26.

Me hace sonreír que, al despertar, me encuentro con el rostro somnoliento de Federica sobre mi pecho. Acaricio sus cabellos y ella se remueve, abrazando mi cintura con un poco más de fuerza mientras ronronea, pero no abre sus ojos.

Después de toda la acción de anoche, ya que no solo tuvimos sexo una sola vez, entiendo que esté cansada. Con mucho cuidado me deshago del abrazo y dejo mi almohada para que me suplante antes de salir de la habitación.

Me encuentro con Montse viendo la televisión y me sonríe con burla, a lo que yo ruedo los ojos y me adentro en la cocina para hacer el desayuno.

—Toda la noche lamenté una cosa, hermanito —habla, recargando su brazo del respaldar del sofá y mirándome con una sonrisa fingida—: que mi cuarto esté junto al tuyo. Las paredes son finas, ¿eh?

Estoy por replicar algo como que se meta en sus asuntos cuando noto a Fede cubrirse el rostro, vistiendo mi franela blanca y unos calzoncillos míos. Montse mira en mi dirección y se ríe ante las mejillas rojas
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