21

Al día siguiente de enterarme del futuro matrimonio de Fabien, me levanté súper temprano. William me había prestado unas muletas, así que planeaba largarme de este lugar. No iba a esperar a ese infeliz; no sería la amante de nadie.

— ¿A dónde crees que vas, Carolina? — me preguntó Jacob, mirándome con los brazos cruzados.

— ¡A mi casa! No voy a esperar a ese tipo. Que moleste a su esposa, pero a mí que me deje en paz — le dije, intentando abrir la puerta, pero estaba cerrada con seguro.

— Ábreme o voy a gritar. Ya no quiero estar aquí. Ese tipo me secuestró, me torturó y me partió una pierna — le dije.

Jacob puso los ojos en blanco.

— La pierna te la partiste tú. ¿Quieres que te recuerde que te lanzaste del balcón? Y no puedes ir a ningún lado. Fabien no me ha dado ninguna orden — me dijo.

Jacob se acercó a mí y me cargó, las muletas terminaron en el suelo.

— Pórtate bien. Fabien pronto regresará — me dijo.

Lo miré.

— ¿Ya hablaste con él? — Le pregunté y él negó con la cabeza.

— ¿Cree
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