Me llevaron a la cárcel. Fui llevada al lugar al que tanta gente de mi familia ha enviado a otros. Claro que mi llegada tendría mucha atención y una gran bienvenida. Hasta una serenata me cantaron, pero era en forma de puñetazos y patadas; me rompieron hasta el alma. Todo a nombre de Ángelo Clindi. «La familia Clindi te envía un regalo de bienvenida». Fui afortunada. Una guardia me rescató del maltrato y la golpiza que me entregaron como bienvenida.
Cada día, las amenazas eran aún más fuertes. En mi celda había una chica que, por estar en la misma celda que yo, recibía maltrato todos los días. Ella me odiaba. Claro, yo haría lo mismo. Cada día las cosas empeoraban en la cárcel. Me enviaron a la sala, que podría describir como el matadero de cerdos. Era lo único que había allí: un matadero. En cuestión de segundos o minutos, un cuerpo salía de una pelea o le montaban una moraleja de puñetazos con una navaja de cepillo.
Por mi comportamiento, me enviaron a la biblioteca a limpiar, otro lugar gobernado por mujeres muy malas. Estaba en la cárcel; ya no era Nadin Stomcling, solo era Clavería 7776. Nadie me llama Nadin; ese nombre ya no existía. La hija de la familia Stomcling ya no existía, fue condenada y estaba muerta. Mi familia, amigos, todos estaban allí el día que me condenaron sin pruebas contundentes.
No me defendieron, no me ayudaron. ¿De qué sirve tener tanto dinero y reconocimiento? No, no tuve la culpa. El hombre que amé con toda mi fuerza y alma me condenó, me acusó sin tener pruebas de que fui yo quien asesinó a Amanda. Todo este tiempo traté de recordar cómo pasó todo en el muelle. Traté de recordar cómo comenzó todo el tiroteo. Cada vez que estoy en este dilema, termino rindiéndome en la cama. Es como caer en un coma postraumático. Me duele la cabeza a montones. No puedo luchar si mi mente ha borrado todo esto. ¿Pero por qué? ¿Por qué no puedo recordar todo con claridad? ¿No fui yo? Estoy pagando una culpa que no es mía. ¿Por qué tenía que ser yo? Ahora, por primera vez, odio haber nacido. Odio haber sido parte de los Stomcling. Odio haber conocido a todos.
Terminé de organizar todos los libros. Nadie nunca me contó que había una hora en la que no debía estar en la biblioteca. Que esta hora era de “Black”, así escuché que la llamaron, la mujer más temible en la cárcel. Hace lo que quiere, como quiere, a quien sea. Me asusté, disimulé como si ellos no existieran y seguí limpiando. Hasta que, por mi falta de mirar y no meterme en sus asuntos, alguien me llamó.
—¡Hey, tú, la que está limpiando! ¿Acaso no sabes que esta hora es de Black? ¿Qué estás haciendo aquí?
—¡Me mandaron a limpiar la biblioteca! ¡No sé nada de los horarios!
—¡Te mandaron a limpiar, pedazo de basura! ¡Te acabo de decir que esta hora es de Black! ¡Y nadie está aquí en esta hora! Es un lugar privado. Y una rata sucia como tú no debería estar aquí. No, no debes estar aquí.
—¡Pues me iré!
Pelear, claro que no debía pelear. Eran muchas. ¿Cómo iba a pelear con una manada? La chica, respondona y mandona que era yo, no estaba muerta, solo no estaba en acción. No dije ni una palabra porque lo siguiente que saldría de mi boca serían unos sucios insultos, y las cosas no saldrían bien. Me contuve, aguanté.
—¿Te vas? ¿Quién te dio el permiso de irte? ¿Me estás menospreciando?
No podía responder. Entiende, mujer, que las cosas no saldrán bien. Me estoy aguantando. No me colmes la poca cordura que me queda en esta vida. Si es que me queda poca.
