15.

Me despierto con una erección por culpa de Fede. Sí, porque se metió en mi cabeza y soñé que me la follaba. Joder, parezco un adolescente hormonal ahora.

―Debo encargarme de ti, carnal ―le digo a mi miembro erecto.

Lo saco del pantalón de pijama, acariciándolo de arriba abajo y cierro los ojos para pensar en algo que me excite. Por supuesto, el sueño es lo que me ayuda. Me imagino sus labios carnosos rodeando mi pene, recibiéndolo con su humedad y su calor.

Sé que se sonrojaría y sus ojos se dilatarían. Le pediría que me mire mientras besa, lame y succiona mi miembro y cuando esté a punto de llegar, la alejaría para alzarla y abrirle las piernas.

¿Cómo se sentirá expandir su intimidad? ¿Su calor? ¿Estará apretada? ¿Cómo gime al correrse? ¿Le temblarán las piernas?

—Ah, mierda —gruño cuando me corro ante mi ávida imaginación.

Cuando mi cuerpo se relaja, me dejo caer por completo en la cama y trato de regular mi respiración. Joder, jamás me había sentido tan bien al masturbarme.

—¿Qué c
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