La puerta se abrió y entró Mikhail con dos tipos. Yo los miré y les sonreí. Este tipo era demasiado imbécil como para ser un mafioso.—Ellos serán tus primeros clientes. Y sí, van a pagarte. Por eso no te preocupes; en este lugar, si no produces, no sirves. Así que bienvenida a tu nuevo trabajo —me dijo.Me reí, me levanté de la cama y lentamente me quité la chaqueta que tenía. Los dos tipos me miraron embobados. Uno de ellos se acercó a mí y empezó a lamer mi pecho. Era lo más asqueroso que había experimentado en mi vida, pero no iba a perder ante él. Miré al hombre, lo agarré del cabello y lo apreté más a mí. Miré a Mikhail y le sonreí.Cerré los ojos y gemí un poco. No le iba a dar el gusto de verme asqueada; le iba a demostrar todo lo contrario.—Qué delicioso —dije mientras miraba al otro hombre y lo llamaba. Este se acercó a mí, se arrodilló y metió mi otro pezón en su boca.—Debí ser puta en mi anterior vida, porque esto me gusta demasiado —le dije a Mikhail mientras apretaba a
Cuando regresé a casa, fui directo a mi habitación a mirar cuán grave era lo que ella me había hecho. Me miré en el espejo y era un pequeño corte, nada de qué preocuparse.La puerta de mi habitación se abrió. Volteé para ver quién era y era mi madre, que me miraba con el ceño fruncido. Ella se acercó a mí y observó el corte que tenía en el pómulo.— Dijiste que dejarías esta vida. Se supone que Alma crecería en un buen hogar, sin miedo, pero veo que solo fueron palabras vacías.Miré a otro lado, me sentía avergonzado por todo esto, por no ser lo suficientemente bueno.— Ella vivirá bien — le aseguré—. Y tú también — le dije.Mi madre se acercó a mí lentamente.— ¿Y cómo se supone que haremos eso? Desde que esa mujer apareció, volviste a ser el mismo. Se supone que ibas a cambiar, se lo prometiste a Muriel — me dijo ella con los ojos aguados.Tragué saliva. A Muriel le prometí tantas cosas, pero ella no estaba, y yo… era un desastre que trataba de llevar esto lo mejor que podía.— Esa
Pía se acercó mientras yo estaba trabajando en la oficina. Ella se sentó en la silla que estaba frente a mí. Yo dejé a un lado los papeles y la miré.—¿Pasa algo? —le pregunté. Ella me sonrió un poco.—La mujer, ¿usted... la mató? —me preguntó con un poco de curiosidad. Yo asentí y ella se sorprendió un poco.—¿La mató por lo que le dije, verdad? —me preguntó mientras lloraba.—No, matarla era algo que yo tenía que hacer. No pienses mucho en eso, ahora solo olvídalo —le pedí.Ella se sorbió la nariz y asintió.—Ve a cuidar de Alma. Yo tengo que resolver algunas cosas aquí y después tengo que salir —le dije.Pía se levantó de la silla y se fue inmediatamente. Yo volví a mi trabajo. Más tarde visitaría a Nerea. Teníamos que hablar algunas cosas. Solo espero que esta vez no terminemos peleando como siempre.*Cuando llegué al burdel, Vladimir se acercó a mí. Él tenía mala cara, indicador de que Nerea seguramente había hecho alguna estupidez.—Llévate a esa mujer de aquí, no quiero tener
Entramos al lugar. Nerea no se veía asustada, era todo lo contrario: se veía feliz. Esta mujer no era normal, no pertenecía a este planeta.—Siempre quise estar en uno de estos. ¿Aquí hacen orgías, no? —me preguntó.Yo la agarré del brazo y lo apreté fuertemente. Ella me dio un manotazo para que la soltara, pero la apreté aún más.—Novikov, a mí la mercancía no me gusta magullada —dijo una voz.Nerea y yo volteamos al unísono. ¿Qué carajo hacía Becker aquí?Nerea se soltó y caminó hacia Heinrich. Pasó su mano por el pecho y vientre de este, después volteó a verme y sonrió.—Dime por favor que este será el primero. Está tan bueno —me dijo, aún manoseándolo.Yo la jalé del brazo con agresividad y ella me fulminó con la mirada.—¿Eso es un no? —me preguntó mientras se reía. Heinrich miró a Nerea de arriba abajo y ella lo miró a él.—Te pago lo que quieras por ella, tú solo pon el precio —me dijo Becker.Empujé a Nerea hacia sus brazos y este la atrapó.—Te la doy gratis, espero que disfr
