13.

Mauricio y yo salimos de la reunión, complacidos con todo lo que se habló. Nos encaminamos hacia la otra cabaña, donde seguro estarán las chicas divirtiéndose en la alberca.

―Sobre el nuevo restaurante… ―hablo, dubitativo y capto la atención de mi hermano, quien suspira.

―Espero que sí, hermano. Sabes lo mucho que te quiero allí ―dice, palmeando mi hombro―. Aunque ya me dijeron que estás fijo en la pastelería, ¿cómo te sientes respecto a ello?

―Bien, pero no es el lugar al que pertenezco y lo sabes ―respondo, encogiéndome de hombros.

―Haré todo lo posible, te lo juro. Sin embargo, en estos momentos ya tenemos pasteleros suficientes para Fraga II ―me informa.

―Solo prométeme que estaremos juntos, trabajando en el negocio familiar. Por nuestros bisabuelos, por mamá… por nosotros, Mauricio ―le pido, deteniendo el paso.

Él me imita y sonríe un poco triste, palmeando mi rostro con suavidad.

―Lo prometo, Sebas ―asegura.

Nos adentramos al lugar, observando a las chicas divertirse entre ellas
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