Cap. 2: La propuesta.

Llegaron al hospital, ella preguntó por su madre y la enfermera le indicó donde se hallaba. Fue directo a la habitación y la vio, aún permanecía inconsciente, estaba siendo revisada por un médico, quien al ver llegar a la joven, salió y le pidió que la acompañará a su consultorio. 

  Isa caminó tras el médico. Al ver la cara de preocupación de este, sabía que no le tendría ninguna buena noticia.

  —Señorita, voy a serle sincero, la condición de su madre es grave, su corazón continúa agrandándose, la medicina ya no tiene el efecto que debería sobre su organismo. Aún podemos hacer algo por ella, pero necesitaremos un nuevo medicamento que está por salir al mercado, casualmente es elaborado por industria P&M, y como veo que usted trabaja allí, seguro lograrán conseguirla a un precio asequible, ya que aún no se lanza al mercado y tendrá un costo relativamente alto.

  —¿Tan grave es la situación, doctor?

  —Se lo pongo de este modo: si no consigue ese nuevo tratamiento lo más pronto posible, cualquier día podría volver a fallar su corazón y su vida se extinguirá. 

  Isabela miró sin esperanzas, aun así, le respondió:

  —Haré lo que está a mi alcance, solo dígame cuál es la medicina que mi madre requiere, por favor.

  El médico le extendió una receta, la joven la tomó y agradeció.

  —Trataré de volver con esto lo más pronto posible— dijo antes de salir. 

  En la sala de espera aún se hallaba la señora Lolita. La joven se aproximó a ella, y le rogó que se mantuviera cerca, que ella debía ir a conseguir el medicamento. Aprovecharía que la jefa quería que volviera, y le pediría ayuda para negociar aquella medicina. 

  La mujer le dijo que no se preocupara, y que fuera pronto, que ella permanecería allí hasta que volviera. La joven agradeció y salió de regreso a su trabajo.

  Al llegar a la compañía, la recepcionista le informó que la jefa de recursos humanos la esperaba en su oficina.

  Dio un par de toques a la puerta. 

  —Señora Altamirano, ¿puedo pasar?

  —Adelante. 

  —Con permiso, ya estoy aquí, volví un poco antes porque hay un asunto que necesito tratar con usted.

  —¿De qué se trata esta vez? Seguro necesitas un nuevo lote de medicinas. 

  —Si señora, pero esta vez ... Es de una nueva que aún no ha salido al mercado — habló la muchacha y le entregó la receta.

  Amanda la examinó y miró con asombro a la joven. Se levantó de su asiento y le devolvió la receta.

  —Este es un asunto en el cual no puedo ayudarla, lo siento.

  —Por favor, señora, ¡es de vida o muerte para mi madre!— exclamó acongojada hasta casi derramar lágrimas.

  La mujer tomó una carpeta y salió de su oficina. 

  —Sígueme. 

  Amanda la guio hasta la oficina principal del CEO. Al llegar, dio un par de golpes a la puerta.

  —Señor, ¿puedo pasar?

  —Adelante.

  Ingresó, y tras ella, iba Isabela. El hombre, de unos 50 años aproximadamente, quien se veía bien conservado, la recibió.

  —Ella es la señorita Torres, y aquí tiene su expediente. Señorita, él es el señor Harold Betancourt, el CEO de la empresa. Sobre lo que usted necesita, puede hablarlo directamente con él— volteó para entregarle la carpeta a su jefe— Si no necesita más, señor, me retiro, con permiso.

  —Puede irse, gracias Amanda.

  Después que la mujer salió, Isabela permaneció de pie, con la mirada hacia el frente. Harold le sonrió y la invitó a tomar asiento, mientras él examinaba su expediente.

  —Señorita Torres, aquí dice que usted lleva en esta empresa alrededor de un año, postuló para el cargo de auxiliar Farmacéutica, pero está en el área de empaque. Es un trabajo bastante agotador. Usted tiene un excelente desempeño, pero ella, última semana, ha pedido permiso varias horas. Esas ausencias marcarán su expediente, y cuando solicite un nuevo empleo no le será fácil conseguirlo, lo entiende, ¿verdad?

  Isabela abrió sus ojos sorprendidos, tenía temor de ser despedida.

  — Permítame explicarle, señor, se trata de un asunto delicado, es por mi madre.

  Harold asintió y continuó revisando los documentos. 

  —Aquí está escrito que usted accedió para la campaña de medicinas a bajo costo para empleados y mensualmente adquiere ciertos medicamentos. ¿Son para usted o para alguien más?

  Ella no entendía el porqué de la pregunta, pero respondió.

  —Es para mi madre, señor, ella tiene miocardiopatía dilatada, lo que hace que su corazón se agrande. Y de eso precisamente quería hablarle, más bien solicitar su ayuda.

  Harold la miró y no dijo nada, la joven respiró y continuó. 

  —En estos momentos ella está hospitalizada, y su pronóstico no es nada alentador. Y requiere una nueva medicina que está siendo producida aquí y apenas va a salir a la venta. Señor, le pido por favor, ayúdeme, quiero salvar la vida de mi madre.

  Harold sonrió de manera misteriosa. Miró de pies a cabeza a la joven, lo que la incomodó sobremanera.

  —Aquel medicamento es bastante costoso, y ni siquiera su salario completo le alcanzaría para pagarlo, ¿cómo piensa hacerlo?

  —Si me permite, trabajaría horas extra y también buscaré otra fuente de ingresos. Mi madre y yo somos de bajos recursos, y el dinero apenas alcanza para sus medicinas y lo más esencial. Así que no veo otro modo de poder pagarle.

  Harold permaneció dubitativo por un instante. Finalmente, se levantó de su asiento, se acercó peligrosamente a la joven, a la vez que le decía:

  —Esto es un asunto que tiene solución, podríamos llegar a un acuerdo, claro, si está interesada. 

  Isa lo miró con desconfianza, a la expectativa de lo que le quería proponer.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo