La música alegre retumbaba en aquel sitio nocturno donde se encontraba Enzo celebrando el éxito de una de sus más grandes entregas, él es un poderoso e imponente mafioso, a pesar de que siempre permanece muy bien acompañado de los hombres que cuidan de él, suele ser un hombre solitario.
Las mujeres más hermosas y cotizadas del lugar se encontraban a su alrededor, movían sus cuerpos con poca ropa tratando de llamar su atención, ellas sabían muy bien que si lograban pasar la noche con aquel hombre al día siguiente una gran suma de dinero iban a tener en sus bolsos.
Mujeres, mercancía y por supuesto dinero... mucho dinero, se encontraban a diario en el entorno de Enzo, el cual era el responsable de mantener las miradas de las autoridades lejos de sus negocios.
Enzo al notar la presencia de Emilio, su primo y mano derecha soltó el vaso sobre la mesa, exhaló con fuerza y luego bufó a medida que su primo se iba acercando, Enzo tensó la mandíbula y frunció el ceño.
—Siéntate de una buena vez y sé breve —ordenó Enzo con su voz ronca y desafinada mostrando autoridad.
—Señor, lamento mucho interrumpir tu celebración, pero tengo malas noticias, —ante las palabras de Emilio, Enzo tan solo llevó la mano hasta su cintura empuñó su arma y la colocó con fuerza sobre la mesa mostrando su molestia.
—¿Ahora qué rayos sucede? —Emilio inclinó la cabeza.
—Acabe de recibir una llamada de uno de sus hombres que se encuentra en Estados Unidos... —Enzo cerró la mano y golpeó con fuerza la mesa.
—¡Habla de una buena vez! —exclamó Enzo con fuerza llamando la atención de todos los presentes—. Sabes cuanto me molesta que se anden con rodeos, así que por tu bien no hagas que pierda mi poca paciencia.
—Se trata de tu hermano, me han informado que ha perdido la vida en un accidente de auto.
Al escuchar aquella noticia Enzo se levantó rápidamente de la silla siendo inevitable que dejara ver en su rostro un leve sentimiento de dolor.
—Prepara todo, viajaremos ahora mismo —ordenó Enzo, Emilio simplemente asintió y de inmediato se marchó.
Mientras tanto, en Estados Unidos, una empleada del servicio corre a toda prisa con cara de preocupación a través del pasillo yendo directo a la habitación principal, con la respiración agitada levanta el brazo y golpea con fuerza.
—Adelante —indicó Hanna Smith, la señora de la casa.
Al abrir la puerta aquella mujer con poca respiración fue directo hasta donde se encontraba Hanna, quien al notar la manera en la que actuaba su empleada de servicio fijó toda su atención en ella.
—¿Qué sucede?, ¿por qué actúas de esta manera? —preguntó Hanna sintiendo gran preocupación.
—Señora, acabamos de recibir una llamada por parte de las autoridades, ellos han informando de una terrible calamidad —aquella mujer se tomó unos segundos para recuperar el aliento y poder continuar, de inmediato Hanna levantó los brazos y colocó las manos sobre los hombros de aquella mujer que apenas podía hablar.
—¿Se trata de mis padres verdad? —preguntó Hanna mientras que sus ojos se humedecieron.
—No, se trata del señor Valentino —un escalofrío recorrió el cuerpo de Hanna al escuchar aquellas palabras.
—¿Qué le sucedió a mi esposo?, por favor habla de una buena vez porque la angustia me está matando —habló ella con su voz entrecortada.
—El coche de tu esposo salió de la carretera cayendo por un precipicio, por el impacto estalló quedando envuelto en llamas, los bomberos y paramédicos una vez llegaron al lugar no pudieron hacer nada, tan solo quedaron unas cuantas retorcidas latas.
Hanna rompió en llanto al escuchar aquella horrible noticia, su cuerpo temblaba como un gran trozo de gelatina, sus rodillas se fueron doblando cayendo al piso, con sus manos acariciaba sus hombros, Valentino a pesar de todo era su vida.
Días más tarde.
Enzo se encuentra parado justo en el lugar en donde el auto de su hermano salió de la vía y cayó al precipicio, detrás de aquellos lentes oscuros hay una mirada sombría, afectado por lo que le sucedió a su hermano.
