Antonella:
Lavo mi cara, lo mejor es aclarar mis pensamientos y dejar de lado los recuerdos. Él no merece ni merecerá nunca mi perdón, el odio que le tengo es mucho mayor al amor que le tuve una vez, todas aquellas promesas de ensueño en nuestra boda, el se encargo de convertirlas en una horrenda pesadilla.
—Miren a quién tenemos aquí…— escucho una conocida voz, venenosa como una serpiente. — La mosquita muerta — Alexandra no ha cambiado, sigue siendo la misma víbora traicionera que yo me negué a ver.
No quiero escucharla, me seco las manos y me alisto para irme, pero ella me jala del hombro. — ¡Escúchame cuando te hablo perra! — La miro seriamente y con indiferencia sin articular una palabra, ella continúa. — Aléjate de mí hombre, él es mío…Giovanni me pertenece a mí, no una perra mosca muerta y malparida como tu ¿entendiste? — No la contradigo, solo me limito a salir del baño.
—Todavía no termino contigo —pretende armar un escándalo, pero decido sonreírle e ignorarla, no se lo permitiré. Es un día especial para Leandro y Dora, Alexandra no tiene derecho a arruinárselos como arruinó mi vida junto a Giovanni y al mismo Giovanni.
Giancarlo:
Hoy debo dejarlos atrás los sentimientos que me queman y los recuerdos que me lastiman, por Teodora. Es necesario para que hoy sea uno de los mejores días de su vida; aunque, por más que quiero mostrar felicidad no puedo. Sé que debería estar feliz de que ella lo esté, sin embargo, esa parte egoísta dentro de mí me recuerda que no todas las personas tienen finales felices. Los recuerdos de mi esposa fallecida vuelven a mí, no puedo evitar sentir aquella dolorosa nostalgia al mirar a mi prima bailando feliz junto al hombre que ama. Por un momento, debido dejar de mirar aquella felicidad que pudo haber sido mía si la enfermedad no me hubiera arrebatado a mi Greta.
¿Quién habría imaginado que terminaría sufriendo por amor? Yo, un hombre que ha rechazado a muchas mujeres realmente bellas por la tonta ilusión de una vida junto a Greta. Tal vez no ha sido buena idea venir.
—Gracias por venir, Nicky — Teodora me saca de mis ideas el tormento de mi corazón, recostando su cabeza en mi hombro.
—Me lo pediste…— digo sin mucho ánimo. Es una tortura.
—Nicky siempre hace lo que le pido —sonríe y me mira con sus ojos chocolate. Se ve feliz, aunque algo preocupada. Ella sabe que no estaba de acuerdo con que se casara con Leandro, cuando me enteré puse un grito en el cielo, quería desaparecer a ese sujeto. Dora tuvo que intervenir para que no lo hiciera. Dolió tanto que ella lo eligiera a él, que preferí alejarme la noche que ella lo decidió. Ya no había nada que decir. Si, en algún momento, pretendí tomar a mi prima como mi esposa, quizás, por lo parecida que es a Greta.
—Solo quiero que seas feliz — Coloco un mechón de pelo detrás de su oreja, intentando separarme de una vez. Ella no fue, no es y nunca será mía, me repito una serie de veces hasta convertirlo en una especie de mantra y no cometer una locura.
Quizás lo mejor sea distraerme con mi acompañante, tal vez con eso pueda liberar toda esta frustración que me ahoga. Regreso a la mesa, pero no hay señales de ella. Le pregunto a Jude si la ha visto y ella me responde que está en el servicio.
Voy de inmediato para allá, encontrándome con la escena de una mujer de vestido azul sosteniéndole fuertemente el brazo y con la mano extendida, dispuesta a darle una bofetada. No lo permitiré, me adelanto y sujeto su muñeca.
—No sé quién eres, pero más te vale irte en este momento. No querrás que llame a seguridad — la amenazo.
—¿Quién crees que eres? —chilla ella indignada.
—Alexandra ya se va — la protege Antonella.
—¡Tú no decides cuando… — No termina de replicar porque la pelinegra le susurra algo que hace que se enfurezca y decida irse dignamente, arreglando su reluciente vestido color azul.
—¿Por qué la defiendes? — le pregunto cuando estamos solos.
—Fuimos mejores amigas…digamos que siempre habrá algo de aprecio, no quiero que la pase mal en su estado — dice aquello con evidente pesar.
