Luego de haber salido de aquel bufete de abogados Hanna se sentía sucia, después de aquella boda ahora se encontraba completamente segura que el amor no existía para ella, había nacido para sufrir y lo más seguro era que para morir sola. Enzo caminaba dando pasos largos dejando atrás a su esposa, Emilio se encontraba junto a su jefe, quien tan solo lo observaba a través del rabillo del ojo.—Habla de una buena vez y deja de mirarme de esa mal.dita manera —habló Enzo con su voz ronca y desafinada. —¿Ahora a dónde vamos? —ante la pregunta de Emilio, Enzo se detuvo, giró su cuerpo quedando frente a él.—Es más que obvio, vamos por lo que es mío, no puedo esperar ni siquiera un día más para ponerme al frente de las empresas y todos los negocios que claramente son míos —habló Enzo con fuerza mostrando su poder.—Entiendo perfectamente señor, pero ella es... —¿Pero?, ¿acaso me estás intentando cuestionar con mis órdenes?—No, para nada señor, solo pienso que...—Cierra ya tu maldita boca
Los autos se detuvieron frente a aquel imponente edificio de cristal, Emilio salió rápidamente y abrió la puerta de atrás; Enzo salió del auto de aquella manera épica logrando llamar la atención de las personas que se encontraban en el lugar.Enzo estiró su cuerpo, acomodó su traje, finalmente en el rostro de aquel sombrío hombre se podía ver una sonrisa, no podía esperar más, así que de inmediato se dirigió hacia la entrada principal. Al ingresar se encontró de frente con los guardias encargados de la seguridad de aquel edificio, ellos con cara de pocos amigos impidieron su paso. —Buen día señor, ¿en qué le podemos servir? —preguntó uno de los guardias.—Soy Enzo Santos, el dueño de esta propiedad y de todo lo que hay en su interior —ellos conectaron sus miradas luego de haber escuchado aquellas palabras. —Lamentamos mucho este inconveniente, pero no podemos permitirle el paso, el señor Valentino era bastante reservado y tenía prohibido el ingreso de personal no autorizado —coment
Hanna se encontraba completamente segura de que no iba a ceder, ni siquiera ante el demonio de su esposo, con sus brazos cruzados mantenía su mirada puesta en la de aquel hombre que trataba de hacerla sentir de la manera más minúscula posible.Enzo se sentía frustrado ante la actitud de su esposa, y por más que quisiera resolver las cosas como siempre lo solía ser, tomar su pistola y en cuestión de segundos todo estaba resuelto, no podía ser; pero con ella se iba a tener que llenar de paciencia y actuar como un “hombre diferente".—Perfecto, no quería llegar a estos extremos, pero tendré que verme obligado en hacerle una visita a tus padres, —aquellas palabras hicieron que Hanna se transformara, dando pasos cortos se fue acercando a Enzo. —El día que se llegué a atrever a hacerle daño a ellos le aseguro que será su fin —ante el acercamiento, Enzo de un solo movimiento estilo los brazos y la tomó con fuerza de los hombros.—Nunca me podrás hacer daño, acaso no te das cuenta, tómate un
Los autos se fueron deteniendo, de inmediato los hombres de aquellas camionetas descendieron rápidamente, con armas de largo alcance apuntaban en contra de los autos de Enzo, pedían a gritos que descendieran de los autos. Enzo salió del auto sin poner problema alguno, Hanna se encontraba en shock, estando a punto de romper en llanto, uno de ellos la tomó por el cabello y la sacó del interior del auto. El cuerpo completo de Hanna temblaba ante aquella situación peligrosa, llevó la mirada a su alrededor dándose cuenta la cantidad de hombres armados y dispuestos a hacer uso de la fuerza en contra de ellos.Muy rara vez Hanna salía de casa con su difunto esposo, pero ahora que lo hacía se sentía completamente arrepentida y más luego de no haber firmado aquel poder para que Enzo pudiera andar tranquilamente por las propiedades que ahora eran suyas. —Todo eso se trata de uno más de sus shows ¿verdad? —preguntó Hanna a su esposo. Enzo simplemente la observó a través del rabillo del ojo