Emilio carraspeó la garganta tratando de llamar la atención de su jefe, rápidamente Enzo respiró con fuerza tratando de aliviar aquel grueso nudo que se encontraba en su garganta, manteniendo la mirada hacia el vacío con su mano le indicó que podía hablar.
—Señor, he ido personalmente a la empresa como me lo has ordenado, al parecer todo continúa marchando con normalidad —Enzo tensó la mandíbula y frotó de su mentón con la yema de sus dedos—. Excepto una cosa no menos importante.
Al escuchar aquellas palabras rápidamente Enzo se dio vuelta y fijó la mirada en su primo.
—Todas las propiedades que se encontraban a nombre de tu hermano ahora se encuentran a nombre de su esposa —Enzo soltó un fuerte bufido.
—Necesito saber su ubicación, iré a hablar con ella y hacerla entrar en razón para que me regresé todo lo que tenía Valentino, esas propiedades son mías y no pienso perderlas por nada del mundo, a como dé lugar haré que esa mujer traspase los bienes a mi nombre.
—Ella se encuentra en casa —aseguró Emilio—. Te conozco y supe que querías saber de ella, así que me tomé la molestia de conseguir su dirección, si lo ordenas podemos ir ahora mismo.
—Buen trabajo, iremos a visitar a mi cuñada —Enzo dibujó una malvada sonrisa en su rostro mientras caminaba directo a uno de sus autos.
Unos cuantos minutos más tarde el auto se detuvo frente de una lujosa y enorme casa, rápidamente Emilio bajó y abrió la puerta de su jefe.
—Señor, hemos llegado.
Enzo acomodó su saco y dando pasos largos fue directo a la puerta principal, levantó el brazo y dio unos cuantos golpes a la puerta; un hombre vestido de pingüino abrió pocos segundos después.
—Buen día señor, ¿en qué le puedo ayudar? —preguntó aquel hombre mientras su mirada escaneaba el cuerpo completo de Enzo—. Si hacen parte del equipo de detectives les informo que la señora se encuentra indispuesta luego del interrogatorio por parte de sus compañeros, así que le pido amablemente que por favor se retire y sea un poco más sensible ante la situación que ella está pasando.
—Me interesa muy poco si esa mujer se encuentra indispuesta o no, necesito hablar con ella y claramente usted no es nadie para que piense en impedirlo —Enzo intentó ingresar, pero aquel hombre colocó la mano sobre su pecho impidiendo que continuara, ante aquel forcejeo los demás colaboradores de la casa lograron notar lo que estaba sucediendo.
—Por su bien le sugiero que retire su mugrosa mano de mi fino traje, porque de lo contrario será lo último que logre hacer antes de que le atraviese el cráneo con una bala.
Aquellas palabras fuertes y amenazantes hicieron que aquel hombre pasara saliva, pero aún así no le permitió el ingreso, todo lo contrario, unos cuantos hombres al servicio de la casa respaldaban la acción del portero.
—Le pido que por favor se retire ahora mismo, porque de lo contrario me veré obligado a hacer uso de la fuerza y claramente llamaré a las autoridades —Enzo levantó el brazo para luego chasquear sus dedos.
Ante aquella acción rápidamente Emilio junto a otros cuantos hombres que cuidaban de aquel poderoso e imponente mafioso arremetieron en contra de aquellos hombres abriéndole paso a su jefe.
—Pero ¿qué rayos sucede aquí? —exclamó Hanna con fuerza alzando el tono de su voz—. Esta es una casa decente y les exijo que se marchen ahora mismo.
Enzo de inmediato retiró los lentes oscuros, fijó la mirada en aquella mujer que se encontraba bajando a través de la escalera, la delgada bata dejaba ver la espléndida figura delgada que logró llamar su atención, su cabello castaño resaltaba sus ojos color avellana, sin hablar de sus perfectos y delicados labios.
Hanna se encontraba bastante furiosa debido al alboroto que se estaba llevando en la puerta principal de su casa, pero al observar a aquel hombre que se encontraba parado frente a la escalera su respiración por un instante se detuvo, el tono de su piel cambió de repente.
