—Lo lamento…— Sus ojos brillan intensamente. — Dame una oportunidad para recuperar tu amor…— me ruega. Noto el arrepentimiento en su mirada, cierto calor que no sentía desde hacía tiempo me invade.
—Es tarde, el daño que hiciste es demasiado grande. ¿Acaso no lo ves? Quizás fue un error casarnos, tú puedes encontrar a otra persona con la que te comprendas…alguien mas a quien hacerle daño — digo con toda honestidad y ya con intención de irme de allí.
—Tú eres la persona con la que deseo pasar el resto de mi vida— me dice con voz lastimera.
—¿Qué hay de Alexandra? ¿Te sigues viendo con ella? — Lo cuestioné, sabía que así era.
—Compréndeme, soy hombre, necesito satisfacer mis necesidades — me dice como si fuera lo más normal del mundo jurarle amor a otra con una mujer calentando su cama.
—No es justo que juegues con sus sentimientos, ella te ama tanto que traiciono a su mejor amiga, deberías estar con ella y no aquí pidiéndome que regresemos — de repente, sentí verdadera pena por Alexandra, la mujer que se conformaba con las migajas del amor de Giovanni.
Él insistió, como era su costumbre. No podía respirar si las cosas no eran como él quería. — ¡Te amo a ti! Es nuestro destino estar juntos — grito desesperado.
Suspiré. — No creo más en esas cosas del destino, ahora es tiempo de separarnos, si en verdad me amas déjame ir. Si quieres estar con Alexandra no me opondré, se feliz con ella – digo aquellas palabras con sinceridad.
Me mira consternado. — ¿Qué hay de ti? — preguntó.
—Estaré bien. Soy fuerte… Tal vez encuentre a alguien que me ame de verdad — Me arrepiento al momento de decirlo. Fue un grave error, como bestia en celo se lanzó sobre mí.
—¡No permitiré que otro hombre te toque como yo lo hacía, tú eres mía! — gritaba enfurecido.
—¡Cálmate! Al igual que tú tienes derecho a rehacer tu vida, yo también lo tengo… —dije firmemente.
—De seguro piensas largarte con tu amante — Comienza con sus celos, la raíz de todos nuestros problemas.
—A diferencia de ti, yo no tengo a nadie… ¿Sabes qué? Esto no tiene caso, conversa con mi abogado —Me levanto de la silla dispuesta a irme.
—Tú no te vas a ningún lado, ¡Eres mía o de nadie! — me jala, provocando que caiga al piso, golpeándome la espalda.
—¡Auxilio, ayuda! —Grito desesperada. No otra vez, por favor no otra vez. Él iba a golpearme de nuevo, pero el impacto nunca llegó. Los guardias de seguridad entraron y lo detuvieron, sacándolo a rastras del lugar. ¿En qué momento el Giovanni dulce y protector que conocía se había transformado en aquel monstruo cruel y despiadado?
Han pasado seis meses desde aquel encuentro. Luego de ese día no lo volví a ver, me enteré por medio de Bradley que Alexandra se encontraba embarazada. Tenía dos meses aproximadamente, y esa era una de las razones por las que Giovanni me había dado el divorcio, su padre no aceptaba tener un nieto bastardo.
Todo aquello del embarazado fue muy beneficioso para mí. Era bueno estar separada de Giovanni, además nunca había sido del agrado de su familia, ellos consideraban que yo era una caza fortunas que se había interpuesto entre Giovanni y su brillante futuro. Ellos siempre habían querido que su hijo se casara con Alexandra, la heredera de una importante constructora con sucursales en diferentes partes del mundo. Ella era una arquitecta espléndida, y la pareja perfecta para Giovanni, que era Ingeniero Civil. Yo solo había sido un capricho de su retoño.
De ante mano, ellos habían hecho todo lo posible para separarnos. La coincidencia más grande era que su padre decidiera mandarlo de viaje por tres meses junto a Alexandra, su mejor amiga y ahora prometida. Ellos se revolcaban de lo lindo mientras yo lo esperaba como una idiota.
Hoy estoy feliz por la simple razón de que soy libre, no tengo nada que me ate a Giovanni ni nada que temer. Es algo que merece una celebración, tomo mi celular y a la primera persona que llamo es a mi madre, ella me apoyó en los momentos difíciles por los que he pasado.
—¡Aló, mamá! —Hablo emocionada.
Ella se asusta un poco, después de todo lo que me pasó siempre tiene un poco de temor. — ¿Qué sucede, pequeña? ¿Todo está bien? — me pregunta angustiada.
