—¡Fui incriminada, no cometí el crimen!
—¿Yo también, y crees que me creyeron?
—¿No creo que lo tuyo y lo mío sean iguales?
—¿Y por qué no?
¿Por qué no? La mente de Nadin sonó como una alarma. Ella también fue incriminada. ¿Quién es en realidad? ¿Por qué se llama Black? ¿Qué pasó?
—Porque soy la hija de una familia extremadamente rica, y aun así, me condenaron en esta pocilga por un crimen que no cometí. Por eso digo que no es parecido.
—¿Y por qué no?
—Porque yo fui metida en la cárcel por la persona que más amé. ¡Y toda mi familia estuvo aquí!
—No le veo ninguna diferencia. En mi caso, digo que la mía fue similar, pero en una situación peor.
Nadin se limpiaba la mano con el paño que tenía; sus puños estaban llenos de sangre. Miró detenidamente. ¿Cómo fue en realidad la muerte de Amanda? Empezó de nuevo en el muelle; tenían que encontrarse con Ricky. Comenzó una balacera. El dolor inmenso empezó de nuevo y se agarró la cabeza.
—No trates de detenerla. Hasta que puedas recordar todo con claridad, será una tortura para ti.
Como si Black le leyera la mente. No respondió, se sentó en el suelo y las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos.
—¿Por qué no puedo recordar nada? ¿Por qué no puedo decir justamente lo que pasó, cómo pasó? ¿Por qué no me escucharon o trataron de buscar la verdad? Ángelo solo se empeñó en acusarme y tratarme fríamente. Él no se preocupó por mí ni una sola vez. Solo en su corazón estaba Amanda. Ella no lo amaba, por eso tenía que verse con Ricky a escondidas.
—Sécate esta porquería de lágrimas. Odio ver a las personas que se lamentan por las cosas que pasaron. No pudiste ver aún. No lo entiendes; ellos te abandonaron, no confiaron en ti. No eres nada para ellos. Eres la víctima y aún te estás lamentando. Dime, ¿qué te sirve estar con los ojos llenos de lágrimas por personas que no se lo merecen?
Black le decía esas palabras mientras le tenía la mandíbula agarrada con fuerza y sus ojos estallaban de enojo. Con la fuerza que Black la tenía agarrada, Nadin no pudo dejar de llorar, al tiempo que la miraba con entendimiento de lo que le decía. La estaba haciendo entrar en razón. No tenía a nadie; no tenía con quién llamar. Estaba sola.
Black la abrazó, le dio un abrazo fuerte. Sus lágrimas no secaban. Ese abrazo era lo único que había recibido confortable desde la vez que entró aquí. Le hacía tanta falta, tanta falta recibir un abrazo que pudiera ser cómodo, donde ella pudiera dejar la cabeza. Un abrazo de consuelo. Eso le decía que tenía a alguien en quien confiar, tenía una persona con quien hablar. No estaba sola. Sería de fiar o no, pero en este momento, ella la estaba consolando, y eso es lo que importa.
Black la agarró del hombro para hablarle directamente. Fue cuando ella le apretó sin querer el brazo y ella gritó.
—¿Qué pasó, te hice daño?
¿Qué pasó, te hice daño? Cuando fue la última vez que escuchó algo así en sus oídos y que fuera de preocupación de otra persona, que no fueran insultos y golpes por ser la hija de un Stomcling. Ella miró su brazo, que estaba vendado con una venda roja llena de sangre.
—¿Y esto te lo hicieron aquí?
—No, fue una bala que recibí ese día.
—También saliste lastimada, pero él prefirió que estuvieras muerta en lugar de ella.
—No lo menciones, por favor.
—Como quieras, pero es un maldito patán. Este Ángelo es muy poca cosa.
Black escupió en el piso. Nadin se sorprendió al ver la relación de Black al hablar de Ángelo Clindi, como si lo conociera toda la vida.
—Veo que lo conoces bien.
—¿Y quién no lo conoce? Ha pagado para hacerte pasar un infierno aquí.
—¿Qué?
—Descuida, si lo quisieran hacer, ya estarías media muerta. No soy así. No hago este tipo de cosas a las personas que son iguales a mí.
—¿Y si no fuera igual que tú?
—Dejaría que Medusa te descuartizara junto con la manada.
—¿Y por qué soy igual a ti?
