Selene ató su cabello azabache en una coleta, dejándolo caer sobre su espalda encorvada sobre el suelo de mármol que estaba lustrando con frenesí.
-Apúrate hija, sabes que a la patrona le gusta que se vea su reflejo- ordenó su madre, también de rodillas contra el frío suelo.
-Sí mami- respondió pasando la cera hasta el punto de que pudo ver sus facciones casi a la perfección. Su piel transpirada y blanquecina, sus mejillas rojas por el esfuerzo, sus labios redondos y rosados y sus grandes ojos negros llenos de vida por tener tan solo 17 años.
-¡Sele Sele!- Gritó Midas, el hijo menor de los Brixton, quien corrió embarrando todo el trabajo de horas de esfuerzo.
-¡Midas! ¡Maldito niño!- chilló Selene, dándole un coscorrón en la cabeza- Manchaste todo el mármol, idiota.
El joven abrió grandes los ojos al ver el desastre que había hecho- ¡Perdón Sele!- Sollozó- Te juro que voy a ayudarte.- suplicó tomando del balde una esponja con espuma.
-¡Para nada señorito!-. Se apresuró a decir su madre, quitándole la esponja- Usted vaya que el desayuno ya debe estar hecho, no se preocupe por nada.- dijo nerviosa, bajando la mirada.
Selene lo miró mal y le sacó la lengua- Anda vete, luego vas a ver- Lo amenazó en broma.
Midas sonrió ampliamente y se fue corriendo. Selene suspiró y comenzó una vez más el trabajo.
-¿Qué te dije de hablar con los hijos de los patrones?- exclamó furiosa su madre.
-Pero mamá… es Midas… es como un hermanito para mí.- Protestó.
-No… ni lo pienses señorita. Te he dicho mil veces que no puedes dirigirles la palabra, ni siquiera verlos a los ojos. Solo di “Si señor Brixton, Si señora Brixton” a lo que sea que te pidan. Nada de nombres ¿Entiendes? ¡¿Y qué es eso de tocarlo y usar palabrotas?! ¿Quieres que terminemos en la calle?.
-No mamá, no quiero…-
-Ahora ve a la cocina, de seguro Agatha necesita ayuda con el desayuno, sabes bien que a los patrones les gusta que la comida ya esté en la mesa cuando se sienten-
-Si mamá-
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Selene entró a la cocina de la mansión de los Brixton donde su mejor amiga, Agatha, se encargaba de las cuatro comidas diarias de los herederos y sus ricos padres- ¡Agatha! ¿Necesitas ayuda?- dijo abrazando a su amiga por detrás.-
-Ya terminé- exclamó colocando una taza de café humeante sobre una bandeja junto con varios postres exquisitos que los empleados tenían prohibido comer (El mayordomo de la casa los tenía contados)- Justo terminé el desayuno de Hermes- Dijo guiñandole el ojo.
Selene se sonrojó y sacó de debajo de su uniforme gris un pequeño papel doblado por la mitad que deslizó debajo del platito de la taza de café.
Agatha le sonrió en complicidad y salió de allí con la bandeja y la nota secreta.
Ya no tenían que decirse nada. Agatha sabía del romance secreto de su amiga y Hermes, el hijo de en medio de los Brixton. El lugar de encuentro secreto era el antiguo granero abandonado de la mansión.
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Era medianoche cuando Selene se escabulló fuera de su cama, no sin antes estar segura de que su madre estuviera profundamente dormida en la cama junto a la suya. Con sigilo, caminó en puntitas de pie y atravesó el jardín trasero hasta el viejo granero. Con cuidado abrió la puerta y se deslizó dentro como un ninja.
-Hola…- dijo cuando entró y se encontró con Hermes sentado en un montículo de heno con una lámpara iluminando el lugar.
-Hola…- sonrió él haciéndole un lugar al lado suyo.
Selene se acercó lentamente como si fuera la primera vez que se veían a escondidas . Aun sentía la adrenalina del primer día y el miedo de ser descubiertos.
Ambos se miraron tímidamente, hasta que Selene acortó la distancia con un tímido beso en los labios- Te extrañé…- dijo haciendo un puchero, de esos que volvían loco al joven.
-Lo siento Sele, últimamente mi padre me ha estado obligando a acompañarlo a todas sus reuniones, no me quita la mirada de encima- dijo apenado, bajando sus hermosos ojos celestes hacia sus pies.-Preferiría estar contigo que con esos viejos aburridos que solo hablan de sí mismos.
