Comprometida parte 2

P.O.V Anabela.

Después de que este hombre viniera y dijera todo esto, no sé cómo decirle a mi hija la verdad. Sé que hice mal en no contarle nada, pero su padre es todo un monstruo, un demonio que el solo hecho de pensar en el siento como todos los vellos de mi cuerpo se erizan al recordar los amargos recuerdos y un escalofrío recorre mi espina dorsal.

Regresó a la realidad enfocándome en mi hija.

La veo aquí, sentada enfrente de mí, mirándome atentamente, esperando ver qué es lo que digo y si es verdad; sé que es muy lista e intentará saber si miento o no.

—Hija, creo que ya es el momento de decirte toda la verdad —le digo. Veo cómo me mira sin siquiera pestañear.

—Espero que me lo digas —menciona y noto cómo me mira.

—Es verdad lo que acaba de decir ese hombre, Vladímir no es tu padre biológico. —Confirmó sintiendo una amargura en mi boca—. Tu padre es ese hombre, Dante Ferrara; él es hermano de tu tía Laura.

Mencionar ese nombre me causa disgusto y unas fuertes ganas de llorar.

—¿Entonces mi tía sabía que yo soy hija de su hermano? —me preguntó.

—No, ella no lo sabe. Verás, varios años atrás, la familia Accardi y la familia Ferrara tuvieron una disputa por culpa de mi madre. Entonces ese hombre, Dante, me secuestró, me hizo creer que yo le importaba, que le gustaba, pero fui muy débil. Caí rápidamente en sus garras, me entregué a él, pensé que le importaba, pero no —digo eso y siento como se me hace un nudo en la garganta aun si encuentro el valor para seguir hablando—. Después él demostró su verdadera cara, me dijo que todo era por venganza. —volver a decir eso hace que ese mismo dolor que sentí hace años mi corazón se haga presente—. Después me enteré de que estaba embarazada de él, pero decidí ocultárselo y fue lo mejor porque él me torturó, me violaron y me vendieron a un club —una lagrima baja por mi mejilla al hacer memoria de cómo esos hombres me tocaban sin importar que yo les rogara no hacerlo—. En ese lugar me trataron de lo peor, cuando se enteraron de que estaba embarazada, me provocaron un aborto clandestino donde perdí a tu hermano —otra lagrima baja y el dolor en mi vientre vuelve a reaparecer—. Me puse muy mal y ellos, pensando que estaba muerta, me tiraron a la basura. —Me detengo y cierro los ojos; llegan a mí de nuevo esos horribles recuerdos. Me abrazo a mi misma intentándome dar valor a mi misma después de todo por lo que pase.

—Entiende que todo lo hice por tu bien pensando en lo mejor para ti.

—Entonces yo tenía un gemelo o gemela —añade.

—Sí, hija, pero me arrancaron a tu hermano o hermana y no pude defenderlo. —Me detengo para verla; veo que me mira atentamente.

—¿Qué pasó después de que te creyeran muerta? —me interroga y me mira con lágrimas en los ojos.

—Vladímir me encontró casi muerta, él me salvó la vida y desde ese día nunca se ha separado de mí —le cuento mirándolo te reojo y viendo ese rostro que me motivo a seguir adelante después de toda esa oscuridad.

—Entonces le mentiste a mi padre y le hiciste creer que yo era su hija. —Al decirme eso me duele.

—No, hija, yo lo supe todo desde el inicio; yo acepté a tu madre y a ti. Así que no pienses mal de tu madre. Los dos no queríamos que supieras la verdad de quién es tu padre, porque él solo ha provocado sufrimiento a tu madre y a toda la familia Accardi. Por culpa de ese hombre, tu abuelo murió —le cuenta Vladímir, poniéndose a mi lado.

—Ese hombre no es mi padre, así que no le digan que es mi padre; el único padre que tengo eres tú, Vladímir, tú eres mi padre. ¿Por qué ese hombre dijo que no estaba muerto? ¿A qué se refirió? —Nos dicen ambos y vemos que baja la mirada.

—Después de que tu padre me salvó, me cortejó por semanas yo estaba tan dolida con el corazón roto que me negué al amor nuevamente; sin embargo al transcurrir del tiempo empecé a sentir cosas por tu padre y el me dijo que me amaba y a mi bebé también que él nos protegería. Así que también fue una de las razones por las cuales acepte su propuesta yo necesita protección no sentir miedo —digo esperando que entienda—. Al poco tiempo nos casamos, esperé a que nacieras con mucha ilusión y poco despues tomé la decisión de llevar acabo mi venganza contra ese hombre así que tú padre y tu tío me entrenaron para vengarme de todos los que me lastimaron.

—¿Y lo hiciste?

—Si me vengué de cada uno, dejé a ese hombre al final y lo maté; hasta tu padre le disparó. Pensamos que estaba muerto lo habíamos dejado tendido en el piso sobre un charco de sangre, pero por lo visto tiene más vidas que un gato. O eso es lo que ese hombre nos acaba de decir —continuó mirándola atentamente.

—¿Dónde está esa familia? —Esa pregunta me saca dudas y no se si quiera darle la respuesta—. Respóndeme.

—Ellos están en España —le respondi sin apartar la vista de ella esperando que me diga algo. Veo cómo se levanta de la silla. Se acerca a la puerta.

