Hoy la casa estaba completamente llena, la familia de mi padre estaba de visita, tenían algún tipo de reunión, de la cual yo no podía participar, y posiblemente nunca lo pueda hacer, mi padre en realidad no era mi padre, yo solo era un huérfano del cual él tuvo piedad.
Mi padre adoptivo es la cabeza de una de las familias más importantes entre la mafia, y yo solo soy la vergüenza de la familia de mi madre; mis abuelos me odiaban, siempre me recuerdan que yo no debería estar vivo. Mi madre se suicidó cuando yo nací, según lo que me han contado y he escuchado. Ella fue raptada meses después de casarse con mi padre. Nadie sabe realmente qué vivió allí, pero está claro que abusaron de ella, y de esos abusos, nací yo. No era de extrañar que nadie me quisiera, ¡yo era el hijo de nadie! Un mal chiste, el hijo bastardo.Mi hermano, el verdadero hijo de mi padre, se acercó a mí, me miro y sonrió de oreja a oreja, el tan solo era un año menor que yo, pero siempre vivía atormentándome.— ¿Qué haces Fabien? — me preguntoYo puse los ojos en blanco.— Estoy leyendo, ¿acaso no sabes lo que es un libro? — le pregunte con molestia.Él me arrancó el libro de las manos y lo tiró al suelo, yo respire profundamente, a Mariano le encantaba sacarme de quicio, pero lo hacia para que yo fuera castigado, así que he optado por no hacer nada.Uno de mis primos también se acercó, todos ellos me odiaban.— ¿No te da vergüenza estar viviendo aquí? ¡Tío solo te conserva porque le das lástima! Ni siquiera tus abuelos te quieren, ¡eres un bastardo! ¡Por tu culpa mi tía se suicidó! — me grito.Yo respiré profundamente, ¡este imbécil quería una paliza!— vete de aquí — le pedí.Mi “hermano” empezó a reír.— el ya no quiere jugar con nosotros, así que mejor vámonos — le dijo mi hermano a Silvio, mi primo.— Largo — ladre ya un poco molesto.Me incliné a recoger el libro, pero Silvio me dio una patada en la cara, sentí un dolor terrible en la nariz, y mi vista se volvió completamente roja.— ¡Bastardo! ¡Eso te lo merecías! ¡Tú no perteneces aquí! — me dijo Silvio.Miré arriba, los dos se estaban riendo de mí y después corrieron lejos, malditos cobardes.Entré a la casa, Piero mi padre estaba allí con sus hermanos, él me miró y frunció el ceño.— ¿Qué pasó? — Me preguntó despreocupadamente.Mis otros tíos empezaron a reír.— ¿Ahora te caes solo? — Me preguntó mi padre.Yo sonreí y subí a mi habitación, busque entre mis pertenecías hasta que encontré un b**e, si iba a ser castigado, al menos me llevaría la satisfacción de golpear a ese par.Baje con cautela las escaleras y Sali al jardín, camine con el b**e en la mano. este fue mi límite, no iba a permitir que nadie me pisoteara nunca más. Si no iba a tener su aceptación a las buenas, ¡haría que me temieran! Yo... Fabien De Santi sería un diablo, temido por todos.— ¡ey! — Gritó mi hermano. Pero ya era demasiado tarde. ¡Le di con el b**e con todas mis fuerzas al infeliz que se atrevió a golpearme! Nadie tenía derecho a tocarme, nadie iba a volver a tocarme.El imbécil estaba en el suelo llorando, tiré el b**e a un lado y lo agarré del cabello haciéndolo mirarme.— A la próxima te desapareceré de este mundo — le advertí con una sonrisa en mi rostro.Mi querido primo tenía la mandíbula dislocada, y eso de alguna manera me hizo sentir muy bien.— ¡Bastardo! — Me gritó mi hermano y me empujó.Yo caí al suelo de culo y lo miré.— ¡Papá va a matarte! ¡Le contaré todo! — Me gritó ayudando a nuestro primo a levantarse.Yo limpié mi nariz con el dorso de la mano, había mucha sangre, y sabía que pronto habría mucha más, mi padre iba a castigarme, el… tal vez me mate.— Deberías estar agradecido que encontré el b**e, me hubiera encantado marcarlo por toda la cara, así me recordaría para siempre — le dije sonriendo.Mariano me miró con rabia y se fue con Silvio. Yo me quede allí tumbado en el césped, con el corazón acelerado, iba a morir, de eso estaba seguro.El grito de mi padre me espanto, pero yo levante la barbilla y me levante del suelo, respire profundamente y camine a la casa, mi destino ya estaba hecho.Apenas me acerque el me arrastro dentro, donde estaban los demás adultos, allí me dio una bofetada que me hizo doler hasta el alma, yo no agaché la cabeza, no me arrepentía de lo que había hecho.— ¿Quieres que te regrese con tus abuelos? — Me pregunto y me dio otro golpe.Yo respiraba rápidamente, quería gritarle, defenderme, pero si lo hacia, esta situación se iba a poner mucho peor.