Antonella:
Él da una ligera sonrisa y toma mi mano, es raro… pero en el momento en que siento el contacto de su piel una descarga eléctrica me recorre, debe ser electroestática. ¿Qué otra cosa sino?
—¿Está todo bien? — me pregunta ese hombre que recuerdo, se llama Giancarlo.
—Sí —le respondo y él me guía hasta las bancas que están delante de la iglesia.
—Soy familiar cercano de la novia, es lógico que este aquí —explica brevemente Giancarlo.
—Comprendo — digo sintiéndome demasiado nerviosa.
Ese fue el último comentario que le dediqué antes de que la marcha nupcial comenzara a sonar. No sé de dónde apareció Leandro esperando en su sitio a Dora, todo inicia muy rápido. Teodora, por otra parte, es traída por un hombre de mediana edad. Es gracioso, su rostro parece sapo, aunque no parece malo, podría decir incluso que tiene una mirada amable.
La ceremonia transcurre tranquila, los votos que son personalizados y cargados de amor y sinceridad. Deseo que Dora y Leandro sean felices, no le deseo a la chica lo que pase yo, en realidad, eso no se lo deseo a nadie, aunque sé que Leandro es un buen muchacho. A pesar de que intento no sentirme mal, toda aquella atmósfera hace que recuerde mi propia boda con alguien que creí que me amaba. Retengo el aire, qué ilusa fui al amarlo de la forma en que lo amé. Al volver a la realidad noto que estoy siendo férreamente observada por mi acompañante. —¿Estás bien? —me pregunta.
—Sí —respondo segura de mí misma.
Cuando todos nos damos la paz, siento como si Giancarlo intentara reconfortarme, y lo logra secretamente. Me siento mejor al saber que no estoy sola en esa incómoda ceremonia. Me giro para buscar a mi madre que debe estar más atrás y me topo con esos ojos grisáceos furibundos otra vez. Me asusto y se me eriza la piel, entonces siento la mano posesiva del primo de Rin instalarse en mi cintura. No digo nada, solo me paralizo. Estoy confundida, aunque no sé si es por la intensa e inquisidora mirada de Giovanni o por la cálida mano de Giancarlo sobre mi espalda. Intento ignorar a mi ex y Continúo saludando a los invitados.
Él no me perturba más. Me digo aun a pesar de saber que el no me esta quitando la vista de encima.
Salimos al terminar la misa, lo cual me dio ventaja para escabullirme y no continuar importunando con mi presencia al primo de Dora. Miro a mi alrededor, buscando con quien irme, quiero desaparecer de esa incómoda Iglesia.
—¿Adónde crees que vas? —me cuestiona Giancarlo mientras me toma con delicadeza del brazo.
—Ver con quien me voy a la recepción —contesto como si nada.
—Tú vienes conmigo, somos pareja —
Me suelto de su agarre. —No —
—Deja de comportarte de esa forma, todo el mundo está volteando a mirarnos. Es lógico que yo te lleve, se supone que estamos juntos — trata de razonar conmigo.
Suspiro. — Está bien — resoplo y me dejo guiar hasta su Lamborghini color negro.
Oh sí, me he cruzado con otro niño rico, la suerte está de mi lado, celebro irónicamente en mis pensamientos. Detesto a los niños mimados de papá y mamá, ¿acaso este tipo de hombres me va perseguir durante toda mi vida? Bueno, lo mejor es ignorarlo, ni siquiera tengo una verdadera relación con él. Solo se ofreció a esta tontería por petición de la dulce Teodora quien debió intuir, la pasaría demasiado mal si Giovanni se acercase hasta mí.
El resto del camino transcurre en silencio. No tengo otra opción que ver por la ventana, aunque no hay nada, todo está oscuro. Intento encender la radio, pero hago de todo menos conseguirlo. Él, al percatarse de mis intentos fallidos, enciende el aparato y lo deja en una estación de música de los años 80s y 90s, algo que me agrada.
—Si querías encender la radio, deberías habérmelo pedido — me regaña.
—Cierto, disculpa — musito avergonzada. Él vuelve a su mutismo. Intento entablar una conversación para no sentirme tan incomoda. — La ceremonia estuvo muy bonita… —Obtengo la misma respuesta nula. No insisto, por suerte el lugar en donde iba ser la recepción queda cerca. Es un hotel que se encuentra cerca a la playa. Al entrar él se anuncia: — Giancarlo Madicci —
—Pase —dice el encargado luego de verificar el nombre en la lista.
—Veo que eres parte de la familia paterna de Teodora —comento.
—¿Por qué te divorciaste? — me pregunta de repente, mirándome fijamente y esperando mi respuesta.
