Padre me había llamado temprano, así que fui a visitarlo; él se veía muy enojado e intrigaba la razón de su enojo.
— Tu hermano ha desobedecido mis órdenes, quiero que busques a alguien — me dijo.Yo asentí.— ¿Qué hizo Mariano? — le pregunté.Papá suspiró pesadamente, se veía muy enojado.— Ha roto la regla de oro, quiero darle una lección — me dijo.Yo sonreí, padre me dio un sobre y yo saqué el contenido; había fotos de Mariano con una chica rubia, ¡hombre estúpido!— ¿Qué quieres que haga con ella? — le pregunté.Él se reclino en el escritorio y me miró a los ojos.— traerla a mi. — me dijo.Yo asentí con la cabeza.— No me defraudes, Fabien — me pidió.Yo lo quedé mirando.— Jamás lo he hecho — le respondí.Salí de la oficina y entré al coche; Jacob estaba allí esperándome.— Quiero que consigas a esta chica, llévala a casa de padre —Jacob asintió y prendió el coche.*Esa misma tarde fui en busca de Mariano, esto le iba a desmoronar, pero era parte de la vida, o al menos de nuestras vidas, aunque he de admitir que padre se había sobrepasado un poco, mariano era debil, el no iba a poder superar esto.— ¿Está Mariano? — Le pregunté a la recepcionista.— Sí, señor, ¿quiere que lo anuncie? — me preguntó.Yo negué con la cabeza y seguí hasta su oficina.— te he traido un obsequio — le dije a Mariano mientras le entregaba una caja color rojo.Mariano me miró mal y tomó la caja color rojo.— ¿De cuándo acá das regalos? — me preguntó.Mariano tiró la caja en su escritorio y me miró mal.— ¡Estás loco! ¡Eres un sádico! ¿Cómo le sacas el corazón a un animal solo para molestarme? — me dijo con molestia.Yo lo mire con seriedad.— Yo no perdería el tiempo en un animal — le recordé.Mariano abrió la boca y después la cerró.— ¡No puedo creerlo! ¿Por qué haces este tipo de cosas? — me preguntó.Yo me encogí de hombros.— Es un regalo de padre, me dijo que este corazón te pertenece — le dije.Mariano se acercó a la caja y después me miró.— ¡No! No es lo que estoy imaginando — me dijo.Él recogió el contenido y lo sostuvo en su pecho.— ¡No puede ser! ¿Tú lo hiciste? — me preguntó.Yo negué con la cabeza.— El me pidió buscarla, no sabía que haría con ella — le dije.Él me miró; su mirada era de dolor puro.— Ella... era inocente — me dijo llorando.— ¿Por qué? ¡Ella no le había hecho daño a nadie! ¡Por qué lo hizo! — Me gritó Mariano levantándose.— Tú sabes muy bien por qué, es tu culpa; sabías del peligro que sería para ella estar contigo — le dije.Mariano se tiró al suelo y empezó a darse golpes en el pecho.— ¡Te odio! ¡Eres despreciable! igual que mi padre, no debiste llevarla con el, sabías lo que le pasaría y no te importo — me gritó mientras lloraba.Yo tomé un par de dulces que él tenía en el escritorio y me metí uno en la boca.— Deja de llorar, es solo una mujer; existen millones en este mundo. Solo escoge una y follala todo lo que quieras, pero no te enamores. En este negocio no podemos tener corazón, por eso padre te ha quitado el tuyo. Ahora, madura de una puta vez, que nuestra vida no es un cuento de hadas — le dije.Mariano estaba allí tirado mirándome; siendo sincero, sentí un poco de lástima por él.— No... por favor dime que es una broma, ¿Cintia ella dónde está? — me preguntó.Yo respiré profundo.— Vamos, te llevaré con ella — le dije.Mariano se levantó y se limpió la cara.— ¿Fabien, de verdad ella está muerta? Dime qué la rescataste por favor, dime que ella está bien — volvió a preguntarme.Aún sosteniendo las dos cajas en su pecho.*Jacob y yo entramos a la habitación donde estaba la mujer; yo había arreglado su cuerpo, ya que no padre habia hecho un completo desastre, pobre mujer. Mariano entró y corrió a la camilla.— ¡Despierta! ¡Cintia, por favor! — Gritó Mariano llorando.— Puedes llevártela, yo no quiero volver a ensuciar mis manos — le dije.Mariano corrió hacia mí como un león; Jacob sacó el arma y le apuntó en la cabeza.— ¿Quieres terminar como ella? ¡Largo de aquí! — le dije.Mariano cargó el cuerpo de la mujer y se fue con él.Yo llamé a padre de inmediato.— Todo listo, supongo que no volverá a equivocarse — le conté.— Gracias hijo, no te olvides de mí, ven a visitarme más seguido, quiero comentarte algunas cosas — me dijo.— Te visitaré más seguido — le dije y después colgué.Jacob me quedo mirando.— Creo que fueron muy lejos, Fabien — me dijo Jacob.— Mariano es débil, no hubiera soportado ver a su mujer de la manera en la que la encontramos — le dije.Mi padre era despiadado; yo conocía su lado más oscuro, uno que Mariano aún no conocía, o estaba empezando a conocer.