— ¿Te crees malvado? ¡Te voy a mostrar lo que es serlo! — me dijo.Papá me agarró del cabello y me llevó a la cocina, he hizo que abriera la mano en el mesón.— ¿Te vas a disculpar? — Me preguntó.Yo negué con la cabeza, iba a asumir las consecuencias con gusto. — No muevas la mano, si lo haces voy a cortarla y haré que veas cómo se la comen los perros. — me advirtió.Yo contuve el aliento. Vi como saco del cajón de la cocina un enorme y filoso cuchillo.— aun estas a tiempo de disculparte — me dijo.Yo negué con la cabeza, y entonces el lo hizo, atravesó la palma con la filosa hoja. Contuve un gemido de dolor, lo miré de reojo y él me sonrió. — Tienes huevos, niño. — me dijo.Sacó el cuchillo y lo sostuvo en el aire, este, tenia liquido rojo en la punta. — Tómalo. — Yo iba a agarrarlo con la otra mano, pero él negó. — La otra. — Yo levanté la mano herida y él me puso el cuchillo en la palma. — Tienes suerte de que no te corte un dedo. — me dijo.Yo lo miré directamente a los ojos, él estaba sonriendo, y de alguna manera pude ver en sus gélidos ojos, un atisbo de orgullo, y eso, hizo que el dolor en mi mano se mitigara, era la primera vez que sentía algo de afecto de parte de él. — Ve a que te atiendan la herida, no quiero que se te infecte. — me dijo. Apreté el cuchillo y salí de la cocina. Todos allí reunidos me miraron, yo les sonreí y me fui.*****Hoy estaba lloviendo a cántaros, y lo más jodido era que no me habían permitido ir con Mariano en el coche a la escuela. Tenía mucho frío y por cómo estaban las cosas, iba a llegar tarde.Empecé a correr para llegar más rápido, pero terminé en un charco. — ¡Maldición! — Grité con frustración.Un pequeño gato salió de la nada, estaba llorando, tal vez tenía frío igual que yo. Lo cargué y lo miré, estaba en los huesos. — ¿Quieres ir conmigo a casa? — Le pregunté y él empezó a maullar.Lo metí dentro del bolso y me devolví a casa. Escondí al gato en mi habitación, le había llamado Onix, ya que era muy negro. — Me voy a la escuela, no hagas ruido. — Lo metí en una caja y lo escondí en el armario. Salí de la habitación y corrí hasta la puerta de salida. ***Cuando regresé de la escuela fui directo a la habitación, Onix seguramente tenía hambre. Abrí el armario, pero la caja no estaba, yo bajé las escaleras y me topé con mi padre, que sostenía a Onix en sus manos. — ¿Buscabas esto? — me pregunto.Yo asentí y él me sonrió, tenia miedo de lo que podría pasar, mi padre había dicho una vez que no quería animales en casa. — ¿Sabes lo que pasa cuando te apegas emocionalmente a algo? — Yo asentí con la cabeza.Un nudo en el estomago empezó a formarse, sabia a donde iba a terminar. — Te duele cuando ya no está. — Le respondí.El asintió con la cabeza. — Correcto. Y dime, ¿lo quieres? — me pregunto.Yo tragué en seco y negué con la cabeza. Padre apreto al pequeño gato en sus manos, este empezó a maullar y a tratar de escapar. — ¡Ya basta! — Grité y él se detuvo.Sentía escocer mis ojos, pero no iba a llorar frente a él. — ¿Te duele? — Me preguntó y yo asentí. — Lo harás tú, o lo hare yo — Me dijo.Le quité a Onix de las manos y entonces hice lo impensable, sentí como algo dentro de mí se quebraba, era como si algo se apagara.— Que no vuelva a pasar, ¿entendido? — Yo asentí. Me fui al jardín con Onix en las manos. Me senté y lo puse a un lado, empecé a cavar un agujero y lo puse allí. Miré su pequeño cuerpecito, si tan solo lo hubiera dejado en medio de la lluvia. tire arena sobre él y lo sepulté. Me quedé allí por un momento, para después levantarme y volver a casa como si nada, aunque por dentro me estuviera muriendo.Llegué de visita a casa de mis abuelos. Ellos, como era costumbre, me ignoraron por completo. Hoy había terminado mi año escolar con honores y quería mostrárselo, tal vez ellos se sientan orgullosos, tal vez si era el mejor, ellos llegarían a amarme. Yo me acerque a mi abuela que estaba en el jardín y le enseñe mis notas. Ella tomo el trozo de papel, lo miro y después a mi. — al menos no eres un retrazado. — me dijo con disgusto. Yo respire profundamente, tenia rabia, mucha rabia. — ¿Por qué estás aquí? ¿Acaso De Santi ya se aburrió de ti? — me pregunto. Guardé las notas en el bolso. Me sentí decepcionado, había esperado algo que era obvio que no iba a pasar, yo era un tonto, uno que aun creía que había esperanza para mi. — Yo no tengo la culpa de lo que le pasó. ¿Por qué tienen que culparme de su muerte? ¡Yo solo era un bebé! Yo no la mate — le dije con la voz quebrada. Mi abuela me miró con rabia y me dio un golpe en la cara. — ¡Por ti ella murió! ¡Claro que tienes la culpa!
