Capítulo 3: Pacto bajo amenaza
El viento agita las cortinas de la habitación de Sofía mientras ella se queda sentada frente a la ventana, absorta en sus pensamientos. La luz del atardecer baña la habitación en tonos dorados, pero no logra aliviar el peso que siente en el pecho. Las palabras del testamento siguen retumbando en su cabeza, como una sentencia inescapable. Casarse con Alejandro… ¿Cómo Fernando pudo pensar que esto era una buena idea? Un golpe en la puerta la saca de sus pensamientos. Antes de que pueda responder, Alejandro entra sin esperar permiso, su rostro endurecido, con una mezcla de determinación y enojo. —Tenemos que hablar —dice, su tono implacable. Sofía se gira lentamente en su silla, tratando de no mostrar la ansiedad que su presencia le provoca. Sabe que este momento llegaría tarde o temprano, pero eso no hace que sea más fácil. —No hay nada más que decir —responde ella, con una calma que no siente—. Ya sabes lo que el testamento estipula. Tú y yo… —Yo no me voy a casar contigo —interrumpe Alejandro, cruzando la habitación con pasos firmes. Su mirada la quema, llena de odio y rencor—. No lo haré, Sofía. No importa cuánto te hayas preparado para esto. No me importa lo que diga el testamento, ni las condiciones absurdas de mi padre. No voy a caer en tu trampa. Sofía se pone de pie, enfrentándolo. Su cuerpo tiembla, pero sus palabras salen con firmeza. —¿Mi trampa? ¡Esto no es algo que yo planeé, Alejandro! ¿Crees que esto es fácil para mí? —Sus ojos lo buscan, intentando encontrar alguna chispa de humanidad detrás de su máscara de ira—. Yo también pierdo si no cumplimos con esto. Alejandro se ríe, pero es un sonido amargo y seco. —¿Pierdes? ¿De verdad quieres hacerme creer que te importa algo más que el dinero? Siempre has sido una oportunista, Sofía. Te casaste con mi padre sabiendo que te dejaría todo. —Se acerca más a ella, sus palabras venenosas caen como dardos—. Y ahora quieres convencerme de que esto te afecta. No te preocupes, encontraré la manera de anular el testamento. No tengo intención de quedarme atrapado en este circo. Sofía lo mira con una mezcla de tristeza y cansancio. Durante todo el tiempo que lo conoció, Alejandro siempre la vio como una amenaza, como si todo lo que ella hiciera fuera con la intención de quitarle algo. Pero no se trataba de él, ni siquiera de la herencia. Sofía amaba a Fernando, y esa verdad estaba tan profundamente enraizada en su ser que nada, ni siquiera los insultos de Alejandro, podían cambiarlo. —¿No entiendes? —Sofía respira hondo, intentando que su voz no se quiebre—. Esto no es lo que quiero, pero tampoco puedo perderlo todo. Y tú… tú también lo necesitas. No quieres ver cómo la empresa de tu padre se desmorona, ¿verdad? Alejandro se detiene, su mirada se endurece aún más. Aunque no lo diga, Sofía sabe que, por mucho que lo niegue, él también está vinculado a la empresa de su padre, y perderla sería una herida que no podría soportar. —¿Y cuál es tu propuesta? —pregunta con un tono casi desafiante, aunque sus ojos revelan una duda. Sofía traga saliva, sabiendo que lo que va a decir definirá el rumbo de todo. —Casémonos —dice, sorprendiéndose de la firmeza en su propia voz—. Solo por un año. Cumplimos con el testamento, mantenemos la herencia y después… cada uno sigue su camino. Será un acuerdo. Nada más. No tienes que verme más allá de lo necesario. Alejandro se ríe de nuevo, aunque esta vez con menos convicción. —¿Y crees que eso funcionará? —susurra—. ¿De verdad piensas que soy tan estúpido para caer en tu plan? Sofía respira hondo, luchando por no dejar que la rabia la consuma. Está cansada de las acusaciones, cansada de tener que justificarse ante alguien que nunca la verá como más que una oportunista. Pero también sabe que esta es su única opción. —No tienes que confiar en mí —responde con frialdad—. Solo tienes que hacer tu parte. Casémonos y después de un año, te prometo que me iré de tu vida para siempre. Alejandro la mira en silencio durante unos segundos que se sienten como una eternidad. Sus ojos, antes llenos de odio, ahora parecen