Club nocturno parte 2

P.O.V Calem

Después de años de estar con mi novia estoy listo para contarle todo a mi abuelo ya es momento de que sepa de mi amada. Así que lo busco por toda la casa hasta que lo encuentro en su despacho sentado mirando algunos documentos.

Y sin esperar mucho hablo antes de que sea interrumpido.

—Hola abuelo —lo saludo.

—Hola hijo —me responde.

—Abuelo quiero decirte algo —digo.

—Claro dime.

Camino por la habitacion nervioso sintiendo como mis manos sudan.

—Abuelo, quiero que conozcas a mi novia Clara y que me ayudes a pedir su mano —le cuento muy contento.

—¡Qué! —Veo asombro en la cara de mi abuelo.

—¿Tiene algo de malo, abuelo? —indagó.

—Pues creo que ya es momento de lo que sepas —me dice y eso me confunde.

—¿Qué pasa, abuelo? —le pregunté.

—Tú no puedes casarte con esa mujer porque tú estás comprometido con otra mujer —me explica mi abuelo y siento como si me cayera un balde de agua fría.

—¡QUÉ! Pero, ¿cómo —le digo, sorprendido?

—Tú estás comprometido con ella desde que tenías diez años y ella era una bebé —me dice mi abuelo.

—¿Quién es? —Necesito saber quién es para ver cómo lo arreglo.

—Pues por eso venimos a Rusia, me han mantenido informada de ella y hoy acaba de cumplir la edad para casarse —me cuenta y eso me sorprende más.

—Pues yo no iré a conocerla —le respondo, algo molesto.

—Baja ese tono, soy tu abuelo y me debes respeto. Si no quieres conocerla, bien, no lo hagas, pero te casarás con ella, así sea que te lleve amarrado hasta el altar, pero yo di mi palabra y sabes que yo cumplo con lo que digo y sabes bien que en nuestra familia cumplimos nuestras promesas. Así que olvídate de tu novia, tú ya tienes mujer —me regaña. Me voy hacia la puerta; estoy muy molesto. —¿A dónde vas?

—A un lugar donde esté solo —le digo y salgo de la casa.

Veo que están bajando mi motocicleta, rápidamente me acerco y le quito las llaves a uno de mis hombres, tomo un casco, me lo pongo y me subo en la moto.

Me voy sin rumbo por un rato, paso cada calle y sitio.

Pienso en las cosas que me dijo mi abuelo. Que estoy comprometido. ¿Qué le voy a decir a Clara? Pasan por mi mente tantas cosas. Veo a lo lejos unas luces muy luminosas. Me detengo en frente del sitio “Hasta el último suspiro”, estaciono mi motocicleta y bajo de ella.

Me voy acercando a la entrada del club y veo a un hombre en la puerta. Sacó una pequeña paca de dinero y se la enseñó. Veo que me mira atentamente y la toma. Me deja entrar.

Camino por el corredor, llego a una sala y veo a muchas personas. Me acerco a la barra. Tomo asiento.

—¿Qué le puedo servir? —me dice el barman.

—Un negroni —le contestó y veo cómo comienza a tomar botellas y le pone una cáscara de naranja. Me lo entrega y lo tomo. Prepárame otros cuatro.

Comienzo a sentirme algo mareado, pero todavía estoy algo consciente de mí. Pero necesito algo de acción, necesito desquitar todo este enojo y frustración. Le hago una seña al Barman para que se acerque.

—¿En qué le puedo ayudar? —me preguntó amablemente.

—Dime dónde puedo encontrar más acción —le digo y veo que voltea. Volteo hacia donde él y veo las escaleras de color azul.

Me levanto de la silla, comienzo a acercarme hacia las escaleras, subo hasta llegar arriba. Comienzo a caminar por otro corredor, llego hasta una pequeña sala donde veo a muchas mujeres, algunas semidesnudas, bailando. Me voy hasta una mesa en el fondo. No soy un hombre a quien le guste estar con muchas mujeres, teniendo a una ya. Pero hoy estoy totalmente enojado.

El tiempo pasa y veo cómo algunas mujeres se acercan a unos hombres y otras bailan en el centro donde están los tubos. Algunas son hermosas, pero ninguna me llama la atención.

Escucho una canción algo cursi que no me gusta, pero en eso veo a una mujer que se comienza a acercar a las otras que están bailando.

Trae un lindo vestido de color negro ajustado a su cuerpo. Por lo poco que veo, tiene una linda piel blanca. Escucho que se termina la canción. Veo cómo esa mujer se comienza a ir. Me levanto de la silla y me acerco a ella.

—Hey, ¿a dónde vas, hermosa? —le habló y ella voltea a verme. Veo que tiene un lindo rostro, piel blanca, ojos azules grisáceos, unos labios gruesos y el cabello oscuro.

Pero noto que está ebria porque está algo distraída, pero ese cuerpo y con ese vestido que le queda tan bien me tienta a tocarla.

Así que rápidamente la tomo y la pego a mi cuerpo y pongo mi mano en su trasero. Veo que me mira.

Siento que me da un golpe en mis partes bajas, la suelto y me flexiono. Me da un fuerte golpe en la cara.

