Antonella:
Fui una vez una mujer sufrida que todo lo perdio por amor, fui una vez una mujer golpeada que estuvo a punto de morir en las manos de quien me juro eterno amor, esta es mi historia.
Un año después de mi peor tragedia...
Por fin tengo en mis manos el papel en el que se me informa que vuelvo a ser Antonella Adatto; conseguí el divorcio luego de una fuerte lucha y peleas legales. Desde esa noche he tenido que cuidarme la espalda por el temor de que él viniera y me golpeara hasta matarme. Estuve cerca de morir, pero sobreviví gracias a mis viejos vecinos, quienes detuvieron a mi actual ex esposo y llamaron a la policía, además, de pedir una ambulancia.
Aún recuerdo el diagnostico; tuve fractura de cráneo, maxilar inferior roto y la nariz destrozada. Cuando a mi madre me vio por fin, no creyó que era yo; pensó que era una broma cruel que le estaban haciendo. Por la paliza que recibí, tuvieron que someterme a una serie de operaciones con el fin de reconstruir mi cráneo y rostro. Necesitaron inducirme al coma durante tres meses y permanecí inconsciente.
Mi madre hizo todo lo que estuvo en sus manos para conseguir una orden de alejamiento, ya que, el muy cínico, insistía en verme. Quería estar a cargo de mi cuidado y tomar las decisiones sobre mi tratamiento. Es por esa razón que mi familia junto a mis amigos, se turnaron para que Giovanni Coppola no se acercara ni siquiera cien metros del hospital. Ellos también apoyaron a mi mamá con los gastos médicos y los asuntos legales. Todo lo relacionado con el tema de las leyes lo vio Bradley Harrison, un gran abogado y, por supuesto, amigo.
Ahora pienso que tal vez Giovanni quiere terminar su trabajo y mandarme definitivamente al otro mundo, no estoy segura de qué pensar sobre él. Desde el momento en que desperté, el sinvergüenza exigió verme y hablar conmigo, según él para arreglar las cosas. Finalmente, seis meses después de esa fatídica noche, mi ex esposo pudo conseguir una reunión.
Al verlo tuve miedo, aún no había olvidado todo lo que me había hecho, y hasta cierto punto, sabía el poder que tenía sobre mí. Con su dinero podía hacer lo que se le pusiera en gana, incluso matarme. No iba a dejárselo fácil, estaba decidida, lucharía hasta el final. Tenía una segunda oportunidad de vivir y no pensaba desperdiciarla con él.
Ingresé al despacho del amigo que teníamos en común, Bradley Harrison, quien durante todo este tiempo me ha defendido a capa y espada, a pesar de haberse tenido que enfrentar al que fue un día su mejor amigo. Por lo que me dijo para convencerme de aceptar su ayuda, él nunca podría estar a favor de un hombre que golpeaba a las mujeres, no existía justificación para semejante acto.
Antes de entrar tomé aire y abrí la puerta con seguridad, encontrándolo a él de espaldas mirando el gran ventanal que daba a la ciudad. Giovanni se giró al percibir mi presencia y me vio directamente, noté su cara de sorpresa. Supuse que había observado los cambios en mi rostro, además de los de mi contextura. Desde la última vez que nos vimos había bajado varios kilos y al encontrarme en rehabilitación, tenía que usar un bastón.
No esperé nada y me senté en la silla que habían puesto especialmente para mí. Di por hecho que él no comenzaría hablar, dudaba que lo hiciera después de ese escrutinio eterno.
No tuve ningún accidente, si eso es lo que piensas…Digamos que me crucé con un monstruo que casi acaba conmigo — puse énfasis en la palabra monstruo.
—Lamento mucho lo de esa noche, pero tu tuviste la culpa, me hiciste perder la cabeza —igual que siempre, trataba de dar una excusa razonable a sus actos.
—Lo siento por eso — me disculpé con sarcasmo. — Pero no pensaba volver con el asesino de mi bebé — dije con seguridad.
—Eso fue un accidente — respondió de inmediato negando su culpa. Me invadió la rabia el ver cómo negaba lo que había hecho.
—Un accidente, claro, ¡Me golpeaste la barriga sin parar! No te importó que estuviera embarazada. Alegaste que te engañaba con Michael y que esperaba un hijo de él, aunque en ningún momento te había engañado — le dije la verdad sin tapujos.
—Siempre andabas con Michael. Cuando viajé durante esos tres meses lo ibas a ver. ¿Qué querías que pensara? — cómo era de esperarse, me echó la culpa a mí.
