-¡Que te calles!- Gritó la mujer sosteniendo a la bebé de un brazo y agarrando a Leónidas con el otro con más fuerza de la necesaria- ¡Tú! ¡Arriba!- dijo nerviosa, mirando hacia todos lados sintiéndose perseguida. Leónidas se mantuvo en el suelo, haciendo peso muerto y soportando todo lo posible. “Si tan solo pudiera mantenernos aquí por un tiempo más…” -O te levantas, o te dejo aquí en medio del bosque, niño- Lo amenazó.-¿Eso quieres? ¿Quieres que te coman los animales mientras me llevo a la niña? El niño miró a la mujer y supo que estaba hablando en serio, ella se llevaría a su hermana y él jamás se lo perdonaría, porque le había prometido a su madre que cuidaría a Cielo a toda costa. Sin más remedio, se levantó lentamente. -Lo sabía- se burló con una sonrisa tétrica- Sabía que estabas fingiendo, maldito niño- La mujer tomó de los cabellos al joven, tirándolos con fuerza hacia arriba. -¡Argh!- Gritó de dolor, haciendo que la bebé volviera a llorar con más fuerza. -¡Suéltame
Hermes dio un paso hacia adelante, hundiendo su zapato en lo profundo del barro. -Aléjate- Murmuró Hera, abrazando más fuerte a la niña quien se removió en sus brazos con incomodidad, porque si bien aun no comprendía el mundo que la rodeaba, sabía que esa no era su madre- Quieres quitarme a la bebé. Es mía.-gruñó- -No mi amor- dijo suvamemente.- No es esa mi intención. Selene abrió grandes los ojos al escuchar el dulce apodo. ¿Qué estaba haciendo? ¿Por qué le estaba hablando de esa forma? Pero al ver el rostro de sorpresa de Hera, supo lo que estaba tramando y por eso le había dicho que no se metiera. Selene hizo su parte y le siguió la corriente a Hermes aunque le doliera en el alma. -Hermes… ¿Q-Que sucede? ¿por qué la llamas amor?- dijo con una angustia fingida. -Lo siento Selene… Pero mi esposa es ella. -Espera… ¿No te divorciaste?- dijo con un nudo en la garganta- ¿No íbamos a formar una familia? Me prometiste que nos casaríamos y… -No.- sentenció con dureza- ¿Realmente
-¿Cómo están mis hijos doctora?- Preguntó Selene junto con Hermes. Los niños estaban durmiendo en una habitación privada que Hermes había pagado con todas las comodidades. Si bien Dionisio y Hera ya no estaban para hacerles daño, pero aun así ya no quería correr más riesgos. Además, sus niños merecían lo mejor. -Los niños están en perfectas condiciones. Pero les recomiendo que pasen la noche aquí para poder vigilarlos durante toda la noche- Exclamó sonriendo- Tienen una niña muy hermosa y sana. Los felicito.La pareja intercambió miradas llenas de amor entre ellos- Gracias doctora. La doctora se retiró, dejándolos solos en la habitación. -¿Qué ocurre Selene?- preguntó Hermes al verla mirando la luna a través de la ventana con una expresión de nerviosismo. -Aún no le he dicho a Leo lo de su padre- Murmuró mirando de reojo a su niño que estaba concentrado jugando a los videojuegos. -¿Quieres que los deje solos así hablas más tranquila?- Preguntó preocupado. Selene entrelazó su p
Para su hermano, Hermes eligió un campo verde lejos de la ciudad. Un cementerio tranquilo, solo con árboles y placas en el suelo de todos los difuntos. Si bien tenía su espacio en el panteón familiar, prefirió que Dionisio descansara en paz lejos de la presión de sus padres y del apellido. Hermes se agachó frente a la placa de su hermano, que le recordaba que había muerto joven, a sus tan solo 32 años. Lentamente, dejó un ramo de flores sobre el pasto y volvió hacia donde estaba su hijo mayor, que sostenía la mano de su madre, quien tenía a Cielo durmiendo en sus brazos. Hermes se sintió alividado de que por lo menos ella no estuviera enterada de todo lo malo que había ocurrido. Convirtiéndose en la esperanza de la familia. -Adios hermano. Quizás en otra vida podamos ser más unidos- dijo con un nudo en la garganta. Selene se mantuvo en silencio contemplando la lápida del hombre que había arruinado su vida, con quien había construído una familia en base a las mentiras de ambos. El