Hoy era mi cumpleaños número dieciseis, y me sentía más solo que nunca. Respiré profundamente; mi vida era un completo desastre. — Hola — me saludó una chica que yo no había visto en mi vida.Yo le puse mala cara de inmediato.— Quiero estar solo — le dije. Ella sonrió y se sentó a mi lado. Después sacó una pequeña caja y me la entregó. — Feliz cumpleaños — me dijo con una sonrisa. Yo la miré con el ceño fruncido. — ¿Esto es una broma? — le pregunté de mal humor. Ella negó con la cabeza de inmediato. — Solo pensé que te gustaría — me dijo. Yo le devolví la caja. — No te conozco — le dije. Ella se mordió un poco el labio inferior. — Soy Carolina, ¿y tú eres Fabien, verdad? — me preguntó. Yo asentí con la cabeza, ¿pero como ella conocia mi nombre?— Aléjate de mí — le dije. Ella me miró mal. — Eres un odioso de primera, no volveré a hablarte nunca más — me dijo. Ella se levantó y caminó lejos de mí. A un lado en la banqueta estaba la pequeña caja de regalo. Yo la recogí y
Pase dos semanas en casa recuperándome, y aunque estaba hecho polvo, me sentía bien, había comprendido de una manera tan cruel que el amor existe, y ahora se que mi padre me ama, aunque no sea su hijo. Hoy había decidido ir a la escuela, odiaba ausentarme, pero debido a mis heridas no pidió venir. — ¡Fabien! — grito la voz dulce de una mujer. Yo me di media vuelta y la mire, ella se acerco a mi y me miro de arriba a abajo. — ¿Qué te paso? — me pregunto. Yo me encogí de hombros. — te dije que te alejaras de mí, no me agradas — le dije. Ella sonrió un poco y se acerco mucho más a mí, se puso de puntilla y me dio un beso en los labios. — eres muy gruñón — me dijo. Se separo y salió corriendo, yo lleve mis dedos hasta mis labios y los acaricie un poco, era mi primer beso. — se lo diré a padre — me amenazo mariano que caminaba a mí. Yo lo mire con rencor. — deja de molestar o te daré otra paliza — lo amenace. El se rio de mí. — si yo soy infeliz tú también lo serás — me dijo.