—Él es doctor y estuvo monitoreando mi embarazo, te lo dije muchas veces por teléfono, hasta te mandé la primera ecografía, en la que por supuesto, no estuviste presente. Me ignoraste porque te estabas revolcando con mi querida amiga Alexandra en tu viaje de negocios — le trataba de explicar algo tan obvio que hasta un niño podría comprenderlo. No encontraba una justificación para que a él le costara tanto creerme.
Lo peor había sucedido durante el proceso del juicio. Me enteré que la que creía mi mejor amiga, se acostaba con mi ex marido sin importarle que en ese momento yo estuviera embarazada.
—No metas a Alexandra en este problema — la protegió sin dudar.
—Claro, defiéndela, ya da lo mismo, de todas formas, ella es una arpía, una serpiente que traicionó la confianza de su amiga de la peor manera — expresé lo que pensaba de ella de la misma forma que él lo hacía sobre mí.
—¡Te he dicho que no la metas en esto! — gritó acercándose.
Tomé mi bastón, dispuesta a utilizarlo como arma — ¿Piensas golpearme de nuevo? — lo cuestioné con una sonrisa de burla.
—Sólo quiero que volvamos, arreglemos esto. Somos marido y mujer, podemos formar una familia y dejar todos estos problemas atrás…— me dijo abriendo los brazos ofreciéndome un abrazo.
—¿Problemas? —Me reí sin poder creer sus palabras y ver como minimizaba todo. — No me hagas reír…— respondí con sarcasmo.
Se molestó, evidentemente. — Hablo en serio, Antonella — dijo en tono amenazante.
¿Sabes? La primera vez que me golpeaste continúe con mi vida porque tenía a mi bebé, pensé lo podría salvar. Pero no fue así, me sentí devastada al enterarme que lo perdí —Hice una pausa. — Entonces creí que te disculparías conmigo, darme un lo siento, lo lamento, no quise hacerlo…— apreté mis puños, me dolía todavía.
—Antonella… —susurró con impaciencia.
¡Ni siquiera te diste un tiempo para verme en el hospital! ¿Qué podía esperar de ti entonces? Después de todo, la que tuvo que llamar a emergencias fui yo. Me dejaste tirada en la sala, mientras tú te ibas quién sabe a dónde — reproche con las lagrimas a punto de escapar de mis ojos.
—Tuve miedo — respondió— Sabía que lo que hice estuvo mal, ¿de acuerdo? Pensar que me engañabas hizo que me volviera loco de la rabia, imaginé que ese niño era de Michael y lo odié, lo odié tanto…— dijo con rabia.
—Yo nunca te engañé ni lo habría hecho, pero tú no me creíste. En lugar de dar la cara como un verdadero hombre, mandaste a tu abogado a pedirme el divorcio. Si en ese momento quedaba algo de amor por ti en mi corazón, murió al ver a ese hombre. Me prometí no volver contigo, nuestro bebé dio su vida a cambio de la mía, no la desperdiciaré – dije con firmeza.
—Antonella, no digas esas cosas, tienes que entenderme, yo todavía te amo, podemos arreglar las cosas, ir a terapia si es necesario…— Intentaba convencerme desesperado.
—Es demasiado tarde… Yo ya no quiero estar contigo, ¡entiéndelo! — Hice una dolorosa pausa. — Te lo dije esa noche, y tú… en lugar de aceptar mi decisión trataste de abusar de mí y como no lo conseguiste se te ocurrió golpearme hasta casi matarme. Creí que moría, estaba dispuesta a reunirme con mi querido niño…—
No pude contener mi llanto más, hablar sobre mi bebé siempre me ponía así. Tomé aire y continué. — Esa noche te estaba esperando para decirte que Michael me había confirmado el sexo del bebe, iba ser un niño, un hermoso niño…— bramé con el dolor matándome por dentro. —¡¿Por qué tenías que quitármelo?! ¡¿Por qué tuviste que lastimarlo?! ¡Él no te había hecho nada! ¡NADA! Era un ser indefenso que ni siquiera pudo ver la luz del día gracias a ti, ¡Su padre! Dime, ¿Es justo? — Me sentí iracunda, la rabia acumulada durante todos esos meses, junto a la gran tristeza guardada en mi interior salió a flote.
En todo ese tiempo no había podido hablar con nadie sobre las emociones acumuladas en mi corazón, la frustración junto con la culpa, estaban a punto de acabar conmigo. No quería molestar a nadie con mis problemas, ni mis amigos ni mi familia lo merecían, ellos ya habían hecho suficiente por mí.
