Capítulo 476
—Ja… —ella soltó una risita seca y lo miró con seriedad—. ¿“Lo mío”? ¿Acaso no estás en el hospital por tu lesión? A estas alturas, tus gustos son los importantes. ¿Por qué no te dedicas a pensar en ti mismo, en vez de jalarme a la fuerza?

Él notó la frialdad de su respuesta, pero guardó silencio. Al final, se sentaron a la pequeña mesa. Luciana, sin mucha expresión, se dedicó a comer. Alejandro, por su parte, comenzó a pelar camarones y cortar la carne en trozos para ella, tal como solía hacerlo. Ella, sin embargo, comió con la vista fija en su plato, sin dirigirle palabra.

En pocos minutos terminó su porción, mientras Alejandro apenas había probado bocado, más concentrado en atenderla que en comer él mismo. Al acabar, Luciana limpió su boca con la servilleta y se puso de pie:

—Bien, ¿puedo irme ahora?

La pregunta sonó helada. Alejandro respiró hondo, y rodeó su cintura con el brazo sano, con cautela por no lastimarse ni herirla:

—¿Es que no puedes quedarte a mi lado un rato? —soltó c
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