Eras las 12 en punto del mediodía cuando las puertas del salón de eventos del Hotel Luxury abrió sus puertas para dejar pasar a los invitados de Hermes y Hera. Los prometidos se pararon a un costado de la entrada para saludar uno por uno a sus invitados. El primero en llegar fue su padre. Hermes podía contar con los dedos de su mano la cantidad de veces que lo había visto en los últimos 10 años. Luego de revelarse contra él, y negarse a volver a su país y tomar el mando de su empresa, practicamente lo había desheredado. -Hijo…- exclamó el hombre. -Padre…- repitió en el mismo tono. -Tu madre estaría muy orgullosa de tí, de que finalmente estés casándote y formando una familia como es debido- exclamó. Para su padre, eso era decir que finalmente aceptaba una de sus decisiones, por lo que fue suficiente. Aunque no pudo evitar preguntarse, si su prometida hubiese sido Selene, lo hubiese felicitado de la misma forma. -Gracias padre- Estrecharon las manos y entró al event
Hermes esperó a estar a solas con su prometida en su cuarto. -¿Cómo es posible que mi hermano haya sabido de la boda? Se supone que él no estaba invitado.Su prometida se sentó frente al espejo para cepillar su largo cabello azabache sin inmutarse por la rabieta del hombre- Yo lo invité.- dijo sin titubear. -¿Que?- Se congeló en su lugar, observándola en shock desde el reflejo.- Habíamos quedado en que no íbamos a invitarlo. Lo hablamos, Hera…-Pero cariño- dijo deslizándose lentamente hacia su esposo.- Es tu hermano mayor…Además, es el dueño de todos los negocios de tu familia ¿No crees que deberías amigarte con él?- Ronroneó haciendo círculos en la piel bronceada de su esposo- Entiendo que hayan tenido problemas cuando eran tan solo unos niños, pero es momento de hacer las paces…¿No crees?- susurró a su oído. Hermes se soltó del agarre de su mujer y caminó hacia la puerta del baño. Necesitaba tomarse una buena ducha para despejar todos los pensamientos que tenía revoloteando en su
Selene llevó a su niño hasta el comedor. Sintió alivio al ver a su esposo allí, por lo menos podría seguir aparentando ser el matrimonio perfecto. Leónidas se sentó en su silla haciendo un puchero y cruzando los brazos con molestia. -¿Que ocurre campeón?- preguntó su padre. -Mamá no me deja jugar a los videojuegos. -Porque primero tienes que desayunar- indicó su madre. -¡Ya desayune!- protestó. -Comer golosinas no es desayunar Leónidas- protestó la mujer. -Selene, estamos de vacaciones, no es para tanto. Ve hijo, yo te autorizo, diviértete con los juegos. -¡Gracias pa!- chilló emocionado, corriendo fuera del comedor. La azabache se mordió con fuerza la lengua para no gritarle las mil y una a su esposo. En ese momento apareció un empleado del hotel con una carta pequeña, color blanco y con letras doradas, en el centro de una bandeja de plata.- Para el señor y la señora Brixton. La joven tomó la carta, pero antes de que pudiera leerla, su esposo se la quitó - Todo pasa por mis
Selene se encerró en uno de los cubículos en el baño del restaurante. Desde allí pudo escuchar los aplausos y los gritos de los invitados, festejando el amor de la pareja. Se apoyó contra la puerta y se deslizó poco a poco contra el suelo, sintiendose por primera vez en 10 años, sin fuerzas para seguir soportando su vida de mentiras.Verlo otra vez a los ojos le hizo recordar cuanto le había dolido la traición y darse cuenta de que Hermes jamás la había amado y que solo había estado con ella porque era la ilusa hija de la empleada doméstica que estaba rendida a sus pies. Sintió que estaba a punto de llorar, pero se contuvo. No podía llorar, Dionisio no se podía dar cuenta, tenía una vida allí afuera y tenía que sostenerla a toda costa. Luego de contar hasta diez, volvió al salón y fue recibida por un sorpresivo abrazo del menor de los Brixton, Midas.-¡Sele!- chilló alégremente- -Hola Midas- sonrió, disfrutando el cálido abrazo- Tanto tiempo sin vernos. -Lo mismo digo- Sonrió solt