—No se preocupen, no los buscaré; yo no quiero saber nada de esa familia. Si me disculpan, tengo muchas cosas que pensar. Ese hombre regresará en dos días y tengo que darle una respuesta —nos dice.

—Hija —la detengo.

—No te preocupes, madre, estoy bien. Y no estoy molesta contigo, sé que lo hiciste por mi bien; ese hombre te causó mucho daño y si yo lo hubiera vivido, también haría lo mismo —menciona y veo cómo sale del despacho. Abrazo a Vladímir.

—Pero, amor, ¿por qué tiene que pasar esto, también felices que estábamos? Porque nos sigue atormentando esa familia —expresó entre sollozos.

—Todo va a estar bien. ¿Sabes que yo doy la vida por mi familia? —me consuela.

Pero no quiero que mi hija se sacrifique por nosotros; ella merece ser feliz.

P.O.V Larissa

Salgo del despacho de mi padre con esos papeles en mis manos. Llegué rápidamente a mi cuarto. Cierro la puerta con llave; necesito pensar bien en todo.

Me dejo caer en el piso y comienzo a llorar. Todo esto parece una pesadilla; veo esos papeles donde dice que estoy comprometida con un hombre que no conozco y no sé quién es.

Pasé un buen rato llorando, hasta que por fin me tranquilizó comprendiendo todo esto y me levanté del piso. Voy hacia dónde está mi escritorio y me siento con los papeles frente a mí. Los leo atentamente para saber si tengo alguna escapatoria o qué consecuencias pasarán si no acepto.

Llega el día siguiente. He dormido muy poco. Me pongo mi ropa simple. Mi cabeza no deja de dar vueltas. Escucho que alguien toca la puerta.

—Hija, te traje el desayuno. —Es mi madre, pero yo no tengo hambre. Tengo que pensar muy bien porque las consecuencias son muy graves.

—No tengo hambre, mamá —le respondo.

—Hija, debes de comer —declaró, pero ya no le contestó.

Todo el día escucho los pasos y las voces de los molestos de mis hermanos. No quiero hablar con nadie.

—Hola, prima, soy yo, Kira. —Escucho la voz de mi prima. Rápidamente, me acerco a la puerta y la abro. La jalo de la mano y la meto en mi habitación. Cierro la puerta. Me volteo con mi prima y la abrazo.

—Gracias por venir, prima —le agradezco y me separo para verla. Miro a mi querida prima de cabello castaño oscuro y esos ojos azules como los de mi madre y la duda se hace más fuerte.

—Mírate cómo estás, pareces un espanto —me regaña y eso me saca una sonrisa.

—Pues si a ti te pasara lo que me está pasando a mí, estarías igual —le digo.

—¿Pues dime qué pasó? —La llevo hasta mi cama y las dos nos sentamos.

—Pues estoy comprometida con un hombre que no sé quién es —declaró.

—¡QUÉ! ¿Y eso cómo fue o por qué? —noto su asombro.

—Pues mi padre hizo un arreglo para casarme con un hombre —le cuento.

—Mi tío Vladímir hizo eso —repite levantándose de la cama.

—No, fue otro hombre —corrijo.

—¿Cómo que otro hombre? —Me mira confundida.

—Primero quiero preguntarte algo, Kira: mi tía Laura tiene mucha comunicación con tu familia, los Ferrara. Necesito saber si ella sabía o tiene comunicación con ellos.

—No, mi madre no tiene ninguna comunicación con mi abuela. Lo que sé es que mi abuela la corrió de la casa y no, ni los conozco. ¿Por qué? —Me mira atentamente.

—Porque mi padre no es mi padre —le digo. No quiero decirle quién es mi padre, porque se lo dirá a mi tía Laura y no sé si ella tenga comunicación con ellos.

—¿Entonces quién es tu padre? —me preguntó.

—¿Prométeme que no le dirás a nadie? —le digo y ella cruza su meñique con mi meñique.

—Te lo prometo, prima —me lo jura.

—Mi padre es hermano de mi tía Laura, tu mamá —le cuento y ella se me queda mirando atentamente.

—¡QUÉ! Como que uno de los hermanos de mi mamá es tu papá —me dice.

—¿Hermanos? —La miro atentamente.

—Sí, ¿quién es tu padre? Porque mi mamá tiene dos hermanos, Dante y Aarón —me cuenta.

—Mi padre es Dante. ¿Pero tú cómo sabes si dices que no tienen ninguna comunicación? —Eso me parece sospechoso.

—Porque mi madre me ha contado de su familia, pero no los conozco. —Bueno, eso me deja un poco más aliviada—. Pero ya, cambiando de tema... ¿Qué vas a hacer, vas a aceptar?

—No lo sé, ni sé quién es ese hombre. Pero si no acepto, las consecuencias son terribles: un integrante de mi familia se va a tener que sacrificar en mi lugar y yo no quiero que nada le pase a mi familia —le digo y ella me mira atentamente.

—Prima, me da tristeza que te pase eso. Pero piensa en tu felicidad —me consuela.

—¿Cómo voy a pensar en eso si mi familia está en juego? —le expresé.

Las dos nos quedamos mirando atentamente. Ella me conoce y sabe que se me ocurrirá algo.

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