—¡Sí, estoy de maravilla! Me acaba de llegar la resolución final sobre el divorcio, ¡Por fin he vuelto a ser Antonella Adatto! — le cuento emocionada las buenas noticias.
—¡Qué alegría, mi cielo! De todas formas, ten cuidado, ese hombre es peligroso — Su alegría se mezcla sutilmente con el miedo. No es para menos, todos sabemos lo que ese infeliz es capaz de hacer.
—No creo que vuelva acercarse —Trato de calmarla, aunque ni yo misma me lo creo del todo.
Ella lo sabe, así que decide cambiar de tema. — ¿Qué te parece si lo celebramos? — me pregunta un poco mas animada.
—Sí, pensé en invitar a las chicas para ir a cenar por ahí, ¿qué opinas? — Comento.
—¡Es una fantástica idea, hija! — Me alienta. Es una gran madre, debo decirlo.
—Bien, entonces las llamaré para vernos en el Palermo y comer una rica comida italiana —Coordino con ella — ¡Hace tiempo que no comemos pasta! — la animo despertando su apetito.
—Por mí no hay problema, arréglate con las chicas y vamos juntas— me dice escuchándose mas alegre.
—Claro, adiós mamá… y gracias por todo lo que has hecho por mí, a pesar de que te fallé como hija — le digo recordando todo el infierno por la cual la había hecho pasar durante el ultimo año.
— Cariño, nunca me fallaste, a veces uno toma malas decisiones, pero verás que encontraras un… — carraspeo y no la quiero dejar terminar.
—Mamá, ¿te soy sincera? No quiero a otro hombre en mi vida. Suficiente con una vez…— digo firmemente, no pienso volver a enredarme con ningún otro hombre.
—No todos los hombres son malos —Trata de animarme.
—Tal vez, pero no estoy dispuesta a verificarlo. No soportaría perder otro… bebé — Hablo con un nudo en la garganta.
—Mi pequeña, tranquila, ¿sí? Vamos a divertirnos esta noche y dejar todas las penas… Hoy es un día maravilloso y tenemos que celebrar — Me anima.
Me limpio las lágrimas. —Está bien…
¡Hasta más tarde, cariño! Cuídate…— Se despide.
—Adiós mamá —Cuelgo el teléfono y me recuesto sobre la pared.
Luego de dejar el celular en la mesa pienso detenidamente en lo que dice mi madre sobre otro hombre. Dudo sobre ello, ¿Qué hombre querría estar con una mujer como yo? Gracias a Giovanni tengo cicatrices y sufro de insomnio; además, según él era un fiasco en la cama…
Al final el sexo no había resultado ser como muchas veces había oído que lo describían. No deseaba pensar mas en ello.
Giovanni:
En otro lugar.
—Leo el maldito papel, siento como la cólera bulle en todo mi ser. ¿Cómo es que ella se ha salido con la suya? Se supone que mi esposa volvería suplicándome que la aceptara de nuevo, o que simplemente no le quedara otra opción. Antonella sigue siendo mi mujer, este papel no significa nada para mí. Lo estrujo y lo boto al cesto de basura con rabia.
—Me dijeron que por fin te libraste de Adatto… —Escucho decir a mi padre, como siempre entra sin tocar la puerta.
—Me alejaste de la mujer que amo — le recrimino.
—Un capricho sin sentido… Ahora tu responsabilidad está con el hijo que esperas de Alexandra, aprende a ser responsable de tus actos — me dice con frialdad.
—Si debo ser responsable de mis actos, debo estar al lado de Antonella… luego de todo lo que le hice — admito responsablemente, como él desea.
Él se ríe. — Saca a esa mujer de tu cabeza, tú mismo comprobaste que era una caza fortunas, nunca te quiso. Pudo haber falsificado esas pruebas de paternidad — soluciona, desprestigiándola. Él no la conoce.
—Siempre la odiaste — Veo la verdad ante mis ojos. — No paras de hablar mal de ella, sin detenerte a pensar en que ella es la mujer de mi vida. Ese niño era mío — La defiendo — Por seguir tus malditas órdenes y creer tus palabras, la mujer que amo me odia y acabé con el fruto de nuestro amor —acuso con todo el rencor del mundo.
—Hijo, esas mujeres son capaces de todo…— Insiste.
