Cap. 5: Verdades ocultas

A toda prisa recorre los pasillos un hombre alto, de buen parecer, su piel bronceada; con sus aguda mirada explorar rápidamente el entorno, en medio del pasillo ve salir a una mujer de una de las habitaciones, con la cual choca sin poder evitarlo, apenas se disculpa y continúa su camino.

  A punto de ingresar a una de las habitaciones, una mujer mayor lo detiene antes que abra la puerta.

  —¿Sucedió algo malo, madre?

  —Hijo, tu padre sufrió un accidente, y ha perdido mucha sangre, ya están buscando las pintas que se necesitan para su intervención, en este momento está en el quirófano, solo nos queda esperar.

  —Bien, esperaremos.

  Ambos se dirigen a la sala de espera. Llevan esperando alrededor de un par de horas, un médico sale en su búsqueda. 

  —¿Parientes del Sr. Román Montemayor?

  El hombre y la señora mayor se ponen de pie.

  —Es mi padre, doctor, ¿como salió la operación?

  —Sígame por favor.

  Los dos fueron detrás del médico rumbo a un consultorio. Los invito a tomar asiento, y les explicó la situación. 

  —Es un verdadero milagro que el señor Montemayor aún permanezca con vida. No sabré decirles con exactitud si se recuperará del todo, pero haremos lo posible. Pero quería decirles que va a requerir más pintas de sangre, y al tener un tipo especial, es bastante difícil encontrarla.

  —Puedo donar la mía— se ofreció el hombre

  —¿Sabe su tipo de sangre? Si es él mismo de su padre, podremos obtener una pinta de usted para ayudarlo.

  —De acuerdo, éste es mi tipo de sangre —el hombre extiende una tarjeta al galeno, quien después de leerla, levanta la vista, interrogante.

  —Joven Montemayor, ¿está seguro de su tipo de sangre? Porque lamento informarle que de acuerdo a esto es imposible que usted pueda ser donador para su padre. 

  La mujer a lado del hombre se pone muy nerviosa, y palidece ante la afirmación del médico. 

  —Le pido sea más especifico, doctor. 

  —Ustedes dos son incompatibles, son dos tipos de sangre completamente diferentes. 

  El hombre voltea la mirada hacia la mujer mayor a su lado, está trata de controlar sus emociones antes de hablarle.

  —Christian, hijo, tengo algo que decirte, podríamos ... ¿salir y hablarlo?

  —Entiendo doctor — habló sin dejar de mirar a su madre con gesto interrogante— moveré todos mis contactos hasta hallar un donante compatible con mi padre, por favor manténgame informado de su evolución, con permiso.

  Se levantó de su silla, y salió, detrás de él, su madre con mirada suplicante lo seguía.

  —Hijo, yo ... tengo algo que decirte.

  Christian caminó directo a las afueras de la Clínica, allí se detuvo junto a una banca, y volteó la mirada a su madre. Le indicó para que ella se sentará y quedó de pie frente a ella.

  —Madre, soy todo oídos.

  La mujer bastante nerviosa comenzó su relato:

  —Lamento haberte ocultado todo hasta ahora, hijo pero quiero que sepas que todo lo hice por protegerte.

  —¿A que se refiere, madre, protegerme de que o de quién?

  — De ... de tu verdadero padre, Román no lo es.

  —Necesito saber la historia completa para comprenderlo todo, madre. 

  Madeline Montemayor temía que este día llegará, pero por más que intentó mantenerlo oculto, se volvió inevitable. 

  —Hijo, yo ... te diré todo desde el principio, por favor no me malinterpretes. Para empezar mi nombre real no es Madeline ... no necesitas saber mi identidad anterior. Cuando yo tenía 19 años, conocí a tu padre biológico, yo iniciaba mis estudios para ser enfermera, él llevaba dos años estudiando en la misma universidad a la cual ingresé, quería ser médico cirujano. Fue amor a primera vista, ¿quien no se enamoraría de un hombre tan atractivo?. Salimos por un par de años, pero comenzamos a distanciarnos por la carga enorme de responsabilidades en nuestras respectivas carreras. Al finalizar el cuatro semestre, nos sentamos a charlar sobre nuestra situación. Inesperadamente, él me propuso matrimonio, y yo acepté, aunque ninguno de los dos terminábamos nuestras carreras. Nos casamos enseguida y comenzamos a convivir cerca del campus. El prometió presentarme a su familia, pero siempre tenía la excusa que estábamos demasiado ocupados para viajar y ellos vivían muy lejos, en otra cuidad. Yo me cuidaba para no salir embarazada, pero, ningún método es cien por ciento seguro, entonces a los 6 meses comencé con los síntomas del embarazo. Fui a un chequeo médico sin decírselo , y me confirmaron mi estado. Estaba feliz pero preocupada a la vez, así que me alistaba para decírselo sin que eso fuera un impedimento para continuar estudiando. Incluso pensé abandonar la carrera y dedicarme a cuidarte y apoyarlo para que culmine la suya. 

  La noche en que tenía todo listo para decírselo, no volvió hasta las 11. Cuando llegó, parecía otro: su semblante era taciturno, un aura oscura y peligrosa lo envolvía. Cambió su manera de ser conmigo, se volvió huraño e intransigente, se molestaba hasta por lo más mínimo. Traté de hablar con él, pero me dijo que estaba así por la dificultad de su carrera.

  Una semana después recibí la primera sorpresa desagradable: una mujer mayor, de apariencia ostentosa me visitó en el departamento donde habitabamos. Me presenté y ella me miró con desdén.

  —No puedo creer lo bajo que ha caído mi hijo, mira que contraer matrimonio con una mujer tan insignificante como tú. Pero vine a solucionarlo todo de una vez por todas, aquí tienes el acuerdo de divorcio, debes firmarlo de inmediato. 

  Me negué rotundamente, le dije que no lo haría a menos que tu padre me lo pidiera, aún confiaba en que él no lo permitiría, no sabía lo equivocada que estaba. Aquella mujer no se movió del sitio hasta que él llegó. 

  —Madre, ¿qué hace usted aquí? le dije que yo solucionaría esta situación, no debería haber venido.

  —Aquí están los papeles que esta mujercita se niega a firmar, que lo haga y nos veremos en casa. 

  Dejó los documentos sobre la mesa y salió.

  —Lamento la actitud de mi madre, pero ... tiene razón, lo nuestro fue un error, así que será mejor que firmes estos papeles antes que sea demasiado tarde. 

  —¿A qué te refieres con que sea tarde? ¡por qué quieres separarte de mi, se supone que nos casamos por amor!

  —Lo hice por contrariar a mis padres, tu me gustas y mucho, pero, yo ya estoy comprometido con otra mujer y cuando la volví a ver me di cuenta que es ella a quien amo, lo siento de verdad.

  Sentí las lágrimas calientes recorrer mis mejillas. Recordé lo de mi estado, y estuve a punto de decírselo, cuando una jovencita de apenas 15 o 16 años irrumpió en el departamento. 

  —¡Cínico mentiroso!, me dijiste que me amabas y que te presentarias con mis padres, ya casi no puedo ocultar el embarazo, ahora sé por qué no lo hacías, ¡tenías una mujer a tu lado!

  Él la miró con furia reprimida, me dejó los papeles sobre la mesa, ordenandome que los firmara. Agarró a la muchacha del brazo y junto a un hombre desconocido se la llevó. Decidí seguirlo, y esa decisión fue la mejor, porque lo que me esperaba después era la diferencia entre la vida y la muerte. 

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