Altercados

Luego de que Hanna cayó al piso, Enzo fue hasta su cuerpo, dobló la rodilla, la levantó en sus brazos y la recostó sobre la cama, tomó una botella con alcohol e impregnó su pañuelo para luego hacer que ella despertara.

Lentamente Hanna fue abriendo los ojos, siendo a Enzo lo primero que vio, en cuestión de segundos colocó las manos sobre el pecho de Enzo para darle un fuerte empujón. 

—¡Pero que atarban!, ¿quién se cree para que esté tan cerca de mí? —Enzo bufó ante la manera de actuar de Hanna. 

—Ya que no te agrada que me acerque a ti, entonces procura no desmayarte, caíste como piedra y no tuve de otra salida más que levantarte...

—¡Silencio!, ante el simple hecho de escuchar su voz me causa gran dolor de cabeza —exclamó ella interrumpiendo a Enzo.

Hanna regresó la mirada a su costado, allí se encontraba el vestido que Enzo había sacado, aún se encontraba débil, pero su molestia era aún más fuerte, Hanna se levantó de la cama con aquel vestido en la mano, lo apretó con fuerza y luego lo lanzó a los pies del hombre que estaba imponiendo órdenes sobre ella. 

—Lo tomaré por el lado bueno, voy a asumir que este vestido no es de tu color favorito, así que te sugiero que escojas el que más te plazca y te cambies lo más antes posible, te recomiendo que no me hagas perder la paciencia, porque no vas a querer ver que tan lejos puedo llegar y de todo lo que soy capaz de hacer para conseguir lo que deseo —habló Enzo de manera fría sin darle importancia a la acción que había acabado de hacer Hanna.

—¿Acaso ha perdido la cabeza? Jamás me casaré con alguien como usted —espetó ella con asombro—. Dice que es el hermano de mi difunto ex esposo, pero aún así pretende casarse conmigo, por lo visto no tiene valores ni respeto por los que fallecen —Enzo tensó la mandíbula y se acercó a ella, estiró los brazos y la tomó con por los hombros.

—No creas que soy esa clase de persona, la pérdida de mi hermano fue algo que me tomó por sorpresa, además no te ilusiones al pensar que me siento muy feliz o me agrada el hecho de tener que casarme y más con una mujer como tú —Hanna fijó la mirada en la frente de Enzo, quien tenía sus venas brotadas.

»Solo haz lo que te estoy ordenando y no hagas que pierda la puta calma, aunque no lo creas has sido demasiado afortunada que no hayas tenido que conocer a aquel demonio que habita en mi interior, te aseguro que una vez que logre salir lamentarás haberte intentado burlar de mí. 

»De la manera más amable posible quise hacer que pusieras lo que es mío en su lugar, pero por lo visto te estás esforzando en hacer lo que se te plazca, no soy un maldito juego, ni mucho menos voy a permitir que te salgas con la tuya. 

»La única manera de poder tomar lo que es mío es llevándote en contra de tu voluntad ante un juez, una vez se encuentre plasmada tu firma en aquel documento tendré acceso total a todo lo que un día le dejé a mi hermano.

—¿Qué?, pero ¿qué rayos ha dicho?, ni por la fuerza voy a aceptar ser su esposa, tan solo es un maldito desgraciado con problemas mentales, ahora más que nunca estoy segura que no es ningún familiar de mi difunto esposo, ¿pero qué demonios estoy pagando para estar envuelta en esta situación? —aseguró Hanna mientras intentaba liberarse de las manos de Enzo. 

—Son las consecuencias por haberte aferrado a algo que no te pertenece; el imbécil de mi hermano no pensó con claridad y ahora lo que me ha dejado ha sido un grave problema contigo —Hanna bufó con fuerza. 

—Todo lo que quiere tener mi difunto esposo lo consiguió con gran esfuerzo, se la pasaba trabajando arduamente los fines de semana y fechas especiales, su sacrificio era bastante notorio para poder mantener las empresas y todos sus negocios en pie y marchando sobre ruedas, en cuanto a usted, bueno usted es tan solo un aparecido que una vez que él perdió la vida hizo presencia.

»No sé porque, pero me atrevo a asegurar que usted está detrás de su muerte —ante su acusación Enzo soltó una sonora carcajada.

—Me encanta tu juego, así que en este rol de ideas quien muestra más interés en las propiedades de mi hermano eres tú, por nada del mundo piensas renunciar a ellas y además piensas tenerlas exponiendo tu propia vida, así que eres más sospechosa que yo —de manera ágil Hanna logró zafar su mano y le propinó una fuerte bofetada provocando un sonido agudo en su mejilla. 

—¿Como se atreve a hacer ese tipo de comentarios?, su nivel de locura no deja nada de extrañar, cada quien juzga por su condición, por lo visto no es nada más ni nada menos tu maldito desgraciado que anda provocando daño a donde quiera que va —Enzo llevó su mano hasta la mejilla sintiendo como el calor se apoderaba de él.

Luego de aquel golpe las manos de Enzo comenzaron a temblaban, su respiración era tan fuerte que resoplaba, su mirada turbia y espeluznante hizo que Hanna diera unos cuantos pasos atrás, por la mente de ella solo pasaba que aquel endemoniado hombre iba a hacer uso de su arma en contra de ella. 

Lo único que le gratificará a Hanna era que si Enzo lograba acabar con su vida finalmente iba a poder salir de aquella m*****a pesadilla, aquella que había llegado a su casa en el cuerpo de Enzo.

—Usted acabó con su vida únicamente para quedarse con sus propiedades, pero lo que no se imaginó era que se iba a encontrar conmigo, seré aquella m*****a piedra en el zapato para impedir que logre conseguir su cometido.

—Toma uno de tus mugrosos vestidos y póntelo ahora mismo, porque no pienso pasar por alto lo que has hecho, espero que lo hagas por tus propios medios, porque te aseguro que si no lo haces tú, lo terminaré haciendo con mis propias manos y supongo que eso es algo que no deseas —habló Enzo mientras cerraba sus puños con fuerza tratando de dispersar aquella furia que había en él. 

—Si acaso cree que me voy a cambiar en frente de usted está muy equivocado, solo fui mujer de un hombre y no pienso rebajarme ante alguien como usted —una vez más Enzo río de ella. 

—Por favor bájese de esa nube, claramente no eres mi tipo y jamás me podría llegar a fijar en una mujer tan insípida como tú, lo único que me provocas son fuertes dolores de cabeza, quieres espacio, está bien te esperaré en la puerta, solo recuerda vestirte de la mejor manera posible.

»Además solo cuentas con pocos minutos para cambiarte, porque de lo contrario estaré de regreso en este lugar y ya no seré tan amable. 

Enzo se dio vuelta y salió mientras que ella reventaba de la furia en contra de aquel endemoniado hombre que le hacía sentir de la manera más minúscula posible. 

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