—¡Dijiste que esta hora era de Black! Pues me iré para que tengas tu espacio privado.
Puse toda mi fuerza y tensión en "privado". Algo que la mujer hizo que se enojara mucho.
—¡Así que también te haces la inteligente conmigo, ¿cierto? Me menosprecias, te estoy hablando y no estás dispuesta a responderme, ¿verdad?
—¡Mierda, acaso ella está loca!
—¿Qué? ¿Qué dijiste? ¿Mierda? Dime, ¿yo soy una m****a?
—¡No, no te dije m****a a ti!
—¿A quién fue?
—¡Ay, ya basta con tanta gritadera! Me duele la cabeza de escucharte hablar. ¡Me largo!
—¡Ohhhh, miren eso, la chiquilla, es rabiosa también! ¡Sabe cómo sacar sus garras!
—¡Me voy!
Después de decir mi estupidez más grande, ella no me deja ir. Estoy acorralada. Si muero, al menos, todo lo sabrán. Como está toda esta manada armada. Todo estará bien. Estaré bien. Eso me lo repetía cada segundo. Eran muchos; de aquí solo saldría mi cuerpo. Eso lo acabé de confirmar por no saber las reglas como todo el mundo.
Antes de poner un pie para irme, fui bloqueada. Me tomó del cabello y comenzó a arrastrarme como si fuera un saco de basura que tenía que botar. No había forma. No quería luchar. Aun así, me golpeó. No hice ningún esfuerzo, hasta que llegó esta patada y estas palabras.
—¡Sabemos quién eres, Nadin Stomcling! ¿Nunca imaginaste que estarías aquí, verdad? Hoy te dejaré muerta para tu familia.
Familia, Nadin Stomcling, ¿quién es ella? Esa no soy yo. Mi nombre es Clavería 7776, así me llaman. No soy Nadin Stomcling; ella murió. Ellos la mataron. Ellos la condenaron por un crimen que no cometió.
—¡Sabemos que eres una asesina! Todo de ti se sabe, mamasita. Nunca pensé que tenías tantas agallas. ¡Era tu amiga!
Esas palabras me rompieron el último fragmento que tenía en mi alma. «Asesina», pero yo no la maté. ¿Cómo debo explicar esa parte para que entiendan que no la maté?
—¡Ya que sabes quién soy, para qué te molestas tanto?! No soy Nadin Stomcling; ella murió desde el día que entró aquí. Nadin Stomcling no existe. Soy Clavería 7776, así me llamo.
—¡Así que abandonaste tu nombre cuando ellos te rechazaron?! Dime, ¿no recibiste la ayuda de papi? ¿No son las gentes más ricas de todo el mundo? ¿Por qué no te salvaron?
Mis ojos estaban sin luz; no tenía ganas de discutir con una persona como ella. Pero que me llame como la mujer que yo misma enterré, no, no era justo. Esa chica inocente, de apenas dieciocho años, no era justo.
Mis maletas de malas palabras e insultos salieron del fondo del mar. Y que era la callada que no quería meterse en problemas. No quería problemas, pero ya que llevo este maldito nombre, mi mano nunca cesará de estar sucia. Y por llevar ese nombre, siempre estaré en problemas.
Me paré del piso, la tomé de igual modo, no dejé que nadie se involucrara.
—¡Escúchame bien, lo que te voy a decir! No quiero que nunca más, nunca más me llames así. ¿Escuchaste? Soy una rata ahora que está sin nombre de familia. Si muero ahora, el cumplido de haber matado a la hija de una familia millonaria, este triunfo no existe. No soy tu enemiga y tampoco quiero serlo. Déjame en paz. Cada quien por su camino.
—¡Por más que te empeñes en no ser la hija de un Stomcling, esa eres tú! Es tu nombre, y por llevar este nombre no eres bienvenida aquí. ¿Entiendes eso? —me dijo ella sonriendo, como si supiera lo que me haría a continuación. Lo siguiente que pude interpretar como un ataque nuclear.