— Estoy cansado — le dije a Jacob.— Es normal, hoy has tenido un día ajetreado; deberías dormir un poco. Ya me encargaré yo si alguien viene a buscarte — me dijo.Yo negué con la cabeza.— Salgamos un rato, quiero ver personas — le dije.Jacob me miró con reproche.— Eres muy terco Fabien, pero es tu vida; yo no me meteré en ella — me dijo.Yo asentí con la cabeza; por eso Jacob era mi mano derecha, era el único con los huevos para hablarme de esa manera.— Ve por el coche — le pedí.Él asintió con la cabeza y salió de la habitación; yo me quedé allí un momento y me llevé los dedos a los labios. Recordar a aquella chica de lengua larga me había traído un recuerdo, el recuerdo de ella, Carolina. Empecé a reír; pensar en esa chica tantos años después era ridículo, pero de alguna manera esa mujer hizo que volviera a mí su recuerdo, uno bastante lindo, aunque fue muy fugaz.DÍAS DESPUÉS Me fui a un pequeño bar a tomarme un trago; estaba un poco cansado y lo único que me ayudaba con el estrés era ver personas ir y venir, una mala costumbre según Jacob, pero me daba igual. — deberíamos irnos ya — me dijo Jacob de mal humor. — Relájate, hoy estoy cansado y no quiero discutir con nadie — le dije. Miré por la ventana del bar, sonreí un poco al ver a la chica de aquella vez; se veía aún más bonita que ese día. — Espera aquí — le dije a Jacob y salí del bar. La chica era pequeña, con cabello corto por la mandíbula, ojos grandes y expresivos; parecía un gatito. — Qué bueno volver a verte — le dije, y ella me miró con sus enormes ojos. Ella se dio la vuelta, ignorándome por completo, algo que no toleraba, pero de alguna manera me encantaba que viniera de ella. — ¿Saliste despavorida de mi casa, tanto miedo doy? — le pregunté. Ella se dio la vuelta y me miró; sus ojos marrones brillaban por la furia. — No te tengo miedo, más bien tú deberías tenermelo a
Salí temprano de casa. Trabajaba los fines de semana en un club privado, de esos donde para entrar mínimo tienes que tener un pacto con el diablo, haber sacrificado cinco vírgenes y tener unos cien millones en tu cuenta personal del banco. Mi amiga tenía la fantasía de encontrar al amor de su vida allí y que la sacaran de pobre, pero eso solo era una fantasía. En esos lugares, los hombres no nos veían como personas, éramos simples objetos.— Hola — saludé a Salomé. Ella se acercó y me dio un beso en la mejilla.— Hoy hay mucha gente, tengo ganas de volver a casa y eso que apenas acabo de llegar — se quejó ella. Yo fui a cambiarme al baño y luego salí.Ella aún estaba con cara de aburrimiento.— Esto es para la mesa diez — me dijo mi jefe, entregándome una bandeja con café y un jugo. Salí de la cocina y me encaminé hasta la mesa diez, pero cuando iba llegando me detuve. Allí estaba ese tipo. ¿Acaso me estaba persiguiendo?Me acerqué a él con mala cara y le puse el pedido en la mesa, lo
Al día siguiente volví al club, buscando a Fabien, pero no estaba por ningún lado. Necesitaba recuperar mi teléfono, no podía dejar que viera lo que estaba en él, era demasiado vergonzoso. Me acerqué a Salomé, que se veía muy molesta, y la miré. — Acompáñame, por favor — le rogué. Ella frunció el ceño. — ¿A dónde? — me preguntó mientras agarraba una charola. Le di una pequeña sonrisa. — ¿Recuerdas al tipo de ayer, el de los ojos dorados? — le pregunté. Salomé me miró. — Estás loca. Yo aún quiero conocer a mis nietos — me dijo. Yo me crucé de brazos y la miré mal. — Pero no siquiera tienes hijos. No seas mala. Se supone que eres mi amiga. Yo te acompañé ese día a tu cita doble, ¡Me lo debes! Ese tipo tenía mal aliento y me lo aguanté toda la noche, y lo hice por ti — le recordé. Ella puso mala cara. — Está bien. Pero ahora ayúdame — me dijo. Sonreí y empecé a atender las mesas con ella. Cuando salimos del trabajo, ella me llevo hasta la casa de Fabien, Salomé estacionó su
Mariano me había llamado muy temprano esa mañana. Yo de inmediato sentí una mala espina, porque si él quería hablar conmigo después de lo que pasó, era porque el favor que me iba a pedir era muy importante. Salí junto a Jacob hasta el restaurante donde él me había citado. Jacob se veía molesto, pero no me dijo nada. Después de bajarme del coche, caminé hasta el restaurante y fui a la mesa donde Mariano estaba.— ¿Qué quieres de mí, Mariano? — le pregunté.Él me quedó mirando.— Papá quiere que haga negocios con Guido Berlusconi — me dijo.Puse mala cara. Guido era un sádico, pero una pieza fundamental en los negocios. Si eras su amigo, podías gozar de ciertos privilegios.— Buena suerte con eso — le dije.— Ven conmigo. Estoy seguro de que ustedes dos se llevarán bien — me dijo.Me reí. Mariano era un infeliz al decir eso.— No te ayudaré. Si padre quiere que lo hagas, es por tu bien. Necesitas empezar a hacerte cargo de los negocios de la familia. Te recuerdo que tú serás el próximo