evaluar la situación, calculando sus opciones. Finalmente, deja escapar un largo suspiro y se pasa una mano por el cabello. —Está bien —murmura con una voz llena de desdén—. Haré esto, pero que te quede claro, Sofía: no voy a hacerte la vida fácil. Si piensas que voy a jugar a ser tu esposo, te equivocas. Esto será un infierno para los dos. Sofía lo observa salir de la habitación sin mirar atrás, sintiendo un nudo formarse en su estómago. Sabe que, aunque haya logrado su objetivo, está lejos de sentirse victoriosa. Alejandro es un hombre peligroso, y lo que viene no será sencillo. Mientras la puerta se cierra con un golpe, Sofía se deja caer en la cama, mirando al techo. El precio que pagará por cumplir con la última voluntad de Fernando será alto, pero no tiene elección. En ese momento, comprende que el verdadero desafío no será solo soportar el odio de Alejandro, sino también proteger su propio corazón. Porque, aunque lo niegue, hay algo en él que la atrae de una manera que no puede controlar. Y si no tiene cuidado, puede que el precio sea más alto de lo que está dispuesta a pagar.Capítulo 4: El comienzo de una farsaLa mañana siguiente llega con una sensación de inquietud que pesa sobre los hombros de Sofía. El día anterior cambió el rumbo de su vida y ahora, mientras se viste frente al espejo, siente que su realidad ha dado un vuelco irreversible. El vestido que elige es sencillo, de un tono crema que resalta la palidez de su piel. Hoy no es un día para celebraciones, pero tampoco para descuidarse. No sabe cuándo volverá a sentirse segura en su propia piel, pero está decidida a afrontar lo que viene con la mayor dignidad posible.Alejandro llega puntual al despacho del abogado, como si fuera un día más en su rutinaria vida empresarial. Él, en cambio, viste con una elegancia imponente, un traje gris oscuro hecho a medida que acentúa su figura. Al entrar al despacho, sus ojos la encuentran, fríos y calculadores. Durante un instante, Sofía siente un escalofrío recorrer su columna. El aire entre ellos sigue cargado de tensión, como si el odio latente se hubiera i
Capítulo 5: Las reglas del juegoLa tensión en la casa se vuelve palpable con cada día que pasa. Los empleados caminan con pasos silenciosos, cuidando de no estar en el mismo lugar que Alejandro y Sofía al mismo tiempo. Saben que cualquier palabra fuera de lugar puede encender la chispa de un conflicto entre ellos. Alejandro apenas aparece por la mansión, siempre con alguna excusa laboral o reunión de negocios. Sofía, por su parte, ha comenzado a sentirse como un fantasma en su propia vida, moviéndose entre los pasillos en silencio, cuidando las plantas en el invernadero, leyendo los libros que Fernando alguna vez disfrutaba.Una noche, Alejandro llega más tarde de lo habitual. El sonido de la puerta principal abriéndose resuena por toda la casa, y Sofía, que está en la cocina sirviéndose una taza de té, siente su cuerpo tensarse. No lo ha visto en todo el día, y aunque se esfuerza por evitarlo, cada encuentro con él es inevitablemente doloroso.Escucha sus pasos acercarse. No tiene i
Capítulo 6: El primer paso hacia el abismoEl silencio en la mansión se ha vuelto una rutina aplastante. Cada rincón de la casa parece absorber la tensión entre Sofía y Alejandro, envolviendo todo en una atmósfera pesada. Las paredes de la gran casa, que antes solían vibrar con la risa de Fernando y el bullicio de las fiestas, ahora son testigos de un campo de batalla invisible entre sus dos herederos.Durante los últimos días, Sofía ha tratado de seguir con su vida lo mejor posible. Ha ocupado su tiempo en el invernadero, cuidando las plantas que Fernando adoraba, y en largas caminatas por los jardines. Intenta distraerse de la incomodidad de compartir un espacio con Alejandro, quien, aunque ausente físicamente la mayor parte del tiempo, siempre parece estar presente de alguna manera, como una sombra que no puede eludir.Una mañana, mientras Sofía desayuna sola en el comedor, escucha el eco de pasos firmes acercándose. Es Alejandro, y algo en el sonido de su andar la pone en alerta.
