Casada con el hermano de mi primer amor
Casada con el hermano de mi primer amor
Por: Luly Rose
Capítulo 1 - Amor adolescente

Selene ató su cabello azabache en una coleta, dejándolo caer sobre su espalda encorvada sobre el suelo de mármol que estaba lustrando con frenesí. 

-Apúrate hija, sabes que a la patrona le gusta que se vea su reflejo- ordenó su madre, también de rodillas contra el frío suelo. 

-Sí mami- respondió pasando la cera hasta el punto de que pudo ver sus facciones casi a la perfección. Su piel transpirada y blanquecina, sus mejillas rojas por el esfuerzo, sus labios redondos y rosados y sus grandes ojos negros llenos de vida por tener tan solo 17 años. 

-¡Sele Sele!- Gritó Midas, el hijo menor de los Brixton, quien corrió embarrando todo el trabajo de horas de esfuerzo. 

-¡Midas! ¡Maldito niño!- chilló Selene, dándole un coscorrón en la cabeza- Manchaste todo el mármol, idiota. 

El joven abrió grandes los ojos al ver el desastre que había hecho- ¡Perdón Sele!- Sollozó- Te juro que voy a ayudarte.- suplicó tomando del balde una esponja con espuma. 

-¡Para nada señorito!-. Se apresuró a decir su madre, quitándole la esponja- Usted vaya que el desayuno ya debe estar hecho, no se preocupe por nada.- dijo nerviosa, bajando la mirada. 

Selene lo miró mal y le sacó la lengua- Anda vete, luego vas a ver- Lo amenazó en broma. 

Midas sonrió ampliamente y se fue corriendo. Selene suspiró y comenzó una vez más el trabajo. 

-¿Qué te dije de hablar con los hijos de los patrones?- exclamó furiosa su madre. 

-Pero mamá… es Midas… es como un hermanito para mí.- Protestó.  

-No… ni lo pienses señorita. Te he dicho mil veces que no puedes dirigirles la palabra, ni siquiera verlos a los ojos. Solo di “Si señor Brixton, Si señora Brixton” a lo que sea que te pidan. Nada de nombres ¿Entiendes? ¡¿Y qué es eso de tocarlo y usar palabrotas?! ¿Quieres que terminemos en la calle?.

-No mamá, no quiero…- 

-Ahora ve a la cocina, de seguro Agatha necesita ayuda con el desayuno, sabes bien que a los patrones les gusta que la comida ya esté en la mesa cuando se sienten- 

-Si mamá- 

Selene entró a la cocina de la mansión de los Brixton donde su mejor amiga, Agatha, se encargaba de las cuatro comidas diarias de los herederos y sus ricos padres- ¡Agatha! ¿Necesitas ayuda?- dijo abrazando a su amiga por detrás.- 

-Ya terminé- exclamó colocando una taza de café humeante sobre una bandeja junto con varios postres exquisitos que los empleados tenían prohibido comer (El mayordomo de la casa los tenía contados)- Justo terminé el desayuno de Hermes- Dijo guiñandole el ojo. 

Selene se sonrojó y sacó de debajo de su uniforme gris un pequeño papel doblado por la mitad que deslizó debajo del platito de la taza de café. 

Agatha le sonrió en complicidad y salió de allí con la bandeja y la nota secreta. 

Ya no tenían que decirse nada. Agatha sabía del romance secreto de su amiga y Hermes, el hijo de en medio de los Brixton. El lugar de encuentro secreto era el antiguo granero abandonado de la mansión. 

Era medianoche cuando Selene se escabulló fuera de su cama, no sin antes estar segura de que su madre estuviera profundamente dormida en la cama junto a la suya. Con sigilo, caminó en puntitas de pie y atravesó el jardín trasero hasta el viejo granero. Con cuidado abrió la puerta y se deslizó dentro como un ninja. 

-Hola…- dijo cuando entró y se encontró con Hermes sentado en un montículo de heno con una lámpara iluminando el lugar. 

-Hola…- sonrió él haciéndole un lugar al lado suyo. 

Selene se acercó lentamente como si fuera la primera vez que se veían a escondidas . Aun sentía la adrenalina del primer día y el miedo de ser descubiertos. 

Ambos se miraron tímidamente, hasta que Selene acortó la distancia con un tímido beso en los labios- Te extrañé…- dijo haciendo un puchero, de esos que volvían loco al joven. 

-Lo siento Sele, últimamente mi padre me ha estado obligando a acompañarlo a todas sus reuniones, no me quita la mirada de encima- dijo apenado, bajando sus hermosos ojos celestes hacia sus pies.-Preferiría estar contigo que con esos viejos aburridos que solo hablan de sí mismos. 

-Está bien, entiendo… 

A veces odiaba lo distintos que eran sus mundos. Ella era la hija de la empleada doméstica, que había llegado a la casa de los brixton embarazada de 7 meses y suplicando por un trabajo, después de que su padre la abandonara a su suerte. Ella ya sabía su futuro, seguiría los pasos de su madre, lustrar los pisos de marmol de los Brixton hasta la muerte. 

