Salí temprano de casa. Trabajaba los fines de semana en un club privado, de esos donde para entrar mínimo tienes que tener un pacto con el diablo, haber sacrificado cinco vírgenes y tener unos cien millones en tu cuenta personal del banco. Mi amiga tenía la fantasía de encontrar al amor de su vida allí y que la sacaran de pobre, pero eso solo era una fantasía. En esos lugares, los hombres no nos veían como personas, éramos simples objetos.— Hola — saludé a Salomé. Ella se acercó y me dio un beso en la mejilla.— Hoy hay mucha gente, tengo ganas de volver a casa y eso que apenas acabo de llegar — se quejó ella. Yo fui a cambiarme al baño y luego salí.Ella aún estaba con cara de aburrimiento.— Esto es para la mesa diez — me dijo mi jefe, entregándome una bandeja con café y un jugo. Salí de la cocina y me encaminé hasta la mesa diez, pero cuando iba llegando me detuve. Allí estaba ese tipo. ¿Acaso me estaba persiguiendo?Me acerqué a él con mala cara y le puse el pedido en la mesa, lo
Al día siguiente volví al club, buscando a Fabien, pero no estaba por ningún lado. Necesitaba recuperar mi teléfono, no podía dejar que viera lo que estaba en él, era demasiado vergonzoso. Me acerqué a Salomé, que se veía muy molesta, y la miré. — Acompáñame, por favor — le rogué. Ella frunció el ceño. — ¿A dónde? — me preguntó mientras agarraba una charola. Le di una pequeña sonrisa. — ¿Recuerdas al tipo de ayer, el de los ojos dorados? — le pregunté. Salomé me miró. — Estás loca. Yo aún quiero conocer a mis nietos — me dijo. Yo me crucé de brazos y la miré mal. — Pero no siquiera tienes hijos. No seas mala. Se supone que eres mi amiga. Yo te acompañé ese día a tu cita doble, ¡Me lo debes! Ese tipo tenía mal aliento y me lo aguanté toda la noche, y lo hice por ti — le recordé. Ella puso mala cara. — Está bien. Pero ahora ayúdame — me dijo. Sonreí y empecé a atender las mesas con ella. Cuando salimos del trabajo, ella me llevo hasta la casa de Fabien, Salomé estacionó su
Mariano me había llamado muy temprano esa mañana. Yo de inmediato sentí una mala espina, porque si él quería hablar conmigo después de lo que pasó, era porque el favor que me iba a pedir era muy importante. Salí junto a Jacob hasta el restaurante donde él me había citado. Jacob se veía molesto, pero no me dijo nada. Después de bajarme del coche, caminé hasta el restaurante y fui a la mesa donde Mariano estaba.— ¿Qué quieres de mí, Mariano? — le pregunté.Él me quedó mirando.— Papá quiere que haga negocios con Guido Berlusconi — me dijo.Puse mala cara. Guido era un sádico, pero una pieza fundamental en los negocios. Si eras su amigo, podías gozar de ciertos privilegios.— Buena suerte con eso — le dije.— Ven conmigo. Estoy seguro de que ustedes dos se llevarán bien — me dijo.Me reí. Mariano era un infeliz al decir eso.— No te ayudaré. Si padre quiere que lo hagas, es por tu bien. Necesitas empezar a hacerte cargo de los negocios de la familia. Te recuerdo que tú serás el próximo
Al día siguiente, Jacob me despertó con la noticia de que mi padre estaba aquí, esperándome en la oficina. Yo tenía un muy mal presentimiento, y por la cara de Jacob, mi presentimiento era completamente cierto. Salí de mi habitación y fui a reunirme con mi padre. Apenas él me vio, se levantó de la silla, se acercó a mí y me abofeteó.— ¿Qué pasó? — le pregunté.Uno de sus hombres trajo a Mariano y lo lanzó a mis pies.— No sabía que tenías tan buen corazón. Ahora, soluciona esta mierda — me dijo furioso.Yo miré a Mariano, él estaba llorando como un niño pequeño.— ¿Qué carajo hizo? — pregunté furioso.— Mató a la mascota de Berlusconi. Ahora resulta que tengo dos hijos buenos para nada, y tú, Fabien, no sabes lo decepcionado que estoy de ti. ¿Cómo pudiste ayudarlo? ¿Desde cuándo ayudas a Mariano? Él tiene que aprender que en este puto mundo existen las consecuencias — me grito.Miré a Mariano, que estaba abrazando una de mis piernas, y lo pateé lejos. Mariano era un idiota, un imprud
