22.

Han sido unos días de mierda. Federica pasa de mí y solo me trata cuando es estrictamente necesario, todos lo notan en la pastelería. Por otro lado, Mauricio está mucho peor que yo en cuanto a actitud. Algo lo tiene cabreado o frustrado, pero no sé qué es exactamente.

Aunque creo que su problemilla tiene nombre y apellido.

—A ver, carnal. ¿Yo qué iba a saber que te gustaba tu jefa? —pregunta Daniel, trayéndome de vuelta a tierra.

—No me gusta —respondo, mirándolo.

—Entonces ¿por qué te molestó que quisiera salir con ella? —pregunta y yo ruedo los ojos.

—Porque el postre no se comparte, cabrón —mascullo, desviando la mirada—. Estamos… estábamos cogiendo.

— ¿Y qué tal? —pregunta, sonriendo de lado y trata de hacerme cosquillas.

—Pues es increíble, no lo voy a negar. Nuestros cuerpos se entienden a la perfección. Es la forma de alzar la banderita blanca entre nosotros, de resto nos repelemos.

—Suena a que te endulzó demasiado, compadre —se burla, palmeando mi hombro—. Mira, tu jefa es mu
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