En cambio, Hermes había nacido en cuna de oro. Proclamado como el heredero de la fortuna de los Brixton. Sabía tres idiomas a la perfección, se había instruido en las más interesantes y sofisticadas artes y deportes, y a sus 18 años iba a ingresar a la mejor universidad de todas. Además era hermoso, tanto que Selene no podía entender cómo había volteado a verla. Era alto, delgado, pero con los músculos definidos, con el cabello rizado y brillante color chocolate y esos ojos celestes que parecían tener luz propia, y ni hablar de su sonrisa, aquella que solo era para ella. 

Hermes notó la tristeza en la mirada de su amada, por lo que revolvió en el bolsillo de su chamarra en búsqueda de algo-Quería darte algo…- dijo nervioso. 

Selene miró con curiosidad una pequeña bolsita de tela de terciopelo rojo con una cinta dorada y la abrió con cuidado- No es la gran cosa… en realidad es una baratija- dijo avergonzado- Lo encontré en una feria, pero cuando lo vi…- dijo sacando un dije mitad media luna mitad sol- No pude evitar pensar que éramos nosotros. ¿No crees?

Selene observó el hermoso dije sin aliento. La luna y el sol, destinados a estar siempre separados, pero fundiéndose en los eclipses, por tan solo unos instantes. Así eran ellos, un amor destinado a ser fugaz. 

Hermes partió a la mitad la joya, separando el sol de la luna- ¿Puedo?- dijo temiendo ser rechazado. 

Selene corrió su largo cabello hacia un costado, dejando al descubierto su cuello - Claro…- 

Con las manos temblorosas, Hermes envolvió el delgado cuello de su amada con un hilo negro del que colgaba el sol que representaba el corazón ardiente y apasionado del joven. Luego, Selene tomó el hilo con la luna que representaba su misteriosa mirada y su belleza etérea y se lo ató al cuello bronceado- Es hermoso…- dijo admirando el sol brillante contra su pecho. 

-Tu eres hermosa- exclamó besándola con pasión.

Selene respondió al beso y lo intensificó, aferrándose de la nuca de Hermes atrayéndolo más a su cuerpo. El frío del granero había desaparecido, sus cuerpos adolescentes estaban calientes de deseo- Sele…- dijo Hermes, frenando el beso y alejándose unos centímetros. 

-¿Qué?-

-No quiero apresurar las cosas- dijo rojo hasta las orejas. 

-¿Tú no quieres esto? 

-¡Si que quiero! Pero no quiero presionarte- dijo preocupado- Puedo esperar… 

-Hermes… ya esperamos dos años- dijo sintiendo su corazón latir con fuerza contra su pecho- Ya estoy lista. 

-¿Estás segura?

-Si… Si es contigo, no tengo por qué temer. 

El joven volvió a besarla y poco a poco cayeron al suelo esponjoso por el heno donde hicieron el amor por primera vez. 

Ambos yacían completamente desnudos, de no ser por los collares que colgaban en sus pechos.-¿Cuándo vamos a poder amarnos líbremente?- dijo Selene con dolor en su corazón. 

Hermes los cubrió a ambos con su chamarra y besó su frente con cariño. -Pronto mi amor… pronto- susurró con cariño y dolor- Tan solo debes ser paciente. 

Selene cerró los ojos y grabó cada detalle de esa noche especial en su mente. Hermes la había tratado como si fuera la cosa más valiosa y delicada que existía en el mundo, la había mirado con deseo y amor en sus ojos, la había tratado con cuidado, siendo paciente, yendo despacio, sin importar tener que esperar. Había sido maravilloso. 

-Te amo…- susurró Selene, al darse cuenta de lo afortunada que era. 

-Yo tambien te amo- 

-¡¿Por qué él y no yo?!- Gritó Dionisio, el hermano mayor de los Brixton- 

-Porque Hermes tiene que aprender como es el negocio, ya hablamos de esto.- dijo el líder de los Brixton-

-¡Pero es un niño! ¡Yo ya soy mayor de edad y sé cómo manejar la empresa!- protestó poniéndose rojo de la ira. 

-Ya está decidido- dijo girando su silla hacia la ventana que daba al jardín. 

Dionisio cerró con fuerza sus puños hasta que temblaron- ¿Por qué él y no yo?- gruñó.

-Ya eres grande para formar tu propia familia- Sentenció sin voltearse hacia el joven rubio- Ya demasiados años he permitido que sigas viviendo bajo mi techo con todos los lujos. Es hora de que tengas tus propios hijos como yo lo hice a tu edad ¿No crees?- 

Dionisio sintió cómo la bilis le subía por la garganta por la sola idea de imaginarse casado con una mujer insoportable y un niño caprichoso- Si, padre…- respondió saliendo de la oficina con un solo objetivo, hacer la vida de Hermes lo más miserable posible, solo tenía que encontrar su punto débil. 

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