—¿Por qué lo dices, amor mío?—No quiero que te angusties, será mejor que no lo sepas.—Tú y ella ... ya ... ¿estuvieron juntos?—Si ... pero no fue consensuado. Ahora solo debo esperar los resultados, sino debemos intentarlo de nuevo.Isabella no soportó más y corrió a su habitación. Sintió su corazón encogerse, pensó que había la mínima posibilidad entre ella y su esposo. Se recriminó por ser tal ilusa.—Debía hacerlo, era mi compromiso. Ahora, como lo dijo Damián, a esperar los resultados. Si no se logró esta vez, la próxima será bajo mis condiciones.Le puso seguro a la habitación, y no salió en lo que restaba del día.Frente a la puerta, ajeno a lo que sucedía con su esposa, Damián aún hablaba con Charlotte por teléfono.—Te entiendo, amor, tengo que ser paciente, solo espero que no sea necesario que lo vuelvas a repetir, tu eres para mi y yo soy tuya, no lo olvides por favor.—No lo haré, debo despedirme, te llamaré cuando pueda.Guardo su teléfono e ingresó. Se dirigió direc
Como cada noche desde que decidieron estar juntos, después de concertar un nuevo encuentro en su lujoso departamento, Damián Betancourt se mantiene de pie, expectante, mirando a su amada Charlotte Mendoza sollozar sin consuelo. —¿Estás seguro que no hay otro modo, cariño? Me niego a aceptarlo — recalca dejando caer gruesas lágrimas, la triste expresión de su rostro es la única capaz de mover a compasión el frío semblante del hombre que ama. —Lo lamento, mi reina, no tengo opción — responde Damián — mi padre quiere un heredero nacido dentro de un matrimonio, y como no lo hemos logrado, no podremos casarnos, debo hacerlo a su modo. —Nada de estoy estuviera pasando si mi cuerpo no fuera tan débil — exclamó Charlotte llorando a mares. Damián se acerca y la abraza con fuerza. —No quiero verte sufrir más por que no se logró, ni te culpes por eso. Prometo que cumpliré con el compromiso, estaré casado por un año y luego arreglaré todo para divorciarme, y volveremos a estar juntos— la c
Llegaron al hospital, ella preguntó por su madre y la enfermera le indicó donde se hallaba. Fue directo a la habitación y la vio, aún permanecía inconsciente, estaba siendo revisada por un médico, quien al ver llegar a la joven, salió y le pidió que la acompañará a su consultorio. Isa caminó tras el médico. Al ver la cara de preocupación de este, sabía que no le tendría ninguna buena noticia. —Señorita, voy a serle sincero, la condición de su madre es grave, su corazón continúa agrandándose, la medicina ya no tiene el efecto que debería sobre su organismo. Aún podemos hacer algo por ella, pero necesitaremos un nuevo medicamento que está por salir al mercado, casualmente es elaborado por industria P&M, y como veo que usted trabaja allí, seguro lograrán conseguirla a un precio asequible, ya que aún no se lanza al mercado y tendrá un costo relativamente alto. —¿Tan grave es la situación, doctor? —Se lo pongo de este modo: si no consigue ese nuevo tratamiento lo más pronto posible
Hay un silencio sepulcral entre los dos. Harold no deja de examinarla minuciosamente. Isabela siente indignación, la mirada inquisitiva del hombre la hace sentir como una mercancía. — Entonces, señorita Torres, está interesada en escuchar lo que tengo que proponerle. — Eso depende, pero desde ya le anticipo que no aceptaré ninguna propuesta indecente, soy una mujer de principios —respondió en medio de una exhalación profunda para evitar hablar de más. Harold ríe levemente, negando con la cabeza. —No es nada de lo que usted se imagina, permítame explicárselo. Estoy decidido a jubilarme pronto, pero antes quisiera dejar todo lo que tengo en manos de mi único hijo, su nombre es Damián. Tiene más o menos su edad, así que pienso que no habrá ningún problema. —No quiero sonar impertinente, señor, pero sería mejor que llegara al punto sin rodeos. —Es usted muy directa, y no parece ser tan insegura, me agrada y veo que no me equivoque al elegirla. La verdad es que mi hijo aún es sol
