Capítulo 477
Sin más, inclinó la cabeza para besarla con ímpetu, casi con rabia, presionando sus labios con una mezcla de frustración y deseo contenido. La mordisqueó, no con violencia desmedida, pero sí con un ligero rastro de enojo.

Luciana, que de por sí no estaba de humor, se encolerizó aún más. Él la estaba atacando—aunque fuera un beso ardiente—y su reacción fue inmediata: le devolvió la mordida, pero mucho más en serio, con un mordisco real que rasgó la piel.

—¡Hmm! —gimió Alejandro, sintiendo el escozor y el sabor metálico que se esparcía en sus labios. Aun así, lejos de soltarla, intensificó la presión, como si quisiera hundirse más en ese gesto desesperado.

«¿Se había vuelto loco?» Luciana pensó, aturdida. Lo cierto era que, cuanto más vehemente se ponía él, con más saña lo castigaba ella. La lucha duró hasta que el sabor cobrizo de la sangre se intensificó, y Alejandro, a punto de su límite, finalmente se rindió, aflojando el agarre.

Al separarse, Luciana vio que tenía la comisura de la
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