No era para menos, ya que las características físicas de Enzo le eran bastante similares a las de su difunto esposo.
Enzo al igual que Hanna se quedó congelado, sus miradas se conectaron atravesando sus cuerpos, por un instante el entorno se detuvo para ellos, al mismo tiempo sintieron que solo existían ellos en el lugar.—Así que tú eres Hanna Smith, la difunta esposa de Valentino Santos, la única heredera de todas sus propiedades —comentó Enzo con su voz ronca y desafinada rompiendo el silencio de aquel lugar. —Sí, soy yo, pero lo que no logro entender es ¿quién es usted y quién lo invitó a pasar? —preguntó Hanna bastante molesta mientras se cruzaba de brazos observando a Enzo de la peor manera. —Lo mejor es que te calmes, no te encuentras en posición para actuar de esta manera y menos en contra de mí; lo mejor será que hablemos en privado y no frente a tu servidumbre —Hanna bufó y luego rodó los ojos.—Claramente no tengo nada de que hablar con un extraño y menos en privado, así que haga el favor de una buena vez y márchese antes de que llame a las autoridades —Enzo levantó la mano y frotó su m
Minutos más tarde, Enzo ya se había ubicado en la casa de su hermano, el personal del servicio, quienes se habían rehusado a permitirle el ingreso a Enzo, ahora ante la presión por su parte y la de sus hombres ya le rendían pleitesía al nuevo dueño y señor de la casa.Mientras que Enzo se encontraba en la sala principal sentado de la manera más cómoda posible disfrutando de su bebida favorita, Emilio finalmente regresó con noticias, Enzo a pesar de todo dibujó una leve sonrisa en su rostro suponiendo que iban a ser las mejores.—Señor, ya tengo información sobre ella, espero que pueda servir de algo. —Enzo levantó la mano y con sus dedos le indicó que tomara asiento. —Habla y sé breve, porque la actitud de esta mujer no la pienso soportar ni un solo minuto más —gruñó Enzo.—Hanna Smith a sus treinta años lleva una vida con nada que envidiar —al escuchar aquellas palabras Enzo levantó la mirada y la fijó en su primo, quedando aquella pequeña sonrisa que había en su rostro en el olvido
Los movimientos oscuros que solía llevar Enzo en sus propiedades por largos años no eran nada fáciles de ocultar, así que su nómina de abogados era la mejor del país, él buscaba tener siempre personas a disposición sin importar cual era el momento que los fuera a necesitar. .Emilio ubico en la sala principal a los invitados, en breve se encontraba Enzo junto a sus abogados, quien encabezaba aquel grupo de hombres capaces de hacer cualquier cosa por su jefe era Tito Jones, más conocido como el abogado de la muerte, quien tenía un historial nada difícil de pasar por alto, además él era capaz de ir al infierno de ser necesario si su jefe lo ordenaba. Mientras que Enzo colocaba al tanto a sus abogados de lo que estaba sucediendo, todos escuchaban con atención, al terminar Tito se levantó y se dirigió a su jefe, con el mayor respeto antes que nada.—Señor, lamentamos la calamidad que le sucedió a tu hermano —él expresó con respeto. Ante las condolencias por parte del abogado Enzo apretó
Luego de unos cuantos minutos Enzo se levantó de aquella silla, tomó la pistola en su mano al instante Tito y los demás abogados pasaron colores en sus rostros, pero su jefe lo único que hizo fue llevar su arma de regreso a su cintura.—Todo sea por mis negocios, porque de lo contrario hubiese preferido cualquier otra cosa, ahora largo de aquí antes de que me arrepienta partida de ineptos, un próximo error y terminaré con sus mugrosas vidas, se muy bien el papel que ocupan para mis negocios y por ello agradezcan que los necesito con vida. Emilio encárgate de ellos, mientras que yo me preparo para solucionar el terrible problema que el idiota de mi hermano me dejó. Enzo acomodo los botones de su traje y luego se marchó a una de las habitaciones.Mientras tanto, en la habitación principal, Hanna se encontraba en el interior del baño, el agua recorría por su cuerpo, el llanto no se detenía, se encontraba deshecha por todo lo que le estaba sucediendo. Primero su esposo y luego todo esto.
