Selene se encontraba en la cocina ayudando a su amiga con el desayuno de Dionisio- ¡No tonta! ¡Te dije que le gusta la tostada sin bordes!- exclamó Agatha quitándole el pan de las manos.
-¿Cuál es la diferencia? Que caprichoso- exclamó frustrada.
-Si llegara a escucharte…- dijo preocupada- Traeme el queso untable descremado de la heladera ¡Rápido! se nos hace tarde.
Selene se movió hacia la heladera con cansancio, últimamente se sentía sin energías. Abrió la heladera y tomó la bandeja con el queso y sintió el olor entrar de golpe por sus fosas nasales. Su rostro se frunció en una expresión de asco, cuando quiso darse cuenta, estaba soltando la bandeja contra el suelo y corriendo hacia la pileta de la cocina vaciando todo su estómago.
-¡Sele!- gritó su amiga que corrió preocupada.
La azabache se tambaleó hacia atrás mareada, hubiese caído de no ser por el agarre de Ágatha que la ayudó a sentarse en una de las banquetas.
-¿No estarás embarazada?- bromeó, pero cuando el rostro de la azabache palideció su sonrisa se borró. -Imposible…
-Lo hicimos…- Admitió con sus mejillas enrojecidas- La otra noche… en el granero- susurró.
Agatha se tapó la boca y corrió hacia la puerta, revisando que no hubiera gente indeseada escuchando- ¿No te cuidaste?- protestó- ¿Estás loca? ¡Es el hijo favorito de los jefes!
-¡Lo sé!- sollozó nerviosa, cubriendo su rostro- Y-yo no sé… hace tanto que queríamos… no pudimos esperar.- dijo entrando en pánico.
-Está bien tranquila cariño- susurró suavemente- No te preocupes, tú ve a descansar, dile a tu madre que comiste algo en mal estado mientras te consigo un test de embarazo ¿Está bien?.
Selene asintió con la cabeza y confió en su amiga, realmente quería creer que no había cometido el peor error de su vida.
El rostro furioso de su madre, las expresiones de desprecio de sus jefes y por sobre todo la mirada de decepción de Hermes, invadieron sus pensamientos.
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Como había prometido, Agatha compró en su descanso de media hora el test de embarazo - No dejes rastros ¿Si? hazlo a la noche, cuando tu madre esté durmiendo y mañana me avisas el resultado- dijo preocupada.
Selene la abrazó con fuerza- ¿Qué sería de mí sin tí?
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Eran las 12 en punto de la noche cuando escuchó los ronquidos de su madre. Salió a escondidas con el test en sus manos hacia el precario baño que compartía con todos los empleados. Nerviosa, siguió todas las indicaciones de la cajita.
Pensó que todo sería más fácil si Hermes estuviera sosteniendo su mano en todo momento. Suspiró con tristeza y se sentó en el inodoro a esperar que pasaran los cinco minutos que indicaban las instrucciones.
Fueron los 5 minutos más largos de su vida, su corazón latía con fuerza, las lágrimas amenazaban con estallar en sus ojos negros y su estómago aún seguía revuelto. Cuando finalmente llegó el momento, tomó el palito con su mano temblorosa mientras cerraba los ojos con fuerza.
-Aquí vamos…- murmuró y abrió los ojos- M****a…
“Dos rayitas rojas = Positivo” Indicaba la cajita.
-Positivo…- murmuró con los ojos llorosos- Oh por Dios- exclamó soltando el test y cubriendo su boca por la conmoción- Estoy embarazada.
Sintió que su mundo se vino abajo. Siempre había soñado con ser madre, tener un niño o una niña a quien amar, proteger de todo, darle una buena vida, una que ella no había tenido y por supuesto darle un padre que lo amara. Pero ¿y si Hermes no lo aceptaba?
Asustada tiró el test a la basura y corrió hacia su cama cubriéndose del mundo con las sábanas. Quizás si dormía, mañana cuando despertara, todo hubiese sido un horrible sueño.