Agatha se encerró en su habitación sintiendo que su corazón iba a estallar y salirse de su pecho. Había visto de más, había abierto la caja de pandora y ahora sería castigada por ello. Morir no parecía una mala idea. Caer en las garras de Dionisio era aún más aterrador.Sintió que iba a vomitar todo el desayuno ahí mismo al recordar la mirada de Dionisio sobre la suya. Estaba tan asustada que hasta podría tomar el primer vuelo a donde sea y no volver nunca más. Pero pensó en su amiga tantos años viviendo con un hombre que la estaba engañando descaradamente y encima tenía el descaro de pedirle un niño.El miedo fue reemplazado por la furia y salió de su cuarto dispuesta a contarle toda la verdad. — Selene se encontraba en su habitación cuando Agatha apareció de golpe, agitada, con el rostro rojo y sin su cena. -¿Agatha?- preguntó extrañada al ver la mirada de terror de su amiga. -Sele… necesito decirte algo- -¿Qué pasa?-Yo… No pudo terminar de hablar cuando la puerta del cua
Hermes observó a la novia, su hermosa Hera vestida de blanco, con sus ojos llenos de lágrimas de felicidad. El joven novio sonrió, sintiendo que su corazón latía con fuerza. -Si hay alguien en la sala que se oponga a esta unión, que hable ahora o calle para siempre- Dijo el cura y todos hicieron silencio en la sala, pero rápidamente ese silencio fue interrumpido. -¡Yo me opongo!- gritó la voz de una mujer abriendo de par en par las puertas de la iglesia. Hermes se giró hacia el pasillo, encontrándo a Selene parada allí, con los ojos llenos de lágrimas de tristeza, respirando agitada y con el rostro rojo, como si hubiera corrido miles de kilómetros para llegar a tiempo e impedir su matrimonio. -Selene…- murmuró sintiendo que todo el amor que había sentido por esa mujer hacía años volvía como un tsunami que lo arrastraba hacia ella. -Hermes… es a mi a quien amas, ¡Es conmigo con quien tenías que casarte! ¡me lo prometiste!- exclamó mostrándole el collar con el sol que le había rega
Hera se asomó por el gran ventanal de su cuarto y vio a su cuñado tomando sol en una reposera junto a la piscina. “Está solo” Pensó codiciosa. Era el momento perfecto para endulzar al mayor de los Brixton y porfin conseguir su parte de los negocios familiares o hasta el 100 por ciento si hacía una buena jugada. La joven se giró hacia su prometido, que miraba distraído su celular sentado al borde de la cama- Cariño- ronroneó sentándose encima de él- Acabo de ver que Dionisio está solo en la piscina. ¿Por qué no vamos y hablamos con él? -¿Para qué?- preguntó con una ceja arqueada. -Bueno… tú sabes, para mostrar que no hay resentimiento y que podemos volver a empezar como una familia unida- Dijo haciendo suaves círculos en su pecho. Eso nunca fallaba, ningún hombre podía resistirse a sus encantos de niña ingenua. -Lo siento cariño, pero ya te dije que no tengo intenciones de volver al negocio familiar y menos amigarme con ese idiota- exclamó quitándola suavemente de su regazo y reco
-Que extraño, juré que me había dicho que estaría en la piscina- murmuró Selene. Extrañada, la azabache dejó su bata a un lado y se sentó en la orilla de la piscina, hundiendo sus delgadas y blanquecinas piernas en el agua hasta la rodilla. -Ahh…- suspiró sintiéndose relajada. Eran las peores vacaciones de los últimos 10 años, en vez de relajarse se había estresado más que nunca. Mientras observaba su reflejo borroso en el agua cristalina no pudo evitar pensar en Hermes y en cómo se había convertido en un hombre desconocido. -Y pensar que conocía todo de mí y yo todo de él- murmuró con una sonrisa melancólica. Ver su reflejo miserable en el agua la enfureció y chapoteó con fuerza para borrar esa estúpida imagen- Ya no eres una adolescente, eres madre, compórtate- se castigó. Justo cuando estaba por levantarse, sintió una descarga dolorosa en una de sus piernas- ¡Ahh! gritó cuando sus músculos se comprimieron con dolor y sus dedos se retorcieron hacia adentro. Adolorida levantó