Hoy todo era un caos en la floristería, pronto sería San Valentín y todos estaban encargando arreglos florales. ¡Me encantaba San Valentín! era la mejor epoca del año, incluso mas que navidad.— ¿Carito, puedes venir? Necesito tu ayuda para esto — me llamó papá, y fui rápidamente. El estaba junto a un enorme arreglo floral. — ¿Y esta monstruosidad para quién es? — pregunte. Era un enorme arreglo de flores azules, las más caras, pero perturbadoras. — Está en la libreta, ¿puedes ayudarme a sostenerlo? — me pregunto. asentí y ayudé a papá. El arreglo era muy exagerado, tanto por el tamaño como por el precio. Papá terminó el arreglo y lo dejó a un lado, su respiración estaba entrecortada por el esfuerzo. Deje el anorme arreglo a un lado. Miré la libreta y leí el mensaje y el nombre de la persona que lo recibiría. — Fabien Salvatore — dije en voz alta. Ese nombre de alguna manera se me hacia conocido. — Eres el infierno que quiero — decía el mensaje. Un escalofrio recorrio toda mi
Padre me había llamado temprano, así que fui a visitarlo; él se veía muy enojado e intrigaba la razón de su enojo. — Tu hermano ha desobedecido mis órdenes, quiero que busques a alguien — me dijo. Yo asentí. — ¿Qué hizo Mariano? — le pregunté. Papá suspiró pesadamente, se veía muy enojado. — Ha roto la regla de oro, quiero darle una lección — me dijo. Yo sonreí, padre me dio un sobre y yo saqué el contenido; había fotos de Mariano con una chica rubia, ¡hombre estúpido!— ¿Qué quieres que haga con ella? — le pregunté. Él se reclino en el escritorio y me miró a los ojos. — traerla a mi. — me dijo. Yo asentí con la cabeza. — No me defraudes, Fabien — me pidió. Yo lo quedé mirando. — Jamás lo he hecho — le respondí. Salí de la oficina y entré al coche; Jacob estaba allí esperándome. — Quiero que consigas a esta chica, llévala a casa de padre — Jacob asintió y prendió el coche. * Esa misma tarde fui en busca de Mariano, esto le iba a desmoronar, pero era parte de la vida,
DÍAS DESPUÉS Me fui a un pequeño bar a tomarme un trago; estaba un poco cansado y lo único que me ayudaba con el estrés era ver personas ir y venir, una mala costumbre según Jacob, pero me daba igual. — deberíamos irnos ya — me dijo Jacob de mal humor. — Relájate, hoy estoy cansado y no quiero discutir con nadie — le dije. Miré por la ventana del bar, sonreí un poco al ver a la chica de aquella vez; se veía aún más bonita que ese día. — Espera aquí — le dije a Jacob y salí del bar. La chica era pequeña, con cabello corto por la mandíbula, ojos grandes y expresivos; parecía un gatito. — Qué bueno volver a verte — le dije, y ella me miró con sus enormes ojos. Ella se dio la vuelta, ignorándome por completo, algo que no toleraba, pero de alguna manera me encantaba que viniera de ella. — ¿Saliste despavorida de mi casa, tanto miedo doy? — le pregunté. Ella se dio la vuelta y me miró; sus ojos marrones brillaban por la furia. — No te tengo miedo, más bien tú deberías tenermelo a
Salí temprano de casa. Trabajaba los fines de semana en un club privado, de esos donde para entrar mínimo tienes que tener un pacto con el diablo, haber sacrificado cinco vírgenes y tener unos cien millones en tu cuenta personal del banco. Mi amiga tenía la fantasía de encontrar al amor de su vida allí y que la sacaran de pobre, pero eso solo era una fantasía. En esos lugares, los hombres no nos veían como personas, éramos simples objetos.— Hola — saludé a Salomé. Ella se acercó y me dio un beso en la mejilla.— Hoy hay mucha gente, tengo ganas de volver a casa y eso que apenas acabo de llegar — se quejó ella. Yo fui a cambiarme al baño y luego salí.Ella aún estaba con cara de aburrimiento.— Esto es para la mesa diez — me dijo mi jefe, entregándome una bandeja con café y un jugo. Salí de la cocina y me encaminé hasta la mesa diez, pero cuando iba llegando me detuve. Allí estaba ese tipo. ¿Acaso me estaba persiguiendo?Me acerqué a él con mala cara y le puse el pedido en la mesa, lo
Al día siguiente volví al club, buscando a Fabien, pero no estaba por ningún lado. Necesitaba recuperar mi teléfono, no podía dejar que viera lo que estaba en él, era demasiado vergonzoso. Me acerqué a Salomé, que se veía muy molesta, y la miré. — Acompáñame, por favor — le rogué. Ella frunció el ceño. — ¿A dónde? — me preguntó mientras agarraba una charola. Le di una pequeña sonrisa. — ¿Recuerdas al tipo de ayer, el de los ojos dorados? — le pregunté. Salomé me miró. — Estás loca. Yo aún quiero conocer a mis nietos — me dijo. Yo me crucé de brazos y la miré mal. — Pero no siquiera tienes hijos. No seas mala. Se supone que eres mi amiga. Yo te acompañé ese día a tu cita doble, ¡Me lo debes! Ese tipo tenía mal aliento y me lo aguanté toda la noche, y lo hice por ti — le recordé. Ella puso mala cara. — Está bien. Pero ahora ayúdame — me dijo. Sonreí y empecé a atender las mesas con ella. Cuando salimos del trabajo, ella me llevo hasta la casa de Fabien, Salomé estacionó su