-¿Estás segura?, quizás deberíamos volver otro día- dijo Hermes frente a la puerta de la casa de su hermano. -Quiero hacerlo ahora, sino nunca más voy a tener el valor de entrar- dijo Selene abriendo la puerta de la casa. Un silencio abrumador y el frío por la larga ausencia le dio escalofríos en todo el cuerpo. El lugar que por mucho tiempo había sido su hogar ahora parecía desconocido para ella. Lentamente caminó por el living, contemplando las fotografías que allí estaban colgadas, de años de recuerdos. La azabache las delcolgó y las guardó una por una en una caja. En su mayoría eran fotografías de Leónidas en el pasar de los años. Hermes tomó una en la que se veían solo las manos de Selene quien lo estaba ayudando a dar sus primeros pasos. Se había perdido de tanto y ese tiempo jamás lo iba a poder recuperar. -Es igual a tí- Murmuró Selene asomándose por su costado y apoyando su cabeza en su hombro- Recuerdo la foto que tu madre tenía en el comedor y son idénticas.-Si…- dijo
-La pequeña cada día se parece más a tí, Sele- dijo Agatha terminando de cerrar el pañal que le habia cambiado- Selene sonrió, asomándose a contemplar los grandes ojos redondos y negros de su hija. Además del cabello negro que comenzaba a crecer en su cabecita. La joven balbuceó, sacudiendo un sonajero sobre la niña, haciéndola reír- Aunque la sonrisa es la de Hermes. -Hablando de Hermes… ¿Cómo están las cosas entre ustedes? Selene cargó a su niña en sus brazos y la meció para hacerla dormir- Hemos estado yendo despacio, tú sabes algunas salidas para ponernos al día, más que nada con los niños. Aun no hemos tenido momentos a solas- dijo sonrojada. -Pero…¿Piensan irse a vivir los cuatro juntos? No es que los esté echando, sabes que me encanta tenerlos cerca, pero es lo que siempre has querido.-Lo sé…- suspiró la mujer- De hecho, Leónidas está entusiasmado en pasar más tiempo con su padre, espera ansioso a que lo visite. -¿Entonces?- Enarcó una ceja- ¿Ya vendiste la casa no? Con e
Las cosas fueron hacia arriba a partir de ese momento. Selene y Hermes comenzaron a buscar el hogar perfecto para vivir, ni muy cerca del centro, pero tampoco tan lejos de la civilización, especialmente por los niños. Porque Leónidas tenía a sus amigos y su colegio en el centro. Además, Selene quería estar cerca de su amiga. Aún no se había ido, pero ya la extrañaba. Leónidas se unió a la búsqueda con entusiasmo, rechazando una gran cantidad de casas anticuadas y que no tenían un jardín lo suficientemente grande para que pudiera jugar al fútbol con su padre o sus amigos. Selene estaba de acuerdo con eso y Hermes simplemente no podía decirle que no a su hijo mayor. Finalmente, luego de una larga búsqueda, se toparon con la casa perfecta. Y no, no era una mansión ni nada parecido a eso. Era una casa sencilla, con un piso arriba con cuatro cuartos. Uno para el matrimonio, uno para Leónidas (el más grande) uno para la niña cuando creciera y un cuarto de invitados. Además, tenía una co
-Leo… deja que tu hermana coloque la estrella, tú lo hiciste el año pasado- Dijo Selene mientras miraba por el visor de la cámara de fotos a sus dos hijos y a su esposo. El chico hizo puchero, pero cuando vio los grandes ojos negros y brillantes de su hermanita de tres años, supo que no podía negarse a esa mirada compradora que él mismo le había enseñado a utilizar- Está bien- dijo dándole a la pequeña el adorno final que faltaba para que el gran árbol de navidad estuviera completo.-Déjame que te ayude, Cielo- Dijo Hermes tomándo a la niña por la cintura y alzándola hacia la cima del arbol para que la colocara. -Esperen…- Dijo Selene acomodando la cámara y poniendo el temporizador. Luego corrió a reunirse con ellos- ¡Sonrían!-Sus dos hijos y su esposo sonrieron a la cámara, y finalmente Cielo puso la estrella, algo chueca, pero perfecta. -¡Ahora las luces!- Exclamó Leo, apretando el botón de encendido. El árbol brilló hermosamente, llenando los ojos de la niña de pequeños destell