No contesto y él no sé ofusca, volvemos al silencio de antes. En la recepción nos preguntan de qué familia venimos, si de parte del novio o de la novia. Él se adelanta y responde que de la novia, causando un lío, ya que yo vengo de parte de la familia del novio.
De acuerdo al plan original, si hubiera ido sola tendría que sentarme al lado de Giovanni, lo que hubiese sido horrible para mí. Por suerte mi acompañante, con una mirada y un tono de voz intimidante, consiguió que me colocaran a su lado, y la mesa que era de cinco personas pasó a ser de seis.
Por lo que averiguo en la conversación, en nuestra mesa hay cuatro hermanos, el mayor es un sujeto de la edad de mi acompañante, tiene unos penetrantes ojos de color rojo —por no decir mirada de malo—, aunque a pesar de eso es apuesto. La otra es una muchacha no muy habladora llamada Jude, y su gemelo es un mocoso engreído de nombre George, aunque prefiere que lo llamen Haku. La menos encantadora de los hermanos Carrie es Chelsea, quien hizo un escándalo en la mesa porque me senté al lado de Giancarlo. Supongo que tienen o tuvieron algo, por la mirada asesina que tiene puesta sobre mí. No me cabe duda que está enamorada de él y a él no le importa, hasta se puso más cariñoso conmigo.
Cuando los novios dijeron sus palabras y agradecieron a todos su presencia, la mirada de Giovanni se cruzó con la mía. Lo noto triste y nostálgico, supongo que está recordando también cuando dimos nuestro discurso, lleno de amor y esperanzas en un futuro cargado de felicidad. Lo mejor que podemos hacer después de lo que pasó entre nosotros es dejar de lado los recuerdos y los arrepentimientos. Miro a mi acompañante, quien tiene una mirada gélida, capaz de congelar a cualquiera; lo malo es que su mirada está enfocada directamente en mí, como si hubiera hecho algo malo. Prefiero no prestarle atención, después de todo no es mi hígado.
Pronto los novios inician el clásico baile del Danubio azul, para terminar, bailando cariñosamente, la canción romántica más popular y de moda. Es emocionante y nostálgico ver el amor que se profesan, quiero uno igual, aunque no me atrevo a buscarlo. Los parientes de los novios se acercan para bailar con ellos, entre ellos Giancarlo. No sé en qué momento se fue, aprovecho su ausencia para ir al baño y refrescarme un poco.
Antonella:Lavo mi cara, lo mejor es aclarar mis pensamientos y dejar de lado los recuerdos. Él no merece ni merecerá nunca mi perdón, el odio que le tengo es mucho mayor al amor que le tuve una vez, todas aquellas promesas de ensueño en nuestra boda, el se encargo de convertirlas en una horrenda pesadilla.—Miren a quién tenemos aquí…— escucho una conocida voz, venenosa como una serpiente. — La mosquita muerta — Alexandra no ha cambiado, sigue siendo la misma víbora traicionera que yo me negué a ver.No quiero escucharla, me seco las manos y me alisto para irme, pero ella me jala del hombro. — ¡Escúchame cuando te hablo perra! — La miro seriamente y con indiferencia sin articular una palabra, ella continúa. — Aléjate de mí hombre, él es mío…Gi
Antonella:Fui con mis amigos a bailar un rato para tratar de pasarlo bien y olvidar el hecho de que Alexandra estaba en la fiesta, estaba casada con Giovanni y cargaba a su hijo en su vientre viviendo los dos demasiado felices mientras mi vida ese monstruo la había convertido en un infierno. Estuve con Carlos, un viejo amigo, después con las chicas y hasta hicimos un trencito, todo estuvo muy divertido.Cuando anunciaron que los novios se iban nos amontonamos para desearles buena suerte. En la multitud, siento que alguien me jala insistentemente. Giro para ver de quien se trata y me asusto al instante. Es el hombre que acabó con todo lo que Antonella Adatto podía significar para mí. Su mirada iracunda me provoca un escalofrío y se me escapa su nombre en un susurro helado.—Ni se te ocurra gritar, perra —me ordena gruñendo y me lleva hasta un sitio alejad
Giancarlo:Ella toma mi mano y me lleva hasta la pista de baile con una sonrisa genuina. —¡Vamos, baila! Es de esperarse que lo hagamos, ¿recuerdas? — me dice demasiado efusiva.En ese momento ponen una balada, mal momento para una canción romántica. Me pego un poco más a ella, y ella pone su cabeza en mi hombro tímidamente y me susurra otra vez. — Gracias de nuevo — nuevamente, está agradeciéndome por salvarla de ese imbécil. Aunque esto me hace finalmente saber quien es ella y francamente, no puedo creerlo.—No es nada, disfrutemos lo que queda de la noche… — intento animarla, no quiero que continúe pensando en ese hombre que conozco demasiado bien, es más que obvio que ese mismo infeliz al que tanto aborrezco, es el mismo ex esposo del que hablaban en aquel estacionamiento.&mdash
