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capitulo 6 Encuentro

A medida que avanzaba al muelle, se hacía más oscuro. Las luces eran muy pocas. Después de cruzar debajo del puente para evitar a los guardias, entré sin hacer ruido. Cuando me estaba bajando, vi movimientos sospechosos en el muelle. Me puse nerviosa porque Amanda se encontraba en el lugar.

Había hombres armados estableciéndose en el perímetro. No tuve tiempo de escribir ni hacer una llamada para advertirle. Cuando busqué con mi vista, la vi junto a Ricky; habían detectado el movimiento y se escondieron. Era evidente que tenía que encontrar una manera de sacarlos de allí.

Cuando trepé bajo las rejas para entrar, una parte de mi bota topó con un metal que hizo ruido. Un hombre se acercaba y yo estaba demasiado a la vista. Él apuntó su arma caminando hacia mí. Cuando me vio, no dudó en disparar. Desde entonces, empezaron una lluvia de balas por todas partes. Lo irónico de esto es que solo un disparo provocó que todos los demás comenzaran a disparar.

Dados mis cálculos, era una señal para comenzar la balacera. Evité cada bala, y ellos hicieron lo mismo. En ese momento, saqué mi arma para poder hacer frente a ellos y poder sacarlos del lugar. Cuanto más nos enfrentábamos, más eran.

Ricky cogió el arma de uno de los hombres caídos y comenzó a disparar como señal para que nosotras pudiéramos marcharnos del lugar. Pero Amanda se negaba a ir sin él. Regresé y recibí una bala en el brazo tratando de detenerla. Al caer por el disparo, vi cómo un hombre se aproximaba más. Indefensa, disparé con la mano izquierda. No era tan hábil con ella; fue difícil para mí acertar en el blanco. Al ver al hombre caer, Amanda gritaba desesperada.

Amanda se paró; cuando me iban a disparar, me empujó. Caímos al costado de un contenedor y chocamos fuerte. Sostenía el arma cuando caímos. Cuando abrí los ojos para poder moverme, estábamos rodeadas de gente. Una mujer con unos tacones y un perfume familiar. Su voz me sonaba familiar, como una voz que escuchaba cada momento. Cuando me moví para levantar la cabeza, sentí un golpe fuerte en mi cabeza. Alguien me cogió el arma de la mano.

Lo más sorprendente es que conocía el arma. La mujer sonrió; pude escuchar su voz. Estaba en el piso con un fuerte dolor y no podía levantar mi cabeza para ver. Se me hacía difícil abrir los ojos. Cuando escuché el disparo, fue lo último que recordé. Sin pedir más, levanté la cabeza para ver quiénes eran.

Sentí un gran jalón y bruscamente me sacaron del agua. Escuchaba una voz lejana que se aproximaba a mí.

—Nadin, ¡abre los ojos, por favor!

Me pesaban los ojos, como si tuviera más de diez toneladas sobre ellos. Luché hasta abrir los ojos de un solo parpadeo y vi la cara de Black, con tanta preocupación.

—Por Dios, Nadin, ¿qué tramas? ¿Quieres morir ya? ¿Soportaste todo esto para tirar tu cuerpo al mar?

—¿Cómo me encontraron?

—Tu cuerpo, pudimos ver la luz que emitía debajo del agua cuando nos sumergimos. ¿Estás loca, mujer? ¿Cómo te tiras al mar para acabar con tu vida?

—Estaba en un sueño. Pude, por primera vez, revivir todo lo que pasó en el muelle, pero cuando estuve a punto de ver la cara de esa persona, ¡ustedes me jalaron!

Black quedó petrificada, como si esta mujer solo dijera puras bobadas.

—¿Cómo que estabas en un sueño?

—Sí, estaba soñando con lo que pasó antes.

—No, no estoy entendiendo nada.

Frendy también la miraba como si algo le fuera a pasar a su cabeza. La miró y le tocó la cabeza.

—Estás sin un solo golpe.

—¿Creen que estoy loca?

—No, sé que no estás loca. Pero lo que dices me estás volviendo loca a mí. ¡No te ahogabas, estabas en un sueño!

—Sí, así es. Pensé que estar en el fondo del agua serían mis últimos segundos, pero empecé a flotar y podía moverme con toda libertad en el agua. Como si yo y el agua tuviéramos una conexión entre sí. Y pocos minutos después, sentí que brillaba y empecé a recordar todo lo que pasó.

La cara de Black y Frendy no mostraba preocupación, sino asombro. Estaban asombrados con lo que contaba esta mujer. Lo que ella decía era muy pesado para ellos digerirlo.

