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Claverio
Claverio
Por: Josyfer
Prologo Traicion

Hola, mucho gusto.

Notifico que esta novela es completamente producto de mi imaginación; nada tiene que ver con la realidad. Si algo le parece conocido, es pura coincidencia. Todos los personajes y actos son una fantasía y el resultado de mis pensamientos. Espero que esta novela sea de su agrado y les guste. Yo daré lo mejor de mí para hacer que todo se cumpla. ¡Feliz día!

"¡Tienes que escucharme, Ángelo! ¡No soy culpable!"

—¡Suéltame ahora, Nadin! Tus súplicas no te ayudarán en nada. Eres la única que estuvo a su lado cuando murió. ¿Qué hacía esta pistola en tu mano? ¿Dime por qué la mataste?

—¡Yo no fui! Cuando desperté, me encontré al lado de ella, bañado de sangre en el piso. ¡Yo no fui! ¡Tienes que creerme! ¿Dime por qué mataría a mi propia hermana? ¡Somos hermanas juradas! ¡Tienes que creerme, Ángelo! Tú, más que nadie, sabes que no soy capaz de ello.

—¡Ahora no te conozco, Nadin! Eres capaz de todo. Sabías que yo y ella estábamos juntos, aun así, me declaraste tu amor. ¿Dime, la mataste pensando que eso te acercaría a mí? ¿Pensaste que matándola tendrías mi amor solo para ti?

Las lágrimas corrían por sus mejillas sin parar. Ángelo hablaba sin piedad, con el rostro lleno de furia y enojo. Ella solo pedía que la escucharan, que le dieran la oportunidad de ser escuchada. Este crimen no fue su culpa. Una bala perdida nunca fue su intención. La estaba protegiendo, pero su sangrado no le importó a nadie; solo la muerte de Amanda.

—¡No! Así no fue. No tienes que mezclar mi amor por ti con la muerte de Amanda. ¡Yo no la maté!

—¿Dime, Nadin, quién fue? ¿Cómo es que estás aún viva y ella muerta? Explícame eso.

Esas palabras le atravesaron el corazón como dagas. Él prefería que ella estuviera muerta, no Amanda. Amanda, la hija querida de todos. La chica dulce y tímida, la que la propia familia de Nadin quería más por su fuerte color de ojos azules, zafiro egipcio. Por su linaje azul, era la más querida de todas. Cuando Nadin despertó, la encontró a su lado, muerta. Ella recibió una bala en el brazo; nadie notó su sangrado, solo la culpa que le echaron por ser la asesina de Amanda.

—¡Nadin, espero que respondas ante los jueces por tu crimen! “¡Asesina!”

—¡No! ¡No soy culpable! ¡Yo nunca fui culpable!

—¡Eso lo veremos!

Le dijo Ángelo, mirándola directamente a la cara.


Nadin Stomcling

Aun estando enojado, lucía hermoso, con las cejas fruncidas. Su espectacular mandíbula cuadrada resaltaba bajo la lluvia, empapado al igual que yo, con ese traje hecho a medida. El logo de Christian Dior en la remangada lucía espectacular. Pero no me alababa, por mis ojos brillosos, un verde intenso peridoto. Tengo los ojos más bellos de todo el universo, verde peridoto, con un toque de esmeralda. Me decía la reencarnada de Kaia, la última diosa. Nunca dudé de ello. En mí siempre gobernaba alguien que no era yo.

Frente a Don Clindi, él me miraba con rabia. No había manera de hacer que las cosas fueran mejor; el cadáver de Amanda estaba postrado sobre la camilla. Unos paramédicos estaban con ella. No había manera de salvarla. Ya estaba muerta cuando nos encontraron.

—¡No soy culpable, lo juro, no lo soy! Nunca le haría daño a mi hermana jurada, nunca.

—¿Dime, Nadin, no vas a confesar? —mientras Don Clindi la miraba fijamente a los ojos.

—¡Tío Clindi, no fui yo! ¡Tienes que creerme, no fui yo!

—¿Habla quién fue? ¿Quién mató a la hija de mi mejor amigo?

—¡Tío Clindi, cuando desperté, ella estaba sobre mí! ¡La moví y no respondía! Tío, tienes que creerme, yo no fui.

—¿Dime qué es esto? ¿Cómo es que estuvo contigo en la escena del crimen?

—¡No! La llevé al muelle. Ella me llamó cuando estaba allí. ¡Solo íbamos de curiosas por las nuevas llegadas de los Bix androides!

—¡Deja de mentir! —gritó Ángelo.

—¿Por qué dices que miento? ¿No estuviste? ¿Por qué me culpas a mí?

—¡Padre, madre, tienen que creerme! ¡Yo no fui, no soy culpable, no la maté!

—¡Explica, hija mía, qué hacías en el muelle, solas en un lugar remoto y lleno de peligro! —dijo la madre de Nadin.

—¿Madre, no me crees, verdad? ¿Crees que la maté? ¿Y por qué haría tal cosa?

—¡Hija mía, si no te explicas, no puedo salvarte! —dijo el padre de Nadin.

—¿Padre, tú tampoco me crees? ¿Esmeralda, tú tampoco me crees?

Los ojos de Nadin se llenaron de lágrimas bajo la luz. Sus ojos verdes brillaban, sus lágrimas iluminadas con un destello. Nadie estaba dispuesto a creerle; hasta su propia familia no estaba dispuesta a creerle. Su mundo, su todo, se había naufragado. Su inocencia estaba más nublada que el mismo inframundo. Todos la miraban como si fuera un bicho raro. Mientras lloraba, sus ojos brillaban mucho más con cada gota de lágrima que dejaba caer.

Nadin Stomcling

Desde mi nacimiento me decían "bicho raro" por mis ojos verde peridoto, un verde que solo lucía en los animales reptilianos y algunas aves. Amanda era una chica muy querida, muy popular por sus ojos azules zafiro y su cabello negro largo. Era la única que aceptaba ser mi amiga. En la universidad, en la secundaria, gané popularidad por juntarme con ella. Otros comenzaron a gustar de mi rareza. Pero en mis ojos solo había una persona: Ángelo Clindi, el hijo de uno de los hombres más poderosos del mundo. Su dinero podía comprar a quien fuera; desaparecía a quien se le antojaba.

Mi familia estaba detrás de él; somos los segundos más abundantes del mundo. Pero nada de eso servía si no podían salvar a su hija. Amanda Stimfer, la hija de un empresario famoso. El padrino de Ángelo. Le entregó a su única hija querida, no solo por ser la chica bella y con rasgos de una diosa zorro púrpura.

La chica que todos aman y todos quieren ser parte de su círculo. Aunque yo tenía todo el dinero del mundo, no podía, ni siquiera, salvar mi pellejo de un crimen que no cometí. Para colmo, toda mi familia cree que fui yo quien cometió el acto. ¿Cómo puedo declarar mi inocencia? Solo yo y la muerta Amanda sabemos cómo pasó todo allí. Solo yo y ella podríamos decir la verdad. Solo ella podría salvarme de esto...

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