Al día siguiente, Jacob me despertó con la noticia de que mi padre estaba aquí, esperándome en la oficina. Yo tenía un muy mal presentimiento, y por la cara de Jacob, mi presentimiento era completamente cierto. Salí de mi habitación y fui a reunirme con mi padre. Apenas él me vio, se levantó de la silla, se acercó a mí y me abofeteó.— ¿Qué pasó? — le pregunté.Uno de sus hombres trajo a Mariano y lo lanzó a mis pies.— No sabía que tenías tan buen corazón. Ahora, soluciona esta mierda — me dijo furioso.Yo miré a Mariano, él estaba llorando como un niño pequeño.— ¿Qué carajo hizo? — pregunté furioso.— Mató a la mascota de Berlusconi. Ahora resulta que tengo dos hijos buenos para nada, y tú, Fabien, no sabes lo decepcionado que estoy de ti. ¿Cómo pudiste ayudarlo? ¿Desde cuándo ayudas a Mariano? Él tiene que aprender que en este puto mundo existen las consecuencias — me grito.Miré a Mariano, que estaba abrazando una de mis piernas, y lo pateé lejos. Mariano era un idiota, un imprud
Mientras iba en el coche, iba sonriendo; me sentía ligero, como si un peso se hubiera quitado de mis hombros.— No puedo creer que estés enamorado de esa mujer — me dijo Jacob.Miré a Jacob por el retrovisor y le sonreí.— Cálmate, simplemente me estoy divirtiendo — le dije.— Si Piero se entera de tu estúpido enamoramiento, irá tras ella. ¿Quieres que le pase lo mismo que a la chica de Mariano? — me preguntó.— Piero jamás se meterá con algo que es mío. Ya no tiene ese poder — le dije.Respetaba a mi padre, pero tenía mis límites y él era consciente de ellos. Hace años dejé de ser su subordinado; ahora éramos iguales.— Estás jugando con fuego, y la única que corre el riesgo de quemarse será ella. ¿O quieres que te recuerde a Julia? Porque ella terminó quemándose — me dijo.Cerré los ojos por un momento; recordar a Julia era doloroso. Ella había sido mi confidente, mi amiga y la mujer con la que pensé que tendría mi para siempre. Pero estaba equivocado, muy equivocado.---**Años atr
Cuando iba llegando a casa, un tipo salió de la nada, me agarró por el cuello y con la otra mano me tapó la boca. Me quedé quieta con el corazón desbocado. Fabien apareció frente a mí con una sonrisa.— Hoy te quedarás conmigo — me dijo.Me llevaron hasta un coche que estaba estacionado en la esquina, me metieron a la fuerza y terminé en el piso, sintiendo las lágrimas salir de mis ojos a cántaros.— Deberías ceder un poco ante mí — dijo Fabien.Me levanté y me senté en el asiento, mirándolo con rabia.— ¡Jamás! — le grité.Fabien me agarró del cabello y me acercó a él con agresividad. Tragué el nudo que se me había formado en la garganta, pero no aparté la vista de la suya.— El "jamás" es mucho tiempo, y yo no tengo paciencia para esperar — dijo.Me soltó y me aparté de él inmediatamente.— Entiende que no quiero estar contigo, no puedes obligarme — dije llorando.Él se cruzó de brazos y me miró.— Si puedo, lo estoy haciendo ahora — dijo con una sonrisa.— ¡Déjame ir! No quiero est
Despertar a su lado fue magnífico; ella parecía un ángel. Su expresión de relajación la hacía ver aún más joven. Atrás quedó su expresión de terror, ahora se veía tranquila, e incluso podría jurar que hasta feliz. Tenía los labios entreabiertos, toqué su labio inferior con mi dedo índice y ella cerró la boca de inmediato.Me levanté con cuidado de la cama, fui al baño y me di una ducha. Luego me puse algo cómodo y salí de la habitación en busca de algo de comida. Cuando estaba bajando las escaleras, vi a Jacob, quien estaba acompañado por Mariano.— ¿Qué haces aquí? — le pregunté.Me acerqué a ellos y miré a Mariano, quien tenía una expresión de desesperación.— Berlusconi no aceptó las disculpas, padre va a matarme. Ayúdame, por favor — me pidió.Negué con la cabeza. Sus problemas no me afectaban en lo más mínimo, así que no me importaban.— Ese no es mi problema. Yo te advertí que no lo jodieras. ¿Ahora qué quieres que haga? ¿Que te corte la mano completa? — respondí.Mariano miró s