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Pero no lo fue.
-¡Selene!- gritó una voz ronca que parecía furiosa- ¿Qué significa esto?
A su pesar, la joven abrió sus ojos aún pesados, sintiéndose entre dormida y despierta- ¿Que…?- murmuró cansada, tratando de enfocar las imágenes difusas frente a sus ojos.
-¡Esto!- sacudió su madre contra su cara- ¡¿Es tuyo?! ¡Dime que no lo es!- aulló la mujer.
Selene finalmente se despabilo al ver el test que había arrojado a la basura siendo sacudido contra su cara. No tuvo tiempo de mentir, porque su madre vio el terror en su rostro al ser descubierta.
-Mamá…- sollozó liberando gruesas lágrimas- S-si… es mío- dijo asustada.
La mujer apretó con fuerza el test entre sus manos- ¿De quién es? ¡¿Quién es el padre?!
Selene abrió y cerró la boca como un pez y sintió que su garganta se cerraba de golpe. No podía ser cierto, estaba sucediendo, estaba arruinando la vida de todos.
-¡Te pregunte de quién es! ¡Contesta!- ordenó.
-¡De Hermes!- gritó cubriendo su rostro con sus manos.
Luego de su grito, se hizo un silencio sepulcral en la habitación que la asustó aún más. Se descubrió el rostro y encontró a su madre mirando un punto fijo a lo lejos con una expresión de decepción- ¿Mami?- dijo con la voz temblorosa.
La mujer se movió hacia su mesa de luz, vació el contenido sobre su cama y quitó un fondo falso de madera. Ante la mirada curiosa de Selene, sacó una gran cantidad de billetes viejos y se los tiró en su cara.
-¿Que…?- preguntó extrañada, tomando los billetes. ¿Esto era para criar al bebe?
-No te tardes mucho, cuanto más grande más dificil es- dijo dándole la espalda.
-No entiendo…
Su madre se giró furiosa hacia su hija, en su mirada pudo ver la decepción. Le había fallado, lo único que tenía que hacer era no relacionarse con los Brixton y eso mismo había hecho. Era una mala hija, merecía unos buenos golpes de castigo, cualquier cosa, pero la mirada de su madre era aún peor. Eran como mil agujas clavadas en su pobre corazón.
-Vas a abortar a ese niño- ordenó- No tienes ni idea de lo grave que es todo esto ¿no?
Selene la miró con horror y se abrazó a sí misma, como si protegiera a la pequeña semilla producto del amor.
-Si los patrones se enteran de que la hija de la empleada está embarazada de su heredero, ten por sabido que nosotras vamos a terminar en la calle.
-Mamá…- Sollozó asustada.
-Ellos confiaron en mí todos estos años, Selene. Te dieron educación, te dieron ropa, ¿Y así les pagas? ¿Acostándote con su hijo?- Gritó furiosa y levantó en alto su mano.
Selene cerró los ojos con fuerza, esperando el golpe que sabía que se merecía, pero nunca llegó.
-Espero que para el fin de la semana ese niño ya no sea un problema- sentenció su madre, saliendo de la habitación cerrando con fuerza la puerta.
