Luego de la boda…SEBASTodos empiezan a marcharse, contentos por la unión que se ha formalizado hoy. Mi hermano y Gabriela se ven tan felices y eso me pone muy contento a mí.Sin embargo, Fede aún sigue reacia a hablar conmigo. Busqué las mil y un formas de comunicarme con ella, pero siempre terminaba cerrándome las puertas.Ni siquiera he podido dormir en nuestra casa, no sin ella.No pude evitar sonreír cuando el ramo cayó en sus manos, pero ella con vergüenza lo volvió a lanzar y esta vez lo atajó Maite, la novia de Aarón. Aunque eso no quiere decir que ella se salvará de alguna propuesta de matrimonio en un futuro cercano.Porque no voy a renunciar a ella.Está por irse con sus padres, pero me acerco y tomo su mano. Ella me mira y yo espero a que mis suegros sigan su camino para hablar.—Ya no puedo más, Federica —le digo y ella respira hondo, pero no me suelta—. Necesito hablar contigo.—Está bien —accede y yo reprimo una sonrisa.Me pone feliz que, al menos, quiera que hablemos
La canción “Turning page” me indica que mi futura esposa está caminando hacia mí, por lo que me doy la vuelta y sonrío al verla con su vestido de novia. Este es blanco, con capas de tul lila con brillantes y no lleva velo pero sí una tiara que la hace lucir como lo que es: mi princesa.Además, el vestido deja apreciar su vientre abultado y el escote realza sus pechos, que están más grandes por el estado en el que se encuentra.Una vez la tengo frente a mí, su padre me la entrega y me recuerda que tiene un cuchillo de carnicería en su casa, haciéndonos reír.La boda inicia y yo sostengo la mano de mi futura esposa durante toda la ceremonia. No puedo evitar soltar algunas lágrimas ante sus votos matrimoniales y ella las limpia, haciéndome reír.Y para mí, escuchar el “ahora puede besar a la novia” se siente como el momento más feliz de mi vida. ¿Lo mejor de todo? es que sé que puedo ser aún más feliz, cuando nazca mi Mateo.Atraigo a Fede a mí, besándola para sellar nuestro matrimonio y
Observo los rostros de mi familia, apretando los puños bajo la mesa. Familia, qué chiste. ¿Cómo tu propia sangre puede disfrutar de causarte dolor? Como mi padre, que sonríe en victoria al ver mi gesto fruncido por la rabia.No, no es rabia. Es dolor, decepción. Observo a mi hermano mayor, Mauricio, quien aprieta los labios y me mira con pesar como si no acabase de quebrantar un sueño que creamos juntos.Una ilusión que él plantó en mí.“Cuando papá me ceda el puesto, no volverá a joderte” prometió.—Son unos hijos de puta —mascullo y mi hermana menor, Montserrat, cierra los ojos. De nuevo, mis ojos van a Mauricio—. Gracias por el increíble regalo de graduación que me estás dando, hermano.La ironía en mi voz le hace respirar hondo. No tengo por qué quedarme en la mesa, así que me levanto para encerrarme en mi habitación.—Sebas —advierte Mauricio, pero yo le miro con el profundo odio que siento hacia él en estos momentos.—No quiero oír tus pendejadas, señor Díaz. Pueden hacer los qu
Primer día de trabajo y ya sé que no podré soportarlo, mucho menos teniendo una jefa como la tal Federica.Y Mauricio, ese pendejo me va a escuchar.Me adentro en el departamento y la puerta se cierra de golpe, causando un estruendo que alerta a mi hermana. Me encamino a la cocina y me sirvo un vaso de agua porque siento que la sangre me derrite el cuerpo de la rabia que siento.—Sebas, ¿qué te sucede? —pregunta Montserrat y yo la esquivo, pero ella se vuelve a poner en mi camino.—Montserrat —advierto—. No estoy para mamadas.—Me vas a decir qué carajos te sucede —ordena.—A ti no te queda andar dando órdenes —la molesto, rodando los ojos.—No seas imbécil, por favor. Soy una Díaz, dar órdenes está en mi sangre —dice, golpeando levemente mi pecho antes de darme la espalda y sentarse en el sofá a seguir limándose las uñas—. Habla.—¡Que tengo una jefa de mierda! —exploto, dejando el vaso sobre la barra de la cocina—. Y que Mauricio es un mentiroso, pero ya me va a escuchar.—Necesito
