Era como si en mi cuerpo inyectaran un milenario de dolor. Un fuerte dolor en el estómago, todo mi cuerpo me dolía demasiado. Era insoportable; empecé a dar gritos. Sandez, el doctor me dio unos antibióticos, pero nada ayudaba. El dolor era demasiado. Mi cuerpo sentía como si me estuvieran cortando cada pedazo de carne sin anestesia.
Ya no podía aguantar más. Solo escuché que algunos decían: “que si habían excedido con la inyección” y otros que preguntaban qué había pasado. Si muero, las cosas empeorarán. ¿Quiénes eran? ¿Por qué aún Ángelo me quiere en tan mal estado? ¿Tanto que no puedo valerme por mí misma? ¿Por qué él me sigue persiguiendo si ya pagué mi condena? Solo me queda un año. ¿Acaso él quiere condenarme aquí?
Black entró, estaba enfadada y escuché cómo golpeaba y hablaba fuertemente con ellos. Cuando se acercó, su olor me decía que era ella. Sentí una gota caliente caer sobre mi rostro.
—Te sacaré de aquí, te llevaré a un médico.
—Black, él me sigue acusando. Ellos estaban diciendo que no debían matarme, pero se excedieron en lo que me echaron.
—Descuida, tengo que sacarte de aquí primero. ¡No puedes morirte!
—¿Por qué dices esto, Black? Claro que no me moriré. Estoy bendecida por los cielos, así lo dijo Sander.
—La mentó lo que le pasó, ahora está en cuidados.
—¿Qué? ¿Qué le pasó?
—Lo atacaron y le dieron varias puñaladas. Está muy grave; se lo acaban de llevar fuera de la cárcel.
—Santo cielo, ¡todo esto por mi culpa!
—Cállate, nada es tu culpa. No eres culpable de esto. Ellos me las pagarán. Lo juro, lo harán. Por tu buena conducta, saldremos de aquí. Estaremos libres pronto.
—¿De verdad?
Ella me decía que saldríamos libres de esto, pero yo ya no sentía nada en mi cuerpo. Era como si me hubiera recuperado de todo dolor, pero no podía mover nada, ni siquiera un dedo.
Black estaba hablando con unos guardias, y una ambulancia me movía. Ella estaba a mi lado, pero no le pude hablar. La podía ver, pero no podía decirle que no sentía nada en mi cuerpo. Mi habla, todo estaba apagado en mí.
No, aún no era el momento. No, cuerpo, por favor, reavívate. Espera, no puedes fallarme ahora. No, no lo hagas, por favor, no.
Black me miraba; las lágrimas corrían por sus ojos. Desde ese día, ella me trataba como si fuera su hermana. Me ha dado todo y siempre estuvo conmigo. Nunca me dejó sola. Me decía cómo estaba, cerraba los ojos, y yo los habría, pero no podía hablar, no podía mover ni siquiera un centímetro de mi cuerpo para hacer señal de algo. En un momento, antes de llegar al hospital.
—Nadin, respóndeme con lo que sea que tengas en funcionamiento, ¡está bien!
Cerré los ojos y volví a abrirlos. Ella se tapó la boca con la mano, le exigía al conductor que se apresurara. Yo no podía ver el estado de mi cuerpo; solo ellos estaban viendo cómo lucía. Era toda una pila de huesos sin carne. Mi vida se había convertido en un esqueleto.
Las lágrimas comenzaron a salirse de mis ojos.
No es que fuera inmortal, para pedirle a papá Dios que me diera la oportunidad de seguir viviendo. Mi cuerpo adormecido, solo con el sentido de ver. Solo podía ver. En cuestión de minutos llegamos al hospital. Un hombre guapo, musculoso, apareció y agarró la camilla. Su voz, como trueno, hizo que estremeciera. Solo sentí la sangre enfriarse en mí.
Me miró y me guiñó un ojo; no podía interpretar qué quería decir, pero supuse que me estaba dando fuerza. Me entraron en el quirófano; estaba consciente de todo. Cuando volvió a entrar en la sala quirúrgica, él me miró y me tocó el brazo, moviendo su cabeza. Volví a suponer que me dijo que todo estaba bien.
Black no estaba conmigo; no tenía a quién aferrarme en este momento. Solo podía interpretar todo lo que me decían como algo para fortalecerme. En minutos, solo vi preocupación en sus caras, como enfermera y médico. El cirujano tenía una cara más de espanto que otra cosa, aunque trataban de disimular para que no entendiera, no lo lograron.