Aparqué en la entrada de la casa, me miré en el retrovisor y sonreí. Nerea me había vuelto mierda la cara. Me bajé del coche y caminé a casa con una ligera sonrisa en los labios. ¿Desde cuándo era un jodido masoquista? Seguí caminando hacia la puerta de casa y de la nada Vlad apareció.Vladislav caminó hacia mí y me miró la cara.—No voy a preguntar quién fue, porque esa respuesta es más que obvia, pero sí me encantaría saber el por qué —me preguntó.Yo respiré profundo e intenté irme, pero Vladislav me detuvo.—Cuando conociste a Muriel, me asusté. Pensé que ella iba a sacar lo peor de ti, pero a medida que pasaron los días y los meses, ella hizo lo impensable. Pudo cambiarte para bien. Pero con Nerea pasa completamente lo contrario. Ella es igual o peor que tú. Y si siguen así, van a terminar matándose. ¿Eso es lo que quieres? —me preguntó furioso.Miré a Vladislav y le sonreí un poco, porque él tenía completamente la razón. Nerea no me veía como un asesino peligroso, ella me veía c
Grité de frustración. ¡Odiaba a Mikhail! Pero no podía sacármelo de la cabeza. El bastardo está bajo mi piel y, aunque lo odie, no puedo dejar de pensar en él y en todo lo que hicimos ayer. Amaba su polla y la forma en que sabía usarla, pero lo odiaba a él.El seguro de la puerta sonó y entonces ésta se abrió. Mikhail entró con un par de hombres. Lo fulminé con la mirada. Ambos tipos se acercaron a mí; uno de ellos me sacó de la cama con agresividad. Yo lo empujé lejos. El otro me agarró del brazo y yo le di un puñetazo. El tipo me devolvió el golpe y me tiró a la cama.—Dejen de jugar y llévenla al coche —ordenó.Me levanté de la cama y caminé hacia la puerta. Miré a Mikhail y le sonreí.—No era necesario traer a dos hombres más. Contigo era más que suficiente. ¿O es que me tienes miedo? Eres tan patético —le dije.Él levantó la mano para darme un golpe. Yo levanté la barbilla y le sonreí. Este tipo estaba muy equivocado si creía que yo le iba a temer.—Tú estás jugando con fuego, Ne
Cuando saliera de este lugar, preferiblemente con mis extremidades completas, iría a un psiquiatra. No era normal que me calentara tanto cabrear a este hombre. Los dedos de Mikhail subían y bajaban por mi columna. Yo me removí un poco y él se detuvo.— Eres demasiado tóxico, deberías cambiar — le dije, y levanté la cabeza para verlo. Él me miraba con el ceño fruncido.— ¿Y qué se supone que tengo que cambiar? — me preguntó, mientras hacía círculos en mi hombro.— Todo, eres peor que Chernobyl — le dije. Aparté su mano y me senté en la cama. Mikhail se veía terrible con las marcas en su rostro. Yo levanté mi mano y me acaricié la mía. La sentía caliente y me dolía un poco. Él me miró, levantó su mano y empezó a acariciar mi pecho.— Deja de manosearme — le dije, apartando su mano de mi pecho y mirándolo mal.— Ambos somos tóxicos, no me tires el agua sucia solo a mí — me dijo.Yo puse los ojos en blanco. Ruso estúpido.— Solo dime lo que sabes de Belov y te dejaré ir, tienes mi palabra
Me tapé con la sábana y sonreí al recordar la cara de Mikhail. Si seguía así, en cualquier momento iba a terminar muerto. Pero se lo merecía, él solo se había buscado todo eso, por imbécil. Respiré profundamente y volví a sonreír.La puerta se abrió y entró el hermano de Vlad. Él me miró y puso mala cara de inmediato.—Toma, creo que la necesitas —me dijo.Yo tomé la ropa y la puse en la cama. Él no se fue, solo se quedó mirándome. Después se acercó a mí y tomó mi rostro entre sus manos. Esto estaba mal. Él intentó acercar más su rostro al mío, yo lo empujé y le di un puñetazo.—Aléjate —le dije.Él me quedó mirando con la boca ligeramente abierta.—Eres peor que Mikhail. Yo solo quería ver la gravedad del golpe, y ahora terminé yo golpeado —se quejó mientras acariciaba el lugar donde le había golpeado.—Lo siento, pero es que vienes e invades mi espacio personal, ¿qué querías que pensara? —le pregunté.Él negó con la cabeza. Después empezó a mirarme al rostro otra vez.—Traeré algo p