—Yo fui el que mando a hacer la prueba de ADN, quise saber si en verdad me mentía y restregárselo en la cara. Al final resultó que ella no mentía, jamás lo hizo — Me lamento por mi estupidez golpeando el escritorio.
—Hijo… —Por primera vez mi padre muestra algo de tristeza.
—¡Déjame tranquilo y vete! — Lo rechazo.
—Lo sé Giovanni, pero debes de olvidarlo — noto cierta sinceridad en sus palabras.
—No lo sabes, tú no golpeaste a una mujer hasta que esta perdiera a tu hijo…— A pesar de sus palabras, sé que no puede comprender mi dolor. — Entiendo que no me quiera a su lado, sin embargo, no puedo dejarla ir — dejo en claro.
—No te queda otra opción. El niño que espera Alexandra necesita a su padre, y si no te casas con ella ten por seguro que te quedarás en la m*****a calle, Giovanni — Me advierte con voz dura, luego se retira de mi oficina sin mirar atrás.
Espero un momento, tomo mi saco y mis llaves y camino tras él. Toda esta situación me tiene harto, necesito un trago. Voy al lugar de siempre, aquel sitio que ha sido mi guarida desde la separación con Antonella, y todo lo que vino después.
Para empeorar el asunto, el entrometido de Bradley, en lugar de ayudarme, hizo que todo se complicara al conseguir una orden de alejamiento. No pude verla más, hasta que conseguí una reunión con ella y traté de que nos reconciliáramos. Por desgracia, ella me hizo perder los estribos otra vez al revelarme que deseaba rehacer su vida con otro hombre. No dejaría que otro hombre la tocara y la besara de la forma en que yo lo hacía ni de ninguna otra, antes muerto. Si ella no es mía no será de nadie, puedo apostarlo.
Tal vez en la boda del hermano de Clarisse pueda reconquistarla, aunque por el momento no pueda ser mi esposa. La convertiré en mi amante, y cuando nazca el hijo de Alexandra se lo quitaré y me casaré con Antonella de nuevo.
—Dame otra botella de vodka. ¡Hoy tengo que celebrar que recuperaré a mi esposa! — Me muestro eufórico.
Antonella:—¡Felicidades, amiga! ¡Por fin eres libre! — Me felicita Alice al llegar.—Sí, lo soy. Gracias chicas, ustedes y mi mamá han sido un pilar fundamental en mi recuperación… — Les expreso mi gratitud.—¡Para eso estamos las amigas! —Dice Eri.—Además, teníamos que ayudarte… ¿Crees que íbamos a ser unas insensibles y dejarte sola? — Interviene Sandra.—Gracias a ustedes ahora tengo trabajo y un proyecto en puerta — continúo, realmente, todas ellas me han apoyado estos tiempos demasiado difíciles.—¡Vamos, ni que hubiese sido difícil! Siempre fuiste buena alumna, además que la imagen que dejaste donde trabajaste la última vez fue muy buena — agrega Alice.
Giancarlo:La reacción de aquella mujer en la playa de estacionamiento llama mi atención, es raro ver tantas emociones juntas en tan solo unos segundos. Al verme, lo que expresa su mirada es miedo, el cual es injustificado ya que es la primera vez que la veo y no hice nada para que me temiera.—Giovanni… — susurra aquel nombre y me molesta. No lo entiendo, desde hace mucho que no escucho ese maldito nombre y dudo que se refiera a la misma persona. De todas formas, eso ya no interesa.Ese detalle pasa a un segundo plano y la pelinegra se vuelve mi prioridad. Continúo observándola, su rostro cambia al oír a Dora decir mi nombre, va desde el desconcierto a una expresión inquisitiva. Me examina detenidamente, mientras el miedo se transforma en calma, luego puedo ver deseo en su mirada. Me agrada y sonrío sin querer, delatándome. Ella se da cuent
Antonella:Él da una ligera sonrisa y toma mi mano, es raro… pero en el momento en que siento el contacto de su piel una descarga eléctrica me recorre, debe ser electroestática. ¿Qué otra cosa sino?—¿Está todo bien? — me pregunta ese hombre que recuerdo, se llama Giancarlo.—Sí —le respondo y él me guía hasta las bancas que están delante de la iglesia.—Soy familiar cercano de la novia, es lógico que este aquí —explica brevemente Giancarlo.—Comprendo — digo sintiéndome demasiado nerviosa.Ese fue el último comentario que le dediqué antes de que la marcha nupcial comenzara a sonar. No sé de dónde apareció Leandro esperando en su sitio a Dora, todo inicia muy rápido.