—Antonella… — Se acercó tratando de abrazarme. Sé que nunca le había gustado verme llorar, era su debilidad. Al menos eso decía el.
—¡No me toques! —Lo empujo con asco, él me mira desconcertado. — ¡No quiero que vuelvas a ponerme un dedo encima! Odiarte es sentir demasiado hacia ti, puedo decir que ya no siento nada, ¡Quiero que esto termine, entiéndelo! — le vuelvo a decir con firmeza.
—¿Por qué? ¿Acaso nunca me amaste? ¿Cómo pudiste dejar de amarme tan rápidamente? Parece que es cierto lo que dicen, lo único que querías era mi dinero — me dice con clara indignación.
—Si quisiera tu dinero volvería contigo y te desangraría hasta que te quedes en la miseria. ¡Yo no quiero tu estúpido dinero! Te amé con locura, de eso no tengas dudas, hice muchas tonterías de las cuales me arrepiento, entre ellas casarme contigo — digo con dolor.
—¿Qué no quieres mi dinero? — Se burla. — Entonces, ¿Por qué pides tanto? — me reprocha con desdén,
—Es por los gastos médicos del hospital. Estuve en coma por tres meses, tengo una placa de metal en la cabeza, me fracturaste la mandíbula y la nariz, ¡eso sin contar los daños en mis costillas y tobillos! Necesito rehabilitación, varias medicinas para el dolor y para poder dormir tranquila en la noche. Tengo pesadillas durante las noches, sueño que vienes de nuevo a golpearme — Justifiqué cada centavo. — Te informo que todo eso no es gratis, mi familia no tiene por qué estar solventando los gastos que tú ocasionaste cuando eras mi marido — le dejo muy en claro.
—Quiero ser yo quien te cuidé y reivindicar el daño que te hice— me dice con un deje de arrepentimiento en su voz.
Seco mis lágrimas. — Yo ya no confió en ti, Giovanni. ¿Crees que pueda hacerlo algún día después de lo que hiciste? — le cuestiono con ironía.
—Aún te amo —Declara.
—Pero yo no, te lo repito. Tú mataste hace tiempo todo el amor que sentía por ti — le digo con toda sinceridad.
—Lo lamento…— Sus ojos brillan intensamente. — Dame una oportunidad para recuperar tu amor…— me ruega. Noto el arrepentimiento en su mirada, cierto calor que no sentía desde hacía tiempo me invade.—Es tarde, el daño que hiciste es demasiado grande. ¿Acaso no lo ves? Quizás fue un error casarnos, tú puedes encontrar a otra persona con la que te comprendas…alguien mas a quien hacerle daño — digo con toda honestidad y ya con intención de irme de allí.—Tú eres la persona con la que deseo pasar el resto de mi vida— me dice con voz lastimera.—¿Qué hay de Alexandra? ¿Te sigues viendo con ella? — Lo cuestioné, sabía que así era.—Compréndeme, soy hombre, necesito satisfacer mis necesidades — me di
Antonella:—¡Felicidades, amiga! ¡Por fin eres libre! — Me felicita Alice al llegar.—Sí, lo soy. Gracias chicas, ustedes y mi mamá han sido un pilar fundamental en mi recuperación… — Les expreso mi gratitud.—¡Para eso estamos las amigas! —Dice Eri.—Además, teníamos que ayudarte… ¿Crees que íbamos a ser unas insensibles y dejarte sola? — Interviene Sandra.—Gracias a ustedes ahora tengo trabajo y un proyecto en puerta — continúo, realmente, todas ellas me han apoyado estos tiempos demasiado difíciles.—¡Vamos, ni que hubiese sido difícil! Siempre fuiste buena alumna, además que la imagen que dejaste donde trabajaste la última vez fue muy buena — agrega Alice.