Los días transcurren con normalidad. Federica siempre está a la espera de que mi comportamiento empeore y me presiona para que explote, cosa que admito he estado a punto de hacer un par de veces. Sin embargo, no le he dado el privilegio, por el contrario, ella termina maldiciendo y enfureciéndose sola cada vez que le respondo con algo que la hace molestar.—Buenos días, gentecita linda —saluda con una sonrisa en el rostro que se desvanece al verme—. Y hola para ti, Sebastián.—Buenos días, chef —saludo con una sonrisa, rodando los ojos.—Oh, ¿qué es eso que veo? Una sonrisa, señor Díaz. No es tan cara de culo como pensaba —ironiza, riéndose—. —En fin, tenemos trabajo que hacer. Nos han pedido mesa de postres y pastel para un cumpleaños —añade, dirigiéndose a su casillero para sacar el uniforme.Se adentra en el baño para cambiarse la ropa por el uniforme, cosa que agradezco porque la filipina le cubre un poco el trasero. Sí, bueno, tengo que admitir que con el pasar de los días me ha
El día da paso a la noche y el remordimiento de conciencia me carcome el cerebro. Miro mi celular, en específico el nombre de Federica en el mensaje que estoy dudando de enviar o no.Fui un imbécil esta mañana con ella y estábamos trabajando bien, no quiero arruinar el ambiente de trabajo porque no me conviene y porque es el único sitio donde estoy en paz. A medias.Mensaje para Boss:Federica, sé que quisiste acercarte a mí con buena intención. Sin embargo, estaba bastante susceptible, como pudiste notar, y por eso te traté mal. Otra vez. Y, de nuevo, no te lo merecías. Así que te pido disculpas, no he podido dejar de pensar en lo mal que fue lo sucedido esta mañana.En serio, lo lamento.Maldigo en voz alta y le doy clic en enviar. Unos largos segundo después, me llega su respuesta y no sé cómo tomármela.Mensaje de Boss:La verdad es que no me sorprende. Desde el primer día noté que eres un imbécil y eso es algo que no vas a cambiar, Sebastián. No vuelvas a disculparte por ser qui
A la mañana siguiente, Montse aún duerme cuando estoy por salir del apartamento. El chófer que me asignó Mauricio me está esperando y viajo en solitario hasta la pastelería. Por supuesto, el primer rostro que veo es el de Federica. No podría empezar mejor la mañana, ironizo.—Buenos días, señor Díaz —saluda de muy buen humor, observando las estanterías—. Qué bueno que llegó, el transporte está afuera. Necesito que me ayude a llevar los postres del cumpleaños. —Como ordene —digo y me acerco a ella, observando en la misma dirección. Me inclino hacia su oído para hablar—. Y puedes llamarme Sebastián. Ella se endereza de sopetón, mirándome. Me yergo para colocarme a su altura, manteniendo el contacto visual por largos segundos.— ¿Qué estás esperando? —pregunta y yo frunzo el ceño—. ¡Vamos a la cocina a por los postres! Este pedido no se entregará solo.Sonrío, notando que pretende no inmutarse por mi cercanía. Dejo que pase primero, observando como el legging que carga puesto le realz
Luego de un poco de acción en el baño de damas, estoy más que agotado. Ya es medianoche y lo que más quiero es largarme de aquí. Mauricio tiene cara de pocos amigos, mirando siempre en dirección a Gabriela. Ay, hermano… mira como te tiene la estudiante, pienso. Lo guardaré en mi memoria para burlarme de él más tarde. El DJ pone una versión slowed & reverb de Talking Bodies, Tove Lo. Le da un toque sensual a la canción y me gusta. Me acerco a Federica, motivado a intentar que baile conmigo. Está claro que no aceptaré un no por respuesta e insistiré hasta que acepte. Mis manos van a su cintura, mi pecho rozando su espalda. Detiene sus movimientos y respira hondo, sin mirarme. —Boss, ¿me permite un baile? —susurro en su oído.— ¿Por qué no lo aceptaría? Me caes mal, sí —responde, encarándome. Sus manos se enroscan en mi cuello y no oculto mi sorpresa cuando se acerca más a mí—, pero es mejor bailar contigo que con otro desconocido con la mano suelta. — ¿Alguien te tocó sin tu consent