La ira estaba en mi sangre; la muerte era mi alma gemela. No tenía corazón ni alma. ¿Para qué me necesitaría el Diablo si ni siquiera le seré útil?
—¡No me vuelvas a llamar así!
—¡Y si te llamo de esta manera, ¿y qué?! ¿Qué harás? ¿Me asesinarás como asesinaste a ella? ¿Yo no soy tu amiga? ¿No podrás asesinarme?
Cosas que nunca debió decirme. No tenía un temperamento tan controlable. Mi vida estaba llena de rencor y odio, y ella lo aumentaba. Me calentaba la sangre con cada palabra que mencionaba, con cada salpicada de sal a mi herida. No me dolía, me ardía más.
Arme el rompe-cabezas con ella. Cada palabra de ella avivaba mis recuerdos. Fue una balacera. Ella me llamó; era de noche, teníamos que ir con Ricky. Ella quería encontrarse con él. Ricky era un chico fuerte y muy guapo. Le gustaba a Amanda; no podía decir nada de eso, era mi amiga. Mi mejor amiga.
Ella me insultaba, me repetía que soy una asesina y mi mente formateaba sus palabras, devolviéndome fragmentos pequeños de lo que pasó. ¿Teníamos que ir con Ricky, pero después qué pasó?
Un inmenso dolor de cabeza me atacó. Me dolía mucho, no aguantaba más sus palabras. La ataqué y la golpeé sin parar. Le gritaba que yo no la maté. Detrás de mí, en la esquina oscura, escuché una voz.
—¡Ya basta! No eres una asesina. ¿Y qué piensas hacer ahora? ¿Las vas a matar?
Volteé a ver quién hablaba. Estaba en la oscuridad. Ella salió; ella es Black.
—¡Te creo! Alguien que ha matado a una persona no lo anda negando tanto y tan firme, aun en la cárcel, pagando una condena por ello. Suéltala o ahora serás una verdadera asesina.
“Black”, bonito nombre. Una mujer de piel morena, alta y fuerte. Es una belleza, pero ¿por qué la llaman Black? ¿Qué pasado tiene ella para que se ponga ese nombre? Por primera vez, escuché a una persona decirme que me creía. Me detuve a mirarla con cuidado.
—¿Por qué tú me crees? Todos dicen que soy una asesina porque tú no crees que lo soy.
—¡Porque tú y yo somos parecidas! Es decir, somos idénticas. Estamos aquí por la misma cosa.
Por la misma cosa, un crimen que ella no cometió. Black es igual que yo. ¿Pero qué crimen fue ese?
—¡No soy idéntica a nadie!
—¡Eso es lo que piensas! Todos aquí somos idénticos en algo. ¿En este caso, como m****a, estás aquí en la cárcel?
