Capítulo 55 - Una esperanza
-¡Que me la des!- La mujer se precipitó hacia adelante, y Leónidas retrocedió chocando contra el grueso tronco de un árbol. Cielo lloró con más fuerza, su rostro se había puesto rojo y su llanto se había llenado de pequeños hipos. -Dame a la niña niño malcriado…No sabes de lo que soy capaz.

Los ojos de Hera parecían los de un demonio sediento de sangre. Leónidas miró hacia todos lados, no veía nada más que árboles por todos lados. No recordaba por cual lado habían camino, no se escuchaba la ruta, solo el viento inquietante de la madrugada. si echaba a correr y se perdía, él podría resistir más tiempo sin comer y sin beber agua y soportar el frío helado de la noche. Pero su hermanita… ella no resistiría mucho. Miró a la pequeña que no dejaba de llorar y odiándose a sí mismo, le entregó la pequeña a Hera.

Tenía que confiar de que la diabólica mujer los llevaría a alguna casa. No importaba si estaban cautivos, por lo menos el calor de un hogar era mejor que estar perdidos en medio de u
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