Una vez en su hogar, Isabela trató de descansar, pero el sueño, junto con el hambre, se esfumaron dando paso a la inquietud y la preocupación. Pasó el resto de la noche dando vueltas en su cama, meditando como sería su vida en adelante: ella no tenía planes de contraer matrimonio, pues, desde que tiene memoria, vió sufrir a su madre por la forma tan cruel que su padre la trataba y la rechazaba a ella como hija. Nunca entendió por qué, a pesar de ser su hija biológica, no recibió el amor de su padre, hasta que él por su propia decisión las abandonó cuando ella tenía 5 años. Por eso decidió llevar una vida libre de las ataduras matrimoniales, pero los últimos sucesos cambiaron todos sus planes de vida. Su prioridad ahora era su madre, verla recuperarse y rogar que aquella medicina fuera lo suficientemente efectiva para que ella se mantuviera más tiempo con vida. De vuelta en su mansión, Harold fue recibido por su adorada esposa, Ashley. —Cariño, es demasiado tarde, pensé que a
A toda prisa recorre los pasillos un hombre alto, de buen parecer, su piel bronceada; con sus aguda mirada explorar rápidamente el entorno, en medio del pasillo ve salir a una mujer de una de las habitaciones, con la cual choca sin poder evitarlo, apenas se disculpa y continúa su camino. A punto de ingresar a una de las habitaciones, una mujer mayor lo detiene antes que abra la puerta. —¿Sucedió algo malo, madre? —Hijo, tu padre sufrió un accidente, y ha perdido mucha sangre, ya están buscando las pintas que se necesitan para su intervención, en este momento está en el quirófano, solo nos queda esperar. —Bien, esperaremos. Ambos se dirigen a la sala de espera. Llevan esperando alrededor de un par de horas, un médico sale en su búsqueda. —¿Parientes del Sr. Román Montemayor? El hombre y la señora mayor se ponen de pie. —Es mi padre, doctor, ¿como salió la operación? —Sígame por favor. Los dos fueron detrás del médico rumbo a un consultorio. Los invito a tomar asien
—Los seguí sin que me vieran, apenas salieron del conjunto de departamentos, la muchacha iba discutiendo. Mi llamado esposo hizo un ademán y el hombre a su lado le entregó un pañuelo que fue inmediatamente colocado en el rostro de la jovencita, lo que la aletargó y ella siguió caminando a su lado como una muñeca sin voluntad. La llevaron a un callejón apartado, y una vez allí, vi a aquel hombre sacar un frasco de pastillas, y entregárselo a él, quien tomó algunas de ellas y obligó a la jovencita a tomársela mientras le decía: —¡No admitiré bastardos en mi vida, y tampoco volverás a molestarme nunca más!. De todos modos, nadie va a extrañarte, niñita. No supe que más sucedió, decidí volver a toda prisa al departamento, firmé los papeles dejándolos sobre la mesa, tomé algunas de mis pertenencias, lo que pude guardar en esos momentos en mi mochila, y salí corriendo. Iba a tomar el ascensor cuando lo ví salir de allí, me di media vuelta y bajé corriendo las escaleras para evitar que me
Al pasar de los días, Karla fue aliviandose mejor de lo que esperaba. Aquella medicina la ayudó a estabilizar su salud y a desacelerar el crecimiento de su corazón. Logró salir de la Clínica un par de días antes de la boda.El día señalado, cuando todo estuvo listo. La hora se aproximaba, y Demián se preparaba para asistir al registro civil para concretar el matrimonio. Vistió un traje negro de tres piezas, que hacía juego con su expresión fría y seria.A pesar de haber aceptado este compromiso, se sentía insatisfecho. No tenía buenas expectativas sobre este, pues no se casaría con el amor de su vida.—Únicamente un año, un año pasa rápido — se decía a sí mismo, tratando de seguir con el plan.Cuando estuvo listo, viajó desde la mansión en la cual vivían sus padres hasta el registro, donde los pocos que fueron invitados aguardaban su llegada y la de la novia.Por otro lado, Isabella ya se hallaba lista, mirándose al espejo, se animaba una y otra vez para convencerse de que es lo mejor