Capítulo 21: Entre deseos y culpasLa semana ha sido larga y tediosa. Alejandro y Sofía siguen atrapados en la misma rutina, trabajando codo a codo en la empresa, pero una vez que cruzan el umbral de la casa, el silencio se convierte en su único lenguaje. Ya no hay peleas, ni discusiones cargadas de veneno, pero tampoco hay gestos de cercanía. El beso que compartieron ha quedado suspendido en el aire, como una nube que amenaza con desatar una tormenta en cualquier momento.Sofía se siente inquieta. La imagen de Mercedes Montalbán no deja de perseguirla, esa sensación de familiaridad que la atormenta, como si estuviera al borde de recordar algo importante. Pero a pesar de todos sus esfuerzos, no logra darle un sentido. Y Alejandro… él parece más distante que nunca, inmerso en una investigación que lo frustra más de lo que le da respuestas. El nombre de su madre sigue siendo un misterio, y con cada día que pasa, la búsqueda se vuelve más agotadora.Esa noche, el ambiente en la casa está
Sofía se levanta a las 6 de la mañana, como todos los días desde que comenzó a trabajar en la empresa junto a Alejandro. Aunque lo ha intentado, no ha podido dormir en toda la noche. El beso entre su esposo y ella sigue rondando en su cabeza, impidiéndole conciliar el sueño.Ya no puede seguir negando lo que siente por Alejandro. Sin embargo, la culpa la consume. No puede haber dejado de amar a Fernando en tan solo dos meses desde su muerte. Se siente una miserable por siquiera pensar en ello.Después de darse una ducha y vestirse adecuadamente para ir a la oficina, baja a la cocina para desayunar. Allí se encuentra con Alejandro, sentado en la cabecera de la mesa, tomando solo un café, sus ojos fijos en su portátil, probablemente poniéndose al día con las noticias, como acostumbra antes de salir de casa.Con un silencio que parece ocupar toda la estancia, Sofía se acerca a la otra cabecera de la mesa, donde siempre se sienta, ya que nunca desayunan uno junto al otro. En ese instante,
Al llegar a casa, Alejandro se encierra en el despacho de su padre. La rabia que lleva dentro parece consumirlo, y Sofía lo nota. Tras un momento de duda, decide acercarse con una copa de su vino favorito, esperando que le ayude a calmarse. Toca suavemente la puerta y, después de un largo silencio, escucha su voz invitándola a entrar.Alejandro está de pie frente a la chimenea, mirando las llamas con el ceño fruncido, sus facciones endurecidas por la mezcla de frustración y nostalgia. Sofía se acerca despacio y le extiende la copa.—Pensé que esto podría ayudarte a despejar la mente —dice en voz baja, con una sonrisa tenue.Él la observa, sorprendido, pero toma la copa y bebe un sorbo sin apartar sus ojos de los de ella. El silencio entre ambos se siente tan denso como la tensión que ha ido creciendo entre ellos desde su boda. Sofía da un paso más cerca, sintiendo el calor del fuego reflejado en su piel y en los ojos oscuros de Alejandro, que parecen brillar con una intensidad inesper
Capítulo 1: La última voluntadEl aire está cargado de incienso y flores marchitas. Sofía apenas escucha las palabras del sacerdote. Todo a su alrededor parece lejano, como si el dolor la hubiera aislado en una burbuja de silencio. Fernando, su esposo, ha muerto, y ahora solo quedan los murmullos y las miradas cargadas de juicio de los asistentes. La joven viuda, la cazafortunas. "Ella solo lo quería por su dinero", piensan.Pero ellos no saben la verdad. No saben cómo se conocieron, ni cómo Fernando la rescató del vacío en el que estaba sumida.Hace dos años, Sofía era una joven de 24 años que apenas lograba sobrevivir en la ciudad. Trabajaba como camarera mientras intentaba abrirse camino como artista. En un evento benéfico al que fue para ganar algo de dinero extra, lo conoció. Fernando, con sus 60 años, irradiaba carisma y seguridad. La vio cuando nadie más lo hacía. "Pareces alguien que necesita una buena conversación y una copa de vino", le dijo esa primera noche, con una sonris