Dionisio caminó furioso con la bandeja de desayuno entre sus manos. ¡Les había dicho mil veces a esas malditas sirvientas que solo comía queso untable descremado! Esta no iba a dejar pasar otro error más. -¡Dioni!- gritó su hermano pequeño, Midas, corriendo hacia él con su molesta y radiante sonrisa en su rostro. El nombrado puso los ojos en blanco-¡¿Qué?!- gruñó.. -¿Quieres unirte con mis amigos a un partido de Rugby? Nos falta uno en nuestro equipo y… El hombre se burló de él- ¿Crees que no tengo nada mejor que hacer? -Pero es sábado…- exclamó decepcionado. -Escucha Midas…- dijo con una falsa voz dulce- ¿No crees que ya estás grande para andar haciendo pucheros? ¿No te da vergüenza? Eres un chico… no una niña. -Yo…- dijo bajando la mirada avergonzado. -Ya deberías empezar a pensar qué hacer con tu vida, ser un hombre y dejar de jugar con los idiotas de tus amigos, ahora muévete- dijo empujándolo hacia un lado.- Que tengo cosas más importantes que hacer que perder el tiempo c
Dionisio entró al despacho de su padre. -Padre…- -Que sea rápido- exclamó sin levantar la mirada de la pila de papeles.-Vine a decirte que tenías razón.El hombre levantó la mirada con curiosidad.-Hermes debería ir a ese viaje. Es la única manera de que aprenda todo lo que necesita para el negocio. -¿Qué mosca te picó?- preguntó extrañado. Dionisio sonrió falsamente- Estuve pensando en nuestra última charla de padre a hijo y es cierto, es momento de sentar cabeza y buscar una buena esposa que me de hijos. -Me alegro de que finalmente me escuches hijo…-¿Tienes alguna en mente? ¿Debería buscarte una buena candidata? -No te preocupes por eso padre, ya tengo alguien en mente. -Me alegro de que hayas recapacitado finalmente. Que entiendas tu lugar. -Claro. Padre. — Selene se estaba colocando su uniforme cuando su madre entró al cuarto que ambas compartían- ¿Que haces? -Preparándome para trabajar--Nada de eso, debes hacer lo que te dije antes de que sea demasiado tarde. Selen
Selene subió al tercer piso de la mansión, aquel al que su madre le había prohibido subir desde que tenía memoria. -Señorita- exclamó el mayordomo- ¿A dónde va? Creo que se perdió.- Dijo con sarcasmo. -Buenos días señor- dijo amablemente- Necesito hablar con el Señor Dionisio. El hombre arqueó una ceja y sonrió como si le hubiesen contado una buena broma- Creo que está desvariando señorita, pero usted no tiene permitido el paso a esta área, me temo que no va a poder ser- Selene estuvo a punto de perder sus estribos cuando una voz interrumpió la tensión- -Hazte a un lado- ordenó el mayor de los Brixton, apareciendo en lo alto de la escalera. -Señor…- dijo el mayordomo, haciéndose a un lado con la cabeza baja- Lamento el escándalo, pero esta empleada estaba insistiendo en pasar a sus aposentos- -Ella puede ir a cualquier parte de esta casa sin pedir permiso- dijo con mirada asesina- ¿Me acompañas querida? Estaba a punto de tomar mi desayuno.- dijo suavemente-—-Vamos come… Sé qu
-¡Leonidas! ¡Apurate que vas a llegar tarde otra vez al colegio!- Gritó Selene desde la cocina. Su hijo de diez años corrió escaleras abajo, con su cabello castaño alborotado y aun con su pijama de superhéroes puesto. -¡Cariño! ¿Por qué no tienes puesto el uniforme? El niño comenzó a devorar su desayuno- Porque no quiero ir al colegio- dijo con la boca llena. -Otra vez con eso- exclamó agotada de los caprichos de su único hijo. -Yo me encargo Sele, el pequeño demonio va a tener que hacerme caso- exclamó Agatha mientras le acercaba una taza de café a su jefa. Desde que se había casado con Dionisio, su mejor amiga se había convertido en su ama de llaves y su confidente. -Te lo agradezco- suspiró cansada, tomando un sorbo del café amargo- Sino, voy a llegar tarde a la clase de pilates. -No te preocupes, para eso estoy- dijo guiñandole el ojo- ¡Vamos Leo! ¡A prepararse! —Clases de pilates a primera hora de la mañana, luego depilación, luego una hora en el gimnasio, luego peluquer