Giancarlo:La reacción de aquella mujer en la playa de estacionamiento llama mi atención, es raro ver tantas emociones juntas en tan solo unos segundos. Al verme, lo que expresa su mirada es miedo, el cual es injustificado ya que es la primera vez que la veo y no hice nada para que me temiera.—Giovanni… — susurra aquel nombre y me molesta. No lo entiendo, desde hace mucho que no escucho ese maldito nombre y dudo que se refiera a la misma persona. De todas formas, eso ya no interesa.Ese detalle pasa a un segundo plano y la pelinegra se vuelve mi prioridad. Continúo observándola, su rostro cambia al oír a Dora decir mi nombre, va desde el desconcierto a una expresión inquisitiva. Me examina detenidamente, mientras el miedo se transforma en calma, luego puedo ver deseo en su mirada. Me agrada y sonrío sin querer, delatándome. Ella se da cuent
Antonella:Él da una ligera sonrisa y toma mi mano, es raro… pero en el momento en que siento el contacto de su piel una descarga eléctrica me recorre, debe ser electroestática. ¿Qué otra cosa sino?—¿Está todo bien? — me pregunta ese hombre que recuerdo, se llama Giancarlo.—Sí —le respondo y él me guía hasta las bancas que están delante de la iglesia.—Soy familiar cercano de la novia, es lógico que este aquí —explica brevemente Giancarlo.—Comprendo — digo sintiéndome demasiado nerviosa.Ese fue el último comentario que le dediqué antes de que la marcha nupcial comenzara a sonar. No sé de dónde apareció Leandro esperando en su sitio a Dora, todo inicia muy rápido.
Antonella:Lavo mi cara, lo mejor es aclarar mis pensamientos y dejar de lado los recuerdos. Él no merece ni merecerá nunca mi perdón, el odio que le tengo es mucho mayor al amor que le tuve una vez, todas aquellas promesas de ensueño en nuestra boda, el se encargo de convertirlas en una horrenda pesadilla.—Miren a quién tenemos aquí…— escucho una conocida voz, venenosa como una serpiente. — La mosquita muerta — Alexandra no ha cambiado, sigue siendo la misma víbora traicionera que yo me negué a ver.No quiero escucharla, me seco las manos y me alisto para irme, pero ella me jala del hombro. — ¡Escúchame cuando te hablo perra! — La miro seriamente y con indiferencia sin articular una palabra, ella continúa. — Aléjate de mí hombre, él es mío…Gi
Antonella:Fui con mis amigos a bailar un rato para tratar de pasarlo bien y olvidar el hecho de que Alexandra estaba en la fiesta, estaba casada con Giovanni y cargaba a su hijo en su vientre viviendo los dos demasiado felices mientras mi vida ese monstruo la había convertido en un infierno. Estuve con Carlos, un viejo amigo, después con las chicas y hasta hicimos un trencito, todo estuvo muy divertido.Cuando anunciaron que los novios se iban nos amontonamos para desearles buena suerte. En la multitud, siento que alguien me jala insistentemente. Giro para ver de quien se trata y me asusto al instante. Es el hombre que acabó con todo lo que Antonella Adatto podía significar para mí. Su mirada iracunda me provoca un escalofrío y se me escapa su nombre en un susurro helado.—Ni se te ocurra gritar, perra —me ordena gruñendo y me lleva hasta un sitio alejad
Giancarlo:Ella toma mi mano y me lleva hasta la pista de baile con una sonrisa genuina. —¡Vamos, baila! Es de esperarse que lo hagamos, ¿recuerdas? — me dice demasiado efusiva.En ese momento ponen una balada, mal momento para una canción romántica. Me pego un poco más a ella, y ella pone su cabeza en mi hombro tímidamente y me susurra otra vez. — Gracias de nuevo — nuevamente, está agradeciéndome por salvarla de ese imbécil. Aunque esto me hace finalmente saber quien es ella y francamente, no puedo creerlo.—No es nada, disfrutemos lo que queda de la noche… — intento animarla, no quiero que continúe pensando en ese hombre que conozco demasiado bien, es más que obvio que ese mismo infeliz al que tanto aborrezco, es el mismo ex esposo del que hablaban en aquel estacionamiento.&mdash
Antonella:Las cosas de repente se volvieron muy divertidas, digamos que mi acompañante resultó ser todo un galán. Yo no puedo resistirme a sus encantos, hay algo dentro de mí que quiere tenerlo siempre, no deseo separarme de él. Tal vez es por eso que hago cosas que dudo ser capaz de hacer en mis cinco sentidos. Un lado de mí me dice que no me importa ni importará nada de lo que suceda esta noche, porque todo quedará en el olvido, lo desee así o no. Sin embargo, la otra parte, la racional, me dice que me detenga, no puedo hacer esto; no quiero enamorarme otra vez para ser lastimada de nuevo, quizás, solo deje que pase lo que tenga que pasar esta noche y nada más, solo sexo casual y ardiente que me hace falta; sin involucrarme a nivel afectivo, no tendría porque salir nada mal.Sin embargo, esta persona que al principio era algo hostil, ha demostrado ser muy