Ella salió al salón para desayunar tras una llamada de Black. Se sentó en la mesa, pero tenía tanta vergüenza de mirar a Frendy, que aún tenía la cara roja por el puñetazo.
—Frendy, lo lamento mucho. ¡Me estás ayudando y terminé golpeándote! ¡Lo lamento mucho!
—No es nada, Nadin. Y me alegraría si no tocaras el tema.
Black explotó en carcajadas. Siempre fue una mujer fría, con el ceño fruncido. Muchos la llamaban "hombre en una mujer". Su fuerza y su contorno eran producto de tanto trabajo duro y de haberse forjado a sí misma.
—Ustedes, por favor. Ja, ja, ja, ja, veo que ella está haciendo mucho progreso.
—Black, no le eches más leña al fuego, por favor.
—Ja, ja, ja, ¿qué hombre aceptaría ser golpeado por una chica en este estado? Pero me imagino lo que dirás en el hospital cuando tu lista de chicas te vea así de roja.
Frendy las miró y sonrió. Black seguía riéndose. Frendy y Black se conocieron en la cárcel. Él estaba cumpliendo un servicio y ella era una paciente. Desde ese momento se convirtieron en mejores amigos: él como doctor y ella como una criminal condenada.
Nadin salía muy poco; si lo hacía, solo era para correr por la playa, ejercitarse y comer. No importaba cuánto intentaran Frendy y Black hacer que saliera de la casa, ella no podía. Se sentía aún no lista.
—¿Hasta cuándo estarás encerrada preparándote?
—Hasta el momento en que esté lista. —Seguía diciéndose eso mientras entrenaba con puños de hierro en un palo. Sus manos le sangraban, pero ella no paraba. Cuanto más dolor sentía, más rabia encontraba para entrenar y pensar en los Clindy, en una persona en especial: Ángelo Clindy.
En ese mismo momento, en la playa, un hombre caminaba al lado de una chica de pasos pequeños. El hombre tenía una presencia deslumbrante; sus rasgos potentes y afirmativos decían por sí mismos que trabajaba cada rincón de su cuerpo. Era guapo y sexy, emitía una vibración electrizante cuando fijaba sus ojos en algo. Sus ojos se plantaron sobre Nadin, que aún golpeaba fuerte en el patio. Sus oídos pudieron seguir el ruido de los puños.
Miró y buscó la dirección de donde provenían esos ruidos y sonidos de una mujer que le resultaba interesante. Buscó hasta encontrar, en un balcón, a una mujer que lanzaba fuertes puñetazos a un palo. Podía oler la esencia de la sangre que fluía en sus manos y cómo ella se tensaba con cada golpe que lanzaba.
Uno de sus guardias se acercó a él.
—Jefe, la zona está despejada, puedes caminar sin ningún problema. No hay gente siguiéndonos.
Tras escuchar al hombre, él no habló, solo movió la cabeza. Su guardaespaldas conocía a su jefe, un hombre temible y frío; no emitía una orden dos veces. Por esa razón, sus hombres eran de la primera línea, entrenados por el ejército ruso.
Se detuvo, y su asistente personal se acercó. Si él se detenía, algo querría, y nadie se atrevería a hacerlo esperar. Pero cuando vio que sus ojos estaban fijos en el edificio, él también se quedó mirando. Por más que mirara, no podía ver nada, ni oír lo que él escuchaba ni ver lo que él estaba viendo. Una sonrisa se dibujó en sus labios y movió la cabeza.
Su asistente lo miró desconcertado; su jefe sonreía muy rara vez, era tan raro que lo apodaban "Mister Satán". Era frío y no sonreía con nadie, la única persona capaz de conseguir una sonrisa de él era su madre y su hermana pequeña, Sindy. Ese hombre era Jerder Klon, un hombre cuyo poder, bajo la sombra, era siete veces mayor que los Clindy. En caso de que los Clindy fueran lo más potente de todo el mundo y la ciudad de City Orlens.
Jerder Klen, un heredero bajo la sombra, sin dar a conocer su verdadera identidad, era conocido como "J.K.". Nadie conocía su verdadera identidad, solo los Clindy, quienes derrotaron a su padre y se adueñaron de todas sus fortunas. En este momento, Jerder solo era un muchacho en la escuela; se prometió a sí mismo llevar a los Clindy y sus aliados hasta el inframundo sin vuelta a la vida.
Tras esa promesa, operaba bajo la sombra, ganando todos los territorios posibles y adueñándose de la inmensa fortuna. Los Clindy tenían tierra y la mayor corporación de bienes y edificios de toda City Orlens. Jerder era su mayor inversionista y no lo conocían. Tras investigar quién era el que inyectó una suma enorme de dinero en sus proyectos, siendo el accionista mayor, no podía esperar.