—¡Fui incriminada, no cometí el crimen!—¿Yo también, y crees que me creyeron?—¿No creo que lo tuyo y lo mío sean iguales?—¿Y por qué no?¿Por qué no? La mente de Nadin sonó como una alarma. Ella también fue incriminada. ¿Quién es en realidad? ¿Por qué se llama Black? ¿Qué pasó?—Porque soy la hija de una familia extremadamente rica, y aun así, me condenaron en esta pocilga por un crimen que no cometí. Por eso digo que no es parecido.—¿Y por qué no?—Porque yo fui metida en la cárcel por la persona que más amé. ¡Y toda mi familia estuvo aquí!—No le veo ninguna diferencia. En mi caso, digo que la mía fue similar, pero en una situación peor.Nadin se limpiaba la mano con el paño que tenía; sus puños estaban llenos de sangre. Miró detenidamente. ¿Cómo fue en realidad la muerte de Amanda? Empezó de nuevo en el muelle; tenían que encontrarse con Ricky. Comenzó una balacera. El dolor inmenso empezó de nuevo y se agarró la cabeza.—No trates de detenerla. Hasta que puedas recordar todo co
Era como si en mi cuerpo inyectaran un milenario de dolor. Un fuerte dolor en el estómago, todo mi cuerpo me dolía demasiado. Era insoportable; empecé a dar gritos. Sandez, el doctor me dio unos antibióticos, pero nada ayudaba. El dolor era demasiado. Mi cuerpo sentía como si me estuvieran cortando cada pedazo de carne sin anestesia.Ya no podía aguantar más. Solo escuché que algunos decían: “que si habían excedido con la inyección” y otros que preguntaban qué había pasado. Si muero, las cosas empeorarán. ¿Quiénes eran? ¿Por qué aún Ángelo me quiere en tan mal estado? ¿Tanto que no puedo valerme por mí misma? ¿Por qué él me sigue persiguiendo si ya pagué mi condena? Solo me queda un año. ¿Acaso él quiere condenarme aquí?Black entró, estaba enfadada y escuché cómo golpeaba y hablaba fuertemente con ellos. Cuando se acercó, su olor me decía que era ella. Sentí una gota caliente caer sobre mi rostro.—Te sacaré de aquí, te llevaré a un médico.—Black, él me sigue acusando. Ellos estaban
Me sentí tan incómoda. Tan vulnerable. No podía concebir, no podía ser madre. El sueño mayor que Amanda y yo teníamos era ser madres al mismo tiempo. No solo no podía volver a verla, tampoco podría cumplir uno de los sueños que teníamos juntas.Las lágrimas empaparon mi cara. Frendy y Black me abrazaron. Sus palabras fueron de muy poca ayuda, porque repetía una sola cosa: “Me lo pagarán, me lo pagarán”. Era como un mantra para poder manifestar mis deseos.Tras una lucha constante con mi cuerpo, me dormí. Caí rendida en la cama. Cuando desperté, era de tarde y el sonido de la marea del mar me calmaba mucho. Me paré y miré por la ventana. Estábamos en una casa muy hermosa. El pasillo allá abajo era espectacular.El doctor y Black estaban hablando, pero sus sonrisas constantes me dijeron que no era sobre mí. Salí al balcón. El paisaje, la luz, el aire... Todo fue como si fuera la primera vez que salía a la luz del día. Como si fuera la primera vez que pudiera respirar un aire adecuado, de
A medida que avanzaba al muelle, se hacía más oscuro. Las luces eran muy pocas. Después de cruzar debajo del puente para evitar a los guardias, entré sin hacer ruido. Cuando me estaba bajando, vi movimientos sospechosos en el muelle. Me puse nerviosa porque Amanda se encontraba en el lugar.Había hombres armados estableciéndose en el perímetro. No tuve tiempo de escribir ni hacer una llamada para advertirle. Cuando busqué con mi vista, la vi junto a Ricky; habían detectado el movimiento y se escondieron. Era evidente que tenía que encontrar una manera de sacarlos de allí.Cuando trepé bajo las rejas para entrar, una parte de mi bota topó con un metal que hizo ruido. Un hombre se acercaba y yo estaba demasiado a la vista. Él apuntó su arma caminando hacia mí. Cuando me vio, no dudó en disparar. Desde entonces, empezaron una lluvia de balas por todas partes. Lo irónico de esto es que solo un disparo provocó que todos los demás comenzaran a disparar.Dados mis cálculos, era una señal para
