―Hora de irnos, ¿te llevo a casa? ―pregunto, enrollando mis brazos en su cintura, apoyando el mentón sobre el hombro de mi novia.—Voy a ir al café donde trabaja Gaby primero. ¿Nos vemos en tu depa más tarde? —pregunta, jugando con el cuello de mi franela.No puedo negar el ligero estremecimiento que me recorre el cuero ante sus palabras y mi compa se alza en respuesta, cosa que la hace reír. Yo trago saliva con dificultad ante todas las imágenes que pasan por mi cabeza.― ¿Para qué quieres ir, mi caramelo? ―Me hago el tonto, alzando una ceja.―Pues, señor Díaz, para que me haga el amor sobre lo primero que encontremos en el camino ―habla con una voz sensual que me prende más, acariciando mi labio inferior con su índice.Oh, estás en serios problemas, Federica.—¿No quieres que te lleve al café? —pregunto.—Tranquilo, pasa por mí si te tranquiliza —responde, robándome un pico de labios.—Hecho.Nos despedimos con otro beso, un poco más intenso, y me trepo en el auto para que Pascual m
Han pasado varios días desde aquel almuerzo. Todo parece ir muy bien en la familia porque Montse está muy feliz y Mauricio, pues ni les digo y sé que ambos casos se deben porque están con las personas que quieren. Federica y yo estamos muy bien, la pastelería ha tenido muchos pedidos y eso la ha puesto muy feliz. Nuestros días libres las pasamos juntos, a veces con su familia y a veces con la mía.Llego al departamento, sintiendo que extraño a Federica a pesar de haber estado con ella todo el día, trabajando. Montserrat está viendo la televisión y me dejo caer junto a ella, suspirando.—Uh, ¿qué te tiene así? —pregunta a modo de burla.—La amo —respondo con seriedad, omitiendo su broma y ella me mira, sonriendo—. La amo, Montse. He estado dándole vueltas a todo y quiero un futuro con ella, lo anhelo. Quiero que vivamos juntos y, más adelante, casarnos y tener hijos. ¿Quién lo diría, eh?—Un Díaz más que ha descubierto que tiene corazón —dice ella, recargando su cabeza de mi hombro—. H
Abro la puerta del departamento y lo encuentro hecho trizas: los cojines están en el suelo y hay varios trozos de vidrio por el lugar. Montse está acurrucada en el sofá y veo su cuerpo temblar, cosa que hace que se me caliente la sangre y a la vez suspire.—Mon —murmuro, acariciando su cabeza. Ella levanta su rostro y cierro los ojos al ver su maquillaje corrido—. Lo siento mucho —agrego, limpiando sus lágrimas.—¿A quién quería extorsionar mi papá, Sebas? ¿Por qué quería divulgar ese contenido? ¿A quién estaba acosando? —pregunta.—Quería divulgarlo para obligar a la víctima a acostarse con él —confieso y ella se cubre el rostro con las manos, sollozando—. Estamos mejor sin él, Mon. ¿Lo sabes, no?—Pero no así, Sebas. No así, maldita sea —lloriquea y está por levantarse cuando la tomo de los brazos.—Te vas a cortar —le digo, notando que está descalza. La ayudo a bajarse del sofá, alzándola en brazos y luego dejándola en el suelo donde está libre de vidrios.—¿Qué puedo esperarme del
NARRA FEDEGabriela ha estado un poco ansiosa, ya que el lunes darán los resultados. Sin embargo, Mauricio sabe cómo distraerla y se la llevará todo el fin de semana al rancho.La veo tan feliz y contenta, que me siento dichosa. Aunque el fallecimiento de Margarita fue un fragmento oscuro en su vida, solo es una pequeña parte de su libro y ahora el sol ha vuelto a brillar para ella. Y para mí también.Incluso para los mismos Díaz, ahora que su padre no está para seguirlos lastimando.Escucho el claxon de un auto y salgo disparada a abrir la puerta, pues sé que el bombón que tengo de novio me espera del otro lado. Cuando me encuentro con sus ojos verdes, no puedo evitar sonreír como niña pequeña y él imita mi gesto.—Hola, boss.—Niño bonito —saludo—. ¿Nos vamos?—Sí, amor. Antes de ir a ver apartamentos, me gustaría visitar a Elena. Quiero saber cómo se encuentra.—Justo estaba pensando en ella cuando desperté. Así que me parece muy buena idea —concuerdo y me acerco a tomar mi cartera