Jerder volvió a City Orlens no para ver la ciudad, sino para observar cómo estaban las cosas en City Orlens, un imperio solo con los apodados Clindy desde la entrada hasta la salida. Estaba para quedarse y hacer pagar a quienes los dejaron sin su jefe de familia, o quienes llevaron a su madre a un coma definitivo. Se volvió un hombre temible y frío solo para cobrar por lo que le hicieron.
Ángelo Clindy estaba sentado en su oficina cuando su asistente entró y le informó sobre su investigación.
—Señor, no encontramos nada.
Él lo miró, con los ceños fruncidos, al ver la incompetencia de sus hombres. Su mirada fría y distante, su cara cuadrada, decía mucho de lo que la gente podía interpretar. Su mirada aguda era difícil de descifrar.
—Así que no pudieron saber quién es J.K.
—Señor, esta persona no deja ningún rastro, tampoco algo que podamos sospechar sobre quién es. ¡Como si solo fuera un fantasma o rey de la sombra!
—Oh, entiendo. Puedes irte.
Una orden en seco, que solo se escuchaba ronca y profunda, daba miedo. En ese instante entró Esmeralda con una carpeta en la mano y con una preocupación que la dejaba muy angustiada.
—Ángelo, ella ya salió hace más de cuatro meses. ¿Cuándo pretendías informarme de eso?
Él la miró y su mirada fría la hacía estremecerse y bajar la mirada, pero en esta ocasión su sangre ardía en rabia. La hermana que ella había incriminado y destruido había salido de la cárcel antes de tiempo; solo pagó cinco años por buena conducta. Ahora que estaba fuera y no había llamado a su casa, tampoco aparecía en ningún lugar, eso la preocupaba mucho más.
—¿Y por qué estás tan tensa?
Una pregunta que le sonó tan profunda que recobró la compostura. Ángelo no sabía nada, no sabía si ella era quien estaba detrás de todo esto.
—Ella salió hace cuatro meses, nadie conoce su paradero y tampoco ha comunicado con nadie, eso no es motivo de preocupación.
—¿Si fueras tú, buscarías a algunas personas?
—Claro, buscaría con quién ponerme en contacto y hacerle saber.
—¿Lo harías, cuando todo en tu familia y amigos te abandonaron?
Ella no respondió, se quedó mirándolo petrificada y sin emociones, como si a él nada le importara. Si ella salía ahora, estaba en busca de venganza.
—Pero ella era un peligro, no la quiero cerca. Ya que salió y no se ha vuelto a presentar, eso es algo bueno. Que inicie una nueva vida lejos de nosotros y viva en su humildad.
—¿Tienes miedo de que me busque?
Ella se quedó helada; nunca esperaba una pregunta como esta. Antes, él estaba enamorado de Amanda. Nadin era el amor platónico nunca correspondido por él. No podía negar que sentía atracción hacia ella, le gustaba cómo era y cómo llevaba todo a pesar de ser la hija menor de los Stomcling. Pero un giro inesperado cambió todo. Su hermana Esmeralda se apoderó de todo, mostrando al mundo que tenía la intención de obtenerlo todo mucho antes.
—Ángelo, por favor. Ella nunca vendría donde ti. Aunque eres la única persona a la que ella vendría, sería a ti, para vengarse, fuiste quien la trató peor.
—¿Cómo estás tan segura de eso?
Esmeralda se enfadó, tras pensar en esa posibilidad, de que ella podría volver y recuperar todo lo que tenía antes, incluso su prometido Ángelo Clindy, el hombre que ella amó secretamente después de traicionar a su hermana. No dudó en declarar su amor por aquel hombre. Sus familias estaban unidas y en buen término, por lo que no fue difícil establecer el matrimonio entre ambos.
Esa idea nunca fue la de Ángelo, porque no quería que nadie más reemplazara su corazón. Él amaba a Amanda, y a la mujer que no quería corresponder su amor unilateral, la mujer que le hacía frente y le decía todo sin importar qué. Se enfrentaba a él y nunca quiso verla con otro hombre, aunque no podía tenerla.
Esmeralda se enfureció y se puso histérica al saber que Nadin podía volver para vengarse de todo lo que le hicieron. Pero pensó un poco y añadió:
“Es una pequeña hormiga, con quien se podia juntar para conseguir una venganza. Pequeña zorra, no te daré la oportunidad de arrebatarme nada de nuevo. Ahora soy la heredera legítima de todo Stomcling; no hay nada para ti, Nadin Stomcling. No me arrepiento de haber hecho lo que hice. Y sin dudarlo, volvería a hacerte daño hasta matarte para conseguir todo lo que siempre me gustó”.
