En su nueva habitación, Isabella guardaba sus objetos personales en su lugar. Quedó maravillada ante la opulencia de aquel sitio: la habitación era casi del mismo tamaño del pequeño departamento en el cual habitaba con su madre, la cama de dos plazas cubierta de sábanas de colores claros, al igual que la pintura de las paredes, parecía todo haber sido remodelado recientemente, tenía todas la comodidades necesarias. Además pudo apreciar que tras los enormes ventanales, había un gran balcón cuya vista daba al inmenso mar. —Es un sitio muy hermoso, mamá estaría muy feliz viviendo aquí, deberías preguntarle a mi esposo si puedo traerla— se extrañó por sus palabras — Bueno, después de todo es su hogar, no el mío, así que es normal que se lo pregunte... supongo. Mejor llamaré a mamá para decirle dónde estoy y saber cómo está ella. Así lo hizo, y pasaron largas horas hablando, Isabella le comentó lo sucedido y su madre la ánimo a tomar las cosas con calma. Antes de finalizar, Isabella le
Por su parte, Damián se despidió de su madre y salió de la mansión. Abordó su auto y fue rumbo a la suya. Unos minutos antes de llegar, se desvió del camino y fue a una playa cercana donde solía disfrutar de los encuentros con su amada. Sentía que la extrañaba, pero más que nada, quería dejar de lado aquella sensación de infidelidad hacia ella que lo embargaba. Bien podía aceptar la sugerencia de su esposa para la inseminación artificial, pero su orgullo de hombre se lo impedía.Miraba hacia el mar, perdido en sus pensamientos, cuando una llamada lo interrumpió: al contestar sintió que su corazón se saltaba un latido. Era su amada quien llamaba. Contestó de inmediato, y escuchó la dulce y melancólica voz de ella al otro lado de la línea.—Damián, mi amor, ¿cómo estás?Se mantuvo en silencio, aunque la emoción de escucharla lo carcomía.—Creo que estoy siendo inoportuna, así que te llamaré después — prosiguió la mujer dispuesta a colgar.—Mi reina, no cuelgues por favor — le habló— la
Al día siguiente, Isabella se levantó temprano. Fue a la cocina a ayudar a servir el desayuno para su esposo, pero, para su sorpresa, él ya se había marchado. Esta situación le pareció extraña. Aún así, en los siguientes días, cada mañana después que ella volvía del comedor, hallaba una flor distinta con una nueva nota, cada vez más romántica, allí estaba escrito bellas palabras que solo un enamorado le dedicaría a su musa. Una mañana ella fue como de costumbre a ayudar, y cuando se sirvió la comida, vio que Adelaida tomaba su plato, lo colocaba en una bandeja y se lo llevaba de la cocina hacia el comedor. —Señora Isabella, el señor la espera para tomar juntos el desayuno. Ella asintió y la siguió hacia el comedor. Allí, vestido con ropa informal, y con una expresión serena, la esperaba Damián. La saludó con un beso en la mejilla, y la ayudó a sentarse. —Bienvenida, esposa, espero que no le moleste compartir la mesa conmigo. Su expresión pasó de seria a risueña. Isabella esta
La mañana del día siguiente, Ashley arribó a la mansión. Veía vestida de manera casual, pero elegante. Apenas llegó le pidió a Adelaida que le avisará a Isabella que ella la estaba buscando. Al enterarse, Isabella se puso algo inquieta, se preparó para recibir a su suegra. Ella la esperaba en la sala, al verla bajar la saludó con mucho cariño. —Mi niña, ¿cómo has estado? Espero que bien, ¿cómo te trata mi hijo? —Bienvenida, señora, estoy bien, gracias, y en cuanto a mi esposo, estamos tratando de llevarnos mejor. Ashley paso todo el día acompañando a su nuera, muy feliz de conocerla, cada vez le agradaba más que ella esté con su hijo. Por la noche se despidió y volvió a su hogar, su esposo Harold le preguntó por ella. —Considero que aún van muy lento, creo que necesitan ayuda. —Cariño, déjalos que su relación aflore, te garantizo que terminaran enamorándose. —Eres una soñadora, deberías ser más práctica, cariño. Les daré plazo de dos meses. ¿De acuerdo? —No tengo idea lo que
