Minutos más tarde, Enzo ya se había ubicado en la casa de su hermano, el personal del servicio, quienes se habían rehusado a permitirle el ingreso a Enzo, ahora ante la presión por su parte y la de sus hombres ya le rendían pleitesía al nuevo dueño y señor de la casa.
Mientras que Enzo se encontraba en la sala principal sentado de la manera más cómoda posible disfrutando de su bebida favorita, Emilio finalmente regresó con noticias, Enzo a pesar de todo dibujó una leve sonrisa en su rostro suponiendo que iban a ser las mejores.
—Señor, ya tengo información sobre ella, espero que pueda servir de algo. —Enzo levantó la mano y con sus dedos le indicó que tomara asiento.
—Habla y sé breve, porque la actitud de esta mujer no la pienso soportar ni un solo minuto más —gruñó Enzo.
—Hanna Smith a sus treinta años lleva una vida con nada que envidiar —al escuchar aquellas palabras Enzo levantó la mirada y la fijó en su primo, quedando aquella pequeña sonrisa que había en su rostro en el olvido—. Ella es hija única y por ende la responsable de sus padres, su círculo social está reducido a la nada.
—¿La única debilidad que tiene son aquellos dos viejos? —El rostro de Enzo cambió al instante, bebió un sorbo largo de aquel vaso mientras pensaba en silencio.
—¿Ordenas que nos hagamos cargo de ellos, enviándoles a un lugar mejor, así ella no tendrá de otra salida más que seguir tus órdenes? —preguntó Emilio.
—¿Acaso eres estúpido? —respondió Enzo levantándose completamente molesto ante la negligencia de su mano derecha—. Aquellos dos viejos es lo único que tengo para conseguir que ella se doblegue ante mí, así que no podemos permitir que les suceda nada.
Enzo fue directo de regreso a la habitación donde se encuentra Hanna, ante su presencia aquellos hombres que cuidaban de la puerta para que ella no lograra escapar de un solo movimiento la abrieron.
Hanna se encontraba sentada en el borde de la cama, con la cabeza recostada sobre sus manos hecha un mar de lágrimas.
—Escúchame bien, porque al igual que tú deseo que esto termine lo más antes posible —él dice.
Hanna levantó la cabeza y fijó su molesta y triste mirada en Enzo.
—Esta es la última oportunidad que te voy a dar para que pases todas las propiedades a mi nombre —Enzo afirma—, luego te podrás marchar con tus padres a donde se te plazca, lo único que te quedará de mi hermano serán los recuerdos, porque todo lo demás es mío.
—Ya basta, las autoridades se harán cargo de lo que está haciendo conmigo, no me va a poder tener encerrada en esta habitación el resto de mi vida —hizo objeción Hanna levantándose de la cama, mientras caminaba completamente furiosa deseando arremeter en contra de aquel hombre que intentaba dominarla.
—Se que lo único que tienes es a tus padres, y por ende si no haces lo que te estoy pidiendo ellos no tendrán un final agradable —ante las palabras de Enzo, Hanna quedó completamente sorprendida.
—¡Está amenazando con acabar con la vida de mis padres! —exclamó ella dando pasos largos en dirección de la puerta donde se encontraba Enzo.
—No soy un hombre de juegos, eres demasiado afortunada porque aún continúas con vida, lo único que deseo es tener lo que me pertenece y nada más —en cuestión de segundos Hanna escupió el rostro de Enzo pasando por alto su pulcritud y decencia.
Aquella acción fue quizá la peor que pudo haber hecho ella, debido a la corta distancia que había entre los dos de un solo movimiento Enzo estiró el brazo y tomó aquella delgada bata que cubría su cuerpo y la rasgó con fuerza para luego limpiar su rostro.
Hanna con sus manos cubría su cuerpo, ya que había quedado en tan solo prendas íntimas. Enzo luego de limpiar su rostro, su mirada recorrió el cuerpo de aquella mujer que se encontraba frente de él.
—¡Pervertido!, sal ahora mismo de esta habitación, porque de lo contrario le aseguro que lo golpearé con todo lo que encuentre —aseguró Hanna mientras que su cuerpo temblaba debido al fuerte enojo que se estaba apoderando de ella.
—Dame lo que es mío y luego me marcharé para siempre, —él introdujo las manos dentro de los bolsillos e irguió su cuerpo mostrando poder y rudeza.
—Le juro que si llega a intentar atacar a mis padres, nunca va a poder obtener las propiedades de mi difunto esposo que ahora me pertenecen, antes de que se dé cuenta donaré todo —ella asegura, su astucia sorprendía a Enzo.
Enzo tensó la mandíbula y sin decir una sola palabra más le dio una última ojeada al cuerpo de Hanna, aquella acción provocó que las mejillas de ella se arrojaran, luego salió sintiéndose impotente y al mismo tiempo furioso debido a la situación que estaba pasando para recuperar lo que era suyo.