Eras las 12 en punto del mediodía cuando las puertas del salón de eventos del Hotel Luxury abrió sus puertas para dejar pasar a los invitados de Hermes y Hera. Los prometidos se pararon a un costado de la entrada para saludar uno por uno a sus invitados. El primero en llegar fue su padre. Hermes podía contar con los dedos de su mano la cantidad de veces que lo había visto en los últimos 10 años. Luego de revelarse contra él, y negarse a volver a su país y tomar el mando de su empresa, practicamente lo había desheredado. -Hijo…- exclamó el hombre. -Padre…- repitió en el mismo tono. -Tu madre estaría muy orgullosa de tí, de que finalmente estés casándote y formando una familia como es debido- exclamó. Para su padre, eso era decir que finalmente aceptaba una de sus decisiones, por lo que fue suficiente. Aunque no pudo evitar preguntarse, si su prometida hubiese sido Selene, lo hubiese felicitado de la misma forma. -Gracias padre- Estrecharon las manos y entró al event
Hermes esperó a estar a solas con su prometida en su cuarto. -¿Cómo es posible que mi hermano haya sabido de la boda? Se supone que él no estaba invitado.Su prometida se sentó frente al espejo para cepillar su largo cabello azabache sin inmutarse por la rabieta del hombre- Yo lo invité.- dijo sin titubear. -¿Que?- Se congeló en su lugar, observándola en shock desde el reflejo.- Habíamos quedado en que no íbamos a invitarlo. Lo hablamos, Hera…-Pero cariño- dijo deslizándose lentamente hacia su esposo.- Es tu hermano mayor…Además, es el dueño de todos los negocios de tu familia ¿No crees que deberías amigarte con él?- Ronroneó haciendo círculos en la piel bronceada de su esposo- Entiendo que hayan tenido problemas cuando eran tan solo unos niños, pero es momento de hacer las paces…¿No crees?- susurró a su oído. Hermes se soltó del agarre de su mujer y caminó hacia la puerta del baño. Necesitaba tomarse una buena ducha para despejar todos los pensamientos que tenía revoloteando en su
Selene llevó a su niño hasta el comedor. Sintió alivio al ver a su esposo allí, por lo menos podría seguir aparentando ser el matrimonio perfecto. Leónidas se sentó en su silla haciendo un puchero y cruzando los brazos con molestia. -¿Que ocurre campeón?- preguntó su padre. -Mamá no me deja jugar a los videojuegos. -Porque primero tienes que desayunar- indicó su madre. -¡Ya desayune!- protestó. -Comer golosinas no es desayunar Leónidas- protestó la mujer. -Selene, estamos de vacaciones, no es para tanto. Ve hijo, yo te autorizo, diviértete con los juegos. -¡Gracias pa!- chilló emocionado, corriendo fuera del comedor. La azabache se mordió con fuerza la lengua para no gritarle las mil y una a su esposo. En ese momento apareció un empleado del hotel con una carta pequeña, color blanco y con letras doradas, en el centro de una bandeja de plata.- Para el señor y la señora Brixton. La joven tomó la carta, pero antes de que pudiera leerla, su esposo se la quitó - Todo pasa por mis
Selene se encerró en uno de los cubículos en el baño del restaurante. Desde allí pudo escuchar los aplausos y los gritos de los invitados, festejando el amor de la pareja. Se apoyó contra la puerta y se deslizó poco a poco contra el suelo, sintiendose por primera vez en 10 años, sin fuerzas para seguir soportando su vida de mentiras.Verlo otra vez a los ojos le hizo recordar cuanto le había dolido la traición y darse cuenta de que Hermes jamás la había amado y que solo había estado con ella porque era la ilusa hija de la empleada doméstica que estaba rendida a sus pies. Sintió que estaba a punto de llorar, pero se contuvo. No podía llorar, Dionisio no se podía dar cuenta, tenía una vida allí afuera y tenía que sostenerla a toda costa. Luego de contar hasta diez, volvió al salón y fue recibida por un sorpresivo abrazo del menor de los Brixton, Midas.-¡Sele!- chilló alégremente- -Hola Midas- sonrió, disfrutando el cálido abrazo- Tanto tiempo sin vernos. -Lo mismo digo- Sonrió solt