Los rayos de luz ingresaron a través del cristal de la ventana golpeando de frente contra el rostro de Hanna, estiró su cuerpo y al levantarse lo primero que hizo fue ir a revisar la puerta de su habitación, estiró el brazo, colocó su delicada mano sobre la cerradura para luego girar de la perilla.Exhalo con fuerza, su respiración se fue acelerando lentamente, sus ojos se humedecieron ya que todo lo que había sucedido no se trataba de una maldita pesadilla, su realidad provocaba en ella que su cuerpo temblara del enojo. Ella seguía allí, con un hombre que decía ser su cuñado... y con su esposo muerto.Los fuertes deseos por salir de aquella casa eran tantos que no sabía cuanto más podría resistir, cerró con fuerza sus puños y arremetió a golpes contra la puerta, y sin importar que tan duro lo hacía no logró conseguir respuesta alguna.Se regresó hasta la cama, lanzando su cuerpo boca abajo rompiendo en llanto mientras que apretaba con fuerza las sábanas de la cama; su vida no era la
Luego de que Hanna cayó al piso, Enzo fue hasta su cuerpo, dobló la rodilla, la levantó en sus brazos y la recostó sobre la cama, tomó una botella con alcohol e impregnó su pañuelo para luego hacer que ella despertara.Lentamente Hanna fue abriendo los ojos, siendo a Enzo lo primero que vio, en cuestión de segundos colocó las manos sobre el pecho de Enzo para darle un fuerte empujón. —¡Pero que atarban!, ¿quién se cree para que esté tan cerca de mí? —Enzo bufó ante la manera de actuar de Hanna. —Ya que no te agrada que me acerque a ti, entonces procura no desmayarte, caíste como piedra y no tuve de otra salida más que levantarte...—¡Silencio!, ante el simple hecho de escuchar su voz me causa gran dolor de cabeza —exclamó ella interrumpiendo a Enzo.Hanna regresó la mirada a su costado, allí se encontraba el vestido que Enzo había sacado, aún se encontraba débil, pero su molestia era aún más fuerte, Hanna se levantó de la cama con aquel vestido en la mano, lo apretó con fuerza y lue
Una vez que Enzo salió de la habitación, Hanna dobló las rodillas y cayó al piso, el llanto se apoderó de ella, sus manos temblaban la impotencia y angustia eran cada vez más fuerte en ella.Hanna no lograba imaginar cuanto más iba a poder tolerar aquella situación, en ese instante una idea llegó a su cabeza... era su única salida; levantó la mano y limpió las lágrimas que impregnaban sus mejillas. Se levantó y luego fue al baño, retiró su ropa y se dio un baño corto, pocos minutos después se encontraba de regreso en la habitación, una toalla rodeaba su cuerpo mientras que otra su cabeza, fue directo al armario. Mientras observaba aquellos vestidos no podía dejar de pensar en su difunto esposo, ella rodó los ojos y bufó levemente.«Casarme nuevamente y con ese desgraciado, mi vida va de mal en peor, por lo visto sí no tomo medidas en el asunto terminaré siendo la esclava de aquel hombre misógino y narcisista», pensó Hanna mientras acariciaba los vestidos con sus dedos. De repente s
Los autos se detienen frente a un bufete de abogados, los cuales no son cualquiera, se trata de Tito y sus colaboradores, la nómina de Enzo. Enzo sale del auto endereza su cuerpo y acomoda su saco, en su rostro hay una leve sonrisa, perversa para decirlo así, rápidamente Emilio abrió la puerta del otro costado del auto, Hanna sale con su cara triste dejando ver que no se encontraba nada bien. —Por favor venga conmigo, la llevaré hasta la sala donde será su boda —comentó Emilio muy cerca del oído de Hanna. Ella no tuvo la fuerza para responder, simplemente asintió levemente con su cabeza, con cada paso que daba justo al lado de Emilio era un paso más cerca del infierno junto a Enzo. Mientras tanto, Enzo se encontraba atrás de ellos, con sus manos en los bolsillos y su mirada vacía mostraba lo mucho que le molestaba tener que casarse y más con la esposa de su difunto hermano. —Señor debemos ingresar —dijo uno de sus hombres con un tono de voz suave mostrando inferioridad ante su j