-Está bien, entiendo…
A veces odiaba lo distintos que eran sus mundos. Ella era la hija de la empleada doméstica, que había llegado a la casa de los brixton embarazada de 7 meses y suplicando por un trabajo, después de que su padre la abandonara a su suerte. Ella ya sabía su futuro, seguiría los pasos de su madre, lustrar los pisos de marmol de los Brixton hasta la muerte.
En cambio, Hermes había nacido en cuna de oro. Proclamado como el heredero de la fortuna de los Brixton. Sabía tres idiomas a la perfección, se había instruido en las más interesantes y sofisticadas artes y deportes, y a sus 18 años iba a ingresar a la mejor universidad de todas. Además era hermoso, tanto que Selene no podía entender cómo había volteado a verla. Era alto, delgado, pero con los músculos definidos, con el cabello rizado y brillante color chocolate y esos ojos celestes que parecían tener luz propia, y ni hablar de su sonrisa, aquella que solo era para ella.
Hermes notó la tristeza en la mirada de su amada, por lo que revolvió en el bolsillo de su chamarra en búsqueda de algo-Quería darte algo…- dijo nervioso.
Selene miró con curiosidad una pequeña bolsita de tela de terciopelo rojo con una cinta dorada y la abrió con cuidado- No es la gran cosa… en realidad es una baratija- dijo avergonzado- Lo encontré en una feria, pero cuando lo vi…- dijo sacando un dije mitad media luna mitad sol- No pude evitar pensar que éramos nosotros. ¿No crees?
Selene observó el hermoso dije sin aliento. La luna y el sol, destinados a estar siempre separados, pero fundiéndose en los eclipses, por tan solo unos instantes. Así eran ellos, un amor destinado a ser fugaz.
Hermes partió a la mitad la joya, separando el sol de la luna- ¿Puedo?- dijo temiendo ser rechazado.
Selene corrió su largo cabello hacia un costado, dejando al descubierto su cuello - Claro…-
Con las manos temblorosas, Hermes envolvió el delgado cuello de su amada con un hilo negro del que colgaba el sol que representaba el corazón ardiente y apasionado del joven. Luego, Selene tomó el hilo con la luna que representaba su misteriosa mirada y su belleza etérea y se lo ató al cuello bronceado- Es hermoso…- dijo admirando el sol brillante contra su pecho.
-Tu eres hermosa- exclamó besándola con pasión.
Selene respondió al beso y lo intensificó, aferrándose de la nuca de Hermes atrayéndolo más a su cuerpo. El frío del granero había desaparecido, sus cuerpos adolescentes estaban calientes de deseo- Sele…- dijo Hermes, frenando el beso y alejándose unos centímetros.
-¿Qué?-
-No quiero apresurar las cosas- dijo rojo hasta las orejas.
-¿Tú no quieres esto?
-¡Si que quiero! Pero no quiero presionarte- dijo preocupado- Puedo esperar…
-Hermes… ya esperamos dos años- dijo sintiendo su corazón latir con fuerza contra su pecho- Ya estoy lista.
-¿Estás segura?
-Si… Si es contigo, no tengo por qué temer.
El joven volvió a besarla y poco a poco cayeron al suelo esponjoso por el heno donde hicieron el amor por primera vez.
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Ambos yacían completamente desnudos, de no ser por los collares que colgaban en sus pechos.-¿Cuándo vamos a poder amarnos líbremente?- dijo Selene con dolor en su corazón.
Hermes los cubrió a ambos con su chamarra y besó su frente con cariño. -Pronto mi amor… pronto- susurró con cariño y dolor- Tan solo debes ser paciente.
Selene cerró los ojos y grabó cada detalle de esa noche especial en su mente. Hermes la había tratado como si fuera la cosa más valiosa y delicada que existía en el mundo, la había mirado con deseo y amor en sus ojos, la había tratado con cuidado, siendo paciente, yendo despacio, sin importar tener que esperar. Había sido maravilloso.
-Te amo…- susurró Selene, al darse cuenta de lo afortunada que era.
-Yo tambien te amo-
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-¡¿Por qué él y no yo?!- Gritó Dionisio, el hermano mayor de los Brixton-
-Porque Hermes tiene que aprender como es el negocio, ya hablamos de esto.- dijo el líder de los Brixton-
-¡Pero es un niño! ¡Yo ya soy mayor de edad y sé cómo manejar la empresa!- protestó poniéndose rojo de la ira.
-Ya está decidido- dijo girando su silla hacia la ventana que daba al jardín.
Dionisio cerró con fuerza sus puños hasta que temblaron- ¿Por qué él y no yo?- gruñó.