—Ven, aquí estarás conmigo a partir de ahora. Hablaré para que te trasfieran a mi patio. Te hablaré luego de quién soy.
La siguió y entraron a un cuarto. Salieron a otro. Black no estaba en ninguna celda; era como estar en un apartamento. Pero alguien me sacó del chiquero donde estaba. No podía ni siquiera dormir por la angustia de que alguien viniera a dejarme una estocada por las costillas mientras dormía.
Estaba llena de enemigos por todas partes. Ángelo Clindi pagó para que me hicieran la vida imposible. Ahora que estoy junto a Black, no se acercan hacia mí sin prudencia. Una tarde, estaba en el baño; habían cambiado el turno. Las chicas que siempre estaban conmigo no estaban en ese momento. Black me hacía entrenar para defenderme mejor.
Ese día había dejado mi navajilla. Entré a la sala de baño; no había muchas chicas, pero ninguna me lucía familiar. Cuando abrí el llavero, el agua estaba cayendo. Me lavaba la cabeza cuando sentí el golpe, no pude reconocer a nada.
Cuando por fin abrí los ojos, estaba en la sala de enfermería. Tenía una venda en mi costilla. Mi temor se hizo realidad, no durmiendo, sino bañándome. Black estaba enojada. Me preguntó si conocía a las que me apuñalaron; no pude responder.
—Ninguna era familiar. No las había visto.
Con los días que duré para recuperarme, fue casi una eternidad. Mi piel estaba opaca, sin brillo, sin vida. Estaba con un extremo de adelgazamiento. Era como si hubiera perdido toda la vida que tenía antes.
Mientras dormía, volvía a soñar con la escena donde empezó la balacera. Cuando Ricky llamó a Amanda, ella volteó y gritó un “¡noooo!”. La estaba cubriendo con mi arma, pero recibí una bala en el brazo, lo cual me hizo caer. Ella me ayudaba a levantarme cuando algo me arrebato la conciencia. Antes de cerrar los ojos, había unos pies, una voz que era familiar, había una mujer en medio de ellos.
Pero no puedo ver quién es, tampoco reconozco bien la voz. El fuerte dolor de cabeza empezó de nuevo. Desperté y el médico enfermero estaba a mi lado.
—Despertaste, por fin. ¡Tus pesadillas son largas!
—Sí, y de muy mal gusto. ¡Ahhh!
—¿Te duele?
—Sí, mucho.
Cuando él miró, estaba sangrando de nuevo. Era como si la herida se volviera a hacer, como si volviera a ser apuñalada en el mismo lugar, pero imposible de llevarse mi vida con ella.
—Esto no puede ser. Nadie entró aquí, sin embargo, ¿cómo es que esto está aún peor de cuando te trajeron? Estás muy mal. No tengo suficiente equipo aquí para cuidarte. Tengo que hablar para que te lleven a un hospital; estás muy mal. Esto es grave. Lo que no entiendo son tus signos vitales. Tienes un brazo roto y, aun así, haces todos esos trabajos. ¿No te duele esa herida?
Él puso su mano sobre el brazo; era como si tuviera cincuenta mil heridas de balas. Me dolía, como un infierno ardiente.
—¡Ahhh! ¡Sí duele mucho! Mantente así para que te lleven. Si muestras que estás bien, a ellos no les importará nada.
—No entiendo tu cuerpo. ¿Por qué tiene tanta resistencia a los golpes? Es muy extraño.
—Tampoco yo lo entiendo. Cuando cogí la bala, ella duró días en mi brazo. La sacaron, y es cuando vine aquí.
—Solo los cielos te están cuidando. Ellos de seguro no son tu verdadera familia, porque no debieron tratarte así. Ni siquiera tuviste un abogado. Tampoco había tantas pruebas que te acusaran tanto. ¿Cuánto tiempo llevas aquí?
—Cuatro años.
—Tu brazo aún no mejora. Estás en muy mal estado; tienes un hueso roto, pero es imposible que lo sigas usando. Espero que solo sea cosa de mi imaginación y que no sea real.
—Desde niña me decían “bicho raro” por mis ojos verde peridoto.
—Tienes unos ojos hermosos; eso no tiene nada de raro. Aun si fuera raro, es único y especial.
—Gracias por consolarme. ¡Ahhh, duele mucho esto!
—Tu cuerpo está reaccionando como debe ahora.
—¡Duele mucho!