Estaban preocupados. Si esto podía resultar ser un milagro, solo un milagro podía salvarme. Eso fue lo que interpreté.
El doctor me miró y me regaló una pequeña sonrisa.
—Porque no la anestesiamos por completo, esto se está complicando.
—Su cuerpo lo rechaza, Dr. Frendy.
—Las cosas no pintan bien. Déjame hablar con ella.
Escuché todo, y como no estaba dormida, él me miró y me dijo que quería hacer una pequeña charla conmigo. Apreté los ojos para responder. Él sonrió.
—Leí tu expediente; estás muy grave. Tenemos que retirar tu matriz. Su útero está dañado; la estocada fue profunda. En la prisión solo la cosieron y se agravó.
Lo miré y las lágrimas me invadieron. Sus ojos mostraban mucha preocupación.
—Es lo único que podemos hacer para salvar tu vida. No podrás tener hijos.
Noticias que te llevan el alma, la vida y todo tu sentido de vivir. No podré tener un hijo, no podré engendrar. Eso era demasiado. Él me secó las lágrimas y me dijo:
—Eres fuerte. Eso es mucho que pedir, y tu cuerpo nos ayudará. Es extraño ver un tipo de cuerpo como el tuyo reaccionando a estos tipos así. Es único en un millón. Vivirás.
Apreté los ojos con mucha más fuerza para poder agradecerle. Él me volvió a sonreír y dijo a los demás que era hora de terminar.
Se puso de nuevo su gorro y ajustó sus guantes. Mis ojos estaban muy abiertos. En el espejo del quirófano pude ver todo lo que pasaba dentro de mi cuerpo, cuando me sacaban parte de mi ser y lo volvían a introducir. Mi cuerpo estaba muerto por completo; la anestesia no era necesaria.
Al terminar, todos aplaudieron el éxito de la operación. Me besó la frente y un “¡A DIOS!” es lo único que recuerdo antes de caer dormida. Cuando por fin abrí los ojos, estaba en una camilla. Black estaba a mi lado. Intenté mover un dedo, pero no pude. Ella me dijo que intentara de nuevo, y nada, no pude moverlos.
Desesperada, llamó al médico.
—¡Ella no se puede mover! ¿Qué está pasando?
La cara de los médicos estaba más pálida que la propia sábana que cubría la camilla. Corrieron a buscar al Dr. Frendy. Él vino con toda la prisa. Cuando llegó, me miró. No estaba tan preocupado por eso; me calmé.
Pero tocó a Black y fueron a un límite para poder hablar. En minutos, Black volvió donde mí y me sonrió.
—El Dr. Frendy dijo que te dejara ir, que no puedes quedarte aquí más. Algo extraño está en tu cuerpo y no quiere que los demás se alteren demasiado. Pero estarás bien.
¿Algo extraño en mi cuerpo? ¿Qué será? ¿Qué es lo que me pasa? Cerré los ojos, tardé unos segundos antes de abrirlos. Black llamó a unos enfermeros y me movieron. Ahora, ¿dónde me llevarán? ¿Dónde? Mi mente se volvió borrosa y dejé que solo el destino se ocupara de todo.
Me subieron a una camioneta y me trasladaron a un lugar. No podía hablar; Black me entendía con las introducciones que me daba, cerrando y abriendo los ojos. Parpadeando unas cuantas veces, podía decir lo que quería y lo que no. Así fue durante un mes completo.
Mientras estaba en los chequeos constantes del Dr. Frendy, cada mirada de él me decía que estaba mejorando o cuando empeoraba. Como si fuera un milagro. Como si su mano fuera una cura, él tocó mi palma y la apretó fuerte. Sentí una corriente traspasar todo mi cuerpo. Jalé mi mano de un brinco. Hasta él se llevó un gran susto.
Black saltó de alegría y me abrazó. Me dio unos cuantos besos, incontables veces. Volví a moverme. Salté de la cama y comencé a caminar. Estaba contenta. Extrañaba tanto caminar y saltar. Por primera vez, me alegró tanto recuperar algo. Pero cuando toqué mi vientre, no pude contener las lágrimas.