Mientras iba en el coche, iba sonriendo; me sentía ligero, como si un peso se hubiera quitado de mis hombros.— No puedo creer que estés enamorado de esa mujer — me dijo Jacob.Miré a Jacob por el retrovisor y le sonreí.— Cálmate, simplemente me estoy divirtiendo — le dije.— Si Piero se entera de tu estúpido enamoramiento, irá tras ella. ¿Quieres que le pase lo mismo que a la chica de Mariano? — me preguntó.— Piero jamás se meterá con algo que es mío. Ya no tiene ese poder — le dije.Respetaba a mi padre, pero tenía mis límites y él era consciente de ellos. Hace años dejé de ser su subordinado; ahora éramos iguales.— Estás jugando con fuego, y la única que corre el riesgo de quemarse será ella. ¿O quieres que te recuerde a Julia? Porque ella terminó quemándose — me dijo.Cerré los ojos por un momento; recordar a Julia era doloroso. Ella había sido mi confidente, mi amiga y la mujer con la que pensé que tendría mi para siempre. Pero estaba equivocado, muy equivocado.---**Años atr
Cuando iba llegando a casa, un tipo salió de la nada, me agarró por el cuello y con la otra mano me tapó la boca. Me quedé quieta con el corazón desbocado. Fabien apareció frente a mí con una sonrisa.— Hoy te quedarás conmigo — me dijo.Me llevaron hasta un coche que estaba estacionado en la esquina, me metieron a la fuerza y terminé en el piso, sintiendo las lágrimas salir de mis ojos a cántaros.— Deberías ceder un poco ante mí — dijo Fabien.Me levanté y me senté en el asiento, mirándolo con rabia.— ¡Jamás! — le grité.Fabien me agarró del cabello y me acercó a él con agresividad. Tragué el nudo que se me había formado en la garganta, pero no aparté la vista de la suya.— El "jamás" es mucho tiempo, y yo no tengo paciencia para esperar — dijo.Me soltó y me aparté de él inmediatamente.— Entiende que no quiero estar contigo, no puedes obligarme — dije llorando.Él se cruzó de brazos y me miró.— Si puedo, lo estoy haciendo ahora — dijo con una sonrisa.— ¡Déjame ir! No quiero est
Despertar a su lado fue magnífico; ella parecía un ángel. Su expresión de relajación la hacía ver aún más joven. Atrás quedó su expresión de terror, ahora se veía tranquila, e incluso podría jurar que hasta feliz. Tenía los labios entreabiertos, toqué su labio inferior con mi dedo índice y ella cerró la boca de inmediato.Me levanté con cuidado de la cama, fui al baño y me di una ducha. Luego me puse algo cómodo y salí de la habitación en busca de algo de comida. Cuando estaba bajando las escaleras, vi a Jacob, quien estaba acompañado por Mariano.— ¿Qué haces aquí? — le pregunté.Me acerqué a ellos y miré a Mariano, quien tenía una expresión de desesperación.— Berlusconi no aceptó las disculpas, padre va a matarme. Ayúdame, por favor — me pidió.Negué con la cabeza. Sus problemas no me afectaban en lo más mínimo, así que no me importaban.— Ese no es mi problema. Yo te advertí que no lo jodieras. ¿Ahora qué quieres que haga? ¿Que te corte la mano completa? — respondí.Mariano miró s
Miré a Jacob, quien estaba poniendo un plato de comida en una mesa que estaba en la habitación. Él me miró, y yo aparté la mirada. Hacía dos días desde lo que pasó con Fabien, y me había negado a comer. Si iba a morir, lo haría a mi manera. — ¿No vas a comer nada? — me preguntó Jacob. Lo fulminé con la mirada, y él me gruñó. — De nada te servirá morirte de hambre. Levántate y come algo — dijo. Mi estómago traicionero empezó a quejarse, y yo, de mala gana, me acerqué a la mesa y tomé un poco de fruta que había en el plato. Después lo llevé a la boca y lo comí. — ¿Por qué es así? No lo entiendo — le pregunté. Jacob respiró profundo y se sentó en una de las sillas. Yo lo miré esperando una respuesta. — Fabien ha perdido muchas cosas. Ha sufrido lo inimaginable para llegar a ser lo que es hoy. Y aunque no comparto lo que está haciendo contigo, no puedo decirle que pare. Tú de alguna manera hiciste despertar en él algo que estaba dormido, y no sé si es bueno o es malo — explicó. Me