-Ya eres grande para formar tu propia familia- Sentenció sin voltearse hacia el joven rubio- Ya demasiados años he permitido que sigas viviendo bajo mi techo con todos los lujos. Es hora de que tengas tus propios hijos como yo lo hice a tu edad ¿No crees?-
Dionisio sintió cómo la bilis le subía por la garganta por la sola idea de imaginarse casado con una mujer insoportable y un niño caprichoso- Si, padre…- respondió saliendo de la oficina con un solo objetivo, hacer la vida de Hermes lo más miserable posible, solo tenía que encontrar su punto débil.
Selene se encontraba en la cocina ayudando a su amiga con el desayuno de Dionisio- ¡No tonta! ¡Te dije que le gusta la tostada sin bordes!- exclamó Agatha quitándole el pan de las manos.-¿Cuál es la diferencia? Que caprichoso- exclamó frustrada. -Si llegara a escucharte…- dijo preocupada- Traeme el queso untable descremado de la heladera ¡Rápido! se nos hace tarde. Selene se movió hacia la heladera con cansancio, últimamente se sentía sin energías. Abrió la heladera y tomó la bandeja con el queso y sintió el olor entrar de golpe por sus fosas nasales. Su rostro se frunció en una expresión de asco, cuando quiso darse cuenta, estaba soltando la bandeja contra el suelo y corriendo hacia la pileta de la cocina vaciando todo su estómago. -¡Sele!- gritó su amiga que corrió preocupada.La azabache se tambaleó hacia atrás mareada, hubiese caído de no ser por el agarre de Ágatha que la ayudó a sentarse en una de las banquetas. -¿No estarás embarazada?- bromeó, pero cuando el rostro de la
Dionisio caminó furioso con la bandeja de desayuno entre sus manos. ¡Les había dicho mil veces a esas malditas sirvientas que solo comía queso untable descremado! Esta no iba a dejar pasar otro error más. -¡Dioni!- gritó su hermano pequeño, Midas, corriendo hacia él con su molesta y radiante sonrisa en su rostro. El nombrado puso los ojos en blanco-¡¿Qué?!- gruñó.. -¿Quieres unirte con mis amigos a un partido de Rugby? Nos falta uno en nuestro equipo y… El hombre se burló de él- ¿Crees que no tengo nada mejor que hacer? -Pero es sábado…- exclamó decepcionado. -Escucha Midas…- dijo con una falsa voz dulce- ¿No crees que ya estás grande para andar haciendo pucheros? ¿No te da vergüenza? Eres un chico… no una niña. -Yo…- dijo bajando la mirada avergonzado. -Ya deberías empezar a pensar qué hacer con tu vida, ser un hombre y dejar de jugar con los idiotas de tus amigos, ahora muévete- dijo empujándolo hacia un lado.- Que tengo cosas más importantes que hacer que perder el tiempo c
Dionisio entró al despacho de su padre. -Padre…- -Que sea rápido- exclamó sin levantar la mirada de la pila de papeles.-Vine a decirte que tenías razón.El hombre levantó la mirada con curiosidad.-Hermes debería ir a ese viaje. Es la única manera de que aprenda todo lo que necesita para el negocio. -¿Qué mosca te picó?- preguntó extrañado. Dionisio sonrió falsamente- Estuve pensando en nuestra última charla de padre a hijo y es cierto, es momento de sentar cabeza y buscar una buena esposa que me de hijos. -Me alegro de que finalmente me escuches hijo…-¿Tienes alguna en mente? ¿Debería buscarte una buena candidata? -No te preocupes por eso padre, ya tengo alguien en mente. -Me alegro de que hayas recapacitado finalmente. Que entiendas tu lugar. -Claro. Padre. — Selene se estaba colocando su uniforme cuando su madre entró al cuarto que ambas compartían- ¿Que haces? -Preparándome para trabajar--Nada de eso, debes hacer lo que te dije antes de que sea demasiado tarde. Selen
Selene subió al tercer piso de la mansión, aquel al que su madre le había prohibido subir desde que tenía memoria. -Señorita- exclamó el mayordomo- ¿A dónde va? Creo que se perdió.- Dijo con sarcasmo. -Buenos días señor- dijo amablemente- Necesito hablar con el Señor Dionisio. El hombre arqueó una ceja y sonrió como si le hubiesen contado una buena broma- Creo que está desvariando señorita, pero usted no tiene permitido el paso a esta área, me temo que no va a poder ser- Selene estuvo a punto de perder sus estribos cuando una voz interrumpió la tensión- -Hazte a un lado- ordenó el mayor de los Brixton, apareciendo en lo alto de la escalera. -Señor…- dijo el mayordomo, haciéndose a un lado con la cabeza baja- Lamento el escándalo, pero esta empleada estaba insistiendo en pasar a sus aposentos- -Ella puede ir a cualquier parte de esta casa sin pedir permiso- dijo con mirada asesina- ¿Me acompañas querida? Estaba a punto de tomar mi desayuno.- dijo suavemente-—-Vamos come… Sé qu