Durante todo el camino Hanna no hacía otra cosa más que fijar la mirada en el hombre que se encontraba a su lado, «Enzo Santos, realmente necesito saber ¿quién demonios eres» pensaba ella observando a aquel misterioso hombre.Los autos se detuvieron frente a la entrada principal de aquel edificio donde le habían impedido el ingreso a Enzo.Enzo luego de salir abrió la puerta donde se encontraba su esposa, ella bajó manteniendo la mirada fija en la suya. —Compórtate a la altura y espero que no vayas a hacer uno de tus shows —le advirtió a Enzo.Hanna torció la boca y rodó los ojos ante su comentario, fueron directo hacia la entrada principal, los guardas de seguridad del lugar al observar que Hanna se acercaba inclinando su cabeza rindiendo pleitesía.—Buena tarde señora, sea usted bienvenida —dijo el mismo hombre que le habían pedido el ingreso a Enzo. —Gracias por el recibimiento, él es Enzo, puede ingresar cada vez que se le antoje —le dijo Hanna al personal de seguridad, ellos o
Enzo no podía creer lo que estaba viendo, el tono de su piel cambió rápidamente, Hanna simplemente observaba la manera de actuar de aquel hombre que pareciera que hubiese visto el fin del mundo.—¿Qué le sorprende? —ante la pregunta de Hanna, Enzo se dio vuelta y fijó la mirada en ella. —¿Sabes dónde se encuentra el contenido de esta maldita caja? —preguntó yendo directo a ella. —No, por supuesto que no —respondió ella de manera tranquila. —Vamos al sótano del edificio, me encuentro completamente molesto y lo último que deseo es que uno de esos idiotas me impidan el ingreso —Enzo tomó con fuerza del brazo de Hanna y salieron de la oficina.—Supuse que se iban a quedar más tiempo, estaba a punto de ingresar para ofrecerles algo de tomar —comentó la asistente de presidencia. Enzo al igual que Hanna se contuvieron de responder, simplemente observaron a Caroline con desprecio, Hanna en aquellas pocas ocasiones en que se cruzó con la asistente de su difunto esposo no le causó nada de c
Hanna luego de haber escuchado las palabras de Enzo se sentía entre la espada y la pared, si no permitía que Enzo tuviera aquello que buscaba aquel enemigo que lo buscaba a muerte muy seguramente iba a acabar con ella con el simple hecho de ser su esposa. Ella ya había logrado entender que a Enzo no le importaba morir, pero ella tenía motivos suficientes para luchar por su vida y mantenerse sana y a salvo, haberse resistido a la petición de Enzo sería en vano si Adriano Bennett terminará con su vida.Ahora su vida se encontraba en manos de Enzo, y si quería vivir lamentablemente debería apoyarlo, y para ello tendría que ceder y llevar a Enzo directo a las cajas fuertes que había dejado Valentino.—Está bien lo haré —comentó Hanna entre dientes y de muy mala gana, Enzo fijó su atención en ella. —Te lo agradezco mucho, no logras imaginar lo feliz que me hace escuchar aquellas palabras —Hanna se acercó a Enzo y fijó la mirada en la suya.—Por lo visto no tengo otra salida, así que nece
Hanna se encontraba con los brazos cruzados, fijó la mirada a través de el cristal de la puerta, observando como las gotas golpeaban, su piel se puso de puntitos, en su rostro se podía anotar la tristeza que había en ella, una delgada y fina lágrima rodó a través de su mejilla. Enzo simplemente la observaba detalladamente a través del rabillo del ojo, sin brindarle demasiada importancia, para él, ella era una rosa triste y a punto de morir; y sí, Enzo no se equivocaba, Hanna no tenía nada ni nadie con quien poder desahogar aquel dolor que había en su interior.Los autos se fueron deteniendo, los vidrios se encontraban opacos debido al clima; Emilio abrió la puerta del costado donde se encontraba ella, abrió el paraguas y con una seña le indicó que bajara. Hanna observó bajo el paraguas que llovía a cántaros, dando pasos largos fueron directo a la entrada principal, al estar bajo techo se dio vuelta y fijó la mirada atrás.Más precisamente en Enzo, él se encontraba justo al lado del