Observo a aquella, no le encuentro nada especial. Además, no me gusta como mira a Antonella, no la conozco bien, pero sé cuándo una mujer odia a otra. — ¿En su estado? —pregunto sin perderla de vista. Ella se reúne con un hombre y se marcha a su mesa.
—Ella está embarazada. Tiene dos meses, aproximadamente… — Sonríe tristemente— Vamos, debemos volver — me jala del brazo.
Volvemos a la mesa, Antonella sigue algo pensativa y juega con los hielos que quedan del vaso con gaseosa que tomó. No pasa mucho hasta que vienen sus conocidos y se la llevan para hablar y bailar con ella. Trato de no perderla de vista, tengo un mal presentimiento. Aquel sujeto no la pierde de vista, está solo y bebiendo como un verdadero alcohólico. ¿Acaso planea intentar algo?
—Giancarlo, Dora y Leandro ya se van a ir. ¿Desea hablar algo antes que se vaya Teodora? —me pregunta Adam, desconcentrándome de la misión que me impuse al vigilar a ese hombre.
—Nada — Es mi repuesta, procuro volver a mi misión. Busco al hombre, pero no hay rastros de él; ha desaparecido en un santiamén, es como si se hubiera percatado de que lo vigilaba y esperara el momento oportuno para escabullirse.
La otra opción es encontrarla a ella, pero tampoco hay señas de que esté en la fiesta. Todos empiezan a saltar y a gritar en cuanto ven a los novios salir rumbo a su Luna de Miel. Me desconcentro por un segundo al pensar en eso, pero procuro ignorarlo.
Lo importante ahora es ubicarla a ella.
Antonella:Fui con mis amigos a bailar un rato para tratar de pasarlo bien y olvidar el hecho de que Alexandra estaba en la fiesta, estaba casada con Giovanni y cargaba a su hijo en su vientre viviendo los dos demasiado felices mientras mi vida ese monstruo la había convertido en un infierno. Estuve con Carlos, un viejo amigo, después con las chicas y hasta hicimos un trencito, todo estuvo muy divertido.Cuando anunciaron que los novios se iban nos amontonamos para desearles buena suerte. En la multitud, siento que alguien me jala insistentemente. Giro para ver de quien se trata y me asusto al instante. Es el hombre que acabó con todo lo que Antonella Adatto podía significar para mí. Su mirada iracunda me provoca un escalofrío y se me escapa su nombre en un susurro helado.—Ni se te ocurra gritar, perra —me ordena gruñendo y me lleva hasta un sitio alejad
Giancarlo:Ella toma mi mano y me lleva hasta la pista de baile con una sonrisa genuina. —¡Vamos, baila! Es de esperarse que lo hagamos, ¿recuerdas? — me dice demasiado efusiva.En ese momento ponen una balada, mal momento para una canción romántica. Me pego un poco más a ella, y ella pone su cabeza en mi hombro tímidamente y me susurra otra vez. — Gracias de nuevo — nuevamente, está agradeciéndome por salvarla de ese imbécil. Aunque esto me hace finalmente saber quien es ella y francamente, no puedo creerlo.—No es nada, disfrutemos lo que queda de la noche… — intento animarla, no quiero que continúe pensando en ese hombre que conozco demasiado bien, es más que obvio que ese mismo infeliz al que tanto aborrezco, es el mismo ex esposo del que hablaban en aquel estacionamiento.&mdash
Antonella:Las cosas de repente se volvieron muy divertidas, digamos que mi acompañante resultó ser todo un galán. Yo no puedo resistirme a sus encantos, hay algo dentro de mí que quiere tenerlo siempre, no deseo separarme de él. Tal vez es por eso que hago cosas que dudo ser capaz de hacer en mis cinco sentidos. Un lado de mí me dice que no me importa ni importará nada de lo que suceda esta noche, porque todo quedará en el olvido, lo desee así o no. Sin embargo, la otra parte, la racional, me dice que me detenga, no puedo hacer esto; no quiero enamorarme otra vez para ser lastimada de nuevo, quizás, solo deje que pase lo que tenga que pasar esta noche y nada más, solo sexo casual y ardiente que me hace falta; sin involucrarme a nivel afectivo, no tendría porque salir nada mal.Sin embargo, esta persona que al principio era algo hostil, ha demostrado ser muy