Isabella ingresó al restaurant, al encargado de recepción le mostró la tarjeta que Damián le había enviado, el joven supo de inmediato de quien se trataba y la guió hasta el área vip, donde había una mesa decorada para una cena romántica. Ella no dejaba de admirar la majestuosidad de aquel lugar.—Señora Betancourt, buenas noches, es un gusto saludarla— habló alguien que ella conocía muy bien.—Señor Roy, como ha pasado, no esperaba hallarlo aquí.—Vine por encargo del señor para verificar que todo esté listo, y una vez que él arribe me retiraré. Por cierto, me pidió que le dijera que estará aquí en pocos minutos.Damián llegó al poco tiempo, fue recibido por su asistente. Isabella se sentía algo inquieta, por lo que se levantó y se dirigió a la entrada, escuchó al asistente Roy hablar con su jefe:—La señora aguarda adentro, todo está dispuesto como lo ordenó: la mesa, la comida, el vino especial. Ella se ve ilusionada, lo de las rosas y las notas dio resultado. Estoy cien por ciento
—Me alegra que tu viaje haya sido exitoso, hijo — habló Madeline mientras servía la comida para Cristhian — es gratificante que todo vaya bien. Además, quería contarte que tu padre ha mejorado mucho, pronto le darán el alta.—¿Ha hablado con él? ¿Ya piensa jubilarse o aún quiere permanecer en la Clínica trabajando?—Hijo, sabes que él ha dejado su vida ahí, y será muy difícil que lo suelte, aunque no hallará un mejor sucesor que tú.—Gracias, madre, pero los demás accionistas opinan lo contrario.—No son más que un montón de envidiosos, ninguno de sus hijos ha logrado siquiera igualar tus capacidades para asumir el mando de la Clínica.— Sugerí un concurso de méritos para el cargo, estoy consciente que será una dura competencia, solo así no podrán insinuar que hay favoritismo.—Bien pensado, hijo. Vamos, comamos que la cena se enfría y mañana será un día muy ajetreado.Al día siguiente:Casi es medio día, Damián despierta algo sobresaltado. Abre sus ojos y observa a la hermosa mujer
—¿Por qué lo dices, amor mío?—No quiero que te angusties, será mejor que no lo sepas.—Tú y ella ... ya ... ¿estuvieron juntos?—Si ... pero no fue consensuado. Ahora solo debo esperar los resultados, sino debemos intentarlo de nuevo.Isabella no soportó más y corrió a su habitación. Sintió su corazón encogerse, pensó que había la mínima posibilidad entre ella y su esposo. Se recriminó por ser tal ilusa.—Debía hacerlo, era mi compromiso. Ahora, como lo dijo Damián, a esperar los resultados. Si no se logró esta vez, la próxima será bajo mis condiciones.Le puso seguro a la habitación, y no salió en lo que restaba del día.Frente a la puerta, ajeno a lo que sucedía con su esposa, Damián aún hablaba con Charlotte por teléfono.—Te entiendo, amor, tengo que ser paciente, solo espero que no sea necesario que lo vuelvas a repetir, tu eres para mi y yo soy tuya, no lo olvides por favor.—No lo haré, debo despedirme, te llamaré cuando pueda.Guardo su teléfono e ingresó. Se dirigió direc
Como cada noche desde que decidieron estar juntos, después de concertar un nuevo encuentro en su lujoso departamento, Damián Betancourt se mantiene de pie, expectante, mirando a su amada Charlotte Mendoza sollozar sin consuelo. —¿Estás seguro que no hay otro modo, cariño? Me niego a aceptarlo — recalca dejando caer gruesas lágrimas, la triste expresión de su rostro es la única capaz de mover a compasión el frío semblante del hombre que ama. —Lo lamento, mi reina, no tengo opción — responde Damián — mi padre quiere un heredero nacido dentro de un matrimonio, y como no lo hemos logrado, no podremos casarnos, debo hacerlo a su modo. —Nada de estoy estuviera pasando si mi cuerpo no fuera tan débil — exclamó Charlotte llorando a mares. Damián se acerca y la abraza con fuerza. —No quiero verte sufrir más por que no se logró, ni te culpes por eso. Prometo que cumpliré con el compromiso, estaré casado por un año y luego arreglaré todo para divorciarme, y volveremos a estar juntos— la c