NARRA SEBASEl lunes llega y Montse está caminando de aquí para allá, nerviosa a más no poder. Me sorprende no verla recorriendo las paredes y el techo.—Mon, todo va a salir bien —le aseguro, tomándola de los hombros para que se quede quieta—. Si no ganas la pasantía, sabes que estarás en Fraga de todas formas. No te preocupes.—¿Lo crees? Papá está en la cárcel, pero no sé qué piensa Mauricio de mí. Al menos, a nivel profesional —murmura, mirándome apenas.—Montse, eres una de las mejores de tu clase. Está más que claro que nos vas a enorgullecer. No te preocupes —le recuerdo, tomando su rostro entre mis manos—. Ahora, ¿te vas con Pascual?—No, Cristián viene por mí —responde, sonriendo—. Por cierto… ya oficializamos nuestra relación.—¡Carajo! Estoy muy feliz por ti, de verdad. Definitivamente, todo lo que quieres, lo obtienes —le digo y ella se ríe.—Yo no quiero a Cris, lo amo. Toda la espera valió la pena, resulta que al final… tenías razón —responde y yo le guiño un ojo.—Anda,
Llegamos a la penitenciaría y luego de todo el protocolo de entrada, logramos pasar al área de visitas. Allí nos espera Juárez, cosa que me sorprende.Sin embargo, no soy el único tomado con la guardia baja pues Leonardo se sorprende al vernos a los tres.—Hola, Leonardo —lo saluda Juárez.—¿Qué hacen aquí los tres? —pregunta, tomando la posición de un gato a la defensiva.—Me he reunido con la junta directiva y hemos tomado la decisión unánime de que me cedas el resto de tus acciones, puesto que lo que me hiciste ha manchado el nombre del negocio y queremos limpiarlo —inicia Mauricio y yo lo miro, aunque no digo nada.¿Esto es lo que quería que presenciara?—Ni hablar. No voy a ceder ninguna de mis acciones, ¿me creen pendejo o qué? —pregunta.—Tienes que hacerlo, porque la junta directiva votó y todos lo hicieron en tu contra. Sin embargo, como yo sé que no eres ningún pendejo… —continúa Mauricio—... tomé una decisión. A pesar de todo el daño que nos has hecho, eres mi papá. Nuestro
Luego de hablar con Esteban, salgo de la oficina y me adentro en la cocina. Federica me mira y sonríe, acercándose a mí.—Chicos, escuchen algo —llama la atención de todos—. Nuestro pichón aquí presente dejará el nido hoy. Es el último día de trabajo de Sebastián Díaz en Dulce tentación, porque ahora tienen enfrente al nuevo socio y director de Fraga Restaurant.Elena y Lucrecia se miran entre ellas, boquiabiertas y luego empiezan a aplaudir, haciendo que el resto las acompañe. Yo me sonrojo, sonriendo con vergüenza y niego con la cabeza.—Sebas, ¡felicidades! Nos harás falta, pero sabemos cuánto deseabas esto —me dice Elena, enroscando sus brazos en mi cintura y pegando su cabeza de mi pecho—. Te deseamos lo mejor, te quiero mucho.—Gracias, Elenita. Sin embargo, no se crean que se van a librar de mí, tanto tú, como Fede y Lucrecia tienen las puertas abiertas al negocio. Si algún día deciden que este nido les quedó pequeño, las veo por allá —le digo, colocando mi brazo sobre los homb
FEDEUn par de meses después…Gaby ya se encuentra en Londres y debo admitir que una gran parte de mí la extraña. Montse y Cris también se fueron del país y se encuentran en Grecia. No voy a negar que siento cierta envidia hacia ellas, al ver sus fotos en redes sociales y al hablar sobre sus experiencias.Sin embargo, sé que ellas eventualmente volverán y mi rompecabezas volverá a estar completo.Una especie de bocina me devuelve a la realidad y la reja frente a mí es abierta por un policía. He decidido darle una visita a mi suegro y la he pospuesto muchas veces, pero Sebastián ya me contó sobre lo que hablaron antes de que le dieran las acciones de Fraga II y simplemente no puedo quedarme de brazos cruzados.Es mi novio de quien hablamos.Me indican dónde se encuentra el señor Díaz padre y me acerco, sentándome frente a él. Se endereza en su lugar, un tanto sorprendido por verme. Yo lo observo con ojos entrecerrados, pues luce tan distinto: delgado, pálido, desaliñado.Todo lo contra