—Ustedes dos serán hombres muertos si permiten que esa mujer salga de esta habitación — advirtió Enzo a aquellos hombres que cuidaban de la puerta, luego regresó a la sala donde se encontraba Emilio, su primo.
—Por lo visto no has logrado nada —comentó Emilio sirviendo la bebida favorita de su jefe.
—Por las malas no podré lograr conseguir nada de ella —afirmó Enzo llevando el vaso a la boca y bebiendo de un solo sorbo.
—¿Estás queriendo decir que esa mujer se quedará con todos los frutos de tu trabajo? —ante la pregunta de su mano derecha, Enzo giró la cabeza y fijó la mirada en él.
—No estúpido, solo estoy diciendo que la fuerza en esta situación no jugará de nuestro favor, así que tendremos que ser astutos —Emilio escuchaba con atención a su jefe—. Necesito que reúnas a los abogados lo más antes posible.
—De inmediato señor.
Emilio llevó la mano al bolsillo, sacó su teléfono móvil, al instante hizo unas cuantas llamadas como su jefe se lo había ordenado.
Unos cuantos minutos más tarde los abogados se encontraban justo en la puerta principal de la casa que ahora se encontraba residiendo Enzo, no era para menos, debido que el gran jefe pagaba una elevada suma de dinero a aquellos hombres para que todos sus negocios se encontrarán lejos de la mirada y las autoridades.
Los movimientos oscuros que solía llevar Enzo en sus propiedades por largos años no eran nada fáciles de ocultar, así que su nómina de abogados era la mejor del país, él buscaba tener siempre personas a disposición sin importar cual era el momento que los fuera a necesitar. .Emilio ubico en la sala principal a los invitados, en breve se encontraba Enzo junto a sus abogados, quien encabezaba aquel grupo de hombres capaces de hacer cualquier cosa por su jefe era Tito Jones, más conocido como el abogado de la muerte, quien tenía un historial nada difícil de pasar por alto, además él era capaz de ir al infierno de ser necesario si su jefe lo ordenaba. Mientras que Enzo colocaba al tanto a sus abogados de lo que estaba sucediendo, todos escuchaban con atención, al terminar Tito se levantó y se dirigió a su jefe, con el mayor respeto antes que nada.—Señor, lamentamos la calamidad que le sucedió a tu hermano —él expresó con respeto. Ante las condolencias por parte del abogado Enzo apretó
Luego de unos cuantos minutos Enzo se levantó de aquella silla, tomó la pistola en su mano al instante Tito y los demás abogados pasaron colores en sus rostros, pero su jefe lo único que hizo fue llevar su arma de regreso a su cintura.—Todo sea por mis negocios, porque de lo contrario hubiese preferido cualquier otra cosa, ahora largo de aquí antes de que me arrepienta partida de ineptos, un próximo error y terminaré con sus mugrosas vidas, se muy bien el papel que ocupan para mis negocios y por ello agradezcan que los necesito con vida. Emilio encárgate de ellos, mientras que yo me preparo para solucionar el terrible problema que el idiota de mi hermano me dejó. Enzo acomodo los botones de su traje y luego se marchó a una de las habitaciones.Mientras tanto, en la habitación principal, Hanna se encontraba en el interior del baño, el agua recorría por su cuerpo, el llanto no se detenía, se encontraba deshecha por todo lo que le estaba sucediendo. Primero su esposo y luego todo esto.
