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Despertar a su lado fue magnífico; ella parecía un ángel. Su expresión de relajación la hacía ver aún más joven. Atrás quedó su expresión de terror, ahora se veía tranquila, e incluso podría jurar que hasta feliz. Tenía los labios entreabiertos, toqué su labio inferior con mi dedo índice y ella cerró la boca de inmediato.

Me levanté con cuidado de la cama, fui al baño y me di una ducha. Luego me puse algo cómodo y salí de la habitación en busca de algo de comida. Cuando estaba bajando las escaleras, vi a Jacob, quien estaba acompañado por Mariano.

— ¿Qué haces aquí? — le pregunté.

Me acerqué a ellos y miré a Mariano, quien tenía una expresión de desesperación.

— Berlusconi no aceptó las disculpas, padre va a matarme. Ayúdame, por favor — me pidió.

Negué con la cabeza. Sus problemas no me afectaban en lo más mínimo, así que no me importaban.

— Ese no es mi problema. Yo te advertí que no lo jodieras. ¿Ahora qué quieres que haga? ¿Que te corte la mano completa? — respondí.

Mariano miró s
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