Todo será mío

Enzo al igual que Hanna se quedó congelado, sus miradas se conectaron atravesando sus cuerpos, por un instante el entorno se detuvo para ellos, al mismo tiempo sintieron que solo existían ellos en el lugar.

—Así que tú eres Hanna Smith, la difunta esposa de Valentino Santos, la única heredera de todas sus propiedades —comentó Enzo con su voz ronca y desafinada rompiendo el silencio de aquel lugar. 

—Sí, soy yo, pero lo que no logro entender es ¿quién es usted y quién lo invitó a pasar? —preguntó Hanna bastante molesta mientras se cruzaba de brazos observando a Enzo de la peor manera. 

—Lo mejor es que te calmes, no te encuentras en posición para actuar de esta manera y menos en contra de mí; lo mejor será que hablemos en privado y no frente a tu servidumbre —Hanna bufó y luego rodó los ojos.

—Claramente no tengo nada de que hablar con un extraño y menos en privado, así que haga el favor de una buena vez y márchese antes de que llame a las autoridades —Enzo levantó la mano y frotó su mentón.

—Como podrás ver Hanna, no me parezco en nada a las personas que posiblemente frecuentas a diario —agregó Enzo mientras daba pasos cortos yendo directo a ella, de inmediato los hombres al servicio de la casa intentaron detenerlo, pero claramente Emilio junto a otros hombres armados impidieron que se acercara a su jefe.

—¿Qué quiere de mí, acaso pretende robarme?, porque de serlo así, le aseguro que no lo va a lograr 

Hanna llevó la mirada a su alrededor fijándose que aquel hombre y los otros cuántos que se encontraban con él se encontraban armados.

—¿Acaso piensas que va a lograr intimidarme con su presencia sombría acompañado de sus matones? —ante su pregunta Enzo dibujó una leve sonrisa en su rostro. 

—Tu manera arrogante de actuar lo único que consigue es que pierda la poca paciencia que hay en mí, así que por tu bien te sugiero que cierres tu m*****a boca y abras muy bien tus mugrosos oídos —Una vez Enzo cortó la distancia, levantó el brazo y colocó sus dedos en sus delicadas mejillas ejerciendo leve presión sobre ellas.

—Suélteme maldito imbécil, porque le aseguro que si no lo hace juro que no responderé por mis acciones —ante su advertencia, Enzo la tomó por alto.

De un solo movimiento, Hanna al sentirse atacada levantó con fuerza su rodilla provocando un golpe en su parte íntima a Enzo, quien de inmediato la soltó, para luego salir huyendo a toda prisa de regreso a la parte superior de la casa.

Ante aquella situación Emilio intentó intervenir, pero él levantó el brazo ordenando que se detuviera. 

—Quédate quieto, me haré cargo personalmente de ella y le haré entender la clase de persona que soy y lo que le sucede a quién se mete conmigo —luego de recuperar el aliento, Enzo subió a través de aquellas escaleras, fijó la mirada en las diferentes puertas donde posiblemente Hanna había ingresado.

Una puerta tras otra fue abriendo Enzo con fuerza, hasta llegar a la última, la cual se encontraba con seguro; sin tomarse la más mínima molestia él dio un paso atrás, tomó impulso para arremeter contra ella, la cual fue abierta de un solo golpe.

Ante aquella acción, Hanna soltó un fuerte grito, el terror se estaba apoderando de su cuerpo, siendo inevitable controlarse al tener la mirada de aquel enfurecido hombre en ella, se encontraba inmóvil sentada en el borde de la cama, el llanto hizo presencia. 

 —¿Usted es el responsable de la muerte de mi esposo verdad? —preguntó con la voz entrecortada—. Porque no logro comprender lo que está sucediendo —las lágrimas recorrían por sus mejillas hasta llegar a la punta de su mentón.

—Soy Enzo, Enzo Santos —respondió de manera tranquila llevando la mirada a su alrededor escaneando aquella inmensa habitación. 

—¿Santos? —preguntó Hanna, luego cubrió su boca con una de sus temblorosas manos dejando ver en su rostro la impresión que provocaba el hecho de escuchar el mismo apellido de su difunto esposo.

—Sí, como lo escuchaste —Hanna tragó saliva, bajó la mirada intentando pensar con claridad—. Soy el hermano de tu difunto esposo, mi presencia en este lugar se debe a un único motivo, recuperar todo lo que es mío.

—Es más que obvio que todo esto es una farsa, usted está detrás del dinero que dejó mi esposo, pero le aseguro que por nada del mundo pienso permitir que me arrebate lo que por ley me pertenece, ni su mal aspecto ni el de sus hombres logrará conseguir intimidarme.

Enzo soltó una sonora carcajada interrumpiendo a Hanna.

—No soy estúpida, mi difunto esposo no tenía ningún hermano, así que está perdiendo su tiempo en este lugar, lo único que quiere es aprovecharse de la situación para obtener fama y dinero, sin importar el dolor que estoy pasando le aseguro que esta broma de mal gusto le saldrá demasiado cara.

Hanna se levantó y fue directo hasta Enzo, de un solo movimiento levantó el brazo e intentó darle una fuerte bofetada, solo que esta vez no logró conseguir su cometido.

—Ni siquiera lo vuelvas a intentar, porque te aseguro que si me llegas a golpear una vez en tu vida la vas a pasar muy mal —aseguró Enzo mientras sostenía con su mano el brazo de Hanna.

—Suelteme desgraciado, largo ahora mismo de mi casa, y no es una petición, es una orden —Enzo la tomó con fuerza de los brazos y sacudió su cuerpo como si se tratara de un pequeño muñeco.

—Escúchame muy bien, recuperare lo que me pertenece por las buenas o por las malas, de ti depende cómo termine está situación —Hanna rompió en llanto al sentir impotencia de no poderse defender.

—Usted no es nadie y por nada del mundo pienso ceder, acabe con mi vida si eso es lo que desea —Enzo la empujó con fuerza, el cuerpo de su cuñada cayó sobre la cama.

—Encontraré tu punto débil y haré que te rindas a mis pies, todos siguen mis órdenes y tú no serás la excepción —aseguró Enzo alzando el tono de su voz.

Enzo al salir cerró la mano para luego golpear con fuerza la puerta, con el ceño fruncido y la mandíbula tensa trataba de pensar en una salida rápida para recuperar aquello que era suyo. 

Mientras que Hanna se encontraba recostada en la cama llorando desenfrenadamente, extrañaba la presencia de su difunto esposo.

—¡Emilio, ven acá!—ordenó Enzo mostrando su furia.

Su primo se acercó y luego inclinó la cabeza dispuesto a recibir órdenes de su jefe. 

—Quiero que te encargues que Hanna no tenga ni la más mínima oportunidad de poderse comunicar con el exterior, a partir de ahora quedará bajo mis órdenes. Adicional necesito que averigües todo sobre esta mujer, nunca antes alguien se había atrevido a enfrentarse a mí, juro que se va a arrepentir.

Hanna al rehusarse a las órdenes de Enzo pasó de ser una mujer como aquellas con las cuales solía compartir en su día a día de negocios a ser alguien diferente ante sus ojos.

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