11

Al día siguiente, Jacob me despertó con la noticia de que mi padre estaba aquí, esperándome en la oficina. Yo tenía un muy mal presentimiento, y por la cara de Jacob, mi presentimiento era completamente cierto. Salí de mi habitación y fui a reunirme con mi padre. Apenas él me vio, se levantó de la silla, se acercó a mí y me abofeteó.

— ¿Qué pasó? — le pregunté.

Uno de sus hombres trajo a Mariano y lo lanzó a mis pies.

— No sabía que tenías tan buen corazón. Ahora, soluciona esta mierda — me dijo furioso.

Yo miré a Mariano, él estaba llorando como un niño pequeño.

— ¿Qué carajo hizo? — pregunté furioso.

— Mató a la mascota de Berlusconi. Ahora resulta que tengo dos hijos buenos para nada, y tú, Fabien, no sabes lo decepcionado que estoy de ti. ¿Cómo pudiste ayudarlo? ¿Desde cuándo ayudas a Mariano? Él tiene que aprender que en este puto mundo existen las consecuencias — me grito.

Miré a Mariano, que estaba abrazando una de mis piernas, y lo pateé lejos. Mariano era un idiota, un imprud
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