Cuando Esmeralda salió, Ángelo llamó a Flek, su asistente.—Necesito que investigues esto también. No quiero nada a medias. Quiero saber su paradero, con quién está y qué tipo de vida está viviendo.—¿Crees que es propicio hacer esto? —preguntó Flek, un poco nervioso.—Flek, has estado hablando demasiado.—Lo lamento, me ocuparé de ello.Tras salir de la oficina de Ángelo, Flek se sintió abrumado por los recuerdos del pasado. Como su prometida, había enviado recados a la cárcel a nombre de Nadin, deseando torturarla sin escrúpulos. Ella había salido antes de tiempo por buena conducta y ahora quería saber su paradero. Ángelo era su jefe, le temía, pero también le respetaba. A pesar de eso, sabía que él conocía a Nadin y no esperaba que alguien más tuviera un afecto genuino por ella.Desde joven, Nadin se había hecho cargo de la mayoría de las empresas familiares. Era una chica con un futuro brillante, inteligente y capaz, llena de vida y con un fuerte deseo de vivir. Cuando ocurrió ese
Estaba apurada por dejar ese rincón donde este bastardo me había retrasado. De pronto, sin mirar, choqué con un tipo y caí al suelo. Mientras miraba hacia abajo, vi esos zapatos de marca y sentí que su presencia encendía un fuego de miedo en mí. Era un trauma difícil de superar. En mi mente solo llegó el nombre de Ángelo, y me dio pereza levantar la mirada para verlo.No quería encontrarme con él de repente. Eso no era de mucha ayuda. Pero sentí que esa mirada se posaba en mi espalda. Mi pelo cubría mi cara, y vi cómo una mano larga, con tatuajes salvajes, se extendía ante mis ojos. Cuando me di cuenta, supe que Ángelo no tenía tatuajes en el brazo. Me sostuve de su mano y me levanté.La presencia de este hombre me hizo sentir un cosquilleo en el estómago. Un olor a peligro se apoderó de mí. Cuando finalmente enfrenté su rostro, mis ojos se encontraron con los suyos. Casi vuelvo a caer, pero presioné con fuerza contra el suelo para mantener mi postura.Tenía ojos negros, piel morena y
Me concentré en cómo podía entrar mentalmente en este edificio camuflado. Desaté la idea y decidí divertirme con mis presas. Llegué al depósito, donde el ambiente estaba podrido. El olor a sangre y a descomposición invadía el aire.Mis chicos estaban allí, cada uno interrogando salvajemente a los hombres que habían capturado. Mis leales, Pulpo y Gk, son unos salvajes corpulentos. No tienen ni una pizca de piedad. No conocen la amabilidad; son verdaderos monstruos. Pulpo es un marino, en alta mar, y hace honor a su nombre por su brusquedad y frialdad en cada misión. Gk, por otro lado, es un demonio que no conoce límites ni perdón.Al entrar, los encontré muertos de miedo. Mis hombres son orondos, lo sé, pero estos son aún peores por ir en mi contra. Nunca doy la cara; nadie me conoce. Mis hombres hacen todo el trabajo, y los resultados son de los mejores. Me siento en mi sofá, tomo un bocado de tabaco y exhalo el humo. Un sorbo de whisky me acompaña mientras espero las noticias. Siempre
Utilicé mi fuerza para apartarlo, pero me fue imposible. «Es demasiado fuerte». Me sentía acorralada por él. En un instante, sentí su aliento y un cálido sabor a menta entrar en mis labios. Los suyos eran suaves. Mi mente se quedó en blanco y mi cuerpo no recibió señal de peligro, por lo que obedeció. Los hombres volvieron a pasar y, al vernos besándonos, decidieron seguir su camino. Mis seis sentidos humanos habían desaparecido. No sabía a dónde diablos habían ido, pero no estaban aquí en este momento. Cuando finalmente separé mis labios de los suyos, sentí un vacío inmenso.Con la conciencia interrumpida, deseaba más de ese beso. «¡SINVERGÜENZA!» me reclamé a mí misma, pero luego me di cuenta de que no era nada malo. Volví a mis sentidos y me despegué de él, atónita por lo que acababa de suceder. En mi mente, finalmente vino la información adecuada: «¿Quién demonios era él? ¿Y por qué me salvó?». Estuve a punto de decírselo cuando vi un auto negro detenerse y él me dijo que subiera.