Miré a Jacob, quien estaba poniendo un plato de comida en una mesa que estaba en la habitación. Él me miró, y yo aparté la mirada. Hacía dos días desde lo que pasó con Fabien, y me había negado a comer. Si iba a morir, lo haría a mi manera. — ¿No vas a comer nada? — me preguntó Jacob. Lo fulminé con la mirada, y él me gruñó. — De nada te servirá morirte de hambre. Levántate y come algo — dijo. Mi estómago traicionero empezó a quejarse, y yo, de mala gana, me acerqué a la mesa y tomé un poco de fruta que había en el plato. Después lo llevé a la boca y lo comí. — ¿Por qué es así? No lo entiendo — le pregunté. Jacob respiró profundo y se sentó en una de las sillas. Yo lo miré esperando una respuesta. — Fabien ha perdido muchas cosas. Ha sufrido lo inimaginable para llegar a ser lo que es hoy. Y aunque no comparto lo que está haciendo contigo, no puedo decirle que pare. Tú de alguna manera hiciste despertar en él algo que estaba dormido, y no sé si es bueno o es malo — explicó. Me
Llevé a Carolina a la habitación y la acosté en la cama. La miré y ella me hizo un puchero de disgusto. — No te entiendo, Fabien. Eres cruel y compasivo, y me confundes. Dime qué es lo que realmente quieres o esperas de mí — me preguntó. — Quiero que me ames. Quiero que me mires como me mirabas hace años — le respondí. Ella empezó a negar con la cabeza. — No puedo hacerlo. Tú me das miedo. Solo mírame — me dijo. Me senté a su lado y acerqué mi cara a la de ella. — Jacob me dijo que he despertado algo en ti, pero dudo mucho que haya sido amor. No se trata así a quien amas — me dijo. Pegué mi frente a la suya y le di un suave beso en los labios. — En mi mundo sí — le respondí. Ella empezó a llorar. — Quiero irme a casa, Fabien. Quiero estar con mi familia — me pidió. Me separé de ella y me bajé de la cama. — Te pareces a alguien que fue muy importante en mi vida. O tal vez ella se parecía a ti. Ahora no estoy seguro, pero no te dejaré sola. Dejarte ir sería como matarte y no
Llamé a Jacob a la oficina. Necesitaba dejar un par de cosas resueltas antes de irme. Necesitaba que él tuviera siempre a la vista a Carolina. No confiaba en mi padre, al menos no tratándose de ella. Jacob entró a la oficina y me quedé mirándolo. — Me iré mañana. Quiero que cuides a Carolina. Está de más decir que si le pasa algo, te haré a ti el doble — le dije. Jacob negó inmediatamente. — Yo iré contigo. No puedes ir solo. La chica se puede quedar con cualquiera — me dijo. Respiré profundo. — Mariano vendrá conmigo, y no confío en nadie más. Así que te quedarás — le dije. Jacob puso mala cara de inmediato. — Con más razón quiero ir contigo. Mariano es un inútil que no sabe cuidarse. No será de ayuda de nada — me contestó, mostrándose decidido a acompañarme. — Puedo cuidarme solo. Así que deja de contradecirme. Te quedarás aquí y la cuidarás — le ordené. Jacob negó con la cabeza. — Te necesito aquí. Si no regreso, quiero que la desaparezcas. Si es necesario, cámbiala hasta
Después de desayunar y medio bañarme, Jacob me llevó a la enfermería. William me saludó mientras atendía a un tipo que tenía una enorme cortada en el vientre. — ¿Qué le pasó? — Le pregunté a William, mientras Jacob se sentaba, mirándome fijamente. Volteé a verlo y le puse mala cara. — Una riña, nada grave, pero esto debe limpiarse antes de que se infecte — contestó William. — ¿Puedes dejar de observarme? Me estás poniendo nerviosa — le dije. Él me miró muy mal, y yo le saqué la lengua. — Parece que hubieras perdido a tu esposa en un trágico accidente — le dije. William empezó a reír. — Estoy preocupado — me dijo. — ¿Por qué? ¿Acaso ya estás extrañando al tirano secuestrador de tu jefe? — le pregunté. William y el otro tipo rieron otra vez, pero Jacob no. Él me seguía mirando. — Deberías estar feliz. Eres libre de ese degenerado por un par de días. Deberíamos celebrarlo — le dije con una sonrisa. — Tú deberías estar preocupada por él. Así que deja de decir tantas estupidece