Me sentí tan incómoda. Tan vulnerable. No podía concebir, no podía ser madre. El sueño mayor que Amanda y yo teníamos era ser madres al mismo tiempo. No solo no podía volver a verla, tampoco podría cumplir uno de los sueños que teníamos juntas.Las lágrimas empaparon mi cara. Frendy y Black me abrazaron. Sus palabras fueron de muy poca ayuda, porque repetía una sola cosa: “Me lo pagarán, me lo pagarán”. Era como un mantra para poder manifestar mis deseos.Tras una lucha constante con mi cuerpo, me dormí. Caí rendida en la cama. Cuando desperté, era de tarde y el sonido de la marea del mar me calmaba mucho. Me paré y miré por la ventana. Estábamos en una casa muy hermosa. El pasillo allá abajo era espectacular.El doctor y Black estaban hablando, pero sus sonrisas constantes me dijeron que no era sobre mí. Salí al balcón. El paisaje, la luz, el aire... Todo fue como si fuera la primera vez que salía a la luz del día. Como si fuera la primera vez que pudiera respirar un aire adecuado, de
A medida que avanzaba al muelle, se hacía más oscuro. Las luces eran muy pocas. Después de cruzar debajo del puente para evitar a los guardias, entré sin hacer ruido. Cuando me estaba bajando, vi movimientos sospechosos en el muelle. Me puse nerviosa porque Amanda se encontraba en el lugar.Había hombres armados estableciéndose en el perímetro. No tuve tiempo de escribir ni hacer una llamada para advertirle. Cuando busqué con mi vista, la vi junto a Ricky; habían detectado el movimiento y se escondieron. Era evidente que tenía que encontrar una manera de sacarlos de allí.Cuando trepé bajo las rejas para entrar, una parte de mi bota topó con un metal que hizo ruido. Un hombre se acercaba y yo estaba demasiado a la vista. Él apuntó su arma caminando hacia mí. Cuando me vio, no dudó en disparar. Desde entonces, empezaron una lluvia de balas por todas partes. Lo irónico de esto es que solo un disparo provocó que todos los demás comenzaran a disparar.Dados mis cálculos, era una señal para
Ella salió al salón para desayunar tras una llamada de Black. Se sentó en la mesa, pero tenía tanta vergüenza de mirar a Frendy, que aún tenía la cara roja por el puñetazo.—Frendy, lo lamento mucho. ¡Me estás ayudando y terminé golpeándote! ¡Lo lamento mucho!—No es nada, Nadin. Y me alegraría si no tocaras el tema.Black explotó en carcajadas. Siempre fue una mujer fría, con el ceño fruncido. Muchos la llamaban "hombre en una mujer". Su fuerza y su contorno eran producto de tanto trabajo duro y de haberse forjado a sí misma.—Ustedes, por favor. Ja, ja, ja, ja, veo que ella está haciendo mucho progreso.—Black, no le eches más leña al fuego, por favor.—Ja, ja, ja, ¿qué hombre aceptaría ser golpeado por una chica en este estado? Pero me imagino lo que dirás en el hospital cuando tu lista de chicas te vea así de roja.Frendy las miró y sonrió. Black seguía riéndose. Frendy y Black se conocieron en la cárcel. Él estaba cumpliendo un servicio y ella era una paciente. Desde ese momento s
Cuando Esmeralda salió, Ángelo llamó a Flek, su asistente.—Necesito que investigues esto también. No quiero nada a medias. Quiero saber su paradero, con quién está y qué tipo de vida está viviendo.—¿Crees que es propicio hacer esto? —preguntó Flek, un poco nervioso.—Flek, has estado hablando demasiado.—Lo lamento, me ocuparé de ello.Tras salir de la oficina de Ángelo, Flek se sintió abrumado por los recuerdos del pasado. Como su prometida, había enviado recados a la cárcel a nombre de Nadin, deseando torturarla sin escrúpulos. Ella había salido antes de tiempo por buena conducta y ahora quería saber su paradero. Ángelo era su jefe, le temía, pero también le respetaba. A pesar de eso, sabía que él conocía a Nadin y no esperaba que alguien más tuviera un afecto genuino por ella.Desde joven, Nadin se había hecho cargo de la mayoría de las empresas familiares. Era una chica con un futuro brillante, inteligente y capaz, llena de vida y con un fuerte deseo de vivir. Cuando ocurrió ese