Antonella:Las cosas de repente se volvieron muy divertidas, digamos que mi acompañante resultó ser todo un galán. Yo no puedo resistirme a sus encantos, hay algo dentro de mí que quiere tenerlo siempre, no deseo separarme de él. Tal vez es por eso que hago cosas que dudo ser capaz de hacer en mis cinco sentidos. Un lado de mí me dice que no me importa ni importará nada de lo que suceda esta noche, porque todo quedará en el olvido, lo desee así o no. Sin embargo, la otra parte, la racional, me dice que me detenga, no puedo hacer esto; no quiero enamorarme otra vez para ser lastimada de nuevo, quizás, solo deje que pase lo que tenga que pasar esta noche y nada más, solo sexo casual y ardiente que me hace falta; sin involucrarme a nivel afectivo, no tendría porque salir nada mal.Sin embargo, esta persona que al principio era algo hostil, ha demostrado ser muy
Antonella:Que almohada tan suave y rica tengo, no es ni blandita tampoco tan dura, se mueve. Aunque, un momento, las almohadas no se mueven, ni tienen esta forma, por lo menos no la qué tengo y tampoco tienen esa textura.Abro los ojos asustada y me doy cuenta sobre lo que estoy no es una almohada, es una persona ¡¿Qué hice?! Trato de recordar, todo es tan confuso, junto con un dolor de cabeza y cierta molestia en mi entrepierna no me deja pensar.Con cuidado me separo de mi acompañante y grande es mi sorpresa descubrir que se trata del primo de Teodora, Giancarlo. Concluyo que lo de anoche no fue un sueño y al final, si termine con él. La sangre comienza a subirme hasta mis sienes. Debo idear algo a pesar que me duele la cabeza. ¿Qué hago? Me pregunto con desesperación. Quedarme hasta que despierte, no es una buena opción, no sé ni que d
Antonella:Empaqueto lo que necesito llevar en unas cajas además de mi maleta con ropa y otras cosas. Al menos no requiero de electrodomésticos. La señora con la que me contacte del pueblo, fue muy amable y me informo sobre las razones por las que me mandaron ahí, al menos me ha dicho que tiene un pariente que puede alojarme mientras me quede. Me dijo que no sería una molestia ya que tenía habitaciones de sobra como para un montón de invitados. Admito que la señora resulto ser algo habladora.Enciendo la radio para escuchar algo de música mientras preparo todo, está sonando una canción que me gusta y me recuerda a mi situación con aquel hombre.Tan lejos tú, tan lejos yoTe fuiste y no me dejaste tu número telefónicoY ahora no sé cómo encontrartePor más que intento buscarte,
Giancarlo:—Giancarlo, no me ha respondido sobre si la chica se va poder quedar aquí. Va llegar mañana —Empieza Adam con el tema de ayer.—Haz lo que quieras — Respondo mientras subo al caballo.—Testarudo — Lo escucho decir mientras me alejo.No entiendo por qué pregunta, al final van hacer lo que quieran. Nunca les importa lo que opine. Lo mismo sucedió con Teodora a pesar que me opuse a la relación con ese Leandro. Ellos los apoyaron, no les intereso el hecho que desconocíamos todo sobre él.No quiero que a Dora le pase lo mismo que a mi madre y se tope con un desgraciado como lo fue mi padre quien no dudo en separarme de ella solo para hacerme en su heredero. Al menos esta vez, estoy yo para defenderla, si algo intenta ese tipo se las verá conmigo.Aunque la verdad
Luego de seis horas de viaje llego al pueblo. Por lo visto es igual de pequeño como lo imagine, tiene una plaza con pileta, a los alrededores esta una iglesia, al otro lado el consejo, al costado de este se encuentra la comisaria y luego está lo que vendría ser el colegio. Por lo que me conto la señora Nodal aquí solo hay inicial y primaria, la secundaria se encuentra en un pueblo un poco más grande que esta como a quince minutos de aquí en coche, pero caminando debe ser una media hora o tal vez tome un poco más de tiempo. En la puerta veo a una mujer de mediana edad con un traje de maternidad, supuse que ella era Nodal, me estacioné. —Buenas tardes, soy Antonella Adatto — La saludo. —Un gusto conocerte, Nodal Quintanilla — Me recibe. —Nodal, me comentaste que me podías ayudar con el alojamiento y en verdad deseo empezar a desempacar. Ha sido un viaje muy cansado — Le pido.