Black parpadeó y miró fijamente a Nadin, tratando de no quedar frustrada tras lo que ella contó. Movió la cabeza varias veces.

—Por lo mejor deberías haberte despedido si querías morir.

Sin emoción alguna y con un poco de enfado en sus ojos, ella la agarró del brazo y empezaron a caminar. Cuando Nadin sintió un zumbido en sí misma, se paró recta para poder saber qué fue eso.

—¿Escucharon eso?

—¿Qué cosa?

—Un zumbido, como si mi corazón palpitara fuertemente. ¡Me tensé ahora mismo!

—¡Aún sigues en ese sueño! —preguntó Black.

—¡Odio que no me crean! Se soltó de Black y empezó a caminar por sí sola, cuando de nuevo su cuerpo se tensó y no podía moverse. Empezó a ver colores diferentes y un destello de una aurora pasar, y la ola del mar como si estuviera dentro de ella.

Black pasó a su lado, la miró, pero su cara decía que era algo urgente. La tocó para que caminara, pero su cuerpo estaba tan caliente como si se fuera a quemar por algún fuego. Black miró a Frendy; él también la tocó, pero en Nadin no había señal de que estuviera en este cuerpo, en esta vida. Estaba inmóvil.

Black se tensó y miró a Frendy; él, por igual, no comprendía lo que pasaba. Pero sabían que en Nadin había algo raro, como si no fuera un ser de este planeta. Corrieron a entrar con ella. La pusieron dentro de la bañera y abrieron el grifo; empezó a caer agua sobre ella. Pero el agua que caía sobre su cuerpo emitía vapor.

Ellos se tensaron aún más. Cuando Black recordó que cuando se sumergió sintió algo extraño en su cuerpo bajo el agua. Y el agua estaba bien helada, pero ella podía soportar sin ninguna dificultad. "Ella estaba soñando bajo el agua", pensó. Procedió y abrió el grifo de agua con más presión, pero que estaba fría. Unos zumbidos más de agua; ella respiró y se agitó, abrió los ojos muy fuertes y bruscos, como si se estuviera ahogando.

—¿Cómo, carajo, no te ahogas en el mar, pero mira cómo estás agitada bajo el agua en la bañera?

Nadin miró desconcertada por lo que ella decía y salió de la bañera, metiéndose en la cama de inmediato por el frío que sentía.

Profundizada en un sueño muy violento, donde las batallas eran un eterno sinfín. En innumerables ocasiones, en cada vida, seguía siendo una mujer que tenía que pasar por un lamento. Todo por un amor no correspondido. Siempre terminaba enamorándose de la persona equivocada.

Tras una lucha constante, en su sueño pudo ver cada rasgo de sí misma en cada mujer que interpretaba. Siempre fue acusada, como si fuera una clausura repentina. Su hermana estaba en ellas. Como si fuera una misión incompleta, tenía que buscar la manera de desviar ese amor. No podía seguir. Tras luchar consigo misma para liberarse de las ataduras que la tenían en sus vidas.

Se despertó de un susto y agarró la almohada, estaba empapada de sudor. Su garganta estaba seca de tanto luchar con su fuerza interna. Y pensó para sí misma: ¿Cómo es posible? ¿Cómo puede ser tan escalofriante ser una condenada en todas mis vidas? ¿Por qué de repente tengo ese sueño? ¿Quién soy en realidad? Tocando su cuerpo, sintiéndose pasmada. Jadeó con un dolor inmenso que recorría su cuerpo, sintiéndose en un estado sin control de sí misma y en una condición lamentable.

Las lágrimas brotaron por sus mejillas, pero ella no entendía por qué lloraba, no era por el dolor, o sí. Se maldijo a sí misma en silencio por ser una bastarda sin familia, ni amigos, sin nadie. En la mañana siguiente, tras quedarse dormida, el sol emitía una cálida luz en su piel, haciendo que luciera pura e inocente. Frendy, que la estuvo observando por un largo tiempo, sintió cómo su cuerpo se calentaba solo al quedarse mirándola dormida.

Le tocó la muñeca para controlar su presión, pero no esperaba que la mujer estuviera en una guardia tan severa.

Al abrir los ojos y ver que era el doctor Frendy quien le sostenía la muñeca, su cara se llenó de vergüenza. El hombre tenía su mejilla agarrada bien fuerte, flotando suave por el tremendo puñetazo que le lanzó. Le dolió tanto que una pizca de lágrimas apareció en sus ojos.

—Lo lamento, Frendy… Yo… ¡Ay! ¡Lo lamento mucho!

—No es nada. Solo estabas en guardia. Eso es bueno.

—¿Te hice daño?

—No, descuida. Iré por un poco de hielo.

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