Era como si en mi cuerpo inyectaran un milenario de dolor. Un fuerte dolor en el estómago, todo mi cuerpo me dolía demasiado. Era insoportable; empecé a dar gritos. Sandez, el doctor me dio unos antibióticos, pero nada ayudaba. El dolor era demasiado. Mi cuerpo sentía como si me estuvieran cortando cada pedazo de carne sin anestesia.Ya no podía aguantar más. Solo escuché que algunos decían: “que si habían excedido con la inyección” y otros que preguntaban qué había pasado. Si muero, las cosas empeorarán. ¿Quiénes eran? ¿Por qué aún Ángelo me quiere en tan mal estado? ¿Tanto que no puedo valerme por mí misma? ¿Por qué él me sigue persiguiendo si ya pagué mi condena? Solo me queda un año. ¿Acaso él quiere condenarme aquí?Black entró, estaba enfadada y escuché cómo golpeaba y hablaba fuertemente con ellos. Cuando se acercó, su olor me decía que era ella. Sentí una gota caliente caer sobre mi rostro.—Te sacaré de aquí, te llevaré a un médico.—Black, él me sigue acusando. Ellos estaban
Me sentí tan incómoda. Tan vulnerable. No podía concebir, no podía ser madre. El sueño mayor que Amanda y yo teníamos era ser madres al mismo tiempo. No solo no podía volver a verla, tampoco podría cumplir uno de los sueños que teníamos juntas.Las lágrimas empaparon mi cara. Frendy y Black me abrazaron. Sus palabras fueron de muy poca ayuda, porque repetía una sola cosa: “Me lo pagarán, me lo pagarán”. Era como un mantra para poder manifestar mis deseos.Tras una lucha constante con mi cuerpo, me dormí. Caí rendida en la cama. Cuando desperté, era de tarde y el sonido de la marea del mar me calmaba mucho. Me paré y miré por la ventana. Estábamos en una casa muy hermosa. El pasillo allá abajo era espectacular.El doctor y Black estaban hablando, pero sus sonrisas constantes me dijeron que no era sobre mí. Salí al balcón. El paisaje, la luz, el aire... Todo fue como si fuera la primera vez que salía a la luz del día. Como si fuera la primera vez que pudiera respirar un aire adecuado, de
A medida que avanzaba al muelle, se hacía más oscuro. Las luces eran muy pocas. Después de cruzar debajo del puente para evitar a los guardias, entré sin hacer ruido. Cuando me estaba bajando, vi movimientos sospechosos en el muelle. Me puse nerviosa porque Amanda se encontraba en el lugar.Había hombres armados estableciéndose en el perímetro. No tuve tiempo de escribir ni hacer una llamada para advertirle. Cuando busqué con mi vista, la vi junto a Ricky; habían detectado el movimiento y se escondieron. Era evidente que tenía que encontrar una manera de sacarlos de allí.Cuando trepé bajo las rejas para entrar, una parte de mi bota topó con un metal que hizo ruido. Un hombre se acercaba y yo estaba demasiado a la vista. Él apuntó su arma caminando hacia mí. Cuando me vio, no dudó en disparar. Desde entonces, empezaron una lluvia de balas por todas partes. Lo irónico de esto es que solo un disparo provocó que todos los demás comenzaran a disparar.Dados mis cálculos, era una señal para
Ella salió al salón para desayunar tras una llamada de Black. Se sentó en la mesa, pero tenía tanta vergüenza de mirar a Frendy, que aún tenía la cara roja por el puñetazo.—Frendy, lo lamento mucho. ¡Me estás ayudando y terminé golpeándote! ¡Lo lamento mucho!—No es nada, Nadin. Y me alegraría si no tocaras el tema.Black explotó en carcajadas. Siempre fue una mujer fría, con el ceño fruncido. Muchos la llamaban "hombre en una mujer". Su fuerza y su contorno eran producto de tanto trabajo duro y de haberse forjado a sí misma.—Ustedes, por favor. Ja, ja, ja, ja, veo que ella está haciendo mucho progreso.—Black, no le eches más leña al fuego, por favor.—Ja, ja, ja, ¿qué hombre aceptaría ser golpeado por una chica en este estado? Pero me imagino lo que dirás en el hospital cuando tu lista de chicas te vea así de roja.Frendy las miró y sonrió. Black seguía riéndose. Frendy y Black se conocieron en la cárcel. Él estaba cumpliendo un servicio y ella era una paciente. Desde ese momento s
Cuando Esmeralda salió, Ángelo llamó a Flek, su asistente.—Necesito que investigues esto también. No quiero nada a medias. Quiero saber su paradero, con quién está y qué tipo de vida está viviendo.—¿Crees que es propicio hacer esto? —preguntó Flek, un poco nervioso.—Flek, has estado hablando demasiado.—Lo lamento, me ocuparé de ello.Tras salir de la oficina de Ángelo, Flek se sintió abrumado por los recuerdos del pasado. Como su prometida, había enviado recados a la cárcel a nombre de Nadin, deseando torturarla sin escrúpulos. Ella había salido antes de tiempo por buena conducta y ahora quería saber su paradero. Ángelo era su jefe, le temía, pero también le respetaba. A pesar de eso, sabía que él conocía a Nadin y no esperaba que alguien más tuviera un afecto genuino por ella.Desde joven, Nadin se había hecho cargo de la mayoría de las empresas familiares. Era una chica con un futuro brillante, inteligente y capaz, llena de vida y con un fuerte deseo de vivir. Cuando ocurrió ese
Estaba apurada por dejar ese rincón donde este bastardo me había retrasado. De pronto, sin mirar, choqué con un tipo y caí al suelo. Mientras miraba hacia abajo, vi esos zapatos de marca y sentí que su presencia encendía un fuego de miedo en mí. Era un trauma difícil de superar. En mi mente solo llegó el nombre de Ángelo, y me dio pereza levantar la mirada para verlo.No quería encontrarme con él de repente. Eso no era de mucha ayuda. Pero sentí que esa mirada se posaba en mi espalda. Mi pelo cubría mi cara, y vi cómo una mano larga, con tatuajes salvajes, se extendía ante mis ojos. Cuando me di cuenta, supe que Ángelo no tenía tatuajes en el brazo. Me sostuve de su mano y me levanté.La presencia de este hombre me hizo sentir un cosquilleo en el estómago. Un olor a peligro se apoderó de mí. Cuando finalmente enfrenté su rostro, mis ojos se encontraron con los suyos. Casi vuelvo a caer, pero presioné con fuerza contra el suelo para mantener mi postura.Tenía ojos negros, piel morena y
Me concentré en cómo podía entrar mentalmente en este edificio camuflado. Desaté la idea y decidí divertirme con mis presas. Llegué al depósito, donde el ambiente estaba podrido. El olor a sangre y a descomposición invadía el aire.Mis chicos estaban allí, cada uno interrogando salvajemente a los hombres que habían capturado. Mis leales, Pulpo y Gk, son unos salvajes corpulentos. No tienen ni una pizca de piedad. No conocen la amabilidad; son verdaderos monstruos. Pulpo es un marino, en alta mar, y hace honor a su nombre por su brusquedad y frialdad en cada misión. Gk, por otro lado, es un demonio que no conoce límites ni perdón.Al entrar, los encontré muertos de miedo. Mis hombres son orondos, lo sé, pero estos son aún peores por ir en mi contra. Nunca doy la cara; nadie me conoce. Mis hombres hacen todo el trabajo, y los resultados son de los mejores. Me siento en mi sofá, tomo un bocado de tabaco y exhalo el humo. Un sorbo de whisky me acompaña mientras espero las noticias. Siempre
Utilicé mi fuerza para apartarlo, pero me fue imposible. «Es demasiado fuerte». Me sentía acorralada por él. En un instante, sentí su aliento y un cálido sabor a menta entrar en mis labios. Los suyos eran suaves. Mi mente se quedó en blanco y mi cuerpo no recibió señal de peligro, por lo que obedeció. Los hombres volvieron a pasar y, al vernos besándonos, decidieron seguir su camino. Mis seis sentidos humanos habían desaparecido. No sabía a dónde diablos habían ido, pero no estaban aquí en este momento. Cuando finalmente separé mis labios de los suyos, sentí un vacío inmenso.Con la conciencia interrumpida, deseaba más de ese beso. «¡SINVERGÜENZA!» me reclamé a mí misma, pero luego me di cuenta de que no era nada malo. Volví a mis sentidos y me despegué de él, atónita por lo que acababa de suceder. En mi mente, finalmente vino la información adecuada: «¿Quién demonios era él? ¿Y por qué me salvó?». Estuve a punto de decírselo cuando vi un auto negro detenerse y él me dijo que subiera.