Capítulo 7: Una noche de silencios compartidosLa mansión se envuelve en un silencio opresivo mientras la noche avanza. Las sombras danzan en los rincones, alargándose con la luz tenue de las lámparas de pie. El lujo que impregna cada rincón de la casa no logra disipar la sensación de vacío que ha quedado desde la muerte de Fernando. Sofía se desplaza lentamente por los pasillos hasta llegar a la biblioteca, el único lugar donde logra respirar sin sentir el peso de las miradas ausentes que la persiguen en el resto de la casa.Se detiene un momento al entrar, como si quisiera absorber el aroma a cuero y papel viejo, recuerdos de las tardes que compartía con Fernando entre aquellas paredes. Le gustaba leer junto a él, aunque en ocasiones solo permanecieran en silencio, sintiendo la paz que ambos encontraban en la compañía mutua. Las cortinas gruesas están cerradas, amortiguando cualquier ruido del exterior, y las paredes parecen absorber el tiempo mismo, haciéndolo pasar más lento.Sofí
Capítulo 8: En el borde de la tormentaLa mañana siguiente llega con un aire de tensión que envuelve cada rincón de la mansión. A medida que los primeros rayos de sol se cuelan por las ventanas de los pasillos, Sofía se levanta de la cama, sintiendo un nudo en el estómago. Hoy es el día de la cena. Una cena que no es solo una reunión familiar o un evento social cualquiera, sino una demostración pública de que ella y Alejandro cumplen con los términos del testamento, que están casados, y que todo está bajo control.Al entrar al baño, observa su reflejo en el espejo. Sus ojos están cansados, como si no hubiera dormido lo suficiente, lo cual no es muy alejado de la realidad. Las palabras de Alejandro de la noche anterior siguen rondando en su mente, su actitud entre la furia contenida y la vulnerabilidad, su resistencia a aceptar lo que había entre ella y su padre. Es un hombre lleno de contradicciones, y eso la desconcierta. Durante semanas, ha intentado encontrar una manera de coexisti
Capítulo 9: Tempestad internaEl aire de la mansión está cargado de tensión tras la salida de los últimos invitados. Las luces tenues del salón proyectan sombras sobre los muebles, creando un ambiente casi opresivo. Sofía se queda de pie frente a la chimenea, observando el fuego con una sensación de vacío creciente. La cena había salido a la perfección, como siempre, pero la carga emocional de mantener la farsa estaba comenzando a pasar factura.Alejandro se mueve por la habitación con su habitual gracia, sin emitir sonido alguno. No ha dicho una palabra desde su último comentario en el salón de cenas, y Sofía siente que esa calma aparente es solo la superficie de una tormenta interior. La manera en que él la observaba durante la velada le había dejado una inquietud difícil de ignorar.—¿Estás bien? —pregunta Alejandro, rompiendo el silencio. Su tono es bajo, pero cargado de una preocupación que sorprende a Sofía.Ella parpadea, sorprendida por el interés genuino que percibe en su voz
Capítulo 10: Revelaciones inesperadasEl papel entre sus manos tiembla, como si sus propios nervios fueran capaces de traspasar la fina hoja. Sofía apenas respira mientras recorre las primeras palabras, cada una escrita con la precisión característica de Fernando. Su caligrafía, impecable, no refleja la gravedad del contenido que poco a poco comienza a revelarse ante sus ojos."Querida Sofía, si estás leyendo esto, es porque ya no estoy contigo. Me duele pensar en el dolor que puedes estar sintiendo en este momento, pero también sé que esta carta te traerá algunas respuestas que necesitas."La mención de su nombre y el tono tan personal de la carta hacen que su garganta se cierre por un instante. Sofía respira profundamente y continúa leyendo, mientras su corazón late con fuerza."Quiero que sepas que nuestro matrimonio, a pesar de todo lo que puedan decir, fue muy importante para mí. Desde el primer momento en que te conocí, supe que eras diferente. No sé si lo llamaría amor, pero ha
Capítulo 11: La verdad dueleEl sol de la mañana entra tímidamente por las ventanas del salón, pero la casa sigue envuelta en una tensión palpable. Sofía ha pasado la noche en vela, incapaz de dejar de pensar en la carta de Fernando y en los documentos ocultos en su escritorio. La duda y el miedo se entrelazan en su pecho, creando un torbellino de emociones que no la dejan tranquila.Alejandro no ha dicho una palabra desde su comentario de la noche anterior. Se ha recluido en su parte de la casa, lo cual Sofía agradece. Necesita tiempo para pensar, para procesar todo lo que ha descubierto.Desayuna en silencio, aunque el nudo en su estómago le impide comer demasiado. El café está frío cuando suena el timbre. Sofía se pone en pie de inmediato, como si un instinto le advirtiera que algo importante está por suceder.Cuando abre la puerta, se encuentra con un hombre vestido de traje oscuro. Su semblante serio no presagia nada bueno.—Señora Sofía, soy el abogado del señor Fernando. Necesi