Estaba apurada por dejar ese rincón donde este bastardo me había retrasado. De pronto, sin mirar, choqué con un tipo y caí al suelo. Mientras miraba hacia abajo, vi esos zapatos de marca y sentí que su presencia encendía un fuego de miedo en mí. Era un trauma difícil de superar. En mi mente solo llegó el nombre de Ángelo, y me dio pereza levantar la mirada para verlo.No quería encontrarme con él de repente. Eso no era de mucha ayuda. Pero sentí que esa mirada se posaba en mi espalda. Mi pelo cubría mi cara, y vi cómo una mano larga, con tatuajes salvajes, se extendía ante mis ojos. Cuando me di cuenta, supe que Ángelo no tenía tatuajes en el brazo. Me sostuve de su mano y me levanté.La presencia de este hombre me hizo sentir un cosquilleo en el estómago. Un olor a peligro se apoderó de mí. Cuando finalmente enfrenté su rostro, mis ojos se encontraron con los suyos. Casi vuelvo a caer, pero presioné con fuerza contra el suelo para mantener mi postura.Tenía ojos negros, piel morena y
Me concentré en cómo podía entrar mentalmente en este edificio camuflado. Desaté la idea y decidí divertirme con mis presas. Llegué al depósito, donde el ambiente estaba podrido. El olor a sangre y a descomposición invadía el aire.Mis chicos estaban allí, cada uno interrogando salvajemente a los hombres que habían capturado. Mis leales, Pulpo y Gk, son unos salvajes corpulentos. No tienen ni una pizca de piedad. No conocen la amabilidad; son verdaderos monstruos. Pulpo es un marino, en alta mar, y hace honor a su nombre por su brusquedad y frialdad en cada misión. Gk, por otro lado, es un demonio que no conoce límites ni perdón.Al entrar, los encontré muertos de miedo. Mis hombres son orondos, lo sé, pero estos son aún peores por ir en mi contra. Nunca doy la cara; nadie me conoce. Mis hombres hacen todo el trabajo, y los resultados son de los mejores. Me siento en mi sofá, tomo un bocado de tabaco y exhalo el humo. Un sorbo de whisky me acompaña mientras espero las noticias. Siempre
Utilicé mi fuerza para apartarlo, pero me fue imposible. «Es demasiado fuerte». Me sentía acorralada por él. En un instante, sentí su aliento y un cálido sabor a menta entrar en mis labios. Los suyos eran suaves. Mi mente se quedó en blanco y mi cuerpo no recibió señal de peligro, por lo que obedeció. Los hombres volvieron a pasar y, al vernos besándonos, decidieron seguir su camino. Mis seis sentidos humanos habían desaparecido. No sabía a dónde diablos habían ido, pero no estaban aquí en este momento. Cuando finalmente separé mis labios de los suyos, sentí un vacío inmenso.Con la conciencia interrumpida, deseaba más de ese beso. «¡SINVERGÜENZA!» me reclamé a mí misma, pero luego me di cuenta de que no era nada malo. Volví a mis sentidos y me despegué de él, atónita por lo que acababa de suceder. En mi mente, finalmente vino la información adecuada: «¿Quién demonios era él? ¿Y por qué me salvó?». Estuve a punto de decírselo cuando vi un auto negro detenerse y él me dijo que subiera.
Estaba enfadada y nerviosa a la vez. ¿Quiénes eran? No tengo idea, pero acababa de enfrentarme a ellos. Les agradezco que me salvaran, pero hasta aquí llego. Por lo visto, saben más de mí que yo misma. No les daré la oportunidad de encontrarme. Me adentré más caminando hacia el mar. Cualquiera que me viera pensaría algo distinto. Mi cara ardía de ira. Todo aquel que me miraba pensaba que me iba a tirar al agua.En un momento, corrí y me bajé hasta la arena. Miré a ambos lados, para asegurarme de que no me seguían. Me senté en la arena, dejando que el agua chocara contra mis pies. Una vez relajada, me recosté en el piso, sintiéndome una con el mar y la arena. Estaba en mil mundos, pensando en ese beso. De repente, mi celular sonó, sacándome de mi mundo imaginario.—¡Nadin! ¿Dónde estás?—Abajo, en el mar.—Uff, gracias a Dios.—¿Qué pasa?—Nada, solo vi que no entraste y me preocupé.—Gracias, amiga, por preocuparte por mí.—Boba, ¿desde cuándo no me preocupo por ti? ¡Entra que tengo qu