De tal palo, tal astilla

Stella regresa a su habitación con sus bolsas de compras y se prepara para la fiesta.

Mientras lo hace, no es capaz de olvidar la sensación del cuerpo duro de James contra la suavidad de sus propios muslos mientras se balanceaba una y otra vez sobre él.

Deja que la fantasía la recorra mientras se viste y maquilla, pensando en lo que podría haber sucedido si no se hubiese detenido.

James está esperando junto a la escalera cuando ella llega completamente lista. Sus ojos se abren de par en par al ver el vestido rojo con escote enorme en su pecho.

—Stella estás…

—¿Es demasiado? —lo interrumpe ella preocupada— lo sabía, se lo dije a Gaby, yo…

—Stell, para, respira —le dice mientras le extiende una mano para tomar la de ella— Estás perfecta, preciosa diría yo —la sonrisa de ella de extiende por su rostro— Y ese escote… —un brillo cobra vida en los ojos de ambos al notar el flirteo— Estás más que perfecta, estás maravillosa. —dice, y, sin más, se dirigen a la fiest
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