Capítulo 2: Entre el odio y el deberSofía se queda en silencio, mirando a Alejandro mientras él atraviesa la sala con pasos furiosos, como si su solo andar pudiera romper las paredes de aquel despacho. El abogado observa la escena con la misma calma con la que acaba de leer el testamento. Para él, esto es solo un trámite, pero para Sofía, es el inicio de un infierno que jamás había imaginado.—No pienso cumplir con esto —masculla Alejandro, sin dirigirse a nadie en particular, mientras se detiene frente a una de las ventanas del despacho. La luz del sol entra a raudales, pero nada en el ambiente puede calmar su furia. Sofía lo observa desde el otro extremo de la sala, sintiendo una mezcla de angustia y desconcierto.—Es lo que tu padre deseaba —responde el abogado, impasible, como si no notara el volcán que está a punto de explotar en la figura de Alejandro.Sofía aún no puede procesar lo que ha sucedido. Apenas hace unos días enterró a su esposo, el único hombre que le dio estabilid
Capítulo 3: Pacto bajo amenazaEl viento agita las cortinas de la habitación de Sofía mientras ella se queda sentada frente a la ventana, absorta en sus pensamientos. La luz del atardecer baña la habitación en tonos dorados, pero no logra aliviar el peso que siente en el pecho. Las palabras del testamento siguen retumbando en su cabeza, como una sentencia inescapable. Casarse con Alejandro… ¿Cómo Fernando pudo pensar que esto era una buena idea?Un golpe en la puerta la saca de sus pensamientos. Antes de que pueda responder, Alejandro entra sin esperar permiso, su rostro endurecido, con una mezcla de determinación y enojo.—Tenemos que hablar —dice, su tono implacable.Sofía se gira lentamente en su silla, tratando de no mostrar la ansiedad que su presencia le provoca. Sabe que este momento llegaría tarde o temprano, pero eso no hace que sea más fácil.—No hay nada más que decir —responde ella, con una calma que no siente—. Ya sabes lo que el testamento estipula. Tú y yo…—Yo no me vo
Capítulo 4: El comienzo de una farsaLa mañana siguiente llega con una sensación de inquietud que pesa sobre los hombros de Sofía. El día anterior cambió el rumbo de su vida y ahora, mientras se viste frente al espejo, siente que su realidad ha dado un vuelco irreversible. El vestido que elige es sencillo, de un tono crema que resalta la palidez de su piel. Hoy no es un día para celebraciones, pero tampoco para descuidarse. No sabe cuándo volverá a sentirse segura en su propia piel, pero está decidida a afrontar lo que viene con la mayor dignidad posible.Alejandro llega puntual al despacho del abogado, como si fuera un día más en su rutinaria vida empresarial. Él, en cambio, viste con una elegancia imponente, un traje gris oscuro hecho a medida que acentúa su figura. Al entrar al despacho, sus ojos la encuentran, fríos y calculadores. Durante un instante, Sofía siente un escalofrío recorrer su columna. El aire entre ellos sigue cargado de tensión, como si el odio latente se hubiera i
Capítulo 5: Las reglas del juegoLa tensión en la casa se vuelve palpable con cada día que pasa. Los empleados caminan con pasos silenciosos, cuidando de no estar en el mismo lugar que Alejandro y Sofía al mismo tiempo. Saben que cualquier palabra fuera de lugar puede encender la chispa de un conflicto entre ellos. Alejandro apenas aparece por la mansión, siempre con alguna excusa laboral o reunión de negocios. Sofía, por su parte, ha comenzado a sentirse como un fantasma en su propia vida, moviéndose entre los pasillos en silencio, cuidando las plantas en el invernadero, leyendo los libros que Fernando alguna vez disfrutaba.Una noche, Alejandro llega más tarde de lo habitual. El sonido de la puerta principal abriéndose resuena por toda la casa, y Sofía, que está en la cocina sirviéndose una taza de té, siente su cuerpo tensarse. No lo ha visto en todo el día, y aunque se esfuerza por evitarlo, cada encuentro con él es inevitablemente doloroso.Escucha sus pasos acercarse. No tiene i