-¡Leonidas! ¡Apurate que vas a llegar tarde otra vez al colegio!- Gritó Selene desde la cocina. Su hijo de diez años corrió escaleras abajo, con su cabello castaño alborotado y aun con su pijama de superhéroes puesto. -¡Cariño! ¿Por qué no tienes puesto el uniforme? El niño comenzó a devorar su desayuno- Porque no quiero ir al colegio- dijo con la boca llena. -Otra vez con eso- exclamó agotada de los caprichos de su único hijo. -Yo me encargo Sele, el pequeño demonio va a tener que hacerme caso- exclamó Agatha mientras le acercaba una taza de café a su jefa. Desde que se había casado con Dionisio, su mejor amiga se había convertido en su ama de llaves y su confidente. -Te lo agradezco- suspiró cansada, tomando un sorbo del café amargo- Sino, voy a llegar tarde a la clase de pilates. -No te preocupes, para eso estoy- dijo guiñandole el ojo- ¡Vamos Leo! ¡A prepararse! —Clases de pilates a primera hora de la mañana, luego depilación, luego una hora en el gimnasio, luego peluquer
Eras las 12 en punto del mediodía cuando las puertas del salón de eventos del Hotel Luxury abrió sus puertas para dejar pasar a los invitados de Hermes y Hera. Los prometidos se pararon a un costado de la entrada para saludar uno por uno a sus invitados. El primero en llegar fue su padre. Hermes podía contar con los dedos de su mano la cantidad de veces que lo había visto en los últimos 10 años. Luego de revelarse contra él, y negarse a volver a su país y tomar el mando de su empresa, practicamente lo había desheredado. -Hijo…- exclamó el hombre. -Padre…- repitió en el mismo tono. -Tu madre estaría muy orgullosa de tí, de que finalmente estés casándote y formando una familia como es debido- exclamó. Para su padre, eso era decir que finalmente aceptaba una de sus decisiones, por lo que fue suficiente. Aunque no pudo evitar preguntarse, si su prometida hubiese sido Selene, lo hubiese felicitado de la misma forma. -Gracias padre- Estrecharon las manos y entró al event
Hermes esperó a estar a solas con su prometida en su cuarto. -¿Cómo es posible que mi hermano haya sabido de la boda? Se supone que él no estaba invitado.Su prometida se sentó frente al espejo para cepillar su largo cabello azabache sin inmutarse por la rabieta del hombre- Yo lo invité.- dijo sin titubear. -¿Que?- Se congeló en su lugar, observándola en shock desde el reflejo.- Habíamos quedado en que no íbamos a invitarlo. Lo hablamos, Hera…-Pero cariño- dijo deslizándose lentamente hacia su esposo.- Es tu hermano mayor…Además, es el dueño de todos los negocios de tu familia ¿No crees que deberías amigarte con él?- Ronroneó haciendo círculos en la piel bronceada de su esposo- Entiendo que hayan tenido problemas cuando eran tan solo unos niños, pero es momento de hacer las paces…¿No crees?- susurró a su oído. Hermes se soltó del agarre de su mujer y caminó hacia la puerta del baño. Necesitaba tomarse una buena ducha para despejar todos los pensamientos que tenía revoloteando en su
Selene llevó a su niño hasta el comedor. Sintió alivio al ver a su esposo allí, por lo menos podría seguir aparentando ser el matrimonio perfecto. Leónidas se sentó en su silla haciendo un puchero y cruzando los brazos con molestia. -¿Que ocurre campeón?- preguntó su padre. -Mamá no me deja jugar a los videojuegos. -Porque primero tienes que desayunar- indicó su madre. -¡Ya desayune!- protestó. -Comer golosinas no es desayunar Leónidas- protestó la mujer. -Selene, estamos de vacaciones, no es para tanto. Ve hijo, yo te autorizo, diviértete con los juegos. -¡Gracias pa!- chilló emocionado, corriendo fuera del comedor. La azabache se mordió con fuerza la lengua para no gritarle las mil y una a su esposo. En ese momento apareció un empleado del hotel con una carta pequeña, color blanco y con letras doradas, en el centro de una bandeja de plata.- Para el señor y la señora Brixton. La joven tomó la carta, pero antes de que pudiera leerla, su esposo se la quitó - Todo pasa por mis