—No vuelvas a tocarme —me regaña, molesta y veo cómo se va. Me acercó a una silla, intentando recuperarme.

Pasan unos minutos, me recupero del golpe, salgo de ahí, llego a la entrada, tomo mi casco y me subo a mi motocicleta. Esa mujer hizo que las ganas se me fueran.

Voy en mi motocicleta a toda velocidad, paso las calles y estoy molesto porque ninguna mujer antes me ha golpeado. A lo lejos observó que el semáforo se pone en rojo, pero no me importa; acelero más. En eso veo a una mujer pasando la calle y se queda parada.

No se quita de la calle, así que intentó frenar, cambió la dirección de la motocicleta; eso provoca que la moto derrape por el asfalto. Salgo a un lado de la calle, me levanto rápidamente molesto y me quito el casco.

Regreso a donde está esa mujer enojadamente. Y ver a esa mujer me sorprende.

—Que no ves, por poco, y me matas —habla esa mujer con voz enojada.

—¡Yo matarte a ti! Tú, ¿por qué no te quitaste? ¿¡Quieres morir o qué?! —le contestó molesto.

—Espera, eres el hombre que me acaba de tocar en el club —dice molesta.

La miro atentamente, me percato de que lo que dice es verdad, ya que efectivamente es la chica que hace un momento le toqué el trasero.

—Y tú eres la mujer que baila como prostituta —mencionó— y veo cómo me mira con una mirada enojada.

—¡No soy prostituta! —exclama.

—Si no eres, pues bailas como una —añado; me acerco hasta mi motocicleta y la levanto.

Me pongo nuevamente el casco, me subo en la motocicleta, la enciendo y doy unas vueltas alrededor de esa mujer; veo que me mira. Pero noto que está muy ebria.

Sigo por donde iba, pero la veo por el espejo; veo cómo camina tambaleándose.

—Déjala, no es tu problema, ella te acaba de golpear los huev… —Me digo a mí mismo. —Me voy a arrepentir de esto después.

Doy la vuelta y regreso hasta donde está esa mujer. Me detengo a su lado. Le levanto el visor a mi casco y la veo.

—Sube, te llevo a casa —le hablo a esa mujer ebria que tengo frente a mí.

—No necesito que me ayudes, puedo cuidarme sola —responde molesta.

—Mírate cómo estás de ebria, no puedes ni defenderte de un gato —digo, intentando hacer que esa mujer entre en razón.

—Pues eso no te importa —dice— y eso me hace enojar. Le bajo la patita de mi moto y me bajo de ella. Tomo a esa mujer, la cargo en mis brazos. —Bájame, idiota.

No le hago caso a su grito y la subo a la moto; veo cómo se quiere bajar, pero la tomo de ambas manos. Ella forcejea conmigo, aprieto más el agarre para que no se suelte.

Me subo detrás de ella. Envolviéndola en mis brazos. Siento parte de sus glúteos en mis piernas, sintiendo lo firmes que están.

Quito ese pensamiento de la mente; con una mano me quito el casco y se lo pongo a ella.

—¿Qué carajos haces? —exclama molesta.

—Es por tu seguridad —le respondo un poco más tranquilo.

Ella no dice más, pero siento cómo intenta bajarse, así que aprovechó rápidamente, pongo en marcha la moto y ella se deja de mover.

Veo cómo su vestido se sube más arriba; puedo ver sus lindas piernas. Pero debo de mantener mi mente concentrada en la carretera.

—¿Dónde vives? Te llevaré. —preguntó para saber hacia dónde tengo que ir.

—Solo llévame al club —ella responde de mala gana.

—No, que no eres prostituta —habló sin pensar.

—No lo soy —responde y noto que su voz tiene mucha seguridad.

—¿Entonces a qué quieres regresar al club? —pregunto por qué me da curiosidad saber.

—Eso no es de tu incumbencia, solo llévame al club y ya —responde enojada.

—Bien, si así lo deseas. Pero sabes, creo que cuando tú naciste, en vez de llorar, diste gritos de enojo —añado.

—Y tú no naciste con cerebro —responde rápidamente. Eso me hace enojar, qué mujer tan testaruda.

Así que prefiero no decirle más; nos vamos todo el camino hasta llegar al club en silencio. Llego hasta la entrada, me detengo; la mujer rápidamente se baja de la moto, siento una de sus manos en mi pierna, haciendo que sienta un calor en donde toca, haciendo que ese contacto provoque al amigo que tengo entre las piernas.

Pero antes de que pudiera seguir sintiendo esa sensación, rápidamente la quita. Se quita el casco y me lo avienta. Veo cómo se aleja.

—¿No me vas a dar las gracias? —preguntó.

—No te las mereces, eso que hiciste fue tu forma de pedirme perdón por verme tocado —dice y veo cómo se aleja.

La veo un momento, observo cómo se mueve, es tan sensual y tiene algo que cautiva a cualquiera.

—¿En qué cosas estoy pensando, el alcohol me está afectando? —me pongo el casco y me voy de ahí. Llego a la casa en la madrugada, subo a mi cuarto, me aviento en la cama y quedo completamente dormido.

Sigue leyendo en Buenovela
Escanea el código para descargar la APP

Capítulos relacionados

Último capítulo

Escanea el código para leer en la APP