28.

Llegamos al restaurante y le tiendo la mano a Federica para ayudarle a salir de la limosina. Noto que Aarón hace lo mismo con Gabriela y eso me sorprende.

¿Mauricio sabe de esto? Porque si no, creo que va a matarlo.

Nos adentramos al lugar, maravillado con lo que veo. No puedo evitar sonreír y mis ojos se llenan de lágrimas por el orgullo, aunque trato de disimularlo. Federica lo nota y se abraza a mi cuerpo, sonriéndome.

Tiene similitudes al anterior restaurante, como la madera y el azul decorando el lugar, así como las luces colgantes y las áreas al aire libre. Hay una pared roja con un altar con la virgen María y hay un poco de movimiento entre los meseros y personas de protocolo.

Me tenso de inmediato cuando veo a mi padre, quien habla con la junta directiva del restaurante de forma muy animada. Sus ojos se posan en mí y luego en Federica, notándose ciertamente sorprendido.

Ruedo los ojos, sin poder creerme aún su actitud y guío a Federica en dirección opuesta a él. Sin embargo, n
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