Antonella:Que almohada tan suave y rica tengo, no es ni blandita tampoco tan dura, se mueve. Aunque, un momento, las almohadas no se mueven, ni tienen esta forma, por lo menos no la qué tengo y tampoco tienen esa textura.Abro los ojos asustada y me doy cuenta sobre lo que estoy no es una almohada, es una persona ¡¿Qué hice?! Trato de recordar, todo es tan confuso, junto con un dolor de cabeza y cierta molestia en mi entrepierna no me deja pensar.Con cuidado me separo de mi acompañante y grande es mi sorpresa descubrir que se trata del primo de Teodora, Giancarlo. Concluyo que lo de anoche no fue un sueño y al final, si termine con él. La sangre comienza a subirme hasta mis sienes. Debo idear algo a pesar que me duele la cabeza. ¿Qué hago? Me pregunto con desesperación. Quedarme hasta que despierte, no es una buena opción, no sé ni que d
Antonella:Empaqueto lo que necesito llevar en unas cajas además de mi maleta con ropa y otras cosas. Al menos no requiero de electrodomésticos. La señora con la que me contacte del pueblo, fue muy amable y me informo sobre las razones por las que me mandaron ahí, al menos me ha dicho que tiene un pariente que puede alojarme mientras me quede. Me dijo que no sería una molestia ya que tenía habitaciones de sobra como para un montón de invitados. Admito que la señora resulto ser algo habladora.Enciendo la radio para escuchar algo de música mientras preparo todo, está sonando una canción que me gusta y me recuerda a mi situación con aquel hombre.Tan lejos tú, tan lejos yoTe fuiste y no me dejaste tu número telefónicoY ahora no sé cómo encontrartePor más que intento buscarte,
Giancarlo:—Giancarlo, no me ha respondido sobre si la chica se va poder quedar aquí. Va llegar mañana —Empieza Adam con el tema de ayer.—Haz lo que quieras — Respondo mientras subo al caballo.—Testarudo — Lo escucho decir mientras me alejo.No entiendo por qué pregunta, al final van hacer lo que quieran. Nunca les importa lo que opine. Lo mismo sucedió con Teodora a pesar que me opuse a la relación con ese Leandro. Ellos los apoyaron, no les intereso el hecho que desconocíamos todo sobre él.No quiero que a Dora le pase lo mismo que a mi madre y se tope con un desgraciado como lo fue mi padre quien no dudo en separarme de ella solo para hacerme en su heredero. Al menos esta vez, estoy yo para defenderla, si algo intenta ese tipo se las verá conmigo.Aunque la verdad
Luego de seis horas de viaje llego al pueblo. Por lo visto es igual de pequeño como lo imagine, tiene una plaza con pileta, a los alrededores esta una iglesia, al otro lado el consejo, al costado de este se encuentra la comisaria y luego está lo que vendría ser el colegio. Por lo que me conto la señora Nodal aquí solo hay inicial y primaria, la secundaria se encuentra en un pueblo un poco más grande que esta como a quince minutos de aquí en coche, pero caminando debe ser una media hora o tal vez tome un poco más de tiempo. En la puerta veo a una mujer de mediana edad con un traje de maternidad, supuse que ella era Nodal, me estacioné. —Buenas tardes, soy Antonella Adatto — La saludo. —Un gusto conocerte, Nodal Quintanilla — Me recibe. —Nodal, me comentaste que me podías ayudar con el alojamiento y en verdad deseo empezar a desempacar. Ha sido un viaje muy cansado — Le pido.
—Amelie…Amelie… – Escucho a lo lejos. Es ella debo estar cerca.—ANTONELLA… VEN…. ANTONELLA — Le grito—AAAAAA… AUXILIO — Me apresuro al oír su grito. Veo que estoy cerca de las aguas termales.—ANTONELLA— Repito.—Ayúdame – Repite.—¿Dónde estás? – Me estoy acercando al lugar de donde proviene su voz.—Aquí ayúdame, me voy a caer — Me responde, creo que sé dónde está, ilumino el suelo y la veo ahí sujetándose del filo de la entrada a las aguas termales, pongo la linterna en el suelo tomo sus manos y la subo con cuidado.—No te preocupes, no pienso soltarte — Le digo, puedo subirla fácilmente. Ella apenas estuvo en piso