Antonella:Lavo mi cara, lo mejor es aclarar mis pensamientos y dejar de lado los recuerdos. Él no merece ni merecerá nunca mi perdón, el odio que le tengo es mucho mayor al amor que le tuve una vez, todas aquellas promesas de ensueño en nuestra boda, el se encargo de convertirlas en una horrenda pesadilla.—Miren a quién tenemos aquí…— escucho una conocida voz, venenosa como una serpiente. — La mosquita muerta — Alexandra no ha cambiado, sigue siendo la misma víbora traicionera que yo me negué a ver.No quiero escucharla, me seco las manos y me alisto para irme, pero ella me jala del hombro. — ¡Escúchame cuando te hablo perra! — La miro seriamente y con indiferencia sin articular una palabra, ella continúa. — Aléjate de mí hombre, él es mío…Gi
Antonella:Fui con mis amigos a bailar un rato para tratar de pasarlo bien y olvidar el hecho de que Alexandra estaba en la fiesta, estaba casada con Giovanni y cargaba a su hijo en su vientre viviendo los dos demasiado felices mientras mi vida ese monstruo la había convertido en un infierno. Estuve con Carlos, un viejo amigo, después con las chicas y hasta hicimos un trencito, todo estuvo muy divertido.Cuando anunciaron que los novios se iban nos amontonamos para desearles buena suerte. En la multitud, siento que alguien me jala insistentemente. Giro para ver de quien se trata y me asusto al instante. Es el hombre que acabó con todo lo que Antonella Adatto podía significar para mí. Su mirada iracunda me provoca un escalofrío y se me escapa su nombre en un susurro helado.—Ni se te ocurra gritar, perra —me ordena gruñendo y me lleva hasta un sitio alejad
Giancarlo:Ella toma mi mano y me lleva hasta la pista de baile con una sonrisa genuina. —¡Vamos, baila! Es de esperarse que lo hagamos, ¿recuerdas? — me dice demasiado efusiva.En ese momento ponen una balada, mal momento para una canción romántica. Me pego un poco más a ella, y ella pone su cabeza en mi hombro tímidamente y me susurra otra vez. — Gracias de nuevo — nuevamente, está agradeciéndome por salvarla de ese imbécil. Aunque esto me hace finalmente saber quien es ella y francamente, no puedo creerlo.—No es nada, disfrutemos lo que queda de la noche… — intento animarla, no quiero que continúe pensando en ese hombre que conozco demasiado bien, es más que obvio que ese mismo infeliz al que tanto aborrezco, es el mismo ex esposo del que hablaban en aquel estacionamiento.&mdash
Antonella:Las cosas de repente se volvieron muy divertidas, digamos que mi acompañante resultó ser todo un galán. Yo no puedo resistirme a sus encantos, hay algo dentro de mí que quiere tenerlo siempre, no deseo separarme de él. Tal vez es por eso que hago cosas que dudo ser capaz de hacer en mis cinco sentidos. Un lado de mí me dice que no me importa ni importará nada de lo que suceda esta noche, porque todo quedará en el olvido, lo desee así o no. Sin embargo, la otra parte, la racional, me dice que me detenga, no puedo hacer esto; no quiero enamorarme otra vez para ser lastimada de nuevo, quizás, solo deje que pase lo que tenga que pasar esta noche y nada más, solo sexo casual y ardiente que me hace falta; sin involucrarme a nivel afectivo, no tendría porque salir nada mal.Sin embargo, esta persona que al principio era algo hostil, ha demostrado ser muy
Antonella:Que almohada tan suave y rica tengo, no es ni blandita tampoco tan dura, se mueve. Aunque, un momento, las almohadas no se mueven, ni tienen esta forma, por lo menos no la qué tengo y tampoco tienen esa textura.Abro los ojos asustada y me doy cuenta sobre lo que estoy no es una almohada, es una persona ¡¿Qué hice?! Trato de recordar, todo es tan confuso, junto con un dolor de cabeza y cierta molestia en mi entrepierna no me deja pensar.Con cuidado me separo de mi acompañante y grande es mi sorpresa descubrir que se trata del primo de Teodora, Giancarlo. Concluyo que lo de anoche no fue un sueño y al final, si termine con él. La sangre comienza a subirme hasta mis sienes. Debo idear algo a pesar que me duele la cabeza. ¿Qué hago? Me pregunto con desesperación. Quedarme hasta que despierte, no es una buena opción, no sé ni que d