Los rayos de luz ingresaron a través del cristal de la ventana golpeando de frente contra el rostro de Hanna, estiró su cuerpo y al levantarse lo primero que hizo fue ir a revisar la puerta de su habitación, estiró el brazo, colocó su delicada mano sobre la cerradura para luego girar de la perilla.Exhalo con fuerza, su respiración se fue acelerando lentamente, sus ojos se humedecieron ya que todo lo que había sucedido no se trataba de una maldita pesadilla, su realidad provocaba en ella que su cuerpo temblara del enojo. Ella seguía allí, con un hombre que decía ser su cuñado... y con su esposo muerto.Los fuertes deseos por salir de aquella casa eran tantos que no sabía cuanto más podría resistir, cerró con fuerza sus puños y arremetió a golpes contra la puerta, y sin importar que tan duro lo hacía no logró conseguir respuesta alguna.Se regresó hasta la cama, lanzando su cuerpo boca abajo rompiendo en llanto mientras que apretaba con fuerza las sábanas de la cama; su vida no era la
Luego de que Hanna cayó al piso, Enzo fue hasta su cuerpo, dobló la rodilla, la levantó en sus brazos y la recostó sobre la cama, tomó una botella con alcohol e impregnó su pañuelo para luego hacer que ella despertara.Lentamente Hanna fue abriendo los ojos, siendo a Enzo lo primero que vio, en cuestión de segundos colocó las manos sobre el pecho de Enzo para darle un fuerte empujón. —¡Pero que atarban!, ¿quién se cree para que esté tan cerca de mí? —Enzo bufó ante la manera de actuar de Hanna. —Ya que no te agrada que me acerque a ti, entonces procura no desmayarte, caíste como piedra y no tuve de otra salida más que levantarte...—¡Silencio!, ante el simple hecho de escuchar su voz me causa gran dolor de cabeza —exclamó ella interrumpiendo a Enzo.Hanna regresó la mirada a su costado, allí se encontraba el vestido que Enzo había sacado, aún se encontraba débil, pero su molestia era aún más fuerte, Hanna se levantó de la cama con aquel vestido en la mano, lo apretó con fuerza y lue
Una vez que Enzo salió de la habitación, Hanna dobló las rodillas y cayó al piso, el llanto se apoderó de ella, sus manos temblaban la impotencia y angustia eran cada vez más fuerte en ella.Hanna no lograba imaginar cuanto más iba a poder tolerar aquella situación, en ese instante una idea llegó a su cabeza... era su única salida; levantó la mano y limpió las lágrimas que impregnaban sus mejillas. Se levantó y luego fue al baño, retiró su ropa y se dio un baño corto, pocos minutos después se encontraba de regreso en la habitación, una toalla rodeaba su cuerpo mientras que otra su cabeza, fue directo al armario. Mientras observaba aquellos vestidos no podía dejar de pensar en su difunto esposo, ella rodó los ojos y bufó levemente.«Casarme nuevamente y con ese desgraciado, mi vida va de mal en peor, por lo visto sí no tomo medidas en el asunto terminaré siendo la esclava de aquel hombre misógino y narcisista», pensó Hanna mientras acariciaba los vestidos con sus dedos. De repente s
Los autos se detienen frente a un bufete de abogados, los cuales no son cualquiera, se trata de Tito y sus colaboradores, la nómina de Enzo. Enzo sale del auto endereza su cuerpo y acomoda su saco, en su rostro hay una leve sonrisa, perversa para decirlo así, rápidamente Emilio abrió la puerta del otro costado del auto, Hanna sale con su cara triste dejando ver que no se encontraba nada bien. —Por favor venga conmigo, la llevaré hasta la sala donde será su boda —comentó Emilio muy cerca del oído de Hanna. Ella no tuvo la fuerza para responder, simplemente asintió levemente con su cabeza, con cada paso que daba justo al lado de Emilio era un paso más cerca del infierno junto a Enzo. Mientras tanto, Enzo se encontraba atrás de ellos, con sus manos en los bolsillos y su mirada vacía mostraba lo mucho que le molestaba tener que casarse y más con la esposa de su difunto hermano. —Señor debemos ingresar —dijo uno de sus hombres con un tono de voz suave mostrando inferioridad ante su j
Luego de haber salido de aquel bufete de abogados Hanna se sentía sucia, después de aquella boda ahora se encontraba completamente segura que el amor no existía para ella, había nacido para sufrir y lo más seguro era que para morir sola. Enzo caminaba dando pasos largos dejando atrás a su esposa, Emilio se encontraba junto a su jefe, quien tan solo lo observaba a través del rabillo del ojo.—Habla de una buena vez y deja de mirarme de esa mal.dita manera —habló Enzo con su voz ronca y desafinada. —¿Ahora a dónde vamos? —ante la pregunta de Emilio, Enzo se detuvo, giró su cuerpo quedando frente a él.—Es más que obvio, vamos por lo que es mío, no puedo esperar ni siquiera un día más para ponerme al frente de las empresas y todos los negocios que claramente son míos —habló Enzo con fuerza mostrando su poder.—Entiendo perfectamente señor, pero ella es... —¿Pero?, ¿acaso me estás intentando cuestionar con mis órdenes?—No, para nada señor, solo pienso que...—Cierra ya tu maldita boca
Los autos se detuvieron frente a aquel imponente edificio de cristal, Emilio salió rápidamente y abrió la puerta de atrás; Enzo salió del auto de aquella manera épica logrando llamar la atención de las personas que se encontraban en el lugar.Enzo estiró su cuerpo, acomodó su traje, finalmente en el rostro de aquel sombrío hombre se podía ver una sonrisa, no podía esperar más, así que de inmediato se dirigió hacia la entrada principal. Al ingresar se encontró de frente con los guardias encargados de la seguridad de aquel edificio, ellos con cara de pocos amigos impidieron su paso. —Buen día señor, ¿en qué le podemos servir? —preguntó uno de los guardias.—Soy Enzo Santos, el dueño de esta propiedad y de todo lo que hay en su interior —ellos conectaron sus miradas luego de haber escuchado aquellas palabras. —Lamentamos mucho este inconveniente, pero no podemos permitirle el paso, el señor Valentino era bastante reservado y tenía prohibido el ingreso de personal no autorizado —coment