Estaba enfadada y nerviosa a la vez. ¿Quiénes eran? No tengo idea, pero acababa de enfrentarme a ellos. Les agradezco que me salvaran, pero hasta aquí llego. Por lo visto, saben más de mí que yo misma. No les daré la oportunidad de encontrarme. Me adentré más caminando hacia el mar. Cualquiera que me viera pensaría algo distinto. Mi cara ardía de ira. Todo aquel que me miraba pensaba que me iba a tirar al agua.En un momento, corrí y me bajé hasta la arena. Miré a ambos lados, para asegurarme de que no me seguían. Me senté en la arena, dejando que el agua chocara contra mis pies. Una vez relajada, me recosté en el piso, sintiéndome una con el mar y la arena. Estaba en mil mundos, pensando en ese beso. De repente, mi celular sonó, sacándome de mi mundo imaginario.—¡Nadin! ¿Dónde estás?—Abajo, en el mar.—Uff, gracias a Dios.—¿Qué pasa?—Nada, solo vi que no entraste y me preocupé.—Gracias, amiga, por preocuparte por mí.—Boba, ¿desde cuándo no me preocupo por ti? ¡Entra que tengo qu
Soy un hombre amante de la limpieza. Me quito la chaqueta, pero no dejo de pensar en ella. Esos labios, ¡oh Dios! Qué textura. He probado numerosos labios, pero ella tiene un sabor distinto. La verdad, no quería despegarme de esos labios. Lo hice porque debía controlarme. Tomo la chaqueta y su olor me invade; es dulce y suave.Una mujer exquisita. Quiero volver a verla. Pero no entiendo por qué me confundió con uno de los hombres de los Clindy. Eso me enojó y tiré la chaqueta, metiéndome al baño. Salí cuando me sentía limpio, pero mi cuerpo seguía sudoroso. Esa chica me saca de mis cabales.Me pongo mi bóxer, tomo mi laptop y verifico varios correos. Luego, hago una videollamada con uno de mis hombres en Atlanta. Confirmo cómo va todo y que el contrato salió firmado. Unos billones estarán listos el mes entrante. Eso es un buen punto. Me recuesto y mi timbre suena. Me pongo mi bata y presiono en la tablet el botón del ascensor que lo trae directo. Es uno de mis hombres.—¿Alejandro, est
Ya era tarde en la noche cuando terminé de preparar los audífonos. Decidí probarlos y salí buscando a Black. La encontré sentada viendo series. Le di un manotazo y ella saltó del sillón, soltando una carcajada. Estaba disfrutando de una serie llamada Alice.—¡Vete a la m****a! Me acabas de dar un espanto.—Deja de ser niñita, no es para tanto. Toma y lárgate de aquí para probar esto.—Ya está listo; luce hermoso y es muy pequeño. Si alguien no está cerca de ti, no lo puede ver.—Claro, para eso me decían rara, ¿no? Sabía cómo hacer de todo.—Ahora me doy cuenta.—¡Lárgate!Ella soltó una carcajada y se marchó en dirección a la playa, alejándose hasta que ni mis ojos la podían ver. Pero el micrófono le repetía a qué distancia estaba. Con mi voz, podía activar la frecuencia para hablar con todo el equipo, o si era solo con uno. Black sería "B", mientras que yo sería "C". Los otros chicos serían números y letras, una combinación perfecta para no ser detectados por nadie.Ella causaba un r
—Samantha, por fin estás en casa —se escucha en la otra línea.—¿Quién es Samantha? —le pregunto a Fendy.El Dr. Fendy me mira y solo sube los hombros. En un momento, siento la respiración de Black. Le hablo para mantenerla tranquila.—Black, soy yo. Mantente con calma, te iremos a buscar —digo, tratando de que no haga nada estúpido.—Hmmm, sí… está... bien…Escucho cómo su voz se corta, pero responde disimuladamente. Me pongo nerviosa y enojada a la vez. Sigo escuchando.—Samantha, tanto tiempo. No pensaste visitarme después de la cárcel. Ohhh, bien dicho, eres cobra negra, ¿verdad? Black —habla la persona desde la otra línea.Me quedo helada. Black es Samantha. ¿Cómo no lo sabía? Volteo y miro a Fendy, y él me mira como si no entendiera nada.—¿Samantha es Black, cierto? ¿Una tal cobra negra es ella también?—Sí, es ella. Se llama Samantha Clindy.Estoy en shock. Samantha Clindy era la chica que la familia Clindy tenía prohibido mencionar. Ahora entiendo su odio hacia la familia. Con