18

Después de desayunar y medio bañarme, Jacob me llevó a la enfermería. William me saludó mientras atendía a un tipo que tenía una enorme cortada en el vientre.

— ¿Qué le pasó? — Le pregunté a William, mientras Jacob se sentaba, mirándome fijamente.

Volteé a verlo y le puse mala cara.

— Una riña, nada grave, pero esto debe limpiarse antes de que se infecte — contestó William.

— ¿Puedes dejar de observarme? Me estás poniendo nerviosa — le dije.

Él me miró muy mal, y yo le saqué la lengua.

— Parece que hubieras perdido a tu esposa en un trágico accidente — le dije.

William empezó a reír.

— Estoy preocupado — me dijo.

— ¿Por qué? ¿Acaso ya estás extrañando al tirano secuestrador de tu jefe? — le pregunté.

William y el otro tipo rieron otra vez, pero Jacob no. Él me seguía mirando.

— Deberías estar feliz. Eres libre de ese degenerado por un par de días. Deberíamos celebrarlo — le dije con una sonrisa.

— Tú deberías estar preocupada por él. Así que deja de decir tantas estupidece
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