Al día siguiente, Jacob me despertó con la noticia de que mi padre estaba aquí, esperándome en la oficina. Yo tenía un muy mal presentimiento, y por la cara de Jacob, mi presentimiento era completamente cierto. Salí de mi habitación y fui a reunirme con mi padre. Apenas él me vio, se levantó de la silla, se acercó a mí y me abofeteó.— ¿Qué pasó? — le pregunté.Uno de sus hombres trajo a Mariano y lo lanzó a mis pies.— No sabía que tenías tan buen corazón. Ahora, soluciona esta mierda — me dijo furioso.Yo miré a Mariano, él estaba llorando como un niño pequeño.— ¿Qué carajo hizo? — pregunté furioso.— Mató a la mascota de Berlusconi. Ahora resulta que tengo dos hijos buenos para nada, y tú, Fabien, no sabes lo decepcionado que estoy de ti. ¿Cómo pudiste ayudarlo? ¿Desde cuándo ayudas a Mariano? Él tiene que aprender que en este puto mundo existen las consecuencias — me grito.Miré a Mariano, que estaba abrazando una de mis piernas, y lo pateé lejos. Mariano era un idiota, un imprud
Mientras iba en el coche, iba sonriendo; me sentía ligero, como si un peso se hubiera quitado de mis hombros.— No puedo creer que estés enamorado de esa mujer — me dijo Jacob.Miré a Jacob por el retrovisor y le sonreí.— Cálmate, simplemente me estoy divirtiendo — le dije.— Si Piero se entera de tu estúpido enamoramiento, irá tras ella. ¿Quieres que le pase lo mismo que a la chica de Mariano? — me preguntó.— Piero jamás se meterá con algo que es mío. Ya no tiene ese poder — le dije.Respetaba a mi padre, pero tenía mis límites y él era consciente de ellos. Hace años dejé de ser su subordinado; ahora éramos iguales.— Estás jugando con fuego, y la única que corre el riesgo de quemarse será ella. ¿O quieres que te recuerde a Julia? Porque ella terminó quemándose — me dijo.Cerré los ojos por un momento; recordar a Julia era doloroso. Ella había sido mi confidente, mi amiga y la mujer con la que pensé que tendría mi para siempre. Pero estaba equivocado, muy equivocado.---**Años atr
Cuando iba llegando a casa, un tipo salió de la nada, me agarró por el cuello y con la otra mano me tapó la boca. Me quedé quieta con el corazón desbocado. Fabien apareció frente a mí con una sonrisa.— Hoy te quedarás conmigo — me dijo.Me llevaron hasta un coche que estaba estacionado en la esquina, me metieron a la fuerza y terminé en el piso, sintiendo las lágrimas salir de mis ojos a cántaros.— Deberías ceder un poco ante mí — dijo Fabien.Me levanté y me senté en el asiento, mirándolo con rabia.— ¡Jamás! — le grité.Fabien me agarró del cabello y me acercó a él con agresividad. Tragué el nudo que se me había formado en la garganta, pero no aparté la vista de la suya.— El "jamás" es mucho tiempo, y yo no tengo paciencia para esperar — dijo.Me soltó y me aparté de él inmediatamente.— Entiende que no quiero estar contigo, no puedes obligarme — dije llorando.Él se cruzó de brazos y me miró.— Si puedo, lo estoy haciendo ahora — dijo con una sonrisa.— ¡Déjame ir! No quiero est
Despertar a su lado fue magnífico; ella parecía un ángel. Su expresión de relajación la hacía ver aún más joven. Atrás quedó su expresión de terror, ahora se veía tranquila, e incluso podría jurar que hasta feliz. Tenía los labios entreabiertos, toqué su labio inferior con mi dedo índice y ella cerró la boca de inmediato.Me levanté con cuidado de la cama, fui al baño y me di una ducha. Luego me puse algo cómodo y salí de la habitación en busca de algo de comida. Cuando estaba bajando las escaleras, vi a Jacob, quien estaba acompañado por Mariano.— ¿Qué haces aquí? — le pregunté.Me acerqué a ellos y miré a Mariano, quien tenía una expresión de desesperación.— Berlusconi no aceptó las disculpas, padre va a matarme. Ayúdame, por favor — me pidió.Negué con la cabeza. Sus problemas no me afectaban en lo más mínimo, así que no me importaban.— Ese no es mi problema. Yo te advertí que no lo jodieras. ¿Ahora qué quieres que haga? ¿Que te corte la mano completa? — respondí.Mariano miró s