber.

Comandante Bennett Evans, un nombre que resuena en los pasillos de la central como un eco de temor y respeto. A sus 26 años, ha dejado su huella en la historia, desmantelando clanes, aprisionando a sus integrantes y reduciendo sus guaridas a cenizas. Nadie olvida su rostro, ni el rastro de destrucción que deja a su paso.

Teclea su clave, accediendo a los archivos, vídeos y fotografías recopiladas por los infiltrados. Los desaparecidos, aquellos que se atrevieron a espiar al nuevo korol de la mafia rusa. Sus métodos han evolucionado: más sanguinarios, más complejos. Mejores.

El tipo que atrapó es uno de los capturados y ya sabe cómo lo hará hablar en cuanto averigüe en donde lo tienen.

El comandante apaga el computador y se dirige a la sala. Generales, tenientes, oficiales y capitanes se ponen en pie al verlo llegar. Su presencia es una sentencia, un recordatorio de que están en el mismo juego que los criminales.

El coronel Thompson le saluda, y el comandante exige información. El cambio de mando es real, pero el nuevo korol es un enigma. Los infiltrados han desaparecido, el rastreo fue desactivado y toda información eliminada. Solo queda una foto: un abdomen femenino con una serpiente tatuada o cicatrizada. Nadie conoce a alguien así.

—¿Es todo? —juzga con enojo ante todo el material que tiene para trabajar.

—Nuestros esfuerzos han dado…

—Han servido para un carajo por lo que se puede ver—establece mirando la fotografía de nuevo—Pero haré mi trabajo, ya que ustedes no saben hacer el suyo.

Los presentes lo miran enojados, pero nadie se atreve a contradecirlo. El comandante Evans mantiene la compostura, pero su determinación es una condena para aquellos que se cruzan en su camino.

Cinco meses, y aún no tienen nada. Él no quiere lástima, quiere resultados. No son diferentes de los criminales; solo una placa los separa. La estupidez de buenos contra malos no les sirve. Él continuará con su equipo, sin temor a admitir lo que son.

Sus técnicas surten efecto y con el informante en el suelo, ya tiene una dirección.

—Kelly. —llama por el intercomunicador a la pelirroja. —Consigue una orden para entrar a un club. —señala mirando el lugar en el que varios de los que desaparecieron, tuvieron una visita alguna vez.

El uniforme lo espera y con la máscara oscura se mueve hacia la salida yendo al sitio en el que espera dar con algo que lo ayude a terminar con la identidad oculta del nuevo líder de la mafia rusa.

El estallido manda a todos al suelo, mientras por el sitio la estampida de militares se despliegan, causando un sinnúmero de gritos de quienes obliga a salir, ya que no le sirven. Pero nada los detiene porque al reducir a todos los que pudo al fin se mueve en búsqueda de lo que necesita. Un informante.

Pero todos los que le llevan son descartados de inmediato por él.

—¿Tiene a alguien en mente?—pregunta uno de los oficiales y él no contesta, teniendo como opción "hablar" de nuevo con el informante, quien no sólo va a recibir sus gritos despotricando en su contra, pero su idea desaparece al ver que uno de sus hombres trae a una mujer del brazo.

La electricidad recorre su cuerpo. Aunque eso no tiene sentido. Pero es lo que siente, comenzando a creer en lo paranormal, sin embargo no se detiene en su intento de acercarse, hasta tenerla frente a frente.

“El azul será la condena que te hará doblegar.” Una vez alguien le dijo eso y si ese color era el peligro para él, debía mantener su distancia con la mujer que lo veía con curiosidad también. Reflejaba dulzura, pero era justo el problema. Siempre desconfiaba de aquellas que mostraban eso.

Pues no había forma en la que hubiese un azul más intenso en una mirada, ni inocencia más grande que la de esa mujer. La inocencia en su vida había resultado más peligrosa que cualquier otra cualidad.

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