Ella salió al salón para desayunar tras una llamada de Black. Se sentó en la mesa, pero tenía tanta vergüenza de mirar a Frendy, que aún tenía la cara roja por el puñetazo.—Frendy, lo lamento mucho. ¡Me estás ayudando y terminé golpeándote! ¡Lo lamento mucho!—No es nada, Nadin. Y me alegraría si no tocaras el tema.Black explotó en carcajadas. Siempre fue una mujer fría, con el ceño fruncido. Muchos la llamaban "hombre en una mujer". Su fuerza y su contorno eran producto de tanto trabajo duro y de haberse forjado a sí misma.—Ustedes, por favor. Ja, ja, ja, ja, veo que ella está haciendo mucho progreso.—Black, no le eches más leña al fuego, por favor.—Ja, ja, ja, ¿qué hombre aceptaría ser golpeado por una chica en este estado? Pero me imagino lo que dirás en el hospital cuando tu lista de chicas te vea así de roja.Frendy las miró y sonrió. Black seguía riéndose. Frendy y Black se conocieron en la cárcel. Él estaba cumpliendo un servicio y ella era una paciente. Desde ese momento s
Cuando Esmeralda salió, Ángelo llamó a Flek, su asistente.—Necesito que investigues esto también. No quiero nada a medias. Quiero saber su paradero, con quién está y qué tipo de vida está viviendo.—¿Crees que es propicio hacer esto? —preguntó Flek, un poco nervioso.—Flek, has estado hablando demasiado.—Lo lamento, me ocuparé de ello.Tras salir de la oficina de Ángelo, Flek se sintió abrumado por los recuerdos del pasado. Como su prometida, había enviado recados a la cárcel a nombre de Nadin, deseando torturarla sin escrúpulos. Ella había salido antes de tiempo por buena conducta y ahora quería saber su paradero. Ángelo era su jefe, le temía, pero también le respetaba. A pesar de eso, sabía que él conocía a Nadin y no esperaba que alguien más tuviera un afecto genuino por ella.Desde joven, Nadin se había hecho cargo de la mayoría de las empresas familiares. Era una chica con un futuro brillante, inteligente y capaz, llena de vida y con un fuerte deseo de vivir. Cuando ocurrió ese
Estaba apurada por dejar ese rincón donde este bastardo me había retrasado. De pronto, sin mirar, choqué con un tipo y caí al suelo. Mientras miraba hacia abajo, vi esos zapatos de marca y sentí que su presencia encendía un fuego de miedo en mí. Era un trauma difícil de superar. En mi mente solo llegó el nombre de Ángelo, y me dio pereza levantar la mirada para verlo.No quería encontrarme con él de repente. Eso no era de mucha ayuda. Pero sentí que esa mirada se posaba en mi espalda. Mi pelo cubría mi cara, y vi cómo una mano larga, con tatuajes salvajes, se extendía ante mis ojos. Cuando me di cuenta, supe que Ángelo no tenía tatuajes en el brazo. Me sostuve de su mano y me levanté.La presencia de este hombre me hizo sentir un cosquilleo en el estómago. Un olor a peligro se apoderó de mí. Cuando finalmente enfrenté su rostro, mis ojos se encontraron con los suyos. Casi vuelvo a caer, pero presioné con fuerza contra el suelo para mantener mi postura.Tenía ojos negros, piel morena y
Me concentré en cómo podía entrar mentalmente en este edificio camuflado. Desaté la idea y decidí divertirme con mis presas. Llegué al depósito, donde el ambiente estaba podrido. El olor a sangre y a descomposición invadía el aire.Mis chicos estaban allí, cada uno interrogando salvajemente a los hombres que habían capturado. Mis leales, Pulpo y Gk, son unos salvajes corpulentos. No tienen ni una pizca de piedad. No conocen la amabilidad; son verdaderos monstruos. Pulpo es un marino, en alta mar, y hace honor a su nombre por su brusquedad y frialdad en cada misión. Gk, por otro lado, es un demonio que no conoce límites ni perdón.Al entrar, los encontré muertos de miedo. Mis hombres son orondos, lo sé, pero estos son aún peores por ir en mi contra. Nunca doy la cara; nadie me conoce. Mis hombres hacen todo el trabajo, y los resultados son de los mejores. Me siento en mi sofá, tomo un bocado de tabaco y exhalo el